Lo que me queda más claro de esta película es el excelente trabajo de Canet incorporando al protagonista. El resto me da la impresión de dejar al espectador totalmente fuera de juego. Planteada en principio como un thriller, rompe prácticamente con todas las convenciones del género. En primer lugar, el espectador sabe desde el minuto cero quién es el asesino, y se le escatiman en cambio todos los detalles de la investigación policial. Todo el tiempo vive con él, sigue sus pasos, lo acompaña. Y todo con el contrapunto de una banda sonora de connotaciones religiosas. Pero no sólo le resulta imposible empatizar con él, ni siquiera puede llegar a entender sus motivaciones, los porqués de su comportamiento. Al escamotearnos las pesquisas policiales, nos dejan solos elaborando hipótesis. Cuando parece perfilarse una explicación, se nos desbarata enseguida, llevándonos hacia otro lado. No logramos acabar de entender a ese hombre frío, duro, inteligente y manipulador que sólo en algún momento fugaz parece capaz de algún tipo de sentimiento humano. Al final, lo que nos queda es la pura y simple pasión de matar, que el asesino experimenta como la suprema libertad; una pulsión que, sin una justificación psicológica, se convierte en un acto azaroso, casi se diría banal. Por lo menos como planteamiento, me parece interesante.

No sé de dónde ha salido la sinopsis que aparece en la ficha de esta película, no tiene nada que ver...
Se trata de unas vacaciones navideñas de un grupo de jóvenes ricos inmaduros (ya en la treintena) en busca de emociones fuertes que les hagan sentirse vivos. De las drogas y el sexo pasan a verse inmersos en un mundo sórdido e implicados en el secuestro de un bebé. Acaban siendo detenidos, aunque su condición de niños bien les ayuda a librarse de la cárcel. No nos queda del todo claro si, finalmente, tras este descenso a los infiernos, han logrado madurar.
Un buen reflejo de una generación que creció teniéndolo todo, y al final lo que experimentan es un enorme vacío.
Buen ritmo, buena imagen, buena música. A mí me ha gustado mucho.

Yo diría que esta película, más que la historia de Jay Gatsby, es la historia de la fascinación que por su figura siente el joven Nick Carraway, que acaba convirtiéndose en su narrador. La tozudez en la esperanza, la fe en las propias posibilidades, la fidelidad al primer amor son rasgos que impactan al biógrafo, y destacan en el contexto de la Nueva York de los caóticos y confusos años 20, cuando todo parece cambiante e inestable.
Encuentro cierto desequilibrio, quizás porque la debilidad del guión ha tratado de compensarse con una puesta en escena espectacular, muy cuidada, brillante y colorista, pero en conjunto me ha gustado.

Por el título, esperaba una película ardiente, apasionada, y lo que he encontrado es una imagen muy bella, preciosista, con detalles maravillosos (ese dedo en el libro...) pero que en ningún momento logra transmitirme esa pasión amorosa en la que se supone arden sus protagonistas. Me sentí frente a algo falso, impostado, que me mantenía lejos, muy lejos y con mucho frío.
Volveré a verla en otro momento, por si acaso...