Película que utiliza una marca ya impuesta, como lo es - Hombres de negro - para facturar mil invirtiendo medio. Todos conocemos la popular frase que reza - nunca las segundas partes fueron buenas - más en el caso de ésta película, tal afamada frase se queda corta.
Vemos durante toda la película, como Tommy Lee Jones hace lo imposible por levantar un argumento de nula imaginación y hasta tonto, con personajes ridículos como el perro parlante, el bobo bicéfalo y la extraterrestre nido de víboras.
Quien haya visto Hombres de Negro 1 y aún no ésta segunda parte, lo felicito.

Que una pelicula maneje un argumento surrealista no es una ventaja ni un demérito, sino solo una posibilidad argumental más. Pero que no respete las más mínimas normas de la lógica y la seriedad la convierten en un capricho tonto.
Viendo esta película uno tiene la sensación de estar presenciando una obra realizada por pre adolescentes.
Las pruebas a las que se someten los apostadores parecen sacadas de un reality de la TV japonesa y la astucia de la chica policía para descubrir las actividades de los malechores, y la de estos por ocultar su oscura organización estan tan ausentes que ofenden a cualquier espectador medianamente exigente.
Si las actuaciones fueran buenas lo diría.

Película hiper surrealista que a golpe y porrazo intenta divertirnos un rato, propósito que logra por momentos, ya que si bien los efectos estan muy bien logrados, el abuso de los mismos, hace perder efectividad a la gracia producida por su brutalidad manifiesta.
Por momentos Javier Fesser hace dudar al espectador si su trabajo es el resultado de su caótica imaginación o de su deseo de tomarnos el pelo, al punto de hacernos dudar sobre la posibilidad de si habrá alguna idea, a lo largo de cada realizacíon suya, que este director desheche.

Película lisa, chata, lineal y monótona que nos presenta una rehabilitación light e indolora de un sujeto de carácter irritante.
La historia transcurre sin mayores conflictos y diáfanamente, si tomamos en cuenta la desesperante situación en la que el protagonista se encuentra, como si en lugar de tratarse de la rehabilitación de una alcohólico y cocainómano con graves problemas económicos y judiciales, se tratase de una historia de verano en la cual, romance incluido, un colegial pasa sus días en casa de su tío Morgan y falta un par de días a la escuela.
Lo único rescatable es la actuación de Michael Keaton, que en este perfil de personajes no tiene rivales.

La obra nos muestra lo que queda luego de llenaros la cabeza de sentido patriótico y libertad. No nos queda más que una incontable cantidad de crédulos muertos en circunstancias que poco importan, salvo a sus enlutados familiares que tras la búsqueda de un dedo, un anillo o una noticia no distraen ni por un segundo a quienes programaron la guerra que con lapiz y papel en mano sacan cuentas de cuanto ganaron, cuanto perdieron y sobre todo, cuanto van a ganar.