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7,9
172.894
9
21 de febrero de 2021
21 de febrero de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Abrimos con el vecindario, la casa y la de vida de Lester Burnham, (Kevin Spacey), un hombre fracasado, característica que no es desatendida por su esposa Carolyn, (Annette Bening), y su hija Jane, (Thora Birch). Él sabe que en un año estará muerto pero admite que su yo del pasado no lo sabe, la narración de Lester no viene de ningún lado y, al mismo tiempo, viene de todos lados.
En "Belleza Americana" se huele el aroma a podrido, sin embargo, en dicha putrefacción está envuelta la belleza, una palabra muy utilizada durante la obra de Mendes. Estamos ante "The American Way of Life", con el auto, la casa de la puerta roja, el trabajo y el matrimonio de las apariencias; pero para Lester todo esto cambia cuando, durante una noche en la que se pierde la maratón de James Bond por la tele, para ver a Angela, amiga de su hija, interpretando una coreografía de porristas; él se queda estupefacto, no por la chica, su belleza o su cuerpo, sino porque en ella ve el camino hacia la libertad. Él mismo confiesa que se halla encadenado a una vida cancina, rutinaria y amoldada, donde ya no hay sueños futuros, sólo odia su empleo y ya no quiere a su esposa.
Por otro lado, Carolyn es una mujer aparentemente exitosa; quizá un tanto materialista y emocionalmente titubeante, quien tal vez anhela el éxito pero lo confunde con felicidad, por tanto, decide salir con alguien que asemeje sus ambiciones, ("Dios lo cría, ellos se juntan"): No obstante, podemos observar sus facetas con cuidado, a la par que con que el resto de los personajes; por momentos puede asimilarse a una avara controladora de superficial vida, y por otros nos recuerda a una frágil mariposa que escucha grabaciones de autoayuda, asiste a todo evento social en activo y que combina su ropa con las rosas del jardín.
He aquí la épica transformación del héroe; Lester no tiene un objetivo de conversión, pero descubre una nueva vida en la que se rebela contra su vida y va en búsqueda del vivir existencialista; no hay proyectos ni engaños, sólo Lester recordando lo que, en algún momento lo hizo feliz.
Con la metamorfosis del prota, llega la subcultura furtiva de la película, que arrastra, fascinantemente, al hombre común de todos los días y a su rebaño lindante a la subcultura del divorcio, el voyeurismo, la supuesta efebofilia, las armas, las drogas y la infidelidad, aunque en mucho de ello ya estaban inmersos.
El filme no es un descenso a la locura ni un thriller psicológico, es un sátira tragicomédica acerca de unos exagerados prototipos de la vida cotidiana, quienes, perturbados y pusilánimes por dentro, sobrellevan la vida idealizada y predispuesta; mientras hay quienes deciden publicitarse como exitosos, y quienes no, esa es la diferencia que existe entre Lester y Buddy Kane; pero también, es acerca de la belleza, que es más un tiro al vacío: el recostarse sobre el césped, el ver crecer a tu hija o, simplemente, una bolsa de plástico deambulante tirada sobre la calle. Con un criterio banal, mordaz y repleto de bilis, Sam Mendes y Alan Ball dibujan la esencia de las paradójicas aspiraciones huecas de la clase media norteamericana sin caer en los convencionalismos.
Esto está filmado de forma excepcional, donde el encuadre vigila la intimidad de los personajes y cada ventana, de dos líneas paralelas, es una oportunidad para contemplar el ridículo pero desconcertante vivir ajeno, donde se refleja, como dice el personaje de Spacey, nuestra miserable vida. Asimismo, la música de Thomas Newman es hipnótica e inmersiva con cada pequeña nota de piano, que se va volviendo más dolorosa con el avance de la trama.
Las interpretaciones de todos son excelentes, precisamente, porque se siente reales todo el tiempo; Kevin Spacey es insuperable gracias a su severa amargura, su transformación y su increíble personaje. Thora Birch y Wes Bentley dan forma a un dúo con una voz fría y una visión irónica de la vida, pero con un magnetismo para cada toma en la que salen.
En definitiva: Un retrato lúgubre, mordaz y tragicómico sobre las aspiraciones y el estilo de vida de la clase media norteamericana. Mendes les da el suficiente espacio a los actores para brillar por completo.
Calificación: 9.6/10
En "Belleza Americana" se huele el aroma a podrido, sin embargo, en dicha putrefacción está envuelta la belleza, una palabra muy utilizada durante la obra de Mendes. Estamos ante "The American Way of Life", con el auto, la casa de la puerta roja, el trabajo y el matrimonio de las apariencias; pero para Lester todo esto cambia cuando, durante una noche en la que se pierde la maratón de James Bond por la tele, para ver a Angela, amiga de su hija, interpretando una coreografía de porristas; él se queda estupefacto, no por la chica, su belleza o su cuerpo, sino porque en ella ve el camino hacia la libertad. Él mismo confiesa que se halla encadenado a una vida cancina, rutinaria y amoldada, donde ya no hay sueños futuros, sólo odia su empleo y ya no quiere a su esposa.
Por otro lado, Carolyn es una mujer aparentemente exitosa; quizá un tanto materialista y emocionalmente titubeante, quien tal vez anhela el éxito pero lo confunde con felicidad, por tanto, decide salir con alguien que asemeje sus ambiciones, ("Dios lo cría, ellos se juntan"): No obstante, podemos observar sus facetas con cuidado, a la par que con que el resto de los personajes; por momentos puede asimilarse a una avara controladora de superficial vida, y por otros nos recuerda a una frágil mariposa que escucha grabaciones de autoayuda, asiste a todo evento social en activo y que combina su ropa con las rosas del jardín.
He aquí la épica transformación del héroe; Lester no tiene un objetivo de conversión, pero descubre una nueva vida en la que se rebela contra su vida y va en búsqueda del vivir existencialista; no hay proyectos ni engaños, sólo Lester recordando lo que, en algún momento lo hizo feliz.
Con la metamorfosis del prota, llega la subcultura furtiva de la película, que arrastra, fascinantemente, al hombre común de todos los días y a su rebaño lindante a la subcultura del divorcio, el voyeurismo, la supuesta efebofilia, las armas, las drogas y la infidelidad, aunque en mucho de ello ya estaban inmersos.
El filme no es un descenso a la locura ni un thriller psicológico, es un sátira tragicomédica acerca de unos exagerados prototipos de la vida cotidiana, quienes, perturbados y pusilánimes por dentro, sobrellevan la vida idealizada y predispuesta; mientras hay quienes deciden publicitarse como exitosos, y quienes no, esa es la diferencia que existe entre Lester y Buddy Kane; pero también, es acerca de la belleza, que es más un tiro al vacío: el recostarse sobre el césped, el ver crecer a tu hija o, simplemente, una bolsa de plástico deambulante tirada sobre la calle. Con un criterio banal, mordaz y repleto de bilis, Sam Mendes y Alan Ball dibujan la esencia de las paradójicas aspiraciones huecas de la clase media norteamericana sin caer en los convencionalismos.
Esto está filmado de forma excepcional, donde el encuadre vigila la intimidad de los personajes y cada ventana, de dos líneas paralelas, es una oportunidad para contemplar el ridículo pero desconcertante vivir ajeno, donde se refleja, como dice el personaje de Spacey, nuestra miserable vida. Asimismo, la música de Thomas Newman es hipnótica e inmersiva con cada pequeña nota de piano, que se va volviendo más dolorosa con el avance de la trama.
Las interpretaciones de todos son excelentes, precisamente, porque se siente reales todo el tiempo; Kevin Spacey es insuperable gracias a su severa amargura, su transformación y su increíble personaje. Thora Birch y Wes Bentley dan forma a un dúo con una voz fría y una visión irónica de la vida, pero con un magnetismo para cada toma en la que salen.
En definitiva: Un retrato lúgubre, mordaz y tragicómico sobre las aspiraciones y el estilo de vida de la clase media norteamericana. Mendes les da el suficiente espacio a los actores para brillar por completo.
Calificación: 9.6/10
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo único que no me hizo considerar a esta un obra maestra absoluta es que considero que hay tres detalles en los que me sustento para establecer sus defectos:
1-Que es demasiado oportuno el descubrimiento que hace el personaje de Chris Cooper cuando su hijo visita a Lester.
2-Que el personaje de Mena Suvari desaparezca por gran parte del segundo acto.
3-Que las implicaciones del personaje de Peter Gallagher no hayan sido tan frecuentes como lo merecía.
1-Que es demasiado oportuno el descubrimiento que hace el personaje de Chris Cooper cuando su hijo visita a Lester.
2-Que el personaje de Mena Suvari desaparezca por gran parte del segundo acto.
3-Que las implicaciones del personaje de Peter Gallagher no hayan sido tan frecuentes como lo merecía.

4,8
2.370
2
17 de diciembre de 2020
17 de diciembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un domingo fue el día en el que ésta película me apareció en televisión y me dispuse a verla... qué mala decisión.
La historia va sobre David Elliot, (Alex Pettyfer), un chico que está enamorado de Jade Butterfield, (Gabriella Wilde), una muchacha proveniente de una familia opulenta, quien, supuestamente, no le habló nunca en su vida y que apenas lo conoce de la escuela. Así empezamos.
Todo momento en el que dos personajes se conocen es importante en las películas y más si trata de un romance; ahora, en este filme apenas tienen contacto durante dos segundos y la chica ya se enamoró. No hay desarrollo de por qué le gusta o por qué querría salir con él si, presuntamente, apenas lo conocía de la escuela. Se trata de un injustificado "amor a primera vista" sobre "dos muchachos que están hechos el uno para el otro y que se amarán por el resto de la eternidad", ¿Qué romántico no? *1 (zona spoiler).
La primera hora de película ni siquiera se trabaja una conversación entre ambos, no se indaga entre los defectos, los sentimientos o, por lo menos, lo que piensa cada personaje, todo se arma con un romance puramente artificial filmado y musicalizado como para un video musical o una publicidad de cervezas; en esos ámbitos reside la profundidad de los personajes: dos protagonistas superficiales, con actitudes de un amaneramiento inmensurable. Podemos nombrarlos como Barbie y Ken, como "Gary Stu" y "Mary Sue", una pareja sin defectos, sin problemas, cuyas actitudes son siempre correctas porque, claro, se conocen perfectamente a pesar de que se hablan hace 10 días. Y lo peor de todo es que, gracias a esos estereotipos que parece que modelan para la cámara, se nos hace imposible a los espectadores el conectar o empatizar con los personajes; ¿de qué manera nos sentiríamos identificados con alguien, cuyas decisiones para con su pareja son siempre perfectas? ¿Dónde están las inseguridades y los conflictos?
Asimismo, los "actos adolescentes anodinos y torpes" de los protagonistas a lo largo de todo el filmen cuentan con un guion que, incluso, los glorifica y justifica su existencia porque son "divertidos"; una cosa es que una película muestra actos irresponsables y tontos con el propósito de burlarse de ellos o de demostrar que son absurdos y, otra cosa diferente, es un guion que, a cada tontería que hacen los personajes, les da cero consecuencias; en ningún momento nos muestran alguna consecuencia por las cosas que hacen los personajes.
Ahora hablemos del padre, Hugh, (Bruce Greenwood), otro personaje que realmente se siente pretencioso y cuyas funciones son de obstáculo genérico, tonto y petulante. La cinta intenta sostener sus actitudes sobreprotectores gracias a los hechos del pasado que lo afectan, sin embargo, no tiene ni una sola conversación donde demuestre dolor, todo parece como si a Bruce Greenwood le dieron el libreto y le dijeron "Vos decí esto y actúa como pasivo-agresivo todo el tiempo y listo". Aunque tengo que admitir su actuación fue buena, no está mal. A su vez, intentan trabajar una sub-trama con su esposa que parecía interesante.
Después, cuando la película ya se cansa de mostrarnos a la "pareja perfecta" del verano durante una hora, llega ese momento que agrava la cinta incluso más. *2 (Zona Spoiler).
En definitiva: Es un drama romántico plano, impersonal, pretencioso y aburrido. Las interpretaciones de Wilde y Pettyfer, podrían confundirse con un "Gary Stu" y con una "Mary Sue", ahí reside su profundidad de publicidad o videoclip.
Calificación: 2.4/10
Calificación:
La historia va sobre David Elliot, (Alex Pettyfer), un chico que está enamorado de Jade Butterfield, (Gabriella Wilde), una muchacha proveniente de una familia opulenta, quien, supuestamente, no le habló nunca en su vida y que apenas lo conoce de la escuela. Así empezamos.
Todo momento en el que dos personajes se conocen es importante en las películas y más si trata de un romance; ahora, en este filme apenas tienen contacto durante dos segundos y la chica ya se enamoró. No hay desarrollo de por qué le gusta o por qué querría salir con él si, presuntamente, apenas lo conocía de la escuela. Se trata de un injustificado "amor a primera vista" sobre "dos muchachos que están hechos el uno para el otro y que se amarán por el resto de la eternidad", ¿Qué romántico no? *1 (zona spoiler).
La primera hora de película ni siquiera se trabaja una conversación entre ambos, no se indaga entre los defectos, los sentimientos o, por lo menos, lo que piensa cada personaje, todo se arma con un romance puramente artificial filmado y musicalizado como para un video musical o una publicidad de cervezas; en esos ámbitos reside la profundidad de los personajes: dos protagonistas superficiales, con actitudes de un amaneramiento inmensurable. Podemos nombrarlos como Barbie y Ken, como "Gary Stu" y "Mary Sue", una pareja sin defectos, sin problemas, cuyas actitudes son siempre correctas porque, claro, se conocen perfectamente a pesar de que se hablan hace 10 días. Y lo peor de todo es que, gracias a esos estereotipos que parece que modelan para la cámara, se nos hace imposible a los espectadores el conectar o empatizar con los personajes; ¿de qué manera nos sentiríamos identificados con alguien, cuyas decisiones para con su pareja son siempre perfectas? ¿Dónde están las inseguridades y los conflictos?
Asimismo, los "actos adolescentes anodinos y torpes" de los protagonistas a lo largo de todo el filmen cuentan con un guion que, incluso, los glorifica y justifica su existencia porque son "divertidos"; una cosa es que una película muestra actos irresponsables y tontos con el propósito de burlarse de ellos o de demostrar que son absurdos y, otra cosa diferente, es un guion que, a cada tontería que hacen los personajes, les da cero consecuencias; en ningún momento nos muestran alguna consecuencia por las cosas que hacen los personajes.
Ahora hablemos del padre, Hugh, (Bruce Greenwood), otro personaje que realmente se siente pretencioso y cuyas funciones son de obstáculo genérico, tonto y petulante. La cinta intenta sostener sus actitudes sobreprotectores gracias a los hechos del pasado que lo afectan, sin embargo, no tiene ni una sola conversación donde demuestre dolor, todo parece como si a Bruce Greenwood le dieron el libreto y le dijeron "Vos decí esto y actúa como pasivo-agresivo todo el tiempo y listo". Aunque tengo que admitir su actuación fue buena, no está mal. A su vez, intentan trabajar una sub-trama con su esposa que parecía interesante.
Después, cuando la película ya se cansa de mostrarnos a la "pareja perfecta" del verano durante una hora, llega ese momento que agrava la cinta incluso más. *2 (Zona Spoiler).
En definitiva: Es un drama romántico plano, impersonal, pretencioso y aburrido. Las interpretaciones de Wilde y Pettyfer, podrían confundirse con un "Gary Stu" y con una "Mary Sue", ahí reside su profundidad de publicidad o videoclip.
Calificación: 2.4/10
Calificación:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
*1 Lástima que haya actitudes adolescente totalmente tontas y que salen de la nada, por ejemplo, el sujeto roba un auto, golpea a un tipo, sabotea la fiesta de su ex, se mete a su casa sin permiso, toma el auto de su hermano de la noche a la mañana y todo esto a la chica le gusta.
*2 En se instante, la película llega a un punto donde se da cuenta de que no contaba con conflicto alguno y que necesitaban inventar problemas pretenciosos para que la película se alargue; cada dosis de "problemas" cae como fichas de dominó, (que lo golpee al padre, que la chica choque, que el chabón vea a la ex o lo de la orden de alejamiento) y todo se transforma en una melodrama absurdo y superficial, pero esperen... ninguno de los conflictos tiene incidencia en el final, ni siquiera uno. La casa se incendia y a nadie le importa.
*2 En se instante, la película llega a un punto donde se da cuenta de que no contaba con conflicto alguno y que necesitaban inventar problemas pretenciosos para que la película se alargue; cada dosis de "problemas" cae como fichas de dominó, (que lo golpee al padre, que la chica choque, que el chabón vea a la ex o lo de la orden de alejamiento) y todo se transforma en una melodrama absurdo y superficial, pero esperen... ninguno de los conflictos tiene incidencia en el final, ni siquiera uno. La casa se incendia y a nadie le importa.
4
10 de diciembre de 2020
10 de diciembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Círculo de Pasiones" llega como un filme romántico adolescente ambientada en los años 50, con cuatro protagonistas cuyas carreras iban en ascenso hacia el estrellato y con un director ganador del BAFTA por "The Ballroom of Romance".
He aquí una historia de engaños, deseos e incógnitas atávicas, dos familias con una división social que las separa, pero con un pasada que las une; J.C y Doug asisten a las ostentosas y lujosas fiestas de los Abbotts, cuyas tres hijas,(Pam, Eleanor y Alice), tiene sus aventuras amorosas. Todo transcurre en Haley, Illinois, donde la cercanía es motivo de confianza o, por el contrario, recelo. La ambientación y el diseño de producción del filme son intrínsecos de los cincuentas, con esos característicos autos, casas y vestimentas; en ese ámbito, el filme brilla.
Con ese punto de partida, el filme nos va llevando por los intentos de estos hermanos por enamorar cada uno a una Abbott. Esto da pie a una estructura de guión cuyos máximos objetivos son poco ambiciosos, leves y dóciles,
pues si observamos dicha estructura hallaremos la conclusión de que la trama se divide en forma de "segmentos", es decir, trozos de unos 20 o 30 minutos los cuales suelen llevar a resoluciones esperables y poco relevantes. Asimismo, el personaje de Jennifer Connelly se desvanece de la película de una manera atropellada, lo cual es aún más decepcionante.
Esas tensiones que existen entre los personajes en diversos momentos, realmente no terminan trazando ninguna línea nueva para la trama. Al fin y al cabo, las pretensiones del guión quedan bajo el sostén de personajes nada interesantes y un tono aburrido y, hasta, desganado; parece como si la cinta no quisiera despuntar o intentar ser más interesante, nos tiene ahí 105 minutos esperando a que algo trascendente ocurra, lástima que esto casi que no sucede; la película se concentra en mini-eventos de incidencia provisoria y postiza. Si bien las actuaciones de Joaquin Phoenix y Kathy Baker son sutilmente asombrosas, el resto de elementos que están alrededor de los protagonistas no escala hacia nada muy importante que digamos.
En definitiva: "Inventing the Abbotts" resulta en un relato aburrido, pastoso e indefinido. La película no tiene claras sus prioridades, lo que al final le termina jugando una mala pasada más allá de las interpretaciones de Phoenix o Baker, o de la ambientación precisa en los 50's.
Calificación: 4,5/10
He aquí una historia de engaños, deseos e incógnitas atávicas, dos familias con una división social que las separa, pero con un pasada que las une; J.C y Doug asisten a las ostentosas y lujosas fiestas de los Abbotts, cuyas tres hijas,(Pam, Eleanor y Alice), tiene sus aventuras amorosas. Todo transcurre en Haley, Illinois, donde la cercanía es motivo de confianza o, por el contrario, recelo. La ambientación y el diseño de producción del filme son intrínsecos de los cincuentas, con esos característicos autos, casas y vestimentas; en ese ámbito, el filme brilla.
Con ese punto de partida, el filme nos va llevando por los intentos de estos hermanos por enamorar cada uno a una Abbott. Esto da pie a una estructura de guión cuyos máximos objetivos son poco ambiciosos, leves y dóciles,
pues si observamos dicha estructura hallaremos la conclusión de que la trama se divide en forma de "segmentos", es decir, trozos de unos 20 o 30 minutos los cuales suelen llevar a resoluciones esperables y poco relevantes. Asimismo, el personaje de Jennifer Connelly se desvanece de la película de una manera atropellada, lo cual es aún más decepcionante.
Esas tensiones que existen entre los personajes en diversos momentos, realmente no terminan trazando ninguna línea nueva para la trama. Al fin y al cabo, las pretensiones del guión quedan bajo el sostén de personajes nada interesantes y un tono aburrido y, hasta, desganado; parece como si la cinta no quisiera despuntar o intentar ser más interesante, nos tiene ahí 105 minutos esperando a que algo trascendente ocurra, lástima que esto casi que no sucede; la película se concentra en mini-eventos de incidencia provisoria y postiza. Si bien las actuaciones de Joaquin Phoenix y Kathy Baker son sutilmente asombrosas, el resto de elementos que están alrededor de los protagonistas no escala hacia nada muy importante que digamos.
En definitiva: "Inventing the Abbotts" resulta en un relato aburrido, pastoso e indefinido. La película no tiene claras sus prioridades, lo que al final le termina jugando una mala pasada más allá de las interpretaciones de Phoenix o Baker, o de la ambientación precisa en los 50's.
Calificación: 4,5/10

6,0
1.805
9
5 de diciembre de 2020
5 de diciembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lucrecia Martel es una cineasta audaz, cuyas obras apuntan hacia un cine de autor, el cual no puede encasillarse dentro de ningún género específico. Con su ópera prima había demostrado cuatro cosas que caracterizarían el resto de su filmografía: el uso meticuloso del sonido, aplicado para descolocar al espectador y crear un ambiente incómodo, poco flexible y caluroso; sus encuadres, los cuales vienen de un ojo perspicaz y retratan con complejidad y simbolismo la psicología interno de su grupo de personajes; las locaciones salteñas, pueblerinas y la cultura alrededor de éstas; y por último los temas alrededor de sus obras, (incesto, clases sociales, apatía y problemas psicológicos), narradas con la misma, llamémosle, sutileza.
"La Mujer Sin Cabeza" se plantea como la historia de Verónica, (María Onetto), una mujer acomodada quien, mientras venía conduciendo por la ruta, atropella a algo, posteriormente, sigue y se detiene, nosotros vemos que se trata de un perro, sin embargo, volvemos a un encuadre de ella, hay unas manchas con forma de manos y Verónica sólo se baja y empieza a llover, luego de esto, vemos el título de la película; esa secuencia inicial está antecedida por otras dos escenas, una donde vemos a tres niños corriendo en planos muy cerrados, aunque nos damos cuenta que se hallan en la misma carretera donde Vero pasará en unos minutos y, la otra, que nos muestra lo que parece la despedida después de una reunión entre un grupo de mujeres bien económicamente
Seguido de esta habilidosa secuencia inicial y los detalles que se ponen detrás de cada momento, comenzamos a ver una inestabilidad emocional del personaje protagónica; se nota una paranoia interna, una desconexión cerebral que atenta contra su juicio, camina esquelética y se halla desfamiliarizada con su entorno; podemos pensar que la afectó el accidente, pero sus actitudes se acumulan y nos sentimos desorientados, confundidos y perturbados tanto como ella. La historia de la película sigue y continúa con un estilo elíptico, que apunta a ocultar la emoción mediante la carencia de texto y el corte, así, Martel nos guía hacia un camino vertiginoso de malestar emocional y de reputación manchada. El círculo que rodea a Verónica actúa como si nada mientras insinúan que su cordura se halla alterada; los secundarios van y vienen, se mueven y ocupan todo el cuadro, mientras vemos a Verónica en el centro, escuchamos el diluvio que la atormenta y. luego, tan sólo vemos su sombra que, con suerte, deja entrever su mirada perdida y culposa.
Desde el momento en el que la lluvia para, el camino del filme se vuelve, incluso, más incognoscible, ya no podemos teorizar nada alrededor de lo que sucede, sólo contemplar estupefactos mientras los hechos se nos muestran, (hasta llegué a pensar que la trama se había vuelto no lineal); a partir de ese cambio de tono, pasamos de el aislamiento personal a la socialización repentina, pasamos de la aflicción a la autoindulgencia y pasamos del "rubio" al "oscuro", Verónica sufrió una metamorfosis interna.
En definitiva: Una obra inquietante donde Martel utiliza el lente de la cámara para encerrar a los personajes en el encuadre; en esa "jaula", se van distinguiendo las emociones reprimidas y la inestabilidad proliferante. Los espectadores quedamos confundidos mientras la directora nos convence de que la insinuación elíptica transforma a un hecho trágico en el abatimiento emocional de "La Mujer sin cabeza".
Calificación: 9.3/10
"La Mujer Sin Cabeza" se plantea como la historia de Verónica, (María Onetto), una mujer acomodada quien, mientras venía conduciendo por la ruta, atropella a algo, posteriormente, sigue y se detiene, nosotros vemos que se trata de un perro, sin embargo, volvemos a un encuadre de ella, hay unas manchas con forma de manos y Verónica sólo se baja y empieza a llover, luego de esto, vemos el título de la película; esa secuencia inicial está antecedida por otras dos escenas, una donde vemos a tres niños corriendo en planos muy cerrados, aunque nos damos cuenta que se hallan en la misma carretera donde Vero pasará en unos minutos y, la otra, que nos muestra lo que parece la despedida después de una reunión entre un grupo de mujeres bien económicamente
Seguido de esta habilidosa secuencia inicial y los detalles que se ponen detrás de cada momento, comenzamos a ver una inestabilidad emocional del personaje protagónica; se nota una paranoia interna, una desconexión cerebral que atenta contra su juicio, camina esquelética y se halla desfamiliarizada con su entorno; podemos pensar que la afectó el accidente, pero sus actitudes se acumulan y nos sentimos desorientados, confundidos y perturbados tanto como ella. La historia de la película sigue y continúa con un estilo elíptico, que apunta a ocultar la emoción mediante la carencia de texto y el corte, así, Martel nos guía hacia un camino vertiginoso de malestar emocional y de reputación manchada. El círculo que rodea a Verónica actúa como si nada mientras insinúan que su cordura se halla alterada; los secundarios van y vienen, se mueven y ocupan todo el cuadro, mientras vemos a Verónica en el centro, escuchamos el diluvio que la atormenta y. luego, tan sólo vemos su sombra que, con suerte, deja entrever su mirada perdida y culposa.
Desde el momento en el que la lluvia para, el camino del filme se vuelve, incluso, más incognoscible, ya no podemos teorizar nada alrededor de lo que sucede, sólo contemplar estupefactos mientras los hechos se nos muestran, (hasta llegué a pensar que la trama se había vuelto no lineal); a partir de ese cambio de tono, pasamos de el aislamiento personal a la socialización repentina, pasamos de la aflicción a la autoindulgencia y pasamos del "rubio" al "oscuro", Verónica sufrió una metamorfosis interna.
En definitiva: Una obra inquietante donde Martel utiliza el lente de la cámara para encerrar a los personajes en el encuadre; en esa "jaula", se van distinguiendo las emociones reprimidas y la inestabilidad proliferante. Los espectadores quedamos confundidos mientras la directora nos convence de que la insinuación elíptica transforma a un hecho trágico en el abatimiento emocional de "La Mujer sin cabeza".
Calificación: 9.3/10
6
10 de noviembre de 2020
10 de noviembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El reencuentro" tiene el aspecto de un telefilme, de esos que veríamos los Domingos por la tarde y los cuales
nos sacarían esa pequeña sonrisa vergonzosa, la cual ocultaríamos con timidez.
Rob Reiner aborda nuevamente un tema que tiende a tratar en sus películas: la literatura. Un punto de partida que apoya está película en pos de mostrarnos la historia de Monte, el escritor alcohólico, amargado y solo que se encontrará con un nuevo comienzo entre sus manos; conoce a tres niñas y su bella madre, interpretada notablemente por Virginia Madsen, y desde allí una nueva vida llega para el protagonista.
Los mayores aciertos del filme residen en su protagonista, el Morgan Freeman que siempre hace cualquier película agradable, y una Virginia Madsen que cumple con su rol con creces; las niñas, por su parte, son otro mundo, son la clase de personajes que podríamos calificar como el balance entre lo dulcemente infantil y lo extrañamente divertido.
La parte literaria cae en el cliché, podrían haber generado una atmósfera más favorable al tópico de la imaginación, cuya aparición en la cinta parecía tener un comienzo prometedor, no obstante, ese tema cae con el resto del reciclaje; pues esta película recicla mucho de lo anteriormente hecho y lo utiliza para hacer una comedia familiar que está sostenida por las interpretaciones de dos protagonistas y un poco de encanto intrínseco que la acompaña. No pretende ser nada superior ni profundo, sus máximas pretensiones puede llegan a ser el entretenimiento dulce y meloso o la comedia simple y familiar.
Es una peli entretenida, podemos soportar su carencia de ingenio y el hecho de que sea algo completamente inofensivo a nivel emocional, es para verla, pasarla bien y olvidarse de ella, sus emociones no llegan tan lejos.
En definitiva: "The Magic of Belle Isle" tiene un encanto particular que se degusta por medio de las actuaciones de sus dos protagonistas, sin embargo, a veces, se siente olvidable y otras demasiado dulce. Más allá de todo ello, es una comedia que halla su éxito en la simpleza elegante de Reiner.
Calificación: 6.0/10
nos sacarían esa pequeña sonrisa vergonzosa, la cual ocultaríamos con timidez.
Rob Reiner aborda nuevamente un tema que tiende a tratar en sus películas: la literatura. Un punto de partida que apoya está película en pos de mostrarnos la historia de Monte, el escritor alcohólico, amargado y solo que se encontrará con un nuevo comienzo entre sus manos; conoce a tres niñas y su bella madre, interpretada notablemente por Virginia Madsen, y desde allí una nueva vida llega para el protagonista.
Los mayores aciertos del filme residen en su protagonista, el Morgan Freeman que siempre hace cualquier película agradable, y una Virginia Madsen que cumple con su rol con creces; las niñas, por su parte, son otro mundo, son la clase de personajes que podríamos calificar como el balance entre lo dulcemente infantil y lo extrañamente divertido.
La parte literaria cae en el cliché, podrían haber generado una atmósfera más favorable al tópico de la imaginación, cuya aparición en la cinta parecía tener un comienzo prometedor, no obstante, ese tema cae con el resto del reciclaje; pues esta película recicla mucho de lo anteriormente hecho y lo utiliza para hacer una comedia familiar que está sostenida por las interpretaciones de dos protagonistas y un poco de encanto intrínseco que la acompaña. No pretende ser nada superior ni profundo, sus máximas pretensiones puede llegan a ser el entretenimiento dulce y meloso o la comedia simple y familiar.
Es una peli entretenida, podemos soportar su carencia de ingenio y el hecho de que sea algo completamente inofensivo a nivel emocional, es para verla, pasarla bien y olvidarse de ella, sus emociones no llegan tan lejos.
En definitiva: "The Magic of Belle Isle" tiene un encanto particular que se degusta por medio de las actuaciones de sus dos protagonistas, sin embargo, a veces, se siente olvidable y otras demasiado dulce. Más allá de todo ello, es una comedia que halla su éxito en la simpleza elegante de Reiner.
Calificación: 6.0/10
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La escena del sueño es un tanto incómoda, pero es la mejor de toda la película; ya no se siente que esto son unas vacaciones, ahora disfrutamos del momento. Al igual que la escena en la que Monte le pide disculpas a Finnegan.
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