Dentro de ese ambiente hay una manifiesta obsesión por la popularidad. El doctor Stafford Weiss es un terapeuta que escribe libros de autoayuda, siempre buscando que sus métodos sean divulgados a través de los medios de comunicación. Le da lo mismo la profunda fractura de su familia que pasa a un segundo plano. Havana Segrand, su paciente, es una actriz de mediana edad que está marcada por los abusos sexuales de su progenitora. Aun así quiere reinterpretar el papel de su madre en el remake de una cinta que ella protagonizó cuando todavía no había nacido. Havana es una quinceañera de cincuenta años y solo quiere recapturar la fama perdida, pero completamente atrapada en el juego de la juventud. El sexo está viciado en este mundo, representa una pulsión violenta, otra forma desesperada de buscar sentido a unas vidas sin pretensiones perdurables. No interesa inculcar valores familiares ni tampoco ganar prestigio a lo largo del tiempo. Lo único importante es ser protagonista del próximo éxito de taquilla. La lucha de egos hace difícil permanecer en la cima de la industria y tanto padres como hijos recurren a psiquiatras o terapeutas con el objeto de mantenerse en pie.

Los hijos del matrimonio incestuoso han tenido diferente suerte. La hija intentó matar a su hermano y fue recluida en una institución de rehabilitación. Ella ha sido abandonada por sus padres, en cambio su hermano es un famoso actor juvenil sobreprotegido por la madre. Es un niño irrespetuoso que no empatiza ni con su familia ni con los otros actores. Cuando su carrera se derrumba por visiones delirantes queda a la deriva de la hermana homicida. Sin darse cuenta que el mundo de los padres ha colapsado, tampoco ve ninguna salida a su vida carente de sentimientos o pensamientos valorables. Ambos hermanos imitan, sin darse cuenta, el ejemplo de unos padres siniestros y hacia el final simbolizan otra unión incestuosa con el fin de encontrar la libertad de la única manera posible.

Nathan contrata a un experto programador (Caleb) para darle una posibilidad de escape a su creación artificial (Ava). Esta posee instintos sexuales y Nathan espera que utilice el engaño, la astucia y sus encantos para confundir y manipular a Caleb.

Los diálogos de Ava con Caleb manipulan al espectador en el sentido de hacernos creer que siente algo por él. En cierto punto pareciera que los humanos son maquiavélicos (aunque Caleb representa rasgos más humanos) y que los robots fueran los buenos y explotados. Pero en el fondo es la estrategia de Ava la que terminará manejando las acciones y el director se mantiene fiel a la nueva inteligencia que experimenta esta creación artificial.

Ava escapa del búnker y se encuentra en un cruce de calles donde lo aleatorio del comportamiento humano le abre posibilidades infinitas.