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Críticas ordenadas por utilidad
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7,4
13.239
7
11 de diciembre de 2018
11 de diciembre de 2018
43 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay un tema que obsesione a Koreeda, ese es sin duda la familia. Absolutamente todas sus películas giran en torno a ello: la desaparición de los padres en Nadie sabe, el intercambio de hijos en Tal padre, tal hijo, su incursión en el thriller contando los trapos sucios en El tercer asesinato,... Sin embargo, es Un asunto de familia donde mejor ha sabido condensar todas las dudas y todos los dilemas acerca de las relaciones humanas al mismo tiempo que lanza una crítica, feroz y valiente, al Estado.
La película comienza con un toque costumbrista. Una familia de personajes marginados que se dedica a sisar en tiendas y en coches para compartir el botín en casa. No en vano, las escenas en la sala principal del hogar recuerdan al cine de Ozu por el encuadre del plano: cerca del suelo, a la altura de las mesas bajas en torno a las que se reúnen las familias en Japón. Pero pronto la aparición de una niña abandonada que la familia adopta cambia el tono de la historia.
La convivencia de la familia con la niña sirve como excusa para hacernos comprender la situación marginal en la que se encuentran y las razones por las que se ven obligados a delinquir: discapacidad, precariedad laboral, abandono, analfabetismo... Koreeda asienta las bases de su crítica de manera casi imperceptible, mientras los espectadores nos fijamos más en la adaptación de la niña a tal peculiar familia.
La película comienza con un toque costumbrista. Una familia de personajes marginados que se dedica a sisar en tiendas y en coches para compartir el botín en casa. No en vano, las escenas en la sala principal del hogar recuerdan al cine de Ozu por el encuadre del plano: cerca del suelo, a la altura de las mesas bajas en torno a las que se reúnen las familias en Japón. Pero pronto la aparición de una niña abandonada que la familia adopta cambia el tono de la historia.
La convivencia de la familia con la niña sirve como excusa para hacernos comprender la situación marginal en la que se encuentran y las razones por las que se ven obligados a delinquir: discapacidad, precariedad laboral, abandono, analfabetismo... Koreeda asienta las bases de su crítica de manera casi imperceptible, mientras los espectadores nos fijamos más en la adaptación de la niña a tal peculiar familia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Dos son las escenas que podrían resumir la aceptación del nuevo miembro. La primera, la hoguera en el jardín bajo la lluvia. Un lento movimiento circular de cámara cuyo centro es la niña en los brazos de la nueva madre. Mientras el fuego y el agua se mezclan con la textura de la imagen seremos testigos de la primera declaración de amor de la niña. La segunda, la escena en la playa con toda la familia feliz y relajada, donde las reacciones de los niños son espontáneas al jugar con las olas. Aquí Koreeda consigue que olvidemos que en algún momento la niña no formaba parte del grupo, tal es la naturalidad con la que la familia se comporta. Por si fuera poco, este apogeo de la felicidad llega justo antes de clausurar el segundo acto, antes de que una tormenta estalle con una fuerza insospechada. Unas naranjas que ruedan carretera abajo nos darán la clave.
El tercio final rompe con todo lo anterior y en él la crítica cobra gran fuerza. Tras ser testigos de la composición de una familia a lo largo de toda la cinta, vemos con impotencia la disección de la misma cuando la ley interviene. Koreeda pone en evidencia la falta de preocupación del Estado por el bienestar de las personas, pero además abre varios debates interesantes. El primero ¿Qué es peor? ¿El robo o dejar a los marginados sin otra escapatoria que robar? y el segundo, que ya trató en Tal padre, tal hijo ¿Qué forma exactamente una familia? ¿La sangre o el amor? Gran osadía la del cineasta teniendo en cuenta la importancia de la figura familiar en Japón.
Un asunto de familia muestra a un Koreeda en plena forma que sublima su fórmula. El director maneja la sujestión de forma espectacular, rehuyendo de la cursilería y del melodrama. Es gracias a esa naturalidad que la interrupción final es capaz de remover nuestras entrañas. Además, la ejecución de unas cuantas escenas nos regala grandes momentos de realización que auguran que el cineasta aún no ha tocado techo.
hommecinema.blogspot.com
El tercio final rompe con todo lo anterior y en él la crítica cobra gran fuerza. Tras ser testigos de la composición de una familia a lo largo de toda la cinta, vemos con impotencia la disección de la misma cuando la ley interviene. Koreeda pone en evidencia la falta de preocupación del Estado por el bienestar de las personas, pero además abre varios debates interesantes. El primero ¿Qué es peor? ¿El robo o dejar a los marginados sin otra escapatoria que robar? y el segundo, que ya trató en Tal padre, tal hijo ¿Qué forma exactamente una familia? ¿La sangre o el amor? Gran osadía la del cineasta teniendo en cuenta la importancia de la figura familiar en Japón.
Un asunto de familia muestra a un Koreeda en plena forma que sublima su fórmula. El director maneja la sujestión de forma espectacular, rehuyendo de la cursilería y del melodrama. Es gracias a esa naturalidad que la interrupción final es capaz de remover nuestras entrañas. Además, la ejecución de unas cuantas escenas nos regala grandes momentos de realización que auguran que el cineasta aún no ha tocado techo.
hommecinema.blogspot.com

6,4
4.712
7
4 de mayo de 2016
4 de mayo de 2016
39 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
La directora sutilmente alarga el relato durante varios años, anteriores a la crisis política actual, para intentar despertar a su público. Para ver que el olvido y la pereza debido a la comodidad, tienen sus consecuencias. Para que sepamos que de aquellos polvos vienen estos lodos. L'avenir es una película política camuflada que no juzga nuestras decisiones como individuos de una sociedad, sino que nos invita a la reflexión de las mismas para que podamos actuar en consecuencia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Comienza L'avenir con una huelga de estudiantes en la que Huppert, profesora de filosofía, no participa. Tras el instituto, pasa por la editorial que quiere renovar las portadas de su colección de autor, luego come con sus hijos y su marido en su piso parisino y va a visitar a su madre, que sufre de problemas psicológicos. La protagonista lleva una vida burguesa ocupada en la ciudad y pasa las vacaciones con su marido en una casa en la costa bretona. Una vida monótona y estable cuyo empleo ha nublado los ideales del personaje a lo largo de los años.
He ahí la clave de la película. Durante un buen rato las escenas se suceden sin que realmente pase nada importante. O al menos eso pensamos hasta que comprendemos lo que la directora nos quiere mostrar. Pues la rutina siempre se verá moldeada por el paso del tiempo, por el avenir. Los hijos se independizan, los padres desaparecen, las parejas se rompen, el trabajo peligra. El futuro llega más rápido de lo que creemos e Isabelle se encuentra, por cuestiones ajenas a ella, sola en su piso, con la mitad de libros ausentes de las estanterías del salón y sin saber qué hacer. Pero al mismo tiempo se da cuenta que la falta de compromisos y estabilidades, implica la verdadera libertad.
En la recta final del relato, la protagonista se encuentra en una granja de los Alpes, invitada por una antiguo alumno que ha creado una revista literaria activista de intelectuales pretendidamente bohemios. Aquí se sucede alguna que otra conversación sonrojante, pero en absoluto molesta, pues en este momento confluyen los guiños de toda la película a la filosofía. Isabelle Huppert, mujer, se perfila como figura del conflicto existencialista interno, desde el momento en que escucha silenciosamente los diálogos entre los granjeros y empieza a cuestionar su vida. Pero también representa la lucha del hombre contra la naturaleza, como Rosellini había logrado magistralmente en Stromboli, rompiendo el arqueotipo masculino de la literatura encarnándolo en una Ingrid Bergman embarazada durmiendo en el cráter de un volcán, salvo que aquí es una naturaleza que calma, que mece, la que altera la posición de la profesora.
En el momento en el que el conflicto aparece, la libertad viene definida por nuestra capacidad de tomar decisiones. Huppert tiene la posbilidad de retomar sus ideales de juventud, de militante del Partido Comunista, o de volver a su piso parisino a ser una abuela dedicada enteramente a sus futuros nietos. La directora sutilmente alarga el relato durante varios años, anteriores a la crisis política actual, para intentar despertar a su público. Para ver que el olvido y la pereza debido a la comodidad, tienen sus consecuencias. Para que sepamos que de aquellos polvos vienen estos lodos. L'avenir es una película política camuflada que no juzga nuestras decisiones como individuos de una sociedad, sino que nos invita a la reflexión de las mismas para que podamos actuar en consecuencia.
He ahí la clave de la película. Durante un buen rato las escenas se suceden sin que realmente pase nada importante. O al menos eso pensamos hasta que comprendemos lo que la directora nos quiere mostrar. Pues la rutina siempre se verá moldeada por el paso del tiempo, por el avenir. Los hijos se independizan, los padres desaparecen, las parejas se rompen, el trabajo peligra. El futuro llega más rápido de lo que creemos e Isabelle se encuentra, por cuestiones ajenas a ella, sola en su piso, con la mitad de libros ausentes de las estanterías del salón y sin saber qué hacer. Pero al mismo tiempo se da cuenta que la falta de compromisos y estabilidades, implica la verdadera libertad.
En la recta final del relato, la protagonista se encuentra en una granja de los Alpes, invitada por una antiguo alumno que ha creado una revista literaria activista de intelectuales pretendidamente bohemios. Aquí se sucede alguna que otra conversación sonrojante, pero en absoluto molesta, pues en este momento confluyen los guiños de toda la película a la filosofía. Isabelle Huppert, mujer, se perfila como figura del conflicto existencialista interno, desde el momento en que escucha silenciosamente los diálogos entre los granjeros y empieza a cuestionar su vida. Pero también representa la lucha del hombre contra la naturaleza, como Rosellini había logrado magistralmente en Stromboli, rompiendo el arqueotipo masculino de la literatura encarnándolo en una Ingrid Bergman embarazada durmiendo en el cráter de un volcán, salvo que aquí es una naturaleza que calma, que mece, la que altera la posición de la profesora.
En el momento en el que el conflicto aparece, la libertad viene definida por nuestra capacidad de tomar decisiones. Huppert tiene la posbilidad de retomar sus ideales de juventud, de militante del Partido Comunista, o de volver a su piso parisino a ser una abuela dedicada enteramente a sus futuros nietos. La directora sutilmente alarga el relato durante varios años, anteriores a la crisis política actual, para intentar despertar a su público. Para ver que el olvido y la pereza debido a la comodidad, tienen sus consecuencias. Para que sepamos que de aquellos polvos vienen estos lodos. L'avenir es una película política camuflada que no juzga nuestras decisiones como individuos de una sociedad, sino que nos invita a la reflexión de las mismas para que podamos actuar en consecuencia.
Documental

7,3
2.880
7
23 de agosto de 2017
23 de agosto de 2017
33 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
La buena noticia es que Agnès Varda presenta una nueva película. La mala noticia es que la directora se acerca a los noventa años y pese a su envidiable energía, sabemos que nos acercamos a ver su última película. La directora siempre se caracterizó por una falta de complejos a la hora de posar su cámara, de editar escenas y de contar historias. No en vano se convirtió en méritos propios en la única representación femenina en los inicios de la Nouvelle Vague, siendo además una de las pocas que ha sabido mutar su arte a la par que la juventud se transformaba y que la tecnología se convertía en fenómeno social.
Visages, villages vuelve evidente con su título lo que ya hiciera Varda a lo largo de su filmografía, recopilar pueblos y caras en homenaje a lugares y personas anónimas, siendo su máximo representante el aclamado Los espigadores y la espigadora. En él, Varda recorría Francia retratando gentes que se dedicaban a recoger cualquier tipo de material. Terminaba aquel documental con una explosión emocional al presentarnos a un tipo poco agraciado que recorría los mercados de París comiendo hortalizas de la basura, imagen chocante que olvidábamos minutos después al descubrir que el hombre dedicaba sus horas libres a dar clases nocturnas de francés, gratuitas, a inmigrantes. La directora de lente certera nos muestra la belleza de un perfil incómodo o poco atractivo para el espectador y la novedad de Visages, villages es la participación de las nuevas generaciones en el proceso.
JR es un artista que ha sabido difundir sus obras y sobre todo, aumentar su popularidad, gracias a las redes sociales, en especial gracias a Instagram. La red que muestra las capturas del trabajo del artista se corresponde con un nuevo tipo de público que accede a la expresión artística a través de la tecnología y la instantaneidad. Varda no quiere dejar pasar la oportunidad de conocer estos nuevos canales de comunicación entre el artista y su público y por ello crea este proyecto codirigido, a manera de legado. La directora enseña así a las nuevas generaciones cómo es posible defender unos valores políticos y sociales en el arte en un ambiente en el que el aspecto visual se ha vuelto el principal para el público más joven.
Varda reivindica así, una vez más, la belleza de los perfiles más desapercibidos en una época en la que todos nos paseamos con una cámara consigo: la vecina que se niega a abandonar un bloque de viviendas que representa el antiguo barrio de mineros, los granjeros que ven aberrante cortarle los cuernos a una cabra, las esposas de los obreros del puerto de Le Havre... La directora selecciona el perfil a exponer y el joven artista lo adapta en mural gigante que llega al ojo de los jóvenes usuarios de las redes, mostrando la profundidad de una obra a quien a veces no es capaz de salir de su superficie y sus filtros de imagen.
Visages, villages vuelve evidente con su título lo que ya hiciera Varda a lo largo de su filmografía, recopilar pueblos y caras en homenaje a lugares y personas anónimas, siendo su máximo representante el aclamado Los espigadores y la espigadora. En él, Varda recorría Francia retratando gentes que se dedicaban a recoger cualquier tipo de material. Terminaba aquel documental con una explosión emocional al presentarnos a un tipo poco agraciado que recorría los mercados de París comiendo hortalizas de la basura, imagen chocante que olvidábamos minutos después al descubrir que el hombre dedicaba sus horas libres a dar clases nocturnas de francés, gratuitas, a inmigrantes. La directora de lente certera nos muestra la belleza de un perfil incómodo o poco atractivo para el espectador y la novedad de Visages, villages es la participación de las nuevas generaciones en el proceso.
JR es un artista que ha sabido difundir sus obras y sobre todo, aumentar su popularidad, gracias a las redes sociales, en especial gracias a Instagram. La red que muestra las capturas del trabajo del artista se corresponde con un nuevo tipo de público que accede a la expresión artística a través de la tecnología y la instantaneidad. Varda no quiere dejar pasar la oportunidad de conocer estos nuevos canales de comunicación entre el artista y su público y por ello crea este proyecto codirigido, a manera de legado. La directora enseña así a las nuevas generaciones cómo es posible defender unos valores políticos y sociales en el arte en un ambiente en el que el aspecto visual se ha vuelto el principal para el público más joven.
Varda reivindica así, una vez más, la belleza de los perfiles más desapercibidos en una época en la que todos nos paseamos con una cámara consigo: la vecina que se niega a abandonar un bloque de viviendas que representa el antiguo barrio de mineros, los granjeros que ven aberrante cortarle los cuernos a una cabra, las esposas de los obreros del puerto de Le Havre... La directora selecciona el perfil a exponer y el joven artista lo adapta en mural gigante que llega al ojo de los jóvenes usuarios de las redes, mostrando la profundidad de una obra a quien a veces no es capaz de salir de su superficie y sus filtros de imagen.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Un propósito cuya ironía explota al final cuando la pareja va al encuentro de otro genio de los códigos del cine, el cascarrabias excéntrico por excelencia con quien Varda siempre ha tenido buena relación. El sujeto en cuestión deja plantado al dúo, con una Varda destrozada ante tal actitud. Queda así patente, sin embargo, quién de las dos figuras supervivientes de la Nouvelle Vague emplea su arte para divulgar sus principios en la sociedad y quién para alimentar su ego. Gracias, Agnès.

5,4
5.620
7
13 de noviembre de 2018
13 de noviembre de 2018
53 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Claire Denis nos presentó el año pasado una maravilla tan sencilla como certera encabezada por un personaje que, pese a lo antípatico que resultaba, su desnudez y vulnerabilidad llegaban a emocionar de manera impresionante: Un sol interior. Irónicamente, hemos descubierto recientemente en entrevistas que aquel proyecto no era más que una pausa forzaba a la espera de encontrar la financiación para su epopeya espacial High life. La frescura y la transparencia de la anteriormente mencionada se sitúa en las antípodas del nuevo film de la directora, que pese a todo, no deja de resultar una cinta misteriosa de gran interés.
En el futuro se desarrolla un experimento en el que un grupo de reos condenados a muerte son lanzados al espacio para reinsertarse. O al menos esa es la versión oficial, pues los condenados no son conscientes que nunca jamás volverán a la Tierra. High life forma parte de la filmografía de la Denis más arriesgada, la que mezcla temas sociales con pitch imposibles, basados en hechos reales o no -la travesti mataviejas de No tengo sueño, los vampiros clandestinos de Trouble every day- y que es esa Claire Denis que insinúa más que muestra.
La cineasta no se deja intimidar por la space-opera y hace gala de su montaje característico, mezclando el presente con el futuro y el pasado sin seguir una línea temporal clara. Pero antes de lanzarse a analizar el caos, ha de mencionarse el magistral prólogo del film: un astronauta en el espacio exterior repara el fuselaje de una nave cuando oye llorar a un bebé por la radio. Al entrar en la nave, un rectángulo negro en la puerta, simbolizando la inmensidad del universo sirve para lanzar los cadáveres del resto del casting al vacío espacial. Todo ello antes que el título de la película aparezca.
High life es un film que ha provocado sonadas desbandadas a su paso por los festivales. Es una película que cuenta con escenas de violencia y de sexo, pero no mucho más gráficas o impactantes que cualquier película no recomendada a menores. El gran problema al que el público se ha enfrentado es que se trata de una película de ciencia-ficción sin orden cronológico y sin demasiada acción, anclada al estilo personal de una directora más interesada en poner en evidencia la naturaleza humana más que en crear una trama trepidante.
En el futuro se desarrolla un experimento en el que un grupo de reos condenados a muerte son lanzados al espacio para reinsertarse. O al menos esa es la versión oficial, pues los condenados no son conscientes que nunca jamás volverán a la Tierra. High life forma parte de la filmografía de la Denis más arriesgada, la que mezcla temas sociales con pitch imposibles, basados en hechos reales o no -la travesti mataviejas de No tengo sueño, los vampiros clandestinos de Trouble every day- y que es esa Claire Denis que insinúa más que muestra.
La cineasta no se deja intimidar por la space-opera y hace gala de su montaje característico, mezclando el presente con el futuro y el pasado sin seguir una línea temporal clara. Pero antes de lanzarse a analizar el caos, ha de mencionarse el magistral prólogo del film: un astronauta en el espacio exterior repara el fuselaje de una nave cuando oye llorar a un bebé por la radio. Al entrar en la nave, un rectángulo negro en la puerta, simbolizando la inmensidad del universo sirve para lanzar los cadáveres del resto del casting al vacío espacial. Todo ello antes que el título de la película aparezca.
High life es un film que ha provocado sonadas desbandadas a su paso por los festivales. Es una película que cuenta con escenas de violencia y de sexo, pero no mucho más gráficas o impactantes que cualquier película no recomendada a menores. El gran problema al que el público se ha enfrentado es que se trata de una película de ciencia-ficción sin orden cronológico y sin demasiada acción, anclada al estilo personal de una directora más interesada en poner en evidencia la naturaleza humana más que en crear una trama trepidante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Un grupo de peligrosos criminales son engañados, encerrados y sometidos al aislamiento del espacio y sus terribles radiaciones. El desgaste físico y psicológico únicamente se pueden saciar de dos formas: un huerto, símbolo de paz y tranquilidad, y la fuckbox, descendiente directa del Orgasmatron de Barbarella, una máquina sexual que nos regala la mejor escena de la película, el éxtasis de Binoche acompañado de la música de Tindersticks. Sin embargo, a medida que la nave se aleja de la Tierra la opresión del entorno hace mella en la tripulación: Claire Denis nos demuestra que el poder sabe de sobra que los impulsos violentos no son capaces de ser reprimidos mediante la cuarentena y el confinamiento; los experimentos de la doctora no dan sus frutos, la desesperación provoca que algún tripulante se lance a un agujero negro -dándonos una escena técnicamente impecable- y el paso del tiempo sólo sirve para que el inevitable y previsible desenlace fatal termine por hacer irrupción.
Las referencias a Solaris se suceden a lo largo de toda la película: Si en el clásico soviético era la influencia de un exoplaneta quien conducía a los tripulantes a la locura, en High life es la aflicción de un grupo de personas abandonadas quien desata la tragedia. Pero eso sí, en los confines del universo el nacimiento de una niña a bordo supondrá el último rayo de esperanza visible. A medida que la nave se aleja más y más de la Tierra, las normas morales y legales desaparecen en las relaciones paterno-filiales dejándonos situaciones un tanto ambiguas para el espectador. Es por ello que ambos personajes han de hacer frente a una nueva forma de vida más allá de lo conocido sobre la Tierra, teniendo que decidirse a hacer un gran salto final.
hommecinema.blogspot.fr
Las referencias a Solaris se suceden a lo largo de toda la película: Si en el clásico soviético era la influencia de un exoplaneta quien conducía a los tripulantes a la locura, en High life es la aflicción de un grupo de personas abandonadas quien desata la tragedia. Pero eso sí, en los confines del universo el nacimiento de una niña a bordo supondrá el último rayo de esperanza visible. A medida que la nave se aleja más y más de la Tierra, las normas morales y legales desaparecen en las relaciones paterno-filiales dejándonos situaciones un tanto ambiguas para el espectador. Es por ello que ambos personajes han de hacer frente a una nueva forma de vida más allá de lo conocido sobre la Tierra, teniendo que decidirse a hacer un gran salto final.
hommecinema.blogspot.fr

7,0
1.278
8
1 de octubre de 2018
1 de octubre de 2018
37 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los últimos años hemos visto evolucionar el cine del director de manera espectacular. Aunque las escenas largas siempre han abundado en su filmografía, cada vez los diálogos están más elaborados al punto de parecer improvisados, como si dos amigos tomasen un café sin ser conscientes de las cámaras. También sus películas son cada vez más largas superando las tres horas, el simbolismo de sus planos cada vez mejor ejecutado, las imágenes sorprenden más por su belleza y su contundencia. Sus personajes, simpáticos en un principio, van mostrando poco a poco sus sombras hasta resultarnos antipáticos e insoportables. Sus historias miran cada vez más a la literatura rusa, adaptando escenas de Tolstoi y Dostoievski. En Winter sleep, por ejemplo, el niño que ha de besar la mano al protagonista y el padre de éste que rechaza el dinero de la familia son calcos de los pasajes de la familia de Sneguiriov en Los hermanos Karamazov. Con los años, Ceylan no sólo refina su gusto sino que además pule su estilo.
Wild pear tree es la sublimación de todas estas técnicas, un techo creativo para un director cada vez en mejor forma. Narra la historia de un joven escritor que vuelve al pueblo en el que creció. Sus rencuentros con su familia y sus amigos mientras intenta recuperar la inspiración para terminar la novela que da título a la película. El peral salvaje es aquel árbol que da peras pero que sus frutos son imperfectos, con sabor demasiado amargo. Pese a ello, son frutos con los que se pueden preparar platos deliciosos. Metáfora del padre del protagonista, marginado por sus vecinos por deberle dinero a todo el pueblo y por embarcarse en una odisea quijotesca: cavar un pozo en un terreno sin acuíferos.
Wild pear tree es la sublimación de todas estas técnicas, un techo creativo para un director cada vez en mejor forma. Narra la historia de un joven escritor que vuelve al pueblo en el que creció. Sus rencuentros con su familia y sus amigos mientras intenta recuperar la inspiración para terminar la novela que da título a la película. El peral salvaje es aquel árbol que da peras pero que sus frutos son imperfectos, con sabor demasiado amargo. Pese a ello, son frutos con los que se pueden preparar platos deliciosos. Metáfora del padre del protagonista, marginado por sus vecinos por deberle dinero a todo el pueblo y por embarcarse en una odisea quijotesca: cavar un pozo en un terreno sin acuíferos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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La historia viene a representar la muerte del idealismo del estudiante de ciudad que recibe un tortazo de realidad cuando se enfrenta tanto a sus orígenes como a su futuro. Se nos presenta como un chaval sensible y con inquietudes hasta que poco a poco se va revelando como un joven tan cruel como ingenuo y tan apático como engreído. Las más de tres horas de metraje son necesarias para ver esta evolución de manera verosímil y también para asistir a su redención en el desenlace. Paulatinamente el protagonista va siendo consciente del brillo de la figura paterna, de la autenticidad, de la humildad y del enorme parecido de ambos pese a las deudas, el alcohol y la depresión. Un brillo que el joven sólo es capaz de ver cuando la gente de su infancia se van revelando como mediocres. Su primer amor que se ha convertido en mujer sumisa, su vecino como antidisturbios que aporrea a los manifestantes contra Erdogan, sus compañeros de clase que se han vuelto religiosos reaccionarios, una madre y una hermana indiferentes a su carrera, unos ídolos que se venden al circuito comercial...
Esto último en concreto sale a la luz en una escena central del film. Un diálogo en una librería con un autor ante la mirada atenta de Kafka, Virginia Woolf, García Márquez, Simone de Beauvoir y otros escritores desde unos pósters gigantes. Una crítica hacia el mundo artístico y al autor mismo en el que el joven debutante desilusionado al creerse el próximo genio revolucionario se encuentra ante un sistema en el que lo que importa para mantenerse vigente es ganarse el favor del público mediante las ventas. Podemos ver la identificación del director con su joven personaje y la inspiración del cineasta en la alta literatura en este segmento. La disputa con el escritor termina con una estatua de un puente que cae al río y una turba enfurecida que persigue al protagonista, obligado a refugiarse en el interior de la estatua del caballo de Troya, por la que asoma su cabeza, remarcándose así esa personalidad oculta y dañina que brotará poco a poco. Además, esta escena marca el tono de la película donde se desdibuja la realidad y el sueño, lo figurativo de lo metafórico.
Hay una serie de escenas dignas de enmarcar por su belleza, la mayor parte de ellas relacionada con lo onírico o lo simbólico: un bebé con la cara llena de hormigas, un hombre inconsciente junto a un árbol, un cuerpo que cuelga en el pozo, pero quizás el momento más bonito sea la conversación del joven con su amor de juventud, mientras unas garrafas de agua se llenan en la fuente el silencio reina, ella se quita el velo, el viento acaricia las hojas que se desprenden, los rayos del sol se esconden entre el follaje de los árboles. Una obra tan potente como profunda que asegura el interés por el futuro de la carrera de Ceylan.
hommecinema.blogspot.fr
Esto último en concreto sale a la luz en una escena central del film. Un diálogo en una librería con un autor ante la mirada atenta de Kafka, Virginia Woolf, García Márquez, Simone de Beauvoir y otros escritores desde unos pósters gigantes. Una crítica hacia el mundo artístico y al autor mismo en el que el joven debutante desilusionado al creerse el próximo genio revolucionario se encuentra ante un sistema en el que lo que importa para mantenerse vigente es ganarse el favor del público mediante las ventas. Podemos ver la identificación del director con su joven personaje y la inspiración del cineasta en la alta literatura en este segmento. La disputa con el escritor termina con una estatua de un puente que cae al río y una turba enfurecida que persigue al protagonista, obligado a refugiarse en el interior de la estatua del caballo de Troya, por la que asoma su cabeza, remarcándose así esa personalidad oculta y dañina que brotará poco a poco. Además, esta escena marca el tono de la película donde se desdibuja la realidad y el sueño, lo figurativo de lo metafórico.
Hay una serie de escenas dignas de enmarcar por su belleza, la mayor parte de ellas relacionada con lo onírico o lo simbólico: un bebé con la cara llena de hormigas, un hombre inconsciente junto a un árbol, un cuerpo que cuelga en el pozo, pero quizás el momento más bonito sea la conversación del joven con su amor de juventud, mientras unas garrafas de agua se llenan en la fuente el silencio reina, ella se quita el velo, el viento acaricia las hojas que se desprenden, los rayos del sol se esconden entre el follaje de los árboles. Una obra tan potente como profunda que asegura el interés por el futuro de la carrera de Ceylan.
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