He aquí un paradigma de trabajo inconsistente, licencioso, irregular, flojo. He aquí una forma de desaprovechar un argumento con infinitas posibilidades. He aquí una demostración de cómo se puede filmar una película técnicamente atractiva, con buenos planos y, en ocasiones, mejor montaje, que choca frontalmente con un pobre resultado global.

Al final, al margen de las numerosas incoherencias de la puesta en escena de muchos tramos de la cinta, uno no sabe bién si ha visto un trhiller, un drama, una peli de miedo o una desasosegante historia real o ficticia. Porque lo que más resalta en esta realización es precisamente la falta de claridad en el objetivo final de O'Haver. ¿Qué pretende hacer? ¿quiere dar miedo? ¿sólo contar una dura historia? ¿entristecer? ¿o conmover al espectador?

En definitiva, el trabajo final es tan confuso y la narración tan carente de hilo de continuidad, tan irregular y falto de rigor en cuanto a su puesta en escena, tan descuidado, que a lo único que pude agarrame fué a las interpretaciones de algunos secundarios, porque, y sé que voy a chocar con mucha gente, a mí, la actuación de Catherine Keener en esta película me parece absolutamente apática y, en este caso y aparándome en todo lo anterior, a buen seguro que el Señor O'Haver también habrá tenido mucho que ver en esto.

No voy a compararme con los expertos cinéfilos porque no lo soy y porque, aunque lo fuera, estaría al otro lado de la calle, al menos, en este pobre trabajo. Con Eastwood me pasa como con Silva, el jugador del Valencia, no dudo que es bueno, pero me parece sobrevalorado, muy sobrevalorado. De no ser por los excelentes Hackman y Harris, cuyas interpretaciones, para mí, son de lo poco que se salva en la película, y si nadie supiera quien la dirige, podría pasar por una obra menor con un atractivo guión bastante mal desarrollado. Lo dicho, sigo sin verle el punto a la dirección del Sr. Eastwood, y mira que me empeño...