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Críticas ordenadas por utilidad
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4,5
342
7
1 de enero de 2013
1 de enero de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Palabras y nada, el vacío significativo; y la repetición casi obsesiva. Ese es el estilo de la genial Margheritte Duras. Doillon en este filme (con todas las características de ser ninguneado) intenta llevar ese estilo a las imágenes; imágenes, hecho y silencio en los dos sentidos, literal y significativo. Todo puede o no ser, por lo menos en la mujer (de la que con mucha atención se obtienen más señas), el hombre es más brutalmente simple e ingenuamente pulsional. "El resto es silenció" y el buen espectador tiene que trabajar, no para lograr una verdad que no importa en la narración sino
para obtener "su" "imagen". Un trabajo intelectual que muchos desdeñan en nombre de "lentitud", "a quien le importa", "prefiero otro cine". Pero no a la lentitud, es el tempo obligado por la directora; no a la falta de importancia, sino a seres humanos con los que nos cruzamos más seguido de lo que creemos; no a ver otra cosa, porque no se va al cine sin información. En definitiva, en film no simple, con fallos primerizos, pero muy interesante para el que lo comparte. Y para los que amamos a la bella Scott Thomas.
para obtener "su" "imagen". Un trabajo intelectual que muchos desdeñan en nombre de "lentitud", "a quien le importa", "prefiero otro cine". Pero no a la lentitud, es el tempo obligado por la directora; no a la falta de importancia, sino a seres humanos con los que nos cruzamos más seguido de lo que creemos; no a ver otra cosa, porque no se va al cine sin información. En definitiva, en film no simple, con fallos primerizos, pero muy interesante para el que lo comparte. Y para los que amamos a la bella Scott Thomas.

5,4
77
6
9 de diciembre de 2014
9 de diciembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película brasileña parte de una base argumental bastante repetida, y no exenta siempre de algo de interés: las ilusiones, los proyectos, los sentimientos afectados por el paso del tiempo. Un presente, pasado, con jóvenes venteañeros, y un futuro, presente, con los mismos jóvenes pero en la treintena, contejando el qué y cómo fue su vida, la percepción de su vida -en sentido estricto-, en el lapso de esos 10 años, aproximadamente.
Retrato coral, donde un grupo de correctos actores se dan la réplica, ninguno destaca sobre los demás: la corrección señalada lo cubre todo. Y la sensación que deja en el espectador es amarga; lo que no deja también de ser un lugar común narrativo. El incumplimiento o, peor, el cumplimiento de lo esperado. La añoranza de lo que fue, pudo haber sido o, en realidad, no fue.
Se ve bien, sobre todo si se la maneja en el contexto de un cine del que conocemos muy poco. Recomendable para espectadores curiosos y no prejuicioso.
Retrato coral, donde un grupo de correctos actores se dan la réplica, ninguno destaca sobre los demás: la corrección señalada lo cubre todo. Y la sensación que deja en el espectador es amarga; lo que no deja también de ser un lugar común narrativo. El incumplimiento o, peor, el cumplimiento de lo esperado. La añoranza de lo que fue, pudo haber sido o, en realidad, no fue.
Se ve bien, sobre todo si se la maneja en el contexto de un cine del que conocemos muy poco. Recomendable para espectadores curiosos y no prejuicioso.

7,3
899
7
3 de febrero de 2013
3 de febrero de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Filmada en 1928, un año antes de su último film mudo, "El viaje a la luna", y a cuatro de su huída del nazismo hacia París, "Los espías", a pesar de ser una obra "menor", sobre todo cuando la inmediatamente anterior había sido la fundamental "Metrópolis" y , en 1924, la épica y wagneriana "Los Nibelungos" (que lamentablemente, en su canto a la superioridad "racial" y "grandeur", pertenece, incluso inconscientemente, a la estética nazi) es interesantísima. Por supuesto no hay que quedarse en el libreto; Thea von Harbou (que carga con la culpa de la ambigua ideología del Lang alemán), "encarnación propia del alma germana", fue una mujer muy confusa políticamente (si tuvo alguna), vinculada a un talento extravagante de autora, y no muy buena, de folletines (se nota en el "Amanecer" de Murnau, con el que también colaboró), elabora una historia intrincadamente simple, valga el juego de significados, que no deja de aportar algo positivo: con el talento visual de su marido siempre evolucionando, se origina una obra que, restaurada de una forma que nadie vio en los cines, es de una modernidad tal en la puesta en escena (salvo por unos pocos actores aún apegados a tics del cine mudo y algún hueco narrativo) que, con ese libreto, anuncia, como bien dijo un compañero de Filmaffinity, a Hitchckoc y las intrigas detectivescas inglesas. Lang utiliza toda la nueva técnica lograda, por él u otros y, aunque no innova (aunque hasta cierto punto: en esta época la estética cinematográfica no se detiene), logra además una película visualmente espléndida y sofisticada (¡como me recordaba a la futura relación von Sterbenrg y la Dietrich, la entelequia sublime de LA mujer, en el manejo con las manos del espléndido vestuario y las poses de ficción pura de dos de las mujeres principales del film y del cuidado y visible uso de los extras!). El camino ya emprendido no hará más que ganar en calidad, no sólo hacia el sonoro, ya presente, sino hacia "M, el vampiro de Dusseldorf", de 1931, y sus otras obras maestras. Thea, amargada en Alemania, le seguiría como una sombra hasta el final: "El tigre de Echnapur" y "La tumba india" se basan en una novela suya.
7 de febrero de 2013
7 de febrero de 2013
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lou Andreas, nombre o sobrenombre significativo, una ex modelo perturbada, explica o, mejor divaga, oscilando entre la verdad y la mentira (imaginaciones delirantes), retazos, un "puzzle", de su apogeo y decadencia profesional y personal a un amigo. Vive sola y, en su aspecto desastrado, oculta lo que en los "flasbacks" se evidencia (no es para menos con el -dicen- extremo ego y divismo de la actriz): la magnífica ( y verdadera) belleza y espléndido porte de una joven Dunaway (asimismo ex-modelo); y al mismo tiempo su "caída" en la oscura confusión de la locura. Shatzberg, afamado fotógrafo de moda (en Vogue o Esquire) o de portadas de LP (la famosísima de "Blonde of Blonde" de Bob Dyland, por ejemplo), debuta como director en esta más que interesante película, infravalorada en su momento. Por supuesto, paga la "novatada" con ciertos errores técnicos, pero los compensa (o disimula) con su estructura fragmentaria, parcial (y subjetiva), fundamentada en el discurso, a veces inconexo de Lou. En este sentido le sirve mucho su experiencia (a Dunaway también), su conocimiento de los entresijos sinuosos del mundo de la moda. Me impactó mucho la primera vez que la vi, un poco menos la segunda y tercera, que hice forzosamente vía internet, cuando capté los errores; pero nunca dejó de fascinarme el diseño, el "glamour" del vestuario y de la fantástica fotografía ni de atraparme la historia del derrumbe de la desgraciada y vulnerable "chica" del título, metida en un ambiente de falsedad y competencia brutal, como es el de la moda (y que el documental sobre Anne Winthour y Vogue edulcora bastante). Hay una escena magnífica que ejemplifica perfectamente mi afirmación. Se trata de la preparación de una portada para, creo, precisamente Vogue (o un sucedáneo ficticio); Lou está maquillada y vestida excelentemente (bellísima). Debe sostener y lo hace con temor, como en una sesión de cetrería, a un halcón encadenado y encapuchado, bajo la dirección y las órdenes -gritos histéricos, mejor- de la bruja, encarnada como siempre magistralmente por la añorada Viveca Lindford (verdadera "alma matter" del "Actors studio" de entonces). Cuando, después de una sesión agotadora de la que sale la foto elegida por su perfección, después de una una elipsis, al ver la portada, descubrimos el cinismo por el que, recorte mediante, la imagen ha quedado reducida a un brazo anónimo, enguantado de negro hasta el codo, sosteniendo con una cadenilla al ave. Nada de la sofisticación ni de la esforzada individualidad de la modelo; sólo crueldad y ficción. Una anulación que prefigura la fragmentación de la identidad y su brote psicótico. Un film muy recomendable por su valores (aunque incluyan torpezas) y por su retrato de esta joven destrozada que elabora con cuidado un Schatzberg que, tres años después, lograría la Palma en Cannes a la mejor película; aunque la mejora de su talento ya quedaría demostrada en 1972 con "Panic in neddle park", hago a "Puzzle...", por el esfuerzo y el feroz retrato un mundo banal, merecedora de mi calificación.

6,3
5.259
7
31 de diciembre de 2014
31 de diciembre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Mr. Turner" de Mike Leigh es en muchos sentidos una trampa caza-esnob. Nadie se atreverá a hablar mal por la obvia y no tan obvia calidad del film; y los cinéfilos, que respetan -con razón a Leigh-, tampoco. No obstante si bien mi puntuación indica que mi actitud es positiva. Hay algo, el director lo reconoce ex-profeso, que me altera y es la sucesión de "cuadros vivientes" sui generis, tanto los ambientes-punto-de-partida para un lienzo del autor como los del entorno de Turner: siempre la cámara con unas lentes antiguas adaptadas acarician el fondo con una lentitud, con un detenerse en un detalle que parece pintado y es natural. El mejor ejemplo es el paso de un cuadro a un trozo de colina "enmarcado" por el enfoque y que el espectador, en un primer acercamiento, supone que ES 'un Turner". Todo esto lo digo como una crítica al excesivo esteticismo que trasuntan las imágenes. Amo, cuidado, este tipo de belleza (pienso en el mejor Ivory, en Lean, en el Lossey de "El mensajero"), pero Leigh, al asumir voluntariamente un Tempo Lento, alarga demasiado el metraje, al que fácilmente le sobre media hora. Además la idea conceptual de Leigh de introducir al espectador no en la Historia, sino en las circunstancias del pintor desde la primera treintena hasta su muerte, en 1851, y su transmutación en materia de arte, se olvida del por qué, de la motivación del artista. Romántico, padre verdadero de la acuarela paisajística inglesa, verdadero (y único en su país) precursor de las Vanguardias del XX (en este aspecto, destaca el Turner final, enfermo y más audaz que nunca), nunca expresa nada de su estilo. No tiene por qué, ni Leigh tampoco. Pero uno se queda con las ganas recorriendo ese museo, en el mejor y peor sentido de la palabra... El fabulos Spall, su impecable e implacable interpretació, el título, todo, no lleva a una visión "por encima" de un gran pintor. Mr. turner, ni más ni menos.
Por lo demás, siendo mi juicio estético (sin "finalidad", como diría Kant), el fim es excelente. Mi pensamiento es en realidad una auto-reflexión sobre el arte, a partir de la película, de Turner.
Por lo demás, siendo mi juicio estético (sin "finalidad", como diría Kant), el fim es excelente. Mi pensamiento es en realidad una auto-reflexión sobre el arte, a partir de la película, de Turner.
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