Haz click aquí para copiar la URL
You must be a loged user to know your affinity with Quatermain80
Críticas 406
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
4 de abril de 2014
43 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras una primera y notable incursión en el género negro y naturalista con "Hay un camino a la derecha", Rovira Beleta repetía fórmula en este filme, que adapta libremente un suceso real, acaecido en 1924, situándolo en el presente (en los 50, claro está), y modificando bastantes aspectos para conseguir así una mayor eficacia narrativa.

El argumento gira en torno al robo de unos paquetes con joyas durante el transporte de las mismas en el expreso de Andalucía; en vez de plantear la historia desde la perspectiva del "cómo se hizo" (muy habitual en el género, especialmente en el cine británico), el guión opta por la descripción detallada de ambientes y personajes, apuesta que ya había realizado Rovira Beleta en la película anteriormente mencionada. Ello no quiere decir que no exista acción, pues el filme contiene varias secuencias ejemplares en tal sentido, y que por lo explícito de las mismas podrían haber sido objeto de censura, cosa que afortunadamente no ocurrió. La estructura de la película dibuja tres partes, con un prólogo dramático y efectista, que desde el principio nos muestra el tren y nos introduce en el suceso, una segunda parte que nos presenta a los protagonistas en su ambiente y describe el robo, y una tercera que nos cuenta en paralelo el destino de los ladrones y la investigación policial, esta última muy en segundo plano.

Respecto a los personajes surgen ciertas dificultades, pues algunos fueron impuestos por el productor italiano, caso de Mara Berni (que interpreta a una mujer fatal que luego no resulta serlo tanto) o de Ignazio Bálsamo (que encarna al "Rubio", uno de los ladrones). No obstante, este último será bien encajado en la historia, representando el arquetipo del pobre hombre cobarde que se ve empujado al crimen por voluntades más fuertes que la suya. Comparte ambiente -el de las corralas del Lavapiés madrileño- con el verdadero líder de la operación, Andrade (excelente Mistral), un antiguo deportista de éxito caído en desgracia, y que se muestra siempre decidido, ambicioso y cruel, aunque también es capaz de hacer el bien. De ambiente distinto es Miguel, estudiante de derecho, y miembro de una familia estructurada, que vive con cierto desahogo, pero que seducido por la aventura y por las malas compañías (la del "Rubio") acaba tomando parte en el robo. Los contrastes entre estos tres personajes permiten aportar muchos matices dramáticos a la historia, recurso que Rovira Beleta repetirá en su posterior "Los atracadores". Entre los secundarios, aparte de la mencionada Berni, destaca Salinas (Casaravilla), quien parece encarnar un puente entre el mundo humilde de Andrade y el Rubio, y otro muy distinto, caracterizado por el lujo rápidamente ganado, fruto de negocios dudosos.

Lo que aporta mayor interés si cabe a estos personajes es lo bien que Beleta los sitúa en su ambiente, cualidad esta que ya había descollado en "Hay un camino a la derecha"; si en aquella el retrato de El Raval barcelonés era excelente, aquí también lo es el que se hace de Lavapiés, con las populares y populosas corralas, el bullicio del Rastro, y cómo contrastan estos con los barrios en expansión (donde vive Miguel). Igualmente, los interiores abundan en estas diferencias, que se subrayan inteligentemente.

Formalmente es una película muy sólida, en la que la narración visual goza de una excelente continuidad, a destacar en secuencias como la de apertura o en las de las persecuciones policiales tras "El Rubio" o Andrade. Asimismo hay planos verdaderamente bellos, como el último en el que vemos a Miguel, encaminándose hacia un destino que nos es velado por la niebla y el humo de un tren, pero cuyo desenlace conocemos de antemano.

Una correcta música, además de adecuados decorados y una más que buena fotografía (a destacar en la persecución final), redondean esta meritoria película, que al igual que tantas otras del género negro español, debe y merece ser reivindicada.
9 de octubre de 2009
43 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia clásica de estilo Screwball, "The awful truth" (me resisto a mencionar el título en castellano, verdaderamente deleznable) de Leo McCarey es un ejemplo del nuevo lenguaje humorístico asumido por el cine estadounidense de los años treinta.

En dicha década, con la generalización del cine sonoro, las antiguas comedias cómicas basadas en gags de gran potencia y creatividad visual, tocaron definitivamente a su fín. Es cierto que algunos de los grandes cómicos (Chaplin entre ellos) se resisitieron a abandonar el método que tan buen resultado les había proporcionado en el pasado, y a pesar de que aún realizaron obras de gran mérito, a lo largo de los treinta se generalizaría un nuevo tipo de comedia, basada en los diálogos ocurrentes, la lucha de sexos y cierta crítica de costumbres (muy ligera, eso sí), todo ello desarrollado en ambientes burgueses o acomodados. No hay que olvidar que aquellos años eran muy duros para la sociedad, en plena Depresión, por lo que las comedias tenderían al optimismo y a la evasión.

Este nuevo estilo encumbró y consagró a nuevos directores (Capra, Cuckor, McCarey, Hawks) y, sobre todo, a nuevos intérpretes, que ahora precisaban, además de expresividad gestual, buenas dotes en los diálogos, así como capacidad de improvisación. El mejor ejemplo de todo ello lo representó Cary Grant, protagonista del presente filme, en el que encarna a un personaje tipo con el que repetirá fortuna en múltiples ocasiones, apoyándose en su magnífica presencia y sus grandes dotes interpretativas.

La película presenta una lucha de sexos en un matrimonio en trance de separación por culpa de un equívoco y los subsiguientes celos. La separación sólo se consumará al término de un periodo concreto, y mientras éste se agota los Warriner discutirán la custodia del perro (genial la secuencia del juzgado) y entablarán sendas relaciones con ánimo de provocarse el uno al otro. El reparto hace una labor magnífica, con el ya citado Cary Grant, a quien da la réplica una no menos maravillosa Irene Dunne (divertidísima en toda la secuencia que protagoniza en casa de la pretendiente de su casi ex marido); los secundarios están a la altura, sobre todo Bellamy, brillante en su creación de un paleto millonario enamorado de Lucy Warriner.

Para McCarey el filme supuso la consagración definitiva, recibiendo el Oscar al mejor director, y consiguiendo así un prestigio que ya por entonces merecía, pues no en vano había sido el máximo propiciador de la asociación entre Stan Laurel y Oliver Hardy, además de director del clásico "Sopa de Ganso", con los hermanos Marx.
20 de marzo de 2011
42 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su tiempo (un ahora lejano 1953) uno de los mayores éxitos de público y crítica del cine español, y hoy prácticamente olvidada y desconocida, "Hay un camino a la derecha", de Rovira Beleta, ejemplifica la desmemoria existente en nuestro país acerca de toda una corriente de cine social y negro que tuvo su momento de esplendor entre 1950 y mediados de los 60. De hecho, y aparte de títulos como "Brigada Criminal" de Iquino, la extraordinaria "Los Peces Rojos" de Nieves Conde, o la no menos buena "A tiro limpio" de Pérez-Dolz (quien oficia de ayudante de dirección en el presente filme), no he visto más películas correspondientes a este género y época, si bien en ello tiene algo que ver mi edad.

La película describe la caída en desgracia de un marinero, Miguel, que sin trabajo y con una mujer y un hijo que alimentar, irá deslizándose paulatinamente hacia el desánimo, la amargura, y finalmente el delito. Así, el género del filme es una mezcla entre cierto documentalismo social de corte neorrealista y la temática negra o criminal (en cierto modo, algo similar a lo que se apuntaba en "Surcos", de Nieves Conde), lográndose un acertado retrato de ambientes y personajes populares de la Barcelona de la época. Las localizaciones tienen así una importancia mayúscula, reduciéndose al puerto y los barrios del Raval y Somorrostro, todos ellos magníficamente captados por una cámara frecuentemente elevada, que filma desde los balcones amplias panorámicas de las callejuelas bulliciosas (en el Raval), o documenta el ajetreo del puerto y la miseria de las chabolas (en Somorrostro). También debe destacarse el hábil empleo que hace Rovira Beleta de la escalera interior de la casa que habitan los protagonistas, presentada así como lugar de encuentro entre todos los personajes y realidades del barrio. De este modo, bajo el envoltorio de un drama criminal, asoma un eficaz análisis de ciertas zonas y colectivos de Barcelona, que lejos de presentarse bajo el estigma del delito, aparecen retratados con naturalidad y cierto rigor documental.

Con una estructura clásica, en la que un breve prólogo acompañado de una voz en off da paso a un larguísimo flashback (prácticamente todo el metraje), el filme avanza eficazmente, ganando en oscuridad al tiempo que crece la desesperación de su protagonista, bien interpretado por Francisco Rabal, que acaba enredándose en las andanzas delictivas propias de toda ciudad portuaria, como son el robo de mercancías o el contrabando. Las mujeres tienen un peso importante en la película, pese a su subordinación característica, pues encarnan casi todos los valores positivos (la entrega, el amor, la abnegación), y literalmente, salvan al protagonista.
Continúa en spoiler, sin revelar detalles.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Concluyendo, una película muy interesante, tan solo lastrada por ciertas alusiones reiterativas acerca de la familia y por los excesivamente prolijos y poco creíbles diálogos entre los esposos, circunstancia que no empaña el resultado global, y que anima a seguir explorando en busca de nuevos títulos de similar factura e intención.
12 de octubre de 2011
41 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otro ejemplo del saber hacer de Phil Karlson, que logra aquí una áspera y muy dura descripción de una ciudad corrompida hasta la médula, sosteniendo la necesidad de que sus ciudadanos tomen partido para combatir la situación.

Partiendo de hechos reales, Karlson adopta un tono documental, como ejemplifican el extenso prólogo (13 minutos concebidos al modo de un reportaje televisivo, con entrevistas a verdaderos testigos), y el recurso de la voz en off. Consecuentemente, las imágenes tratan de retratar verazmente el ambiente viciado y violento de la ciudad de Phenix, Alabama, lográndolo plenamente, como así queda demostrado en la secuencia del local de juego, con un magnífico número musical y una perfecta descripción visual, con pausadas panorámicas. A destacar también los travellings que recorren la calle 14, mostrando sus aceras plagadas de borrachos, prostitutas, soldados ansiosos por dejarse la paga en las máquinas, etc.

En una ciudad como la descrita, dominada por los hampones locales, que controlan el ayuntamiento y la policía, se pone el énfasis dramático en la indefensión de los ciudadanos, que se sienten empujados a recurrir a la fuerza, esto es, a sumarse a los actos violentos que rechazan en principio. Precisamente la película trata de descartar esta opción, oponiendo a ella el imperio de la ley y la fuerza de la voluntad democrática, ideales que encarnan los Patterson, tanto el padre como el hijo, y también Zeke, el militar de color, personaje aparentemente secundario pero con un importante y simbólico papel en la historia.

Llama la atención la crudeza con que el director muestra la violencia; los asesinatos se suceden sin que se nos ahorre nada de ellos, pues los vemos de principio a fin en casi todos los casos, algunos de los cuales me han sorprendido por su dureza, infinitamente superior a la que suele mostrarse en otras películas del género negro. Todo ello, bien amalgamado por la precisa dirección de Karlson, un guión excelente y una eficaz labor del reparto, contribuye a generar una sensación desasosegante en el espectador, que no tiene ningún respiro, asistiendo a una lección magistral acerca de lo que es un lugar dominado por el miedo y la impunidad.
22 de abril de 2011
40 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acostumbrados a los característicos roles interpretados por Arturo Fernández, por lo general un Gigoló carpetovetónico más (aunque sin igualar las excelencias de Alfredo Landa), sorprende encontrar en los inicios de su carrera trabajos como el presente, en el que encarna con notable eficacia a un gángster.

Esta película, al igual que la mayoría de las pertenecientes al género negro español, está injustamente olvidada al tiempo que desdeñosamente valorada; da la impresión de que existe un consenso tácito en ignorar o minusvalorar los logros alcanzados en este género durante las décadas de los 50 y 60. Ciertamente, el filme no alcanza el nivel de obras como "Los Peces Rojos" o "A tiro limpio", pues carece de la profundidad argumental de la primera, y también de la brillantez formal de la segunda, pero es una producción eficaz, correctamente dirigida y bien interpretada, que reúne acertadamente varias de las características propias del cine negro, aportando también alguna que otra novedad.

Sus personajes responden a los arquetipos clásicos: un joven poco reflexivo y ambicioso que se deja llevar hacia el crimen; un viejo boxeador fracasado y enfermo que trata de salir a flote y salvar su matrimonio; una mujer fatal (la joven y atractiva esposa del boxeador) que maniobra en su propio interés, haciendo uso de su belleza; unos criminales profesionales acostumbrados al crimen y predispuestos a la traición. Todos ellos intervienen en un audaz robo que esperan sea el comienzo de una nueva vida, aspiración que poco a poco verán frustrada. Entre los aspectos novedosos cabe señalar que el realizador opta por una estética realista, despojada de encuadres o iluminaciones dramáticas, y que sitúa gran parte de la acción en anodinos barrios periféricos de Barcelona. Además, todo el tramo final de la película (aproximadamente unos treinta minutos) transcurre fuera del ámbito urbano, narrando la huída de los personajes antes mencionados, lo que no es tan habitual en un género al que le "cuesta" salir de la ciudad.

Con un guión correcto, que evita diálogos innecesarios ciñéndose a la acción, y una banda sonora interesante en clave de Jazz, el filme tiene sus mejores momentos en secuencias como la del robo, prácticamente desprovista de diálogos y muy bien planificada, y la del asesinato del boxeador, en la que la cámara se torna subjetiva por un momento, mostrándonos lo que ve el asesino (las fotos del boxeador en sus tiempos de éxito, rememorados por medio del sonido en off). Más discutible es el final, un tanto apresurado, aunque correctamente filmado (especialmente la secuencia de la escalera).

Otro ejemplo más de que nuestro cine da mucho más de sí de lo que habitualmente se dice o piensa, y que hay motivos para seguir investigando, en busca de películas similares.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here

    Últimas películas visitadas
    Moonlight Nights (C)
    1925
    Sherwood MacDonald
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para