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Críticas ordenadas por utilidad
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9
9 de noviembre de 2019
9 de noviembre de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Admito que "La Commune (Paris 1871)" tiene una pinta horrible: un documental sobre los conocidos hechos que estremecieron París, que dura cerca de 6 horas, rodada en unos decorados metidos en una especie de nave abandonada (así a lo "Dogville"), donde en lugar de actores vemos a más de 200 habitantes de París y sus suburbios, entre ellos un grupo de sin-papeles de Argelia, Marruecos y Túnez, y donde los hechos nos son presentados a través de dos televisiones (sí, en 1871!), una de ellas "comunal" y otra "oficial". Pues bien, detrás de esta locura de aspecto posmoderno y quizás, a priori, algo pretencioso, se encuentra un equipo con Peter Watkins al frente que, contra todo pronóstico, no solo consiguen que la cosa "funcione", sino que se marcan uno de los documentales más interesantes de las últimas dos décadas.
Pese a su indudablemente excesivo metraje, reconstruye con originalidad y brío los hechos de La Comuna, basándose en los testimonios documentados que han llegado hasta nuestros días; reflexiona sobre los medios de comunicación, su influencia en la sociedad actual y la importancia de los medios propios, que surjan y se queden en las bases de la sociedad civil, para darles voz y no para darles forma; y además, establece una correlación directa entre las condiciones que espolearon la revuelta de París, hace ya casi 150 años, y las condiciones actuales. Y ay! amigos, aquí es donde está la miga. Cuantas cosas no hemos cambiado todavía!
Vive La Commune!
Pese a su indudablemente excesivo metraje, reconstruye con originalidad y brío los hechos de La Comuna, basándose en los testimonios documentados que han llegado hasta nuestros días; reflexiona sobre los medios de comunicación, su influencia en la sociedad actual y la importancia de los medios propios, que surjan y se queden en las bases de la sociedad civil, para darles voz y no para darles forma; y además, establece una correlación directa entre las condiciones que espolearon la revuelta de París, hace ya casi 150 años, y las condiciones actuales. Y ay! amigos, aquí es donde está la miga. Cuantas cosas no hemos cambiado todavía!
Vive La Commune!

7,2
2.792
8
18 de octubre de 2017
18 de octubre de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película de Ford (supongo que el guionista aquí también tuvo algo que ver) es muy completa como relato, a pesar de las limitaciones de retratar un acervo histórico tan extenso en a penas un par de horas. Acertadamente descansa el peso argumental sobre el gran engaño del "Hombre Blanco" hacia los Cheyennes, símbolo en este caso de todas las tribus nativas, pues a pesar de sus diferencias y peculiaridades hay muchas cosas que se repiten una y otra vez.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como los apartan de sus fértiles tierras ancestrales a una árida y lejana reserva sin alma ni significado ni demasiadas posibilidades para la supervivencia y como, en consecuencia, merma su población hasta límites que sobrepasan el dolor de la pérdida. Con que cinismo aprovechan el hecho de que para los Cheyennes "la palabra" es sagrada y siempre la van a cumplir, jugando a su antojo con la confianza que les otorga que cualquier mentira que prometan será tomada en valor por ellos, lo cual les regala un poder enorme a un precio bajísimo. Hasta que la confianza supera el punto en que prefieren morir intentando recuperar sus vidas que seguir (muriendo también) escuchando mentiras.
La película trata de realzar el drama real de la matanza indiscriminada de búfalos, cuando llegan en la época de nieves bajo una hambruna acuciante, y se encuentran con que centenares de animales, quizás miles, han sido asesinados solo para aprovechar su piel. Se conoce incluso como en la realidad llegaron a sobrepasar este punto, matándolos incluso por puro ″placer″, sin ni siquiera recoger sus pieles y dejando miles de cadáveres esparcidos a su paso.
También aparece la cara más simpática de la cooptación occidental: la escuela. A pesar de la buena voluntad que pueda haber en ella, no deja de ser un frente más para la disolución de la esencia india. Con el tiempo, algunas tribus llegaron a tratar de aprovecharla en el sentido contrario, enviando a algunos de sus miembros a estudiar derecho para tratar de defenderse con los medios de sus asesinos. No aparece sin embargo el alcohol como medio de desintegración social, que realizó un gran trabajo, tal vez porque en esta historia concreta no tuvo tanta importancia. Lo desconozco.
El hecho de que se manipulen hasta el delirio las noticias en la retaguardia y que casi todas las personas que viven de cerca la realidad india se solidaricen con su causa, demuestra hasta que punto los valores de la civilización en el Nuevo Mundo están reñidos con la vida. No se trata ya del bien y del mal, de una cuestión simplemente moral, sino de dos mundos opuestos donde el último en llegar requiere para su ascenso de la aniquilación del otro. Por eso no hay otra manera de subvenir la causa Cheyenne, una vez se la ha entendido, que renunciando a la escala de valores que rige la vida del "Hombre Blanco". Eso está magistralmente retratado en la maestra de escuela, que ha de renunciar a impartir las clases que tanto ama para emprender el viaje con los indios; en el Capitán encarnado por Widmark, que ha de renunciar a las órdenes en pro de lo que cree más justo; o en el lado opuesto (el otro capitán), que obsesionado en no volver a desobedecer una orden llega hasta al extremo de provocar una matanza; y finalmente, el Ministro del Interior, que ha de renunciar a su cargo pues muchos andan esperando a que de un "paso en falso".
Repecto al final, desconozco hasta que punto es fiel a la historia real que narra el film. Me parece esperanzador en cuanto que simboliza, de alguna manera, que si se cree en algo justo y se lucha por ello o, incluso, si se renuncia a las creencias personales rindiéndose ante la evidencia, en ocasiones se puede lograr aquello que se persigue.
Ahora bien, la historia india no es una historia con final feliz. En su último episodio los indios no vuelven a casa y empiezan de nuevo con esperanza y alegría; son asesinados sin piedad hasta el final, hasta que su esencia desaparece y solo tienen valor dentro de la lógica capitalista: como atracción, como folclore, como exotismo, como fascinación inofensiva. Desde ese punto de vista y en honor a la verdad, como metáfora cinematográfica si se quiere, lo justo habría sido matarlos a todos.
La película trata de realzar el drama real de la matanza indiscriminada de búfalos, cuando llegan en la época de nieves bajo una hambruna acuciante, y se encuentran con que centenares de animales, quizás miles, han sido asesinados solo para aprovechar su piel. Se conoce incluso como en la realidad llegaron a sobrepasar este punto, matándolos incluso por puro ″placer″, sin ni siquiera recoger sus pieles y dejando miles de cadáveres esparcidos a su paso.
También aparece la cara más simpática de la cooptación occidental: la escuela. A pesar de la buena voluntad que pueda haber en ella, no deja de ser un frente más para la disolución de la esencia india. Con el tiempo, algunas tribus llegaron a tratar de aprovecharla en el sentido contrario, enviando a algunos de sus miembros a estudiar derecho para tratar de defenderse con los medios de sus asesinos. No aparece sin embargo el alcohol como medio de desintegración social, que realizó un gran trabajo, tal vez porque en esta historia concreta no tuvo tanta importancia. Lo desconozco.
El hecho de que se manipulen hasta el delirio las noticias en la retaguardia y que casi todas las personas que viven de cerca la realidad india se solidaricen con su causa, demuestra hasta que punto los valores de la civilización en el Nuevo Mundo están reñidos con la vida. No se trata ya del bien y del mal, de una cuestión simplemente moral, sino de dos mundos opuestos donde el último en llegar requiere para su ascenso de la aniquilación del otro. Por eso no hay otra manera de subvenir la causa Cheyenne, una vez se la ha entendido, que renunciando a la escala de valores que rige la vida del "Hombre Blanco". Eso está magistralmente retratado en la maestra de escuela, que ha de renunciar a impartir las clases que tanto ama para emprender el viaje con los indios; en el Capitán encarnado por Widmark, que ha de renunciar a las órdenes en pro de lo que cree más justo; o en el lado opuesto (el otro capitán), que obsesionado en no volver a desobedecer una orden llega hasta al extremo de provocar una matanza; y finalmente, el Ministro del Interior, que ha de renunciar a su cargo pues muchos andan esperando a que de un "paso en falso".
Repecto al final, desconozco hasta que punto es fiel a la historia real que narra el film. Me parece esperanzador en cuanto que simboliza, de alguna manera, que si se cree en algo justo y se lucha por ello o, incluso, si se renuncia a las creencias personales rindiéndose ante la evidencia, en ocasiones se puede lograr aquello que se persigue.
Ahora bien, la historia india no es una historia con final feliz. En su último episodio los indios no vuelven a casa y empiezan de nuevo con esperanza y alegría; son asesinados sin piedad hasta el final, hasta que su esencia desaparece y solo tienen valor dentro de la lógica capitalista: como atracción, como folclore, como exotismo, como fascinación inofensiva. Desde ese punto de vista y en honor a la verdad, como metáfora cinematográfica si se quiere, lo justo habría sido matarlos a todos.

7,2
39.149
7
10 de enero de 2020
10 de enero de 2020
Sé el primero en valorar esta crítica
Esa es la sensación que me queda al terminar de ver la película: una lástima. Y sigo en Spoiler para los que no la hayan visto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Una lástima porque sus cualidades son muchas. La idea central con la biografía de Jimmy Hoffa narrada a través de los ojos de Frank Sheeran es realmente seductora y está muy bien planteada. Sin embargo, el film se desmorona sobre los raíles de un guion desestructurado al que le sobra por todos lados. Si a esto le sumamos toda una serie de recursos fallidos, el resultado está muy lejos de alcanzar, en mi opinión, el gran potencial que incuba la película.
Siguiendo con las buenas ideas que contiene, la propuesta de una visión crepuscular sobre el género gangster es magnífica. Ojalá abra el filón para que se rueden otras películas que puedan revitalizar el género. Ahora bien, el tratamiento digital del paso del tiempo sobre el elenco chirría. Y esto se ve además amplificado por el choque con el tratamiento clásico del pulso directivo, con algunos maravillosos planos secuencia que nos recuerdan a la época dorada del cine negro. Lo mismo ocurre con la alargada sombra netflixiana que planea sobre todo el metraje. Esa neoestética fatal que ha impregnado (casi) todo el cine y, sobretodo, esos momentos vacuos, que en nada contribuyen a la narración ni a la expresión artística, usados para alargar los episodios y que han sido trasvasados "tal cual" al mundo del cine, haciéndole un flaco favor, están, lamentablemente, demasiado presentes en esta obra de Scorsese. Especial mención sobre este punto a la secuencia posmoderna del casamiento.
En cuanto a los recursos del guion, veamos... La historia nos la cuenta El Irlandés desde el geriátrico ¿No? Entonces, ¿para qué todo el rollo del viaje en coche con Russel (Pesci) y sus respectivas señoras? Y viceversa. Es decir, si se busca un recurso para contar la historia desde otro punto, concretamente desde el futuro, para hilar los flashbacks y darle la perspectiva necesaria, con un recurso ya es suficiente. Dos es demasiado. Y en cuanto a los homenajes al cine, digamos que ver a De Niro marcándose un Marlon Brando desplomándose por el pasillo, roza, con todos los respetos, lo patético. Toda esa agonía final, esa media hora de película en la senectud, es la agonía de un quiero y no puedo, de lo que podría haber sido una obra maestra atemporal pero se queda en un producto demasiado impregnado por las tendencias del momento.
Siguiendo con las buenas ideas que contiene, la propuesta de una visión crepuscular sobre el género gangster es magnífica. Ojalá abra el filón para que se rueden otras películas que puedan revitalizar el género. Ahora bien, el tratamiento digital del paso del tiempo sobre el elenco chirría. Y esto se ve además amplificado por el choque con el tratamiento clásico del pulso directivo, con algunos maravillosos planos secuencia que nos recuerdan a la época dorada del cine negro. Lo mismo ocurre con la alargada sombra netflixiana que planea sobre todo el metraje. Esa neoestética fatal que ha impregnado (casi) todo el cine y, sobretodo, esos momentos vacuos, que en nada contribuyen a la narración ni a la expresión artística, usados para alargar los episodios y que han sido trasvasados "tal cual" al mundo del cine, haciéndole un flaco favor, están, lamentablemente, demasiado presentes en esta obra de Scorsese. Especial mención sobre este punto a la secuencia posmoderna del casamiento.
En cuanto a los recursos del guion, veamos... La historia nos la cuenta El Irlandés desde el geriátrico ¿No? Entonces, ¿para qué todo el rollo del viaje en coche con Russel (Pesci) y sus respectivas señoras? Y viceversa. Es decir, si se busca un recurso para contar la historia desde otro punto, concretamente desde el futuro, para hilar los flashbacks y darle la perspectiva necesaria, con un recurso ya es suficiente. Dos es demasiado. Y en cuanto a los homenajes al cine, digamos que ver a De Niro marcándose un Marlon Brando desplomándose por el pasillo, roza, con todos los respetos, lo patético. Toda esa agonía final, esa media hora de película en la senectud, es la agonía de un quiero y no puedo, de lo que podría haber sido una obra maestra atemporal pero se queda en un producto demasiado impregnado por las tendencias del momento.

7,1
8.297
7
15 de diciembre de 2023
15 de diciembre de 2023
Sé el primero en valorar esta crítica
Un best seller camuflado.
El destino del mundo descansa sobre los hombros de nuestro héroe. Ese es el argumento de cualquier novela convertida en best seller. Cambia «mundo» por «Chile» y ya lo tienes. En realidad no es del todo así, pero peca de eso. Según este film, en ese momento concreto de la historia, pesó más en la balanza contra la dictadura la opinión de tres o cuatro pequeño-burgueses conocedores de los laberintos de la política y de los secretos de las (entonces) nuevas técnicas publicitarias que todo el peso de la mayor parte de una sociedad polarizada con argumentos de sobra para derrocarla. Simplemente, se dejaron «seducir» por la campaña del No.
Posmodernismo avant la lettre (o el mundo según google).
Da lo mejor de ti mismo. Sé creativo. Pragmático. Conviértete (junto con tus ideas) en un producto. El mundo se reduce a eso. Al menos el mundo en el que el éxito es la medida de todas las cosas. ¿Punto para Larraín o para la vanguardia de la sociedad chilena? ¿Fue esto así o se trata de un cuestionamiento actual aplicado con carácter retroactivo? Seguramente las dos cosas.
La historia de Chile y el cine.
Gracias sobre todo a Patricio Guzmán, Chile nos ha sabido contar su historia, política y social, a través de la pantalla. Esta película se inserta perfectamente en esa «tradición». Gracias Larraín, gracias Chile.
Finalmente...
La película «funciona», no hay duda. Parte de culpa la tiene el elenco. Todos encajan a la perfección en su papel, que es lo mismo que decir que lo interpretan perfectamente. En ese aspecto nada chirría. Algo que no es fácil de conseguir. No es que esto «salve» la película, pero sin duda la eleva.
El destino del mundo descansa sobre los hombros de nuestro héroe. Ese es el argumento de cualquier novela convertida en best seller. Cambia «mundo» por «Chile» y ya lo tienes. En realidad no es del todo así, pero peca de eso. Según este film, en ese momento concreto de la historia, pesó más en la balanza contra la dictadura la opinión de tres o cuatro pequeño-burgueses conocedores de los laberintos de la política y de los secretos de las (entonces) nuevas técnicas publicitarias que todo el peso de la mayor parte de una sociedad polarizada con argumentos de sobra para derrocarla. Simplemente, se dejaron «seducir» por la campaña del No.
Posmodernismo avant la lettre (o el mundo según google).
Da lo mejor de ti mismo. Sé creativo. Pragmático. Conviértete (junto con tus ideas) en un producto. El mundo se reduce a eso. Al menos el mundo en el que el éxito es la medida de todas las cosas. ¿Punto para Larraín o para la vanguardia de la sociedad chilena? ¿Fue esto así o se trata de un cuestionamiento actual aplicado con carácter retroactivo? Seguramente las dos cosas.
La historia de Chile y el cine.
Gracias sobre todo a Patricio Guzmán, Chile nos ha sabido contar su historia, política y social, a través de la pantalla. Esta película se inserta perfectamente en esa «tradición». Gracias Larraín, gracias Chile.
Finalmente...
La película «funciona», no hay duda. Parte de culpa la tiene el elenco. Todos encajan a la perfección en su papel, que es lo mismo que decir que lo interpretan perfectamente. En ese aspecto nada chirría. Algo que no es fácil de conseguir. No es que esto «salve» la película, pero sin duda la eleva.
29 de marzo de 2020
29 de marzo de 2020
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Henchidos de recuerdos puros y desordenados.
Se desmorona la memoria como un edificio derrumbándose ante nuestros ojos.
Se va la vida, se va al agujero —su efímera belleza, su luz—, como la mugre en el lavadero.
Vidas vacías que acarician una felicidad soñada.
Fuimos tan terriblemente osados...
Déjalo; no importa.
Cariátides soportando el peso de la existencia.
Estar aquí a la vez que se está en el futuro. Saber como terminará todo.
¿Será el amor entonces la trampa de un crimen delicioso?
Cruzar al otro lado.
La luna resbala sin tocarla sobre la piel desnuda.
Ecos desesperados.
No somos nada más que una muerte para piano y sueño.
Vidas en la tragedia retorcidas, con sobredosis de amargura.
Se desmorona la memoria como un edificio derrumbándose ante nuestros ojos.
Se va la vida, se va al agujero —su efímera belleza, su luz—, como la mugre en el lavadero.
Vidas vacías que acarician una felicidad soñada.
Fuimos tan terriblemente osados...
Déjalo; no importa.
Cariátides soportando el peso de la existencia.
Estar aquí a la vez que se está en el futuro. Saber como terminará todo.
¿Será el amor entonces la trampa de un crimen delicioso?
Cruzar al otro lado.
La luna resbala sin tocarla sobre la piel desnuda.
Ecos desesperados.
No somos nada más que una muerte para piano y sueño.
Vidas en la tragedia retorcidas, con sobredosis de amargura.
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