Si una banda de narcotraficantes mexicanos secuestrase a Ingmar Bergman y le pusiese una pistola en la cabeza, amenazándole de esta guisa:

-Nos vas a hacer una película sobre un pulpo alienígena que viene a la tierra y se coge todo lo que se mueve. ¿Lo entendiste, cabrón? Un pulpo alienígena follador. En caso contrario, te matamos a tí y a tu perro y matamos a toda tu familia y...

E Ingmar Bergman, sin perder la flema, respondiese:

-Un pulpo alienígena follador... Interesante. Ningún problema. ¿Cuando empezamos?

Y la banda de narcotraficantes, amoscada, repusiese:

-Pero se tiene que ver al monstro, ¿eh? Nada de metáforas ni pendejadas de esas. Se tiene que ver al pulpo alienígena y se le tiene que ver rechinando el catre y...

-Perdón, ¿todo el rato? Es que si es todo el rato les va a salir por un dineral...

-Bueno, cabrón. Tú ya sabes. Un ratico no más. Pero se le tiene que ver culiando y...

-Sin problema. Yo saco al pulpo alienígena en plena faena. Y en la primera escena. Con dos cojones.

-No mames, cabrón. ¿Y la tensión? ¿Y el crechendo? ¿Y las cositas? Para hacer un video guarro ya lo hacemos nosotros. Tiene que ser una cosa pues así nomás..., elegante. Artística y todo.

-Ya me hago una idea. ¿Puedo sacar a Liv Ullmann mirando la pared durante un cuarto de hora?

-Pues eso... como uste vea, señor lisensiado.

Y Bergman, finalmente, hiciese la película..., el resultado sería muy parecido a esto. Ni que decir tiene que la aconsejo encarecidamente

Vi esta película hace muchos años y sólo recordaba dos cosas: el regalo y posterior apaleamiento del pingüino y la defenestración de la madre. Vista de nuevo y como era de prever, siguen siendo lo mejor. El resto está bien (la reflexión sobre la violencia y blablablá), muy bien (la escena de los ascensores) o es un pegote (lo de los asesinatos a flechazos no hay por dónde cogerlo, por más que dé juego y sea resultón), pero sólo por el pingüino apaleado y la madre defenestrada, ya vale la pena la película. Muy bonita.