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Críticas 29
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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22 de mayo de 2012 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El General George Broulard, tentado por una oferta del General Miró, ordena al Coronel Dax (Kirk Douglas) a llevar a cabo una ofensiva para tomar un punto estratégico de la artillería alemana. Aunque Dax considera el ataque un suicidio, obedece las órdenes. La Brigada 119 se desordena ante el ataque inminente alemán, provocando la retirada y la insubordinación. Ante el hecho de cobardía, el General Broulard convoca un consejo de guerra para condenar a unos soldados de dicha Brigada, escogidos al azar, como represalia a la unidad por su traición.
Como sabemos, la Guerra de Trinceras fue un acontecimiento en donde la muerte se cobró montones de vidas, perdidas la mayoría por sus penosas condiciones. La historia recrea un acontecimiento real, donde la Brigada 119 fue castigada por el Consejo de Guerra por insubordinación con la ejecución de cuatro soldados escogidos al alzar.
El director Stanley Kubrick nos demuestra su postura crítica ante la humanidad, su conciencia y sus luchas por la moralidad. La narración, sencilla, pero de un potente valor simbólico y político, nos presenta realísticamente la situación bélica en las trincheras, las bajas condiciones de los soldados y su silenciado malestar. Cabe destacar la relación entre los altos mandos y los soldados, que por la presión que ejerce sobre el ejército la opinión pública, provocó numerosos actos inhumanos entre los altos mandos militares. El arte estético de Kubrick para presentarnos la mirada del desarrollo narrativo es espectacular, sobretodo con la cámara, cuyo ojo omnipresente recoge muchas veces el papel de testigo o de protagonista para hacernos partícipes de la postura crítica del conflicto. La música contiene un tono que exalta (¿irónicamente?) la patria de los franceses, así como los compases de campaña militar en las escenas bélicas o más épicas en el escenario del proceso militar. El tono en blanco y negro dota a la cinta de un realismo potente, que nos introduce en la situación cual grabación documental de la época.
La defensa del director por valorar la defensa de la postura moral y de la persona por encima de los intereses personales es constante y además, bastante expuesta, lo que elevó la indignación de muchos espectadores, especialmente franceses y altos mandos militares, ante la postura política de la película. Por otro lado, la presencia de la joven alemana cantando ante los soldados franceses contiene una connotación simbólica clarísima: que la Guerra Mundial no es más que un conflicto caprichoso de “los de arriba” por sus ambiciones y diferencias políticas, y el contexto del lamento alemán, representado en una inocente joven ante los aliados; nación maltratada tras la I Guerra Mundial, posteriormente levantada como la mayor fuerza militar iniciando así la II Guerra Mundial.
10 de abril de 2012 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El guión recoge la historia real de un joven americano, Christopher McCandless, que abandona todo –su hogar, su familia, sus estudios- para refugiarse en solitario en la Naturaleza. Nunca se había reflejado tan bien la llamada de Dios, que dice así: “Deja todo y sígueme”.
Sean Penn de nuevo nos sorprende por la profunda transcendencia que guarda en su interior y que refleja a menudo en sus participaciones cinematográficas, como muestra en esta película de carácter filosófico e incluso metafísico. Aunque la historia esté basada en un hecho real, esconde una clara crítica contra el excesivo materialismo y superficialidad del mundo actual, donde el éxito lo medimos con el dinero y la fama. Aunque Sean Penn demuestra cómo el chico se refugia huyendo de todo eso conectando con gente mucho más liberal –en su mayoría hippies- nos deja claro que la fragmentación que sufrimos en nuestro interior afecta a todos, en mayor o menor medida, distorsionando nuestro compromiso con la sociedad, las relaciones con los demás y la reconciliación con uno mismo.
Aunque la cinta es algo larga (dos horas y media), y en algunos ratos intensa, no deja de ser emocionante y atractiva de ver. Los pensamientos del chico, sus escritos y diálogos –excepcionales, profundos en muchas ocasiones y con un gran contenido filosófico- nos acompañan a lo largo de su viaje, descubriéndonos los pasos que todos damos a lo largo de nuestra vida, desde nuestro nacimiento hasta alcanzar la sabiduría (como también lo va relatando Christopher McCandless); sin darse cuenta de que el valioso regalo que deja en los demás es la ansiada felicidad que busca. El viaje del protagonista, quien oculta su identidad con un apodo, no deja de ser un viaje iniciático, para encontrarse con uno mismo y con Dios.
Christopher McCandless es interpretado por un joven actor, Emile Hirsch, que exhibe en su interpretación la mágica influencia de Sean Penn –incluso nos puede resultar que el director se escuda tras el actor para reflejarse a sí mismo. Aunque he de destacar el papel de Hal Holbrook, que aunque tiene escasa aparición ante la cámara, absorbe con tanta intensidad la atención del espectador que se merece la nominación al Oscar que consiguió en su día.
La música es igualmente asombrosa, en manos del autor Eddie Vedder, que aporta un importante compás para una cinta tan complicada de interpretar. La fotografía de Eric Gautier deslumbra con sus capturas de todos esos paisajes salvajes de América, en especial de Alaska, y su insistencia en recoger la luz del sol, que a veces nos recuerda a las grabaciones transcendentes de Terrence Malick.
El mensaje del director es claro: en el viaje que emprendamos a lo largo de nuestra vida, buscando la verdad, huyendo del exceso y agitación de lo cotidiano, la felicidad realmente sólo se encuentra en la entrega de uno mismo a los demás: en el otro. Nos deja mucho que pensar…
20 de marzo de 2012 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director de la película Green Zone, distrito protegido, Paul Greengrass, autor de la exitosa trilogía de Bourne, revuelve de nuevo en la verdad y esta vez nos abre los ojos ante la fuerza del pilar informativo en la situación que dió comienzo al conflicto bélico de los Estados Unidos y su intervención en Irak. El director se apoya en revelaciones de testigos para fundamentar la crítica que se expone en su película, donde nos invita a pensar que los informativos que nos llegan pueden estar tergivesados por los medios, porque muchas veces lo que pretenden es reconstruir la verdad al apoyarse en un telón de fondo donde se hilan diferentes propósitos.
Así, Greengrass produce esta película que pretende presentarnos el verdadero motivo que impulsó a los Estados Unidos a intervenir en la política de un país oriental con el pretexto de que escondían armas nucleares. Sin embargo, aquí se nos demuestra que el arma más peligrosa es la información, una información que llega a nosotros y orienta nuestra manera de ver el mundo y detrás de la cual se esconden intenciones de diferentes fuentes. En la trama, se nos deja claro que si uno quiere saber la verdad y evitar segundas interpretaciones, ha de acudir a la fuente original.
El protagonista es un soldado americano, el subteniente Roy Miller (Matt Damon), un ciudadano que lucha por evitar que se promueva una acción injusta y sobretodo, incierta. Al comienzo de la película, Miller alcanza la zona geográfica de Irak donde supuestamente se escondían las armas nucleares, siguiendo las direcciones de Inteligencia. Sin embargo, después de varios intentos, los soldados jamás encontraron nada. Miller se moviliza para evitar que los medios de comunicación y la política ofrezcan una información esperada por el público que apoya la acción militar en un país oriental pero que no es cierta.
La estética del film es la misma que las cintas de Bourne, donde la música de John Powell introduce compases que imitan el ritmo agitado de la grabación. La película mantiene el rodaje con cámara en mano, presentándonos una fotografía en constante movimiento, a veces confusa y difícil de seguir, consiguiendo los primeros planos de los personajes con zooms bruscos carentes de una composición coherente y utilizando planos rebuscados que simulan una grabación no planificada, que sigue los movimientos del subteniente para dar con el general Al Rawi imitando una estética documental.
El director nos pone en la piel del protagonista invitándonos a ser críticos y participativos en la información que se nos da. Por eso, Miller será quien luche para demostrar y contrastar lo que informan los políticos independientemente de las órdenes que le han sido dadas. Por eso, el exponer una información que va en contra de la ofrecida a través de los medios de comunicación, pone en peligro la confianza del público en los informadores y los contrarios inician una operación para eliminar la fuente original, capaz de exponer la verdad de la cuestión.
12 de febrero de 2012 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
10 nominaciones, incluyendo a mejor fotografía, a mejor actor (Jean Daurdin), mejor actriz (Bérénice Bejo) y mejor director (Michel Hazanavicius). Sin duda, The Artist obtiene el puesto número uno entre los favoritos para los Oscars.
El director francés de esta cinta cuenta con algunas producciones cinematográficas que han tentado a las candidaturas, como OSS 117: El Cairo, nido de espías. Sin embargo, ha sido con su última película cuando ha conseguido el reconocimiento del público y del Séptimo Arte. The Artist cuenta cómo una estrella del cine mudo, George Valentin, es desplazado por un cine más moderno que introduce el sonido. La novedad retira a lo clásico y George se sume en la depresión, hundido por un público que aplaude a la nueva estrella, la carismática y talentosa Peppy Miller.
La pregunta que propone el director con esta película a las academias cinematográficas es clara : ¿por qué enfrentar a los dos grandes titanes de la historia del cine cuando se puede conseguir una excelente propuesta artística fundiéndolas? Así, Hazanavicius presenta una historia donde se debate este problema, instalando la trama en el momento en el que el cine mudo se vino abajo sustituído por el sonido.
La película se muestra con una apariencia que imita a los clásicos, muda y sin color. El blanco y el negro genera una estética atractiva, que resalta la elegancia del documento histórico de aquellos años; así como el vestuario y los elementos escenográficos. La fotografía, a veces hasta poética, acompaña a las imágenes de una fuerza dramática que acentúa el sentido dramático de cada escena, junto con una música de Ludovic Bource, esencialmente de piano (sólo una es cantada), muy expresiva, completa una producción artística de un encanto admirable.
Los actores enfatizan dos personajes completamente opuestos. Jean Daurdin pasa de una personalidad soberbia, demasiado egocéntrica, a ser un hombre incapaz de apreciar por su orgullo el apoyo y compañía de los que más le admiran, lejos de las grandes pantallas. En cambio, Bérénice Bejo, esposa del director de la cinta, nos presenta la cara más simpática y agradable de la cinta; un personaje energético, que se entrega a su arte alcanzando la cumbre del éxito, humilde en cambio al reconocer que todo lo que vale para ella es la persona a la que más ama.
La película entremezcla el género cómico con un carácter más melodramático y trágico, y cuenta con potentes guiños al logro del cine sonoro y el choque que consiguió contra el mudo. El director ha conseguido una propuesta increíble que enaltece el cine clásico por su capacidad de expresar sin palabras un sentido más sincero y personal que el cine actual, que camufla el verdadero significado del arte cinematográfico con exagerados efectos y diálogos vacíos de sentimiento.
11 de enero de 2012 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda, Blade Runner se ha convertido en un clásico de notable transcendencia e influencia en el Séptimo Arte, no sólo por su estética visual, sino también por su contenido temático. La película, va más allá de mostrar un futuro lejano aunque no del todo irreal, en donde los humanos que sobrevivieron a la contaminación que acabó con la mayoría de las criaturas, en su mayoría plantas y animales, responden a una vivencia menos humana que aquellos a los que apodan como “replicantes”: un organismo humano creado para demostrar un programa de perfección indistinguible.
La atmósfera de la película ya nos transmite esa imagen apocalíptica de un mundo absorvido por la superproducción y el abuso del dominio humano sobre la naturaleza. Además de esa constante escenografía oscura y de lluvia contínua que nos remarca una vida sin luz, este futuro del año 2019 demuestra una sociedad pluricultural, donde la lengua ha dejado de ser el enlace de culturas y la publicidad y la comunicación es el único lenguaje por excelencia. Sin embargo, el tema de la obra gira entorno a la manipulación humana y como protesta al abuso de la ciencia sobre el medio.
Igualmente, la fuerte y poderosa compañía Tyrell ha conseguido crear la perfección del hombre, un clon que responde a una imagen de él: el Nexus-6. Gozan de una clarividencia intelectual y unos delicados sentimientos; sin embargo, en su defecto, tienen fecha de caducidad, para que ellos no confundan sus funciones impuestas y no excesen de humanidad.
Los “replicantes” se diferencian de los humanos en su origen, ya que ellos no han sido fruto del amor de sus padres, sino que son diseños biológicos. Son criaturas que han sufrido la violencia de la técnica en su mismo origen.
Los replicantes al final, se acaban dando cuenta de su origen frío, biotecnológico y su reacción es similar a la de descubrir que sus padres no son quienes son, o ver que no fueron deseados, o sobrevivió a un aborto o que fue abandonado al nacer… Ese es el desafío de Blade Runner y su postura crítica ante la vida: “¿Qué ocurriría cuando alguien se percate de que su existencia no es fruto del amor, sino resultado producido por un tubo de ensayo?”.
El líder de los replicantes, Roy, simboliza al hombre en la búsqueda de su creador. Él se resigna a morir, tras los cuatro años de vida que lleva. Es en Roy donde vemos el gran significado de la frase de Tyrell: “más humanos que los humanos”, porque poseen las cualidades que los mismos humanos han olvidado por la deshumanización del siglo XXI.
Con Blade Runner descubrimos un film cargado de metáforas y simbolismos que nos traslada al corazón humano, y que nos demuestra las inquietudes fundamentales de nuestra propia naturaleza, demostrándonos que el hombre realmente no es capaz de descubrir quién es si no es a través del otro y en su contacto con la divinidad.
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