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Críticas 88
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
17 de julio de 2021
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Destaco de "Tierra de todos" el notable planteamiento y rodaje del choque entre las dos patrullas en el bosque. Me ha llamado la atención esta secuencia del principio de la película por su conseguido realismo y el buen hacer del director y los actores. Me resultan mucho más verosímiles estas escenas de combate que las aparecidas en infinidad de películas bélicas, en las que el sesgo ideológico o la torpeza del realizador atribuye a uno de los bandos características de heroicidad y una superior habilidad para salir triunfante. Aquí no. En este filme se respira autenticidad en ese tiroteo que va eliminando a la casi totalidad de los integrantes de la patrulla.

Menor interés cinematográfico -dejando aparte la lectura de esa forzada convivencia en la casa aislada-, me ha producido el desarrollo del resto de la película hasta que se entra en el último tercio de la cinta (cuando hay que salir en ayuda para la mujer parturienta). Pues hasta ese punto en que Manuel Gallardo se presta a ir en busca de un médico, la acción se ralentiza demasiado y hasta aparece un personaje -el que vive oculto en aquella especie buhardilla- insuficientemente explicado respecto a la relación que guarda con las mujeres de la vivienda.

Lo que tengo que exponer ahora, lo hago en la zona de destripe.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Vayamos a esa dramática parte final en la que se decide trasladar a la parturienta desde la casa al pueblo para evitar la muerte de ella y del niño que viene. Tal como se ve, las condiciones de ese traslado son extremas, no solamente por el río que deben vadear sino, sobre todo, por el intenso bombardeo que se produce en la zona.

Después de tantos pesares moviendo esa camilla improvisada, con uno de los porteadores abriéndosele cada vez más la herida en la pierna que sufre desde el combate inicial, con un médico demasiado viejo para ayudar en ese transporte, se llega al trágico momento de introducirse en el cráter dejado por uno de los bombazos. Ya no se oyen los lamentos de la mujer ni del médico ni del malherido Fernando Cebrián. Tampoco de Manuel Gallardo porque se supone que ha muerto por una de las últimas explosiones. Todos parecen haber fallecido y sólo sale de aquel agujero el llanto del niño que ha logrado nacer, pero que en esas circunstancias se deduce que tampoco podrá sobrevivir.

Pero no sé si de forma intencionada por el director, en esos dos o tres minutos finales, la imagen pierde calidad en su definición -tal vez sea porque el material fílmico no fuese bueno- y en un plano más general da la impresión de que se divisan varias figuras de soldados avanzando entre la niebla y el humo dejado por los obuses. Esto supondría la salvación del niño. ¿Me equivoco o lo he imaginado? ¿Algún otro comentarista tiene la misma percepción? Si alguien lo sabe, me encantaría conocer su explicación sobre el final de esta película.
14 de mayo de 2019
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La considero interesante porque describe con realismo y buen pulso cinematográfico lo que ocurre después de que el hachís ha desembarcado en las costas del sur de España. Tras pasar el producto en cuestión de las lanchas a manos de los guardadores (los grupos organizados, generalmente españoles, que la custodian en almacenes clandestinos), llegan los verdaderos compradores que se hacen cargo del material para su traslado al resto de Europa. Ahí, en ese punto es donde empieza la película.
Tenemos un convoy de cuatro vehículos ocupados por moros, menos uno en el que viaja Benoit Magimel interpretando el personaje de Alex, el único francés blanco de esta historia. La dirección, los actores y el guión son más que correctos, a pesar del inconveniente de que tres cuartas partes de la película transcurre en un ambiente claustrofóbico o por lo menos muy limitado, tal como es el habitáculo de los coches,
Sin embargo hay lagunas que el guionista no supo resolver. Por ejemplo, qué pintaba un blanco como Benoit Magimel en ese grupo -tan racial- de delincuentes. Porque el perfil de cada moro sí está bien expuesto a lo largo del desarrollo de la historia, menos el de Benoit. Da la impresión de estar metido con calzador.
Otra conclusión a la que llego es que el cine francés demuestra una vez más que sabe hacer bien estos filmes de hampa, violencia e intriga. Procuro no perderme ninguno.
Por último, he de destacar lo ridículo que resulta el cambio del título original, "El convoy", añadiéndole en España lo de "asalto", porque en realidad el protagonista es el convoy y lo que le va sucediendo a lo largo del metraje.
16 de abril de 2013 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para que una película me convenza, he de creerme lo que en ella se cuenta. En "El viento que agita la cebada" encuentro escenas claves en las que lo verosímil está de vacaciones. No revelo ningún detalle susceptible de ser considerado "spoiler" si me refiero, por ejemplo, a lo que se narra al principio de la cinta. Que unos jóvenes campesinos jugando a la pelota sean tratados tan brutalmente, sin explicación ni justificación algunas, por un pelotón de soldados británicos chirría demasiado en cualquier entendedera. Además con el resultado trágico de esa intervención militar. Es un detalle que te adelanta lo que puede deparar el resto de la película. Y es también un detalle que me recuerda muchísmo a esos filmes de nazis malos y requetemalos que desacreditan la credibilidad de las historias que nos cuentan hasta convertirlas en meras parodias llenas de excesos ideológicos -sin ir más lejos, la de "Malditos bastardos"-, que mueven al espectador a un juicio negativo.
Pues esos excesos, sin ser constantes, están presentes en la película. La irracional actuación del grupo de soldados ingleses en la estación de ferrocarril es uno de ellos, porque además el director no se molesta ni un segundo en explicar por qué se comportan de esa forma, por qué llegan hasta allí y se marchan como lo hacen. O la entrada del grupo de oficiales en la taberna, atropellando y de manera chulesca...e inverosímil.
Respecto a la segunda mitad de "El viento...", en la que se refleja el conflicto interno en el IRA ante la propuesta de pacificación, creo que Loach no estuvo muy fino. Personalmente, pienso que en "Michael Collins" estuvo mejor expuesto y dando más elementos de juicio al espectador.
Como digo, la clave para que, aun siendo para mí un periodo histórico que me mueve a su estudio, no me merezca una calificación mayor que la de interesante (un 6) tal como queda reflejado en la película, se debe a esas escenas en las que está ausente la credibidlidad. En el "spolier" siguiente explico el desbarre total en este sentido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Últimos diez o quince minutos. El protagonista ha sido apresado por su hermano, militando éste en la facción posibilista u oficial del IRA. Se le condena a muerte sin que recuerde bien si hubo o no algún juicio o algo similar. Pero esto no es lo más gordo. Lo que resulta intragable es que Teddy, el hermano de la facción oficial, aunque no guarda rencor o sentimiento fratricida hacia Demian, ¡¡se empeña en mandar, él mismo, el piquete de de fusilamiento!! Esta escena, por el absurdo empeño del director de lograr un paroxismo de tragedia, mueve al cachondeo en el espectador crítico. Que no, que no me locreo.
24 de mayo de 2019
7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
A través del programa "Historia de nuestro cine", en La 2 de TVE, tengo la oportunidad de ver esta película. Un auténtico bodrio del año 1965. "Los pianos mecánicos" es un compendio de disparates cinematográficos con un guión de auténtica risa y que ha sido elaborado con una especie de corta y pega de diálogos literales de la novela que escribió Henry François Rey. Es decir, una traslación de fragmentos de dicha novela que nada tiene que ver con el de una narración de cine. Por eso todo resulta tan caótico, incomprensible y ridículo.

El director, Bardem, da la impresión de que se desinteresó por completo de dirigir y poner orden en lo que sucede en su película. Todo está mal, incluso el vestuario, porque en pleno agosto y en la Costa Brava los personajes aparecen excesivamente abrigados.

Como digo, es un desastre total, con topicazos por doquier y actores pésimamanente perfilados: el escritor de éxito borrachín (James Mason) y con facilidad para ligar con jovencitas turistas; la devora-hombres Melina Mercuri; el homosexual tristón que de pronto deja de serlo y se lía con la susodicha Melina; el pintor extravagante y por supuesto bohemio, y formando parte de la coreografía, los españoles, que la mayoría de las veces aparecen como una especie de chusma.

Como el guión es tan pésimo y la dirección inexistente, hay escenas en las que el personaje de Melina Mercuri resulta tan patético (véase lo que sucede en la habitación del hotel de Barcelona cuando se pintarrajea y se viste con las flores), que inevitablemente provoca la carcajada del espectador.

Para mayor inri, esta película fue enviada al festival de Cannes representando a España. Puaff.
4 de diciembre de 2021
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras ver la película, me pongo a leer un buen número de las críticas aquí publicadas. Asombrado aún estoy. La gente derrama dieces y nueves como si en el reparto aparecieran sus más queridos parientes. El ritmo que impera en el desarrollo de la historia es patológicamente lento y propicio al bostezo; y en cuanto al guión, repleto de sinuosidades y nombres a los que no se les pone cara hasta bien entrada la película, con lo cual es inevitable el despiste y la confusión acerca de quién es quién.

En cuanto a las inverosimilitudes, el guión hace una generosa exhibición de ellas. Las palizas son brutales, de las que dejarían marcadas cualquier cara y costillas durante meses, pero ¡oh, sorpresa!, quien las recibe aparece en la siguiente escena sin la menor señal de ese trance violento. Un montón de fuertes hostias a lo largo de un interminable (para el que las recibe) pasillo para culminar cayendo estrepitosamente por una empinada escalera y, como si nada, el protagonista sale de allí por su propio pie. Absurdo. Tanto como que Leo (Fitnney) salga ileso del fuego de dos metralletas Thompson cuando se refugia bajo la cama.

Son licencias que, necesariamente, al espectador crítico y realista le suenan como astracanadas y burlas al imperio de la razón. Lo mismo pasa con esos personajes histriónicos y caricaturescos, increíbles en sus papeles de mandamases de organizaciones criminales, cuando en la realidad no servirían ni como chicos de los recados.

Y en cuanto al ingenio de los Coen en la subjetiva brillantez de sus chanzas, habría muchísimo que discutir.
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