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7,4
20.259
9
28 de diciembre de 2008
28 de diciembre de 2008
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Jinete Pálido es una película de una importancia histórica notable, supuso la resurrección del género entre géneros, el western, que cayó sepultado definitivamente en 1980 bajo la losa de “La Puerta del Cielo” de Michael Cimino. Es el tercer western de Clint como director, tras “Infierno de Cobardes” y “El Fuera de la Ley”, y en mi opinión es el filme que inicia su etapa de madurez, a partir de aquí todas las películas dejan de ser buenas para convertirse en muy buenas, cuando no excelsas.
En “El Jinete Pálido” hay rastro de sus dos primeros westerns, sobre todo en la caracterización del forastero, pero mientras que la primera nadaba en las aguas de Sergio Leone, quizá en exceso, y la segunda en las de Don Siegel (genial el personaje de Josey Wales), es aquí donde queda constancia de la impronta de Clint con su sello característico, da la impresión de ser su primera aportación definitiva a la historia del género. Tal hecho puede resultar chocante si tenemos en cuenta que estamos ante un remake de “Raíces Profundas” (Shane), la magnífica obra de George Stevens lastrada para toda la eternidad por la presencia de un impávido Alan Ladd, una historia de por sí definitiva en la que Eastwood interviene con dos modificaciones que son el corazón de la película:
1. El aura de misterio, de magia, de mitología que añade a la historia, convirtiendo al personaje del Predicador en un ser que roza lo sobrenatural. Alusiones a la biblia y al apocalipsis, ese personaje que llega de ninguna parte a partir del hechizo de una adolescente y se marcha sin dejar huella tras cumplir su misión, un tipo con capacidad de aparecer y desaparecer sin ser visto. Un hombre que debía estar muerto (se muestran las cicatrices de balazos en la espalda), y que sin embargo tiene un pasado, se afeita, se acuesta con una mujer y tiene dos pistolas guardadas en una caja fuerte. Esa incertidumbre por la mezcla de fantasía y realidad es todo un acierto y el gran logro del filme.
2. Eastwood cambia al chico de “Raíces Profundas” por una adolescente, Megan, que irremisiblemente se enamora de él. Marca de la casa, Clint Eastwood a lo largo de su filmografía ha repetido una y otra vez como chicas de todas las edades, profesiones y razas han caído rendidas ante su irresistible figura; yo también lo haría si fuera director de cine (en este caso dos, la madre y la hija). Megan reza buscando una solución a su desesperación y El Predicador es la respuesta. El enviado les da el AMOR que necesitan, si bien dos personajes femeninos están dibujados con enorme dignidad y perfectamente interpretados.
En “El Jinete Pálido” hay rastro de sus dos primeros westerns, sobre todo en la caracterización del forastero, pero mientras que la primera nadaba en las aguas de Sergio Leone, quizá en exceso, y la segunda en las de Don Siegel (genial el personaje de Josey Wales), es aquí donde queda constancia de la impronta de Clint con su sello característico, da la impresión de ser su primera aportación definitiva a la historia del género. Tal hecho puede resultar chocante si tenemos en cuenta que estamos ante un remake de “Raíces Profundas” (Shane), la magnífica obra de George Stevens lastrada para toda la eternidad por la presencia de un impávido Alan Ladd, una historia de por sí definitiva en la que Eastwood interviene con dos modificaciones que son el corazón de la película:
1. El aura de misterio, de magia, de mitología que añade a la historia, convirtiendo al personaje del Predicador en un ser que roza lo sobrenatural. Alusiones a la biblia y al apocalipsis, ese personaje que llega de ninguna parte a partir del hechizo de una adolescente y se marcha sin dejar huella tras cumplir su misión, un tipo con capacidad de aparecer y desaparecer sin ser visto. Un hombre que debía estar muerto (se muestran las cicatrices de balazos en la espalda), y que sin embargo tiene un pasado, se afeita, se acuesta con una mujer y tiene dos pistolas guardadas en una caja fuerte. Esa incertidumbre por la mezcla de fantasía y realidad es todo un acierto y el gran logro del filme.
2. Eastwood cambia al chico de “Raíces Profundas” por una adolescente, Megan, que irremisiblemente se enamora de él. Marca de la casa, Clint Eastwood a lo largo de su filmografía ha repetido una y otra vez como chicas de todas las edades, profesiones y razas han caído rendidas ante su irresistible figura; yo también lo haría si fuera director de cine (en este caso dos, la madre y la hija). Megan reza buscando una solución a su desesperación y El Predicador es la respuesta. El enviado les da el AMOR que necesitan, si bien dos personajes femeninos están dibujados con enorme dignidad y perfectamente interpretados.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Por lo demás, la historia es muy simple, maniqueísmo puro y duro, la eterna lucha entre el bien y el mal, entre los tiranos y los favorecidos, una historia típicamente bíblica y en la que un ángel surge del infierno para tomar partido. El Predicador le da a cada uno lo que necesita, a Hull Barrett, un hombre honesto y con capacidad de liderazgo para sacar a su pueblo del apuro (un Moisés), le enseña a ser fuerte y tenaz, a Carrie Snodgress, aparte del merecido polvo, le enseña que hay cosas por las que vale la pena seguir luchando (Hull en este caso) y a la chica Megan, que debe optar a alguien mejor que un cadáver viviente ávido de venganza. Todo muy poético y homérico, objetivo cumplido, todo salvo….. la sed de sangre, claro. El Predicador no puede marcharse sin acabar su misión, y para ello hace falta un poco de acción. La venganza se sirve mejor fría, y El Predicador acribilla al comisario Stockburn (un genial John Russell, clásico secundario del mundo del western) y a todos sus ayudantes, en una larga escena deudora nuevamente en exceso de Sergio Leone. Stockburn, que está seguro de haber visto antes al forastero, muere con el mismo círculo de disparos que lucen en su propia espalda, que cada uno saque sus conclusiones.
Antes de terminar, volver a mi escena favorita, esa que superpone las imágenes de Megan pidiendo a dios una ayuda con la llegada bajo los truenos y relámpagos de nuestro héroe (que ellos paisajes nevados). Brutal, como brutal es el martillazo en los cojones a Richard Kiel (el Tiburón de Moonraker y La espía que mamó), que le sirve para redimirse y cambiarse de bando. Ser expeditivo en las soluciones se llama….
Antes de terminar, volver a mi escena favorita, esa que superpone las imágenes de Megan pidiendo a dios una ayuda con la llegada bajo los truenos y relámpagos de nuestro héroe (que ellos paisajes nevados). Brutal, como brutal es el martillazo en los cojones a Richard Kiel (el Tiburón de Moonraker y La espía que mamó), que le sirve para redimirse y cambiarse de bando. Ser expeditivo en las soluciones se llama….
28 de diciembre de 2008
28 de diciembre de 2008
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercera película de Joseph Leo Mankievcz tras “El Castillos de Dragonwyck” y “El Mundo de George Apley” que darían comienzo a una de las filmografías más fascinantes de la historia de Hollywood, en mi humilde opinión. Ambientada en Inglaterra a principios del siglo XX aunque rodada en unos imponentes escenarios naturales en California, “El Fantasma y la Sra Muir” es una maravillosa fábula de amor desesperado como tantas en la historia del cine… de no ser por el toque de magia y fantasía que la hacen completamente única y distinta a las demás.
Mención muy especial para Gene Tierney, guapa entre las más guapas actrices de Hollywood, una de las chicas más fascinantes que jamás apareció en una pantalla, desde “Laura” hasta “Vorágine” de Preminger se iluminan con su presencia. Por supuesto que Rex Harrison compone un irresistible Capitán Gregg, un marinero de los de antes, socarrón, borracho, bravucón y siempre presto para la siguiente aventura.
El blanco y negro de Charles Lang Jr (ojo, un especialista en B y N uno de los grandes directores de fotografía, responsable de grandes trabajos en “Con Faldas y a lo loco”, “Sabrina”, “Los Sobornados”…), es delicadísimo y la banda sonora de Bernard Herrmann (habitual de Hitchcock, ya sabéis) colabora a crear esa atmósfera mágica y cautivadora.
Mención muy especial para Gene Tierney, guapa entre las más guapas actrices de Hollywood, una de las chicas más fascinantes que jamás apareció en una pantalla, desde “Laura” hasta “Vorágine” de Preminger se iluminan con su presencia. Por supuesto que Rex Harrison compone un irresistible Capitán Gregg, un marinero de los de antes, socarrón, borracho, bravucón y siempre presto para la siguiente aventura.
El blanco y negro de Charles Lang Jr (ojo, un especialista en B y N uno de los grandes directores de fotografía, responsable de grandes trabajos en “Con Faldas y a lo loco”, “Sabrina”, “Los Sobornados”…), es delicadísimo y la banda sonora de Bernard Herrmann (habitual de Hitchcock, ya sabéis) colabora a crear esa atmósfera mágica y cautivadora.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La historia de una joven y atractiva viuda, Lucy Muir, que huye de la decadente realidad familiar de Londres y va a parar con su hija a un pueblo costero del norte de Inglaterra, donde alquila “La Gaviota”, un caserón encantado con fantasma fanfarrón y engreído incluido, allí se instalará y recompondrá su vida. Filme con gran dosis de romanticismo, pero aquí el desamor se impone, como tantas veces ocurre en la vida de mucha gente, simplemente Lucy jamás encontró a la anhelada persona amada. No estoy de acuerdo con que la Sra. Muir tuviera que esperar a morir para encontrar el amor, simplemente nunca lo consiguió en vida, fracasó estrepitosamente en todos losintentos, suele ocurrir (la historia de su relación con el personaje de George Sanders –soberbio, como siempre- es durísima, pero…¿acaso no conocemos infinidad de casos similares?). La historia en realidad cuenta el coraje con el que ella sabe salir adelante, la importancia de las ilusiones y de los sueños, de la fe en uno mismo y de lo ideal de tener siempre proyectos y saber llevarlos a cabo para seguir vigentes. La historia del fantasma no es más que un delicioso cuento que acompaña a Miss Muir durante toda su vida y que la hace ser un poco más feliz, la necesidad de creer lo que queremos creer….supongo, que tampoco yo entiendo mucho de esto.
Mi escena favorita también es la de la despedida del capitán Gregg, pero las escenas de las primeras apariciones del fantasma son una delicia, desternillantes.
Mi escena favorita también es la de la despedida del capitán Gregg, pero las escenas de las primeras apariciones del fantasma son una delicia, desternillantes.

7,1
1.858
8
8 de febrero de 2009
8 de febrero de 2009
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dentro de la sensacional y muy desconocida etapa mexicana de Don Luis Buñuel (salvo los cuatro o cinco títulos más populares) se encuentra ubicada El Bruto, filme que sigue explotando el realismo social que Buñuel llevara a su máxima expresión con “Los olvidados” en 1950. Resulta curioso comprobar cómo la imagen que tenemos de Buñuel es la de un director que fue el azote de las clases pudientes de la sociedad, burguesía y aristocracia quedan retratadas despiadadamente a partir de “El Ángel Exterminador” en 1962 y durante toda su etapa francesa (“El discreto encanto de la burguesía”, “Belle de jour”). Sin embargo, antes que esto Buñuel retrató la miseria y los bajos fondos como ambientes despiadados, sin compasión y prácticamente sin capacidad para expiar los males propios de la degeneración humana fruto de la pobreza. “Los Olvidados” (junto con “Nazarín” y “Viridiana”) es el máximo exponente de este brutal retrato de las clases miserables, una historia que no admite ambigüedades y que lleva al maniqueísmo a uno de sus extremos: no hay capacidad para la redención cuando el odio lo ha invadido todo, haciendo que por el instinto de supervivencia desaparezcan de raíz los escrúpulos. Es “El Bruto” una continuación clara de “Los Olvidados”, un nuevo episodio de ese mundo suburbial en el que un hombre despiadado, Andrés Cabrera (Andrés Soler) dueño de los terrenos en los que se asienta una comunidad de vecinos, condiciona el futuro de todo un colectivo por sus ambiciones personales, pretendiendo desalojarlos con amparo judicial, y para conseguir sus objetivos no tiene reparos en utilizar a Pedro El Bruto (Pedro Armendáriz) como brazo armado, un tipo corto de cerebro y fácilmente manipulable, que traicionando a los miembros de su propio grupo social, atemoriza e intimida a los cabecillas de los inquilinos que se resisten a abandonar sus casas.
Por otro lado, mientras “Los Olvidados” era una película de día, “El Bruto” transcurre a lo largo de una mayoría de escenas nocturnas, siendo fundamental la excelente fotografía en blanco y negro de Agustín Jiménez. Una procesión de sombras se pierden en los lúgubres callejones, con referencias evidentes en eses huidas a filmes como “M, El Vampiro de Dusseldorf”, “El Delator” o “El Tercer Hombre”.
Y es que la presencia del cine negro americano en Buñuel cada vez es más notoria en ciertos filmes de Buñuel. En “El Bruto” es flagrante la presencia de una femme fatal de mucho cuidado, el personaje de Paloma (una bellísima y desconcertante Katy Jurado) nada tiene que envidiar a la Kitty Collins/Ava Gadner de “Forajidos” (Robert Siodmark) o a la Kathie Moffett/Jane Greer de “Retorno al Pasado” (Tourneur).
Por otro lado, mientras “Los Olvidados” era una película de día, “El Bruto” transcurre a lo largo de una mayoría de escenas nocturnas, siendo fundamental la excelente fotografía en blanco y negro de Agustín Jiménez. Una procesión de sombras se pierden en los lúgubres callejones, con referencias evidentes en eses huidas a filmes como “M, El Vampiro de Dusseldorf”, “El Delator” o “El Tercer Hombre”.
Y es que la presencia del cine negro americano en Buñuel cada vez es más notoria en ciertos filmes de Buñuel. En “El Bruto” es flagrante la presencia de una femme fatal de mucho cuidado, el personaje de Paloma (una bellísima y desconcertante Katy Jurado) nada tiene que envidiar a la Kitty Collins/Ava Gadner de “Forajidos” (Robert Siodmark) o a la Kathie Moffett/Jane Greer de “Retorno al Pasado” (Tourneur).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hay sin embargo algunos matices en “El Bruto” que la distinguen en parte de “Los Olvidados”; un peculiar sentido del humor que hace más digerible la trágica historia que se nos narra, así se incluyen elementos como el viejo Don Pepe, padre de Andrés, y que participa en casi todos los gags de la función, o toda la escena que transcurre en el matadero en la que Andrés y El Bruto son interrumpidos constantemente al estilo marxiano mientras intentan dialogar, con un tipo echando cubos de agua continuamente a sus pies. También hay una tragedia romántica como trama paralela, algunos resquicios de amor fluyen desde el abismo, con el presagio del fracaso siempre rondando, claro está. Y una tercera diferencia, mientras en “Los Olvidados” la bondad se ceñía casi en exclusiva a la joven Meche, aquí hay todo un grupo de personas que se rebelan ante su destino y plantan cara a la tiranía y que incluso se organizan para defenderse, sin duda hay más elementos para la esperanza que en “Los Olvidados”.
También Pedro Armendáriz (inolvidable en las fordianas “Fort Apache” y “Los Tres Padrinos”) de El Bruto nos lleva directamente al Gypo Nolan/Victor McLaglen de El Delator, un tipo amoral, de escasas convicciones, que acaba traicionando a los de su clase, siendo su actitud servil difícil de explicar, ni siquiera su comportamiento se debe a una desmesurada ambición. A El Bruto sólo le apacigua la presencia de la joven Meche, casualmente la hija del hombre que mató, terrible venganza que le tiene preparado el destino.
El final de “El Bruto” es acelerado y un tanto improvisado, sin duda causa de los escasos medios y de los plazos que tuvo que cumplir Buñuel para su finalización, razón por la que Don Luis jamás estuvo contento con el resultado final de esta película.
También Pedro Armendáriz (inolvidable en las fordianas “Fort Apache” y “Los Tres Padrinos”) de El Bruto nos lleva directamente al Gypo Nolan/Victor McLaglen de El Delator, un tipo amoral, de escasas convicciones, que acaba traicionando a los de su clase, siendo su actitud servil difícil de explicar, ni siquiera su comportamiento se debe a una desmesurada ambición. A El Bruto sólo le apacigua la presencia de la joven Meche, casualmente la hija del hombre que mató, terrible venganza que le tiene preparado el destino.
El final de “El Bruto” es acelerado y un tanto improvisado, sin duda causa de los escasos medios y de los plazos que tuvo que cumplir Buñuel para su finalización, razón por la que Don Luis jamás estuvo contento con el resultado final de esta película.

5,9
341
7
2 de abril de 2021
2 de abril de 2021
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante comedia de Joan Micklin Silver, aparentemente ligera pero con fondo agrio y oscuro, acerca de la dificultad para establecer relaciones estables y para tomar decisiones acertadas y sobre como la condición humana tiende en muchas ocasiones a sabotear nuestro propio bienestar.
Reparto muy competente encabezado por Amy Irving y Peter Riegert, quizá un guion en exceso complaciente y no lo suficientemente valiente para ir más allá, lastran el film que finalmente se deja ver con agrado, en parte por la notable representación de un Brooklyn avejentado y decadente pero lleno de vida en sus calles, sus comercios o sus transportes.
Reparto muy competente encabezado por Amy Irving y Peter Riegert, quizá un guion en exceso complaciente y no lo suficientemente valiente para ir más allá, lastran el film que finalmente se deja ver con agrado, en parte por la notable representación de un Brooklyn avejentado y decadente pero lleno de vida en sus calles, sus comercios o sus transportes.

7,0
567
8
2 de enero de 2009
2 de enero de 2009
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera película como director de Preston Sturges, uno de los grandes de la comedia americana de los años 30 (como guionista) y 40. Tras poner grandes guiones en manos de William Wyler o Mitchel Leisen, Sturges propuso a Paramount dirigir su propio guión de “El Gran McGinty”, consiguiendo que le aprobaran el proyecto a cambio de renunciar a sus emonumentos como guionista (era uno de los mejores pagados de Hollywood). La importancia de esta iniciativa no es trivial, ya que Sturges abrió la puerta a otros compañeros (nada menos que Billy Wilder o John Huston) para que pudieran dirigir sus propios guiones.
Así, Sturges firma a los largo de los 40’s una decena de excelentes comedias, de la talla de “Los Viajes de Sullivan”, “Las tres noches de Eva”, “Un marido muy rico” o “El Milagro de Morgan’s Creek”, donde impera la ironía y el cinismo y la implicación social en su vertiente más realista y cercana a Capra, muy bien aderezadas, eso sí, con el elegante romanticismo de Wilder o Leisen.
El estilo narrativo de Sturges en esta primera película es muy conciso y directo, ahorrativo, concentrando toda la historia en un metraje de 79’, quizá un tanto impersonal, si bien la experiencia de “El Gran McGinty” le sirvió para acometer sus obras mayores, mucho más personales y ricas en contenido, como “Los Viajes de Sullivan” (también una historia de un infiltrado en una clase social que no le corresponde) y “Las tres noches de Eva”. Sturges no desarrolla más que con algunas pinceladas la relación entre McGinty y Catherine, su esposa, prevaleciendo la trama principal de aspecto social, algo que acerca más “El Gran McGinty” a los filmes de Capra que a los de Wilder o Leisen, que sin duda hubieran extraído más jugo (lujurioso, of course) a esta inusitada relación.
Así, Sturges firma a los largo de los 40’s una decena de excelentes comedias, de la talla de “Los Viajes de Sullivan”, “Las tres noches de Eva”, “Un marido muy rico” o “El Milagro de Morgan’s Creek”, donde impera la ironía y el cinismo y la implicación social en su vertiente más realista y cercana a Capra, muy bien aderezadas, eso sí, con el elegante romanticismo de Wilder o Leisen.
El estilo narrativo de Sturges en esta primera película es muy conciso y directo, ahorrativo, concentrando toda la historia en un metraje de 79’, quizá un tanto impersonal, si bien la experiencia de “El Gran McGinty” le sirvió para acometer sus obras mayores, mucho más personales y ricas en contenido, como “Los Viajes de Sullivan” (también una historia de un infiltrado en una clase social que no le corresponde) y “Las tres noches de Eva”. Sturges no desarrolla más que con algunas pinceladas la relación entre McGinty y Catherine, su esposa, prevaleciendo la trama principal de aspecto social, algo que acerca más “El Gran McGinty” a los filmes de Capra que a los de Wilder o Leisen, que sin duda hubieran extraído más jugo (lujurioso, of course) a esta inusitada relación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
“El Gran McGinty” narra en tono desenfadado pero muy punzante una historia de auge y caída, el ascenso político de un hombre “corriente”, Dan McGinty, que acepta la oferta del mafioso local para convertirse en su pelele, llegando incluso a ser elegido gobernador. Su decisión de actuar honestamente al llegar a este cargo provocará su detención y la del “Jefe” (Akim Tamiroff) y la huída y exilio de ambos a una república bananera (sic). La historia es narrada mediante flashback por el propio McGinty desde su nuevo trabajo de camarero, a Tommy Thomson (Jean Louis Heydt) un empleado de banca que también ha tenido que huir, pero en este caso por haber tenido un momento de debilidad después de una vida virtuosa e intachable, justo el revés de McGinty, siempre deshonesto hasta la decisión final.
La situación social del país, las consecuencias de la gran depresión y la pérdida de valores a la que se ve sometida la población americana, son en definitiva el epicentro de la historia, la deshonestidad de McGinty y de la propia Catherine que aceptan las reglas del juego del matrimonio de conveniencia, no son más que fruto de la necesidad de sobrevivir; ambos aceptan la situación si bien en todo momento son conscientes de la inmoralidad y la traición que supone; anteponen el individualismo y la subsistencia pura y dura, pero Sturges es indulgente y hace que la conciencia social del sueño americano haga un último acto de presencia en McGinty….
Oscar el mejor guión (premiando la academia esta faceta frente a la de director) para Sturges y último papel protagonista para Muriel Angelus, que abandonaría definitiva y voluntariamente su carrera cinematográfica. Excelente Brian Donlevy, como siempre (el Dr. Quatermass, ya saben) y el clásico de los filmes de Orson Welles, Akim Tamiroff.
La situación social del país, las consecuencias de la gran depresión y la pérdida de valores a la que se ve sometida la población americana, son en definitiva el epicentro de la historia, la deshonestidad de McGinty y de la propia Catherine que aceptan las reglas del juego del matrimonio de conveniencia, no son más que fruto de la necesidad de sobrevivir; ambos aceptan la situación si bien en todo momento son conscientes de la inmoralidad y la traición que supone; anteponen el individualismo y la subsistencia pura y dura, pero Sturges es indulgente y hace que la conciencia social del sueño americano haga un último acto de presencia en McGinty….
Oscar el mejor guión (premiando la academia esta faceta frente a la de director) para Sturges y último papel protagonista para Muriel Angelus, que abandonaría definitiva y voluntariamente su carrera cinematográfica. Excelente Brian Donlevy, como siempre (el Dr. Quatermass, ya saben) y el clásico de los filmes de Orson Welles, Akim Tamiroff.
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