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España España · Twin Peaks
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Críticas 31
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
5 de octubre de 2018
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La era digital ha irrumpido de manera precipitada en nuestras vidas, esto es algo que no podemos ignorar, y el director se encarga de ello encerrándonos en múltiples pantallas.
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Inicio: Pantalla principal, todo en armonía, fondo predeterminado de Windows. O lo que es lo mismo, infancia, inocencia, nuestra vida está previamente diseñada.

En un primer momento aparece el control parental, todo está registrado y supervisado por nuestros padres (fotos, vídeos, compañeros de clase). Pero esto cambia rápidamente, la era digital nos hace vivir más rápido, todo está a golpe de click, y el ritmo pasa a ser frenético, topándonos pronto con el período adolescente de Margot. Lo que antes eran vídeos familiares, ahora pasan a ser personales, y ahora las puertas están cerradas con llave (contraseñas).

Nudo: Pantalla principal personalizada, contraseñas, escritorio repleto de archivos; en paralelo con el caos del protagonista. Adolescencia, principio de autonomía, personalidad, secretos.

Nos encontramos ante un thriller original, sorprendente, bien hilado. Alcanza un ritmo frenético y claustrofóbico, no podemos ver más allá de las pantallas y a la vez podemos verlo todo porque nada nos pertenece en la red, todo es accesible.

Desenlace: Escritorio que vuelve a la armonía, pero ahora alejado de cualquier ajuste predeterminado, ¿Margot vuelve a tener el control sobre su vida?
23 de marzo de 2019 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que parecía una película sobre la moral del ser humano se convierte en un juicio por parte del espectador en el que Emma Thompson se ve acorralada.
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Una mujer comprometida con su trabajo recibe un ultimátum por parte de su marido, quien reclama continuamente su atención. Este, muy caballero, le comunica que piensa tener relaciones sexuales con la profesora de estadística si no cambia de actitud. Qué considerado.
Pasa el tiempo, la jueza sigue inmersa en sus casos. Esperábamos que fuese así porque a estas alturas el marido caballeroso nos importa lo mismo que al director su guion.
Un chico de 17 años (casi 18) y testigo de Jehová se niega a que se le practique una transfusión de sangre para paliar su leucemia. A todo esto la jueza decide visitrarlo para entender su postura. Finalmente da el consentimiento al hospital para que lleven a cabo el tratamiento.
Pasa el tiempo, el chico recupera o más bien empieza su vida, pero no le va muy bien. La persigue, él dice que se siente muy agradecido. Los espectadores empezamos a sentir miedito.
Llega un punto en que su persecución comienza a ser verdaderamente inquietante, y es cuando finalmente le comunica que desea vivir con ella (y con el marido considerado que por cierto ha vuelto a casa, no se le daban bien los números). Ella se niega, no esperábamos lo contrario.
Y es aquí donde comienza la paranoia, pues Adam recae y se niega a recibir tratamiento, pero ya es mayor de edad, debe asumir la responsabilidad. Decide morir, pero antes se encarga de hacerle llegar su obra a la jueza (resulta que teníamos un Shakespeare en potencia y al final si nos queda en Romeo).
Conclusión: al director le escuece mantener como protagonista a una jueza con una actitud firme y segura de sí misma, es por ello que continúamente la pone a prueba con un marido infiel pero que la quiere (qué dura es ella, eh), una pandilla de peces gordos a los que les gusta hacer chistes sobre su profesión (humor inglés) y hablar de negocios duros a los que ella debe responder con una sonrisa; y un chico al que ni siquiera conoce y por el que debe sentirse responsable por obligarle a vivir (qué poco considerada, no como el marido).
2 de julio de 2021
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tània Balló teje dos historias que van más allá de los apellidos “Wanninkhof” y “Carabantes”. Nos presenta a Rocío y a Sara, también a Dolores Vázquez, dos jóvenes y una mujer cuyo futuro se vio salpicado por un mismo verdugo y el foco mediático.

A diferencia de ‘El caso Alcàsser’ y sus cinco episodios, este documental retrata a la perfección, en apenas hora y media, cómo en la España de finales de los 90 el asesinato de unas jóvenes se convertía en carne de cañón. Un auténtico espectáculo televisado donde los detalles más morbosos se exhibían sin ningún tipo de pudor y servían como hueso para entretener al gran público.
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La mirada de Tània Balló sobrevuela durante los 88 minutos de metraje, no necesita diseccionar sus cuerpos ni recurrir a un espectáculo audiovisual para crear impacto. Además, nos acerca a Rocío y a Sara abriendo las puertas de unas habitaciones que hoy se sienten más vacías, pero que parecen no haber sufrido el paso del tiempo. También nos muestra la unión de un pueblo en su búsqueda.

Consigue armar un puzle perfecto dando voz a las verdaderas protagonistas, entre las que se encuentra Dolores Vázquez, vapuleada por los medios y la sociedad del momento. “El caso Wanninkhof” se re(construyó) en base a indicios y a la reproducción de creencias sociales asentadas en la lesbofobia. Dolores no cumplía con el mandato de género de la época y fue castigada por ello: los medios se hicieron eco y la sociedad arrojó la piedra.

La directora imprime verdad con este relato, no da lugar a especulaciones y hace que no perdamos el foco del verdadero culpable: “Tony Alexander King” o “Tony Bromwich”. Las dos caras de una misma moneda que dejó cadáveres a su paso, algunos con cicatrices hoy. No señala con el dedo al sistema judicial, pero sí cuestiona a todo un sistema que presenta grietas y que se derrumba con nosotras a su paso.
25 de mayo de 2021 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El inocente no es Twin Peaks ni es Dark. No es compleja, pero deja una pila de cadáveres por capítulo que van haciendo bola en el espectador. Un puzzle que, a pesar de contar con numerosas piezas, se resuelve con aparente facilidad y el resultado es atractivo porque entretiene al otro lado.

Oriol Paulo ya nos tiene acostumbrados/as a guiones enrevesados con sorpresa final y a un elenco estelar, aunque la sensación a medida que avanzan los capítulos es de que algo no va bien.
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¿Qué falla en El inocente?

1. Su duración: ocho horas de contenido parecen suficientes cuando la historia a desarrollar presenta tantos personajes y frentes abiertos, pero, si empleas la mayor parte del tiempo en una trama concreta, y descuidas el resto de los elementos que interactúan con el eje central, haces que los espectadores pierdan el foco. Y ojo, esto no hace a la serie mejor, se vuelve más confusa y sinsentido por momentos.

2. El inocente: pasamos de una historia con un protagonista a varias historias desdibujadas. Personajes que vienen y van para estimular la narrativa, aunque cuando logramos profundizar en la vida de uno de ellos, se nos presenta el siguiente y perdemos la conexión con el anterior. Una vez más perdemos el foco y de paso el interés por la trama que suponía central.

3. Demasiadas explicaciones: si estamos ante un guion tan espléndido y medido como afirman algunas críticas, ¿por qué se nos dan tantas explicaciones? Informes policiales, pruebas, vida de los personajes inspeccionadas hasta el más mínimo detalle. Con tanta exposición y falta de sutileza se autoboicotea, algunas escenas rozan la absurdez y resultan poco creíbles, en su mayoría los relacionados con el cuerpo policial y su torpeza en cada procedimiento.

4. La noche es oscura y alberga horrores: en la mayoría de los capítulos asistimos a un antro oscuro repleto de luces de neón (recurso que ya empieza a quedar obsoleto) que nos hace partícipes de los horrores que allí mismo acontecen. Mujeres abocadas a la prostitución que deben jugar las mismas cartas que sus verdugos para recuperar su agencia. Un mundo oscuro que ya se nos ha presentado en una gran variedad de series de ficción y que no resulta transgresor por no recurrir a nuevas fórmulas.

Los hombres nos enseñan cosas: cadáveres de mujeres mutilados y cuerpos desnudos.

Trabajo “políticamente correcto” que se queda a medio gas y termina por decaer en su recta final.
3 de octubre de 2022 Sé el primero en valorar esta crítica
La ópera prima de Maggie Gyllenhaal nos adentra en las maternidades y lo hace en un entorno “asfixiante” como es la isla ficticia de Kyopeli. Un lugar en el que aparentemente no existe escapatoria y evadir la realidad se presenta difícil. Es allí donde Leda reflejada en Nina, la joven madre, comienza a vivir el duelo después de tomar la decisión años atrás de abandonar a sus hijas.
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La culpa, la vergüenza y la necesidad de recuperar algo que le fue arrebatado se cierne sobre ella aferrándose a la muñeca de la pequeña Elena. Un objeto que, estando presente en su día a día, le hace tener el control de su propia vida, una vida que al convertirse en madre ya no le pertenece sintiéndose completamente sola y aislada, sin tener la oportunidad de desarrollar su carrera profesional. Leda se comunica con su yo del pasado a través de Nina, luchando intensamente con su sentimiento de madre desnaturalizada que se clava en ella una y otra vez como un puñal.
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