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Críticas 325
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
15 de febrero de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Madame Bovary” (RU, 2014) dirigida por Sophie Barthes (siendo éste su tercer filme) y con un guion basado en la novela homónima de Flaubert (escrita en 1856). Está protagonizada por la despampanante Mia Wasikowska, quien hace de Emma Bovary. Trata sobre una mujer que rompe con los cánones moralistas de su época y quien busca el lujo y la pasión de la que está privada por su matrimonio con un médico, buen hombre, pero carente de riqueza y emociones. Antes que nada, el cine está lleno de versiones de esta obra de Flaubert. Es todo un riesgo exponer una nueva mirada de dicho clásico de la literatura cuando en la mente de los cinéfilos repuntan algunas cintas muy buenas sobre el tema. Pero este filme intenta tener su propio sello mediante dos recursos, algunas adaptaciones originales ante la historia y un rigor metódico en los detalles, lo que la hace ver, para un buen sector de la crítica especializada, como una película muy acartonada e intelectualista. Pues bien, creo que este afán por el respeto hacia los detalles, logra tanto cosas buenas como malas para la cinta. Entre las buenas están que ese cuidado se ve claramente reflejado en las buenas locaciones y en el vestuario (aunque la protagonista termine usando, a lo largo de la narración, el mismo par de vestidos). Pero lo malo es que se descuida sensiblemente la pasión que debía despertar si se sigue la obra de Flaubert. Entonces, es una película lenta (si ya lo es la obra literaria, esta cinta le agrega aún más), con poca emotividad, con actuaciones opacas (incluyendo la de Mia Wasikowska) y que gira en sus escenas desmesuradamente sobre la protagonista (a un punto que raya con el tedio). Creo que por el respeto a los detalles se pierde la vitalidad que debía haber despertado en el espectador, o dicho con otras palabras por cuidar el árbol se perdió el bosque. Esto explica por qué ha sido considerada por muchos como una de las versiones menos afortunadas de esa obra del novelista francés; sin embargo, sigue siendo una obra que merece aplausos en ciertos tópicos ya mencionados. No la recomiendo entonces, a pesar de sus méritos. 15-02-2016.
23 de enero de 2019 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Au revoir là-haut” (“Nos vemos allá arriba”, Francia, 2017) dirigida por Albert Dupontel [1964-], quien se ha caracterizado por dirigir y protagonizar sus propios filmes, casi todos con importante sabor a comedia, y escrita por el propio director junto con Pierre Lemaitre [1951-], basándose en una novela homónima de este último. La fotografía es mérito de Vincent Mathias [1967-] (aplausos). El reparto está integrado, como ya lo dije, por Albert Dupontel (aplausos), Nahuel Pérez Biscayart y Niels Arestrup, entre otros. En cuanto al género, estamos ante una cinta justo en la frontera entre el drama bélico y la comedia. La película narra la amistad entre dos sobrevivientes de la Gran Guerra (1914-1918), Albert Maillard (Dupontel) y Édouard Péricourt (Pérez), amistad que nació en las trincheras y que se sostiene a pesar de sus diferencias socioeconómicas y las heridas que desfiguraron el rostro de Édouard, heridas que hacen imposible la comunicación entre ellos dos, salvo por medio de una niña que le interpreta a Albert, cual Hermes, el significado de los gruñidos de Édouard. Estos dos veteranos montan en 1919 una estafa ofreciendo a los ayuntamientos hermosos monumentos en honor de los caídos en la guerra, mientras tanto, cada uno exorciza sus propios demonios. Antes que nada, empezamos resaltando que la obra arrasó con los Premios César del 2017. Entre sus méritos está una muy buena dirección, una gran fotografía y un guion tan original como exótico. Podríamos sintetizar los elementos estéticos diciendo que el filme goza de un gran esplendor visual que deleita, de entrada, al espectador. Esto va aparejado a las buenas recreaciones de la época y, en especial, de la guerra: las escenas bélicas (lucha de trincheras) están bien logradas. En relación con el guion y la manera de narrar la historia, hay que decir que los recursos utilizados (como el recuento que hace el protagonista ante un gendarme francés en África) son interesantes; sin embargo, sentí en algunas oportunidades que la historia está sobrecargada de giros narrativos y de hechos inauditos (verbigracia que el hijo de un alto político francés sea reclutado como soldado raso y enviado a primera línea del combate), giros y hechos que si bien contribuyen al aire cómico y excéntrico que se buscaba, terminaron por afectar la elegancia que brinda la imagen. Ya desde un aspecto más de contenido, quisiera resaltar algunos temas. En primer lugar, es importante rastrear el sentido de las máscaras de Édouard, que no solo nos informan del contexto de la escena sino también de sus demonios más íntimos. En segundo lugar, si bien no es el propósito del director, podría considerarse la cinta como antibelicista, por la manera en que se resalta cómo seres inescrupulosos son los que terminan ganando del esfuerzo y la tragedia de los combatientes. En este sentido, la estafa en los monumentos fue la manera de los sobrevivientes de reclamar su porción ante lo que perdieron en una guerra que consideraron fútil. Igualmente, atendiendo las heridas que recibió uno de los sobrevivientes, rememoré la película antibélica “Johnny got his gun” (1971, Dir. Dalton Trumbo), con la diferencia que, en esta obra de 2017, el herido desfigurado reclama su muerte simbólica para evadir su familia, mientras que en el filme de 1971 aparece con fuerza el tema tabú de la eutanasia. En tercer lugar, si bien hay claros elementos de comedia, género tradicional de Dupontel, la tragedia y la melancolía siempre están a la vuelta de la esquina, especialmente en dos casos: rehacer la vida luego de la guerra y el drama familiar propio del parricidio simbólico (la tensión permanente padre-hijo en la fijación de las reglas de vida). En cuarto lugar, el contexto de corrupción política y la forma inescrupulosa con la que ciertos hombres de negocio se hacen ricos con la guerra y la posguerra, también entra muy bien en el juego de los análisis. A fin de cuentas, los conflictos bélicos son, antes que manifestaciones nacionalistas, excelentes oportunidades de negocio, y no solo con la venta de armas, sino también con la venta del imaginario de los “héroes caídos por la patria”. En conclusión, a pesar de los abusos de excentricidad en ciertos momentos, de los tonos inverosímiles en algunos giros narrativos, sigue siendo una buena cinta, en especial para disfrutar su carga visual, de un lado, y la tragicomedia de una buena historia, del otro. 2019-01-23.
14 de junio de 2018 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Myeong-ryangaka” (“El almirante”, Corea del Sur, 2014), dirigida y coescrita por Kim Han-Min [1969- ]. La música como la fotografía quedaron a cargo de Kim Tae-Seong. El reparto está compuesto por Choi Min-Sik (almirante), Ryu Seung-Ryong y Cho Jin-Woong, entre muchos otros. Esta película narra los preparativos y la batalla naval de Myeongryang (1597), considerada la gran proeza militar coreana, en la cual la disminuida escuadra (solo 13 barcos) de dicho país, comandada por el almirante Yi Sun-Sin [1545-1598], venció a la armada japonesa compuesta por más de 300 naves, salvando así a Corea de los nipones. Estamos pues ante una cinta que mezcla, adecuadamente, el cine épico, el bélico, el histórico y el de acción. El producto final es uno satisfactorio para todos estos públicos. La cinta está dividida en dos partes. La primera muestra los preparativos de la batalla y presenta a todos los actores de la misma, en ambos bandos. Es una parte lenta, algo abrumadora por tanta información y tantos personajes (algunos difíciles de distinguir entre sí). Solo con el paso de los minutos es posible engancharse a ella. La segunda parte es la batalla en sí, por lo que desborda en emociones; se nota la buena producción en todas sus áreas, en especial en sus efectos especiales-visuales. En este sentido estamos, claramente, ante una buena obra, que logra atrapar al espectador, incluso a quien desea solo cine comercial. Eso sí, tanto énfasis en la acción hace perder de vista la admirable estrategia, meticulosamente preparada, que condujo a los coreanos a la victoria. Ahora bien, la cinta es épica y nacionalista, por lo que no hay un trato objetivo, ni hay porqué esperarlo, de los hechos descritos. Igualmente, para lograr el efecto anterior, se expone el enfrentamiento como si fuese entre buenos y malos, una visión maniquea propia del género. Otro aspecto que el espectador no puede perder de vista, tiene que ver con las reglas de actuación preponderantes en el cine oriental, que a nuestro modo de ver pueden parecer propios de quien se esfuerza en sobreactuarse. Esto se ve, por dar dos casos, en las expresiones faciales (aumentadas por las tomas directas, primer plano) y el tono de voz artificial dependiendo de la emoción que quisiese reflejarse. Así las cosas, esta “sobreactuación”, que es más cultural que profesional, sumada a la visión maniquea, da una mala sensación al espectador crítico. ¿Qué puede decirle a este tipo de espectador? Que si bien tiene razón, lo mejor es desprenderse de sus estereotipos de lo que es una buena película histórica y disfrute así de la buena acción bélica que se le ofrece. Ya puede dejar su buena curiosidad para buscar en Internet información más completa y, por tanto, más objetiva de la batalla y de los personajes que en ella intervinieron. Como datos curiosos esta cinta logró ser la más más exitosa de su país, al superar los 15 millones de espectadores y un recaudo de más de cien millones de dólares. Igualmente, para conmemorar un aniversario del nacimiento del almirante, Kim y Jung Se-kyu hicieron un documental, en el 2015, en el cual los protagonistas de la cinta del 2014 realizaron la travesía de 450 kilómetros que hizo el almirante para preparar la batalla. Finalmente, quisiera resaltar el buen cine de acción que Corea del Sur ha venido produciendo en las últimas décadas, un cine que ya está a la altura de hacerle una sana competencia, en este género, a un anquilosado y repetitivo Hollywood. 2018-06-14.
4 de enero de 2018 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi el “El ciudadano ilustre” (Argentina, 2016), dirigida por Mariano Cohn y Gaston Duprat, con guion de Andrés Duprat, y con un buen reparto, encabezado por el espléndido Óscar Martínez, acompañado de Dady Brieva, Andrea Frigerio y Belén Chavanne, entre otros. La cinta narra el viaje de un premio nobel de literatura, Daniel Mantovani (interpretado por Óscar Martínez), a su pueblo natal, Salas. Lo que empezó como un apoteótico viaje terminó siendo una pesadilla para el literato. Ahora bien, empecemos señalando que la película ha cosechado muchos éxitos en varios festivales y premiaciones, especialmente en las categorías de “mejor película latinoamericana”, “mejor actor” y “mejor guion”. Efectivamente, el protagonista logra construir un personaje complejo y completo, que irrita a la vez que llega a causar simpatía. Y el guion es muy rico en su narración, y parte de su riqueza está en el humor negro empleado, especialmente en la primera parte de la obra. Sugiero al espectador tener presente estos aspectos: 1) Salas sería algo así como el pueblo de Macondo de García Márquez, un “típico” pueblo latinoamericano donde la magia se vuelve realidad. 2) Se retrata, con ironía, el encuentro dramático entre la sofisticación cultural urbana y los estereotipos rurales. Este encuentro es el verdadero protagonista de la cinta. 3) Si bien la narración no cae en el itinerario del cine intelectual (o intelectualoide), pues es una obra para un público general, no deja de arrojar reflexiones profundas sobre el arte y la vida, como se esperarían de un premio nobel (resalto dos: “no hay realidad, sino interpretaciones” y la literatura es la mezcla de “lápiz, papel y vanidad”). 4) El final plantea un enigma sobre si lo narrado fue una ficción dentro de otra ficción. Así las cosas, es un filme en el que los cinéfilos encontrarán un buen producto que logra altas cotas en el guion y en las actuaciones, las que, por demás, dejan entrever cómo el éxito artístico es enrarecido en la típica sociedad latinoamericana, una sociedad que no concibe la dimensión del peso de la pluma, pero una sociedad sin la cual, la pluma no tendría de qué hablar. Es, pues, una sociedad más para héroes deportivos. Concluyendo, la película es magnífica, a mi modo de ver, por lo que no puedo dejar de recomendarla. 2018-01-04.
21 de enero de 2015 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Quadrophenia” (RU, 1979), dirigida por Franc Roddan (1946-), quien cuenta con una modesta carrera en el cine y una algo más activa en la televisión. Esta película narra la vida juvenil de la década de los 60 del siglo pasado, en Londres, donde dos tribus urbanas disputan entre sí (los Mods y los Rockers) en el contexto de la rebeldía, las drogas y las fiestas nocturnas psicodélicas. Es por ello que esta película se convirtió en un buen retrato de una generación y, justo por ello, en una película-de-culto para todo el que desee rememorar, de un lado, o registrar el pasado, del otro. Hay que señalar que la pasión con la que se representa a los Mods (sus gustos musicales, sus bailes, motocicletas, forma de hablar, etc.) logra cautivar al espectador a tal punto que, como me sucedió a mí, termina por indagar por aquellos que dominaron las calles inglesas y fueron la matriz de muchos otros movimientos juveniles varios de las cuales sobreviven hasta la contemporaneidad. Por ejemplo, no sabía lo importante que fue el movimiento Mod para el mundo de la música. La banda sonora, como era de esperar, es meritoria (anclada especialmente en The Who, de donde toman el nombre de la película) y la trama es atractiva: presenta un drama amoroso no correspondido y el dolor de un joven que sólo se siente bien consigo cuando logra estar en el centro de su mundo Mod. Es un buen relato de la masificación y la búsqueda gregaria. Creo que en esto último reside una buena reflexión que se puede hacer en un cine-foro con esta película, además de que permite analizar que todas las generaciones han tenido sus momentos de rebeldía y censura. Agrego el valor de la escena final: la destrucción del símbolo Mod, la scooter. La recomiendo 21-01-2015.
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spoiler:
"esta película se convirtió en un buen retrato de una generación y, justo por ello, en una película-de-culto para todo el que desee rememorar, de un lado, o registrar el pasado, del otro".
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