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6
24 de noviembre de 2007
24 de noviembre de 2007
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podría pasar por una película infantil al uso sino fuera porque es un ataque frontal al espíritu competitivo americano y a todas esas chorradas de ganar, ser el número uno y demás.
Al igual que hiciera con Escuela de rock, Linklater utiliza un producto comercial aparentemente inofensivo para encubrir (es un decir) un discurso subversivo de sentido opuesto al que suele haber en estas películas, que casi siempre se centran en describir cómo unos jóvenes "descarriados" llegan a ser los mejores a base de disciplina, esfuerzo y demás. Este tono de crítica es extensible a toda la sociedad estadounidense, como Linklater se preocupa de remarcar sutilmente a lo largo de la película (por ejemplo, con el discurso repelente de "la victoria es lo único que importa" que le suelta el entrenador rival a sus jugadores mientras suena una musiquita aflautada que recuerda a la de las películas sobre la guerra civil americana, o con el hecho de que el plano final de la película sea el de la bandera de los EEUU que ondea sobre el campo de béisbol).
Además, y a pesar de que el guion se toma ciertas libertades necesarias para poder desarrollar la historia (que el equipo de hecho mejore, o que el protagonista muestre cierta evolución para que al final no sea tan repugnante), la película también es de un irreverencia pocas veces vista en este tipo de productos. El protagonista, un cómico Billy Bob Thornton, es prácticamente todo lo que una madre no querría en una película para sus hijos: es maleducado, grosero, irresponsable, mujeriego (varias veces se le ve aparecer con chicas adolescentes, y encima es una pelandrusca diferente en cada escena), inmaduro (aconseja a los niños que mientan a sus padres y que les digan lo que quieren oír), egoísta, pasa olímpicamente de su mujer y de su hija, etc. Por desgracia contiene más de un chiste bobo, pues en definitiva es una película supuestamente infantil, pero puede pasar.
Al igual que hiciera con Escuela de rock, Linklater utiliza un producto comercial aparentemente inofensivo para encubrir (es un decir) un discurso subversivo de sentido opuesto al que suele haber en estas películas, que casi siempre se centran en describir cómo unos jóvenes "descarriados" llegan a ser los mejores a base de disciplina, esfuerzo y demás. Este tono de crítica es extensible a toda la sociedad estadounidense, como Linklater se preocupa de remarcar sutilmente a lo largo de la película (por ejemplo, con el discurso repelente de "la victoria es lo único que importa" que le suelta el entrenador rival a sus jugadores mientras suena una musiquita aflautada que recuerda a la de las películas sobre la guerra civil americana, o con el hecho de que el plano final de la película sea el de la bandera de los EEUU que ondea sobre el campo de béisbol).
Además, y a pesar de que el guion se toma ciertas libertades necesarias para poder desarrollar la historia (que el equipo de hecho mejore, o que el protagonista muestre cierta evolución para que al final no sea tan repugnante), la película también es de un irreverencia pocas veces vista en este tipo de productos. El protagonista, un cómico Billy Bob Thornton, es prácticamente todo lo que una madre no querría en una película para sus hijos: es maleducado, grosero, irresponsable, mujeriego (varias veces se le ve aparecer con chicas adolescentes, y encima es una pelandrusca diferente en cada escena), inmaduro (aconseja a los niños que mientan a sus padres y que les digan lo que quieren oír), egoísta, pasa olímpicamente de su mujer y de su hija, etc. Por desgracia contiene más de un chiste bobo, pues en definitiva es una película supuestamente infantil, pero puede pasar.

5,8
40.084
4
9 de octubre de 2008
9 de octubre de 2008
26 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mirándola con frialdad, Mamma mia es sin duda una de las películas más horteras, ingenuas, y cursis que se han visto en años, e incluso desprende un tufo amateur que se huele a kilómetros de distancia, pero entiendo que he ahí precisamente la gracia. La crítica a esta película que veo fuera de lugar es la que dice cosas del estilo de "no, si a mí me gusta ABBA, pero la película es una horterada". ¿No como el grupo, de tono sobrio y gusto exquisito, acaso?
Si hay algo en esta película capaz de transmitirte alegría y vitalidad (y lo hay) no es el guion, los diálogos o la fotografía, sino ver a una señora de 60 años con 2 oscars a sus espaldas haciendo el ridículo como no lo ha hecho en su puta vida, y sentir que le da exactamente igual. Una sensación reforzada también por la hilarante puesta en escena de la película, en la que se aprecia la misma ausencia de miedo al ridículo (ridículo en el que por cierto cae constantemente). De hecho, como musical me parece que esta Mamma Mía tiene más razón de ser que ejercicios manieristas como Chicago o Dreamgirls, en los que realmente yo, si me paraba a pensar, no entendía por qué los actores se ponían a cantar de repente. Se supone que el acto de cantar representa una exaltación de los sentimientos, ¿no? ...bueno, pues aquí al menos sabes por qué cantan, y tiene sentido que lo hagan.
Y aunque los momentos sensiblero-dramático-románticos luego hundan la película por completo, porque ese tipo de sentimientos yo creo que hay que tratarlos de otra manera, a mí me parece que el grueso de Mamma mia es paroxismo consciente, una exhibición de buenas intenciones tan ufana e ingenua que precisamente por lo pedestre de su forma consigue desarmarte. Y todo ello haciendo justicia al material que adapta, porque precisamente viendo números musicales como el de Dancing Queen (You are the dancing queen, young and sweet, only seventeen [..] You can dance, you can jive, having the time of your life), me parece coherente la cursilería de la escena, con Meryl Streep saltando como una niña pequeña sobre la cama ( ...¡y a cámara lenta!...¡y con la imagen difuminada!...), y con el baile de todos los extras del pueblo, que de repente se ponen a dar brincos con esa coreografía "espantosa". Simplemente, no creo que Mamma mia pretenda en ningún momento ser sofisticada...y tampoco es buena, claro (un 5 es una nota muy generosa), pero lo que intento decir es que sí es posible disfrutarla.
Quizás lo peor (junto a los momentos ¿serios? que cito antes) es la visión del mundo rancia a más no poder, con esos griegos pueblerinos y cómicos (aunque sin ninguna gracia) dignos de película de Pajares y Esteso, pero qué demonios, es el mismo mundo de colorines y purpurina que representa toda la película.
Si hay algo en esta película capaz de transmitirte alegría y vitalidad (y lo hay) no es el guion, los diálogos o la fotografía, sino ver a una señora de 60 años con 2 oscars a sus espaldas haciendo el ridículo como no lo ha hecho en su puta vida, y sentir que le da exactamente igual. Una sensación reforzada también por la hilarante puesta en escena de la película, en la que se aprecia la misma ausencia de miedo al ridículo (ridículo en el que por cierto cae constantemente). De hecho, como musical me parece que esta Mamma Mía tiene más razón de ser que ejercicios manieristas como Chicago o Dreamgirls, en los que realmente yo, si me paraba a pensar, no entendía por qué los actores se ponían a cantar de repente. Se supone que el acto de cantar representa una exaltación de los sentimientos, ¿no? ...bueno, pues aquí al menos sabes por qué cantan, y tiene sentido que lo hagan.
Y aunque los momentos sensiblero-dramático-románticos luego hundan la película por completo, porque ese tipo de sentimientos yo creo que hay que tratarlos de otra manera, a mí me parece que el grueso de Mamma mia es paroxismo consciente, una exhibición de buenas intenciones tan ufana e ingenua que precisamente por lo pedestre de su forma consigue desarmarte. Y todo ello haciendo justicia al material que adapta, porque precisamente viendo números musicales como el de Dancing Queen (You are the dancing queen, young and sweet, only seventeen [..] You can dance, you can jive, having the time of your life), me parece coherente la cursilería de la escena, con Meryl Streep saltando como una niña pequeña sobre la cama ( ...¡y a cámara lenta!...¡y con la imagen difuminada!...), y con el baile de todos los extras del pueblo, que de repente se ponen a dar brincos con esa coreografía "espantosa". Simplemente, no creo que Mamma mia pretenda en ningún momento ser sofisticada...y tampoco es buena, claro (un 5 es una nota muy generosa), pero lo que intento decir es que sí es posible disfrutarla.
Quizás lo peor (junto a los momentos ¿serios? que cito antes) es la visión del mundo rancia a más no poder, con esos griegos pueblerinos y cómicos (aunque sin ninguna gracia) dignos de película de Pajares y Esteso, pero qué demonios, es el mismo mundo de colorines y purpurina que representa toda la película.

8,0
34.042
7
6 de diciembre de 2007
6 de diciembre de 2007
22 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como western quizás no sea gran cosa, pero supongo que si ha llegado al estatus de "película más influyente del cine americano" es por otras cuestiones que poco tienen que ver con lo simpáticos que sean los personajes o lo entretenida que sea la trama. De hecho, el prestigio de Centauros del desierto es relativamente nuevo y nace principalmente gracias al entusiasmo de la nueva generación de los 70, que vio en ella cosas que no se habían advertido en su momento.
Para empezar, el personaje de Ethan Edwards, uno de los mayores amargados de la historia del cine, que busca durante años y años a su sobrina secuestrada pero más por odio y venganza hacia los indios que porque quiera rescatarla. Ethan, aparte de un racista (lo que trae otra de las polémicas acerca de la película, si Ford pretendía criticar precisamente la visión habitual de los indios como "esos salvajes a los que conquistar"), es un perdedor de antología. Después de haberlo dado todo por su país, queda tras la derrota en la guerra civil como un alma errante, sin hogar ni familia propia, y que quizás ya ni siquiera pueda ganarse la vida honradamente ("encajas en muchas descripciones", le dice al verle uno de los rangers). Por ello: VER SPOILER
Evidentemente, la película también es recordada por otras cosas, como por ejemplo el espectacular uso de los exteriores del Monument Valley, inspiración de David Lean para el rodaje de Lawrence de Arabia. O la sempiterna maestría de John Ford, capaz de contar historias enteras con una mirada, un gesto o un plano. Por ejemplo el brillante ataque inicial a la casa, en el que no se ve a ningún indio más que al final, cuando su sombra cubre la figura de la pequeña Debbie, para resaltar el resultado del enfrentamiento. O el amor secreto entre Ethan y Martha, expresado por el modo en que se miran o el modo en que ella acaricia su ropa. O mismamente el celebérrimo plano final, en el que tanto se dice sin pronunciar una sola palabra.
Por supuesto es un western, y hay que pasar por alto cosas tan habituales como las exageradas interpretaciones, los inverosímiles tiroteos, o incluso problemas de producción (decorados, fallos de raccord, etc). Pero aún obviando esto, hay otros errores que me molestan más. Incluso Roger Ebert (que por otro lado no me gusta nada), reconoce que varias de las subtramas desentonan bastante y desmerecen el resultado final. En efecto, es difícil mantener la intensidad de la historia de venganza cuando cada dos por tres se intercala esa boba historia de amor entre Martin y Laurie, o los diversos personajes supuestamente cómicos que no hacen ninguna gracia. John Ford compensa los aspectos más duros del guion con una serie de momentos alegres y simpáticos (alguno está bien, por ejemplo la pelea "de buen rollo" entre Martin y Charlie), que a la postre crean una especie de equilibrio dramático presente en muchas de sus películas, pero para mí insisto en que en esta ocasión es un error.
Para empezar, el personaje de Ethan Edwards, uno de los mayores amargados de la historia del cine, que busca durante años y años a su sobrina secuestrada pero más por odio y venganza hacia los indios que porque quiera rescatarla. Ethan, aparte de un racista (lo que trae otra de las polémicas acerca de la película, si Ford pretendía criticar precisamente la visión habitual de los indios como "esos salvajes a los que conquistar"), es un perdedor de antología. Después de haberlo dado todo por su país, queda tras la derrota en la guerra civil como un alma errante, sin hogar ni familia propia, y que quizás ya ni siquiera pueda ganarse la vida honradamente ("encajas en muchas descripciones", le dice al verle uno de los rangers). Por ello: VER SPOILER
Evidentemente, la película también es recordada por otras cosas, como por ejemplo el espectacular uso de los exteriores del Monument Valley, inspiración de David Lean para el rodaje de Lawrence de Arabia. O la sempiterna maestría de John Ford, capaz de contar historias enteras con una mirada, un gesto o un plano. Por ejemplo el brillante ataque inicial a la casa, en el que no se ve a ningún indio más que al final, cuando su sombra cubre la figura de la pequeña Debbie, para resaltar el resultado del enfrentamiento. O el amor secreto entre Ethan y Martha, expresado por el modo en que se miran o el modo en que ella acaricia su ropa. O mismamente el celebérrimo plano final, en el que tanto se dice sin pronunciar una sola palabra.
Por supuesto es un western, y hay que pasar por alto cosas tan habituales como las exageradas interpretaciones, los inverosímiles tiroteos, o incluso problemas de producción (decorados, fallos de raccord, etc). Pero aún obviando esto, hay otros errores que me molestan más. Incluso Roger Ebert (que por otro lado no me gusta nada), reconoce que varias de las subtramas desentonan bastante y desmerecen el resultado final. En efecto, es difícil mantener la intensidad de la historia de venganza cuando cada dos por tres se intercala esa boba historia de amor entre Martin y Laurie, o los diversos personajes supuestamente cómicos que no hacen ninguna gracia. John Ford compensa los aspectos más duros del guion con una serie de momentos alegres y simpáticos (alguno está bien, por ejemplo la pelea "de buen rollo" entre Martin y Charlie), que a la postre crean una especie de equilibrio dramático presente en muchas de sus películas, pero para mí insisto en que en esta ocasión es un error.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es un hombre al que ya nadie necesita, que es por lo que en la última escena se marcha solo, en silencio, porque no cree que le vayan a echar de menos. Tal vez unos años antes, en otro western, Ethan Edwards hubiera tenido un final feliz, pero esta es una película crepuscular y los hombres como él están condenados a desaparecer, igual que le pasaba al propio Wayne en El hombre que mató a Liberty Valance, también de Ford.

6,9
87.645
7
18 de junio de 2007
18 de junio de 2007
20 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de ciencia ficción que, como pasa muchas veces con Spielberg, destaca sobre todo por lo bien hecha que está. Un diseño de producción espectacular, unas escenas de acción muy logradas, estupendos efectos especiales, etc, etc.
El guion ya lo descuida un poco más, y aunque empieza siendo una historia bastante interesante (está basada en un relato corto de Philip K. Dick), desemboca como de costumbre en una narración emocionante y con suspense, pero más flojilla al hablar de las paradojas temporales, la justicia preventiva o incluso los propios personajes. Tanto es así lo de la justicia, por ejemplo, que en la película nadie (ni un solo personaje) se plantea la paradoja de encerrar a una persona que no ha cometido ningún crimen. Ellos estarían en contra si el sistema fallase, pero mientras no falle ni siquiera se lo piensan. Y en las pocas cosas originales que sí idea la película acerca del futuro, como por ejemplo el sitio al que va la gente para ver cumplidos sus sueños gracias a la realidad virtual, se mezclan cosas interesantes con cosas un poco ridículas, cosa que también pasaba mucho en Inteligencia artificial.
Tambien es demasiado larga, y de hecho se estropea completamente con (VER SPOILER). Con todo, entretenida, visualmente espectacular, y en el grupo de sus últimas películas, que cada vez parecen ser más adultas.
El guion ya lo descuida un poco más, y aunque empieza siendo una historia bastante interesante (está basada en un relato corto de Philip K. Dick), desemboca como de costumbre en una narración emocionante y con suspense, pero más flojilla al hablar de las paradojas temporales, la justicia preventiva o incluso los propios personajes. Tanto es así lo de la justicia, por ejemplo, que en la película nadie (ni un solo personaje) se plantea la paradoja de encerrar a una persona que no ha cometido ningún crimen. Ellos estarían en contra si el sistema fallase, pero mientras no falle ni siquiera se lo piensan. Y en las pocas cosas originales que sí idea la película acerca del futuro, como por ejemplo el sitio al que va la gente para ver cumplidos sus sueños gracias a la realidad virtual, se mezclan cosas interesantes con cosas un poco ridículas, cosa que también pasaba mucho en Inteligencia artificial.
Tambien es demasiado larga, y de hecho se estropea completamente con (VER SPOILER). Con todo, entretenida, visualmente espectacular, y en el grupo de sus últimas películas, que cada vez parecen ser más adultas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
un final "marca de la casa" de Spielberg, sensiblero e incoherente, en el top de los peores finales que ha hecho este señor. Así que después de haberle encerrado, el prota sigue teniendo acceso ocular a la cámara...ah, pues genial, oye. Aunque ahora que lo pienso, ya lo tenía cuando le perseguían, o sea que tanta diferencia no hay.
De hecho se llegó a especular con que el final fuese la clásica elucubración en la mente del protagonista mientras este se encuentra encerrado. Tanta idiotez condensada en la grosera imagen final de los precogs felices y comiendo perdices en su casita de madera con el atardecer y los pajaritos tenía que ser algo irónico, algo intencionado. Y hombre, esa es la película que me gustaría que fuese, pero no la que parece ser. Spielberg debe ser el único cineasta capaz de empezar una distopía y acabar con una utopía.
De hecho se llegó a especular con que el final fuese la clásica elucubración en la mente del protagonista mientras este se encuentra encerrado. Tanta idiotez condensada en la grosera imagen final de los precogs felices y comiendo perdices en su casita de madera con el atardecer y los pajaritos tenía que ser algo irónico, algo intencionado. Y hombre, esa es la película que me gustaría que fuese, pero no la que parece ser. Spielberg debe ser el único cineasta capaz de empezar una distopía y acabar con una utopía.

5,2
9.517
6
13 de noviembre de 2008
13 de noviembre de 2008
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hilarante comedia al servicio del humor absurdo al más puro estilo McKay/Ferrell pero en torno a las pecularidades de la compleja nueva generación (en este caso centrándose en dos treintañeros que siguen viviendo en casa de sus padres), que es donde se nota la mano de Apatow en el guion. Con respecto a lo primero, Step Brothers básicamente deja a un lado toda posible verosimilitud y se convierte en un mero vehículo para la improvisación (muy importante) y la presencia cómica de unos Will Ferrell y John C.Reilly desatados. Lo cual en sí no es malo, lo que pasa es que en este caso, sobre todo al principio, a veces se exagera al querer colocar de una manera tan obvia a los dos hermanastros en los roles de niños pequeños, y creo que eso es contraproducente humorísticamente porque ves venir los chistes antes de que se produzcan y porque algunas escenas casi dan vergüenza ajena (las dos o tres veces que llegan a las manos durante la película, por ejemplo). No entiendo para qué llevan el guion a ese extremo... ¿Acaso no era bastante delirante ya ver enfrentados a estos dos cuarentones inmaduros que aún viven en casa de sus padres? De hecho pienso que la película mejora cuando aparecen otros personajes y el humor no está tan centrado en la situación de los dos hermanastros, pero bueno, en general yo me he reído muchísimo y creo que lo hará cualquiera que congenie con el estridente Will Ferrell y sus diálogos surrealistas.
Con respecto a Apatow, nuevo Rey Midas de eso que han llamado la "nueva comedia americana", creo que su presencia eso se nota en algo que me parece muy representativo de su cine: la ridiculización del cliche imperante en las comedias. Hay decenas de momentos cómicos que son un ejemplo de ello: cuando los hermanos van a abrazarse tras su reconciliación y son incapaces porque se asquean mutuamente, cuando la chica de la que Ferrell está enamorado aparece "en el momento soñado" solo para dejarle claro que no le quiere, cuando la otra chica le pide a John C. Reilly que no le deje nunca y éste sale corriendo, o cada vez que Richard Jenkins, en vez de apoyar a su hijo le insulta, se burla de él o simplemente le habla con una cruda franqueza en lugar de suavizarle la verdad como se hace con los hijos (por ejemplo cuando le dice que sí le culpa de su divorcio).
El problema es que en el momento de la verdad el cliché casi siempre sobrevive: se ridiculiza un poco, o se le da la vuelta, pero no se termina de abandonarlo del todo. Esto lo comento en el SPOILER.
PD: Absolutamente imprescindible, por cierto, evitar el doblaje español, en el que Santiago Segura y Florentino Fernández fagocitan la película con sus gracietas y su estilo propio (y su nulo talento para el doblaje, claro). El que vea la película doblada simplemente no habrá visto Step Brothers, habra visto otra cosa. Que es lo que pasa al ver cualquier película doblada, dicho sea de paso, pero vamos, que estad avisados de que en este caso es especialmente notorio (y doloroso).
Con respecto a Apatow, nuevo Rey Midas de eso que han llamado la "nueva comedia americana", creo que su presencia eso se nota en algo que me parece muy representativo de su cine: la ridiculización del cliche imperante en las comedias. Hay decenas de momentos cómicos que son un ejemplo de ello: cuando los hermanos van a abrazarse tras su reconciliación y son incapaces porque se asquean mutuamente, cuando la chica de la que Ferrell está enamorado aparece "en el momento soñado" solo para dejarle claro que no le quiere, cuando la otra chica le pide a John C. Reilly que no le deje nunca y éste sale corriendo, o cada vez que Richard Jenkins, en vez de apoyar a su hijo le insulta, se burla de él o simplemente le habla con una cruda franqueza en lugar de suavizarle la verdad como se hace con los hijos (por ejemplo cuando le dice que sí le culpa de su divorcio).
El problema es que en el momento de la verdad el cliché casi siempre sobrevive: se ridiculiza un poco, o se le da la vuelta, pero no se termina de abandonarlo del todo. Esto lo comento en el SPOILER.
PD: Absolutamente imprescindible, por cierto, evitar el doblaje español, en el que Santiago Segura y Florentino Fernández fagocitan la película con sus gracietas y su estilo propio (y su nulo talento para el doblaje, claro). El que vea la película doblada simplemente no habrá visto Step Brothers, habra visto otra cosa. Que es lo que pasa al ver cualquier película doblada, dicho sea de paso, pero vamos, que estad avisados de que en este caso es especialmente notorio (y doloroso).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En esta película esa persistencia del cliché se ve claramente al final, cuando después de haber perdido los hermanastros su humanidad, digamos, el padre decide apoyar por primera vez a su hijo para que vuelva a ser el que era y persiga sus sueños. En ese momento sobreviene el típico discurso "cuando yo era pequeño tenía el sueño de ser blablabla y al final no pude hacerlo", y cuando estás esperando que llegue, va el padre y dice que quería ser...un dinosaurio. Pero pasada la broma, el momento ridículo, la escena continúa y los hermanos deciden dejar sus nuevas vidas impostadas (y etc etc...) subiendo al escenario y cumpliendo su sueño de tocar ante un público. Y la escena es absolutamente absurda, claro (hacen ópera y solos de batería...¡a la vez!), pero no deja de ser en el fondo la estructura clásica a la que nunca se renuncia.
Por cierto, el final también estropea una de las escenas más punzantes y más sutiles de la película (sin que en este caso eso sea decir mucho, hay que reconocerlo), que es la primera conversación entre Ferrel y John C. Reilly ya como "adultos". Ambos han dejado atrás su infantilismo, el ser "ellos mismos", han perdido por completo la espontaneidad de sus diálogos anteriores, y de repente es como si no supieran como comportarse...hablan de trivialidades, se ríen (muy) falsamente porque es lo socialmente aceptable, utilizan un lenguaje que suena artificial, etc. A los dos minutos, por desgracia, todo eso se explicita en un diálogo entre los dos y el padre y ocurre lo que he dicho antes.
Por cierto, el final también estropea una de las escenas más punzantes y más sutiles de la película (sin que en este caso eso sea decir mucho, hay que reconocerlo), que es la primera conversación entre Ferrel y John C. Reilly ya como "adultos". Ambos han dejado atrás su infantilismo, el ser "ellos mismos", han perdido por completo la espontaneidad de sus diálogos anteriores, y de repente es como si no supieran como comportarse...hablan de trivialidades, se ríen (muy) falsamente porque es lo socialmente aceptable, utilizan un lenguaje que suena artificial, etc. A los dos minutos, por desgracia, todo eso se explicita en un diálogo entre los dos y el padre y ocurre lo que he dicho antes.
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