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Críticas 41
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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6 de noviembre de 2015 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue ‘Exodus’, con su despliegue majestuoso y la pesadez de su narración, la que nos empezaba indicar donde estaba la salida para un director con joyas tan laureadas que no hace falta ni mencionar, pues el declive que estaba sufriendo Ridley Scott anunciaba una bajada sin retorno. Y sin embargo, como muchos antes hicieron, el cineasta ha sabido volver a escalar la montaña dejando a un lado las cuestiones morales, los relatos de epopeya y el origen xenomorfo. ‘The Martian’ triunfa porque su director de orquesta pone su talento al servicio de trabajos mejores, de creaciones y escritos de cabezas pensantes que saben construir de formas más eficaces historias y con un sentido del ritmo que había sido abandonado hace tiempo. Es la cara más automática y la que menos se recrea en florituras, y por ello su resultado es el mejor de cuantos productos ha rodado en los últimos años.

Es entonces hacia el libreto donde hay que poner las miras, pues el estupendo guion escrito por Drew Goddard y basada en la novela de Andy Weir, se aleja de los recursos dramáticos tan frecuentes en la ciencia ficción de hoy en día (aunque sin librarse de la redundancia en las explicaciones técnico-científicas) reduciendo dicho componente al mínimo, desterrando la oscuridad y entregando una visión luminosa y con una fuerte carga de ligereza. Y si bien el argumento de un astronauta que tras un accidente se queda abandonado en un planeta e intenta sobrevivir y escapar, da pie a explorar las profundidades del individuo y realzar la parte puramente trágica, aquí es obviado y usado convenientemente según en qué ocasión, detalle fácilmente pasable cuando la recompensa es la de un film sin dobles lecturas, con el entretenimiento y la aventura por bandera y la consecución positiva de sus logros, repartiéndose en la mayor parte del metraje. Dichos méritos vienen derivados por la pluma de Goddard, quien sabe de la posible monotonía de su punto de partida y acierta en la progresiva introducción de nuevos personajes que van desfilando a lo largo de la historia, detonando y originando situaciones que mantienen el interés y rellena los puntos muertos del relato. De dicha forma, la construcción de los personajes queda limitada a la exposición de lo que se cuenta, sin salirse de sus parámetros y enfocándose de lleno en la misión, aspecto que agiliza la narración y que gracias a su doble vía estructural (una en Marte, otra en la Tierra) nunca resulta cansino el viaje.

Y esa luminosidad y optimismo desbordante que comentábamos antes, encuentra su origen en sucesivas demostraciones de humor y ligereza en una aventura situada en un contexto dramático, pero con un contenido radicalmente diferente. El lado cómico funciona, a pesar de algún que otro exceso, y los personajes de una lógica cuanto menos incrédula si se hubieran ubicado en otro tipo de producto, otorgan credibilidad a sus acciones, donde la naturalidad y la diversión de un Matt Damon eficaz resalta en una producción de nombres importantes. Algunas pegas menores, relacionadas con cierto mensaje conciliador entre dos potencias mundiales que se inserta en la trama de manera forzada y algunos minutos de más, no obvian la potente evasión que ofrece ‘The Martian’, un relato de aventuras ligero, divertido y excepcionalmente realizado que vuelve a poner a su cabeza visible en la cima, aunque es de justicia recalcar que no es él realmente el problema, pues la única diferencia notoria de este producto con otros de su mismo director es su guion. Un claro ejemplo de lo que un buen libreto o no puede conseguir y una muestra palpable de lo innecesario que resulta a veces introducir tanta oscuridad y carga dramática en producciones que no se antojan vitales.

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27 de octubre de 2015 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mismo año, mismas intenciones… y resultados dispares. Es inevitable desembocar en las comparaciones cuando franquicias tan potentes como la creada por James Cameron y Steven Spielberg hace tantos años, intentan renacer en un mismo periodo, y sobre todo cuando ‘Jurassic World’ y esta ‘Terminator Génesis’ comparten tantos paralelismos. Y si bien, como comentábamos hace unos días la nueva era de dinosaurios digitales salía medianamente airoso de su combate, no podemos decir lo mismo de los cyborgs del futuro. Alan Taylor, como ya sucedía con “Thor: el Mundo Oscuro”, no imprime ni personalidad ni rigor a un relato que sino termina por clausurar la fabrica de máquinas, al menos le echará el candado a una saga que definitivamente ha perdido el rumbo.

Muy lejos queda la ambientación claustrofóbica, la tensión y el pulso narrativo que ofrecían tanto ‘Terminator’ como ‘Terminator 2’, y aunque es cierto que pedir a estas alturas algo que simplemente se le asemeje a dichos clásicos es toda una temeridad, no es descabellado pedir un producto que realice bien su trabajo y que respete la esencia que desprendía aquellos films, aspecto que en mayor o menor medida cumplían tanto la tercera parte como ‘Salvation’. Aquí, salvo los primeros 20 minutos que se dedica a recrear situaciones de las primeras partes homenajeándolas y construyendo lo mejor de la cinta, poco o nada queda de la idiosincrasia del mito. Los Terminators, torpes y letales, se sustituyen por máquinas que se despachan en poco tiempo, el temor y las persecuciones se tornan en balas y confrontamientos múltiples, y los viejos personajes se reinventan hasta tal punto que no reconocemos a ninguno de ellos salvo por sus nombres. Allí donde Trevorrow mezclaba la nostalgia y las convencionalismos de Hollywood de manera correcta, para lo bueno y para lo malo, Taylor y el guion apuestan por leves destellos de épocas más antiguas y, en esta ocasión, mejores, apostando en su detrimento por atiborrar a los espectadores de toneladas de CGI, actores planos y una abusiva acción que entretiene, pero que no deja huella.

Y en esas, entre graves errores de casting como la pareja Clarke-Courtney, sirenas anunciando la superficialidad de un producto inocuo y un Arnold Schwarzenegger relevado casi a un papel que sirve como escape hacia el humor, nos encontramos con una historia que a modo de secuela-reboot-reinvención, agrupa todos los elementos característicos de la serie, los remueve y los mezcla en una enrevesada narración que tiene un buen punto de partida, pero que no aprovecha sus posibilidades totalmente y aun así, es lo único que va manteniendo el interés con el paso de los minutos. Algunos buenos giros de guion, masacrados por los trailers y la incesante publicidad que cada vez se atreven a ir más lejos hasta un punto que perjudica en vez de beneficiar, se encargan de insuflar algo de vida a un modelo de producción que da síntomas de agotamiento profundo. Productoras, guionistas y directores que buscan el “más difícil aún” a través de juegos de historias, olvidándose de dotar de esencia y alma a sus trabajos, perdiendo toda identidad por el camino y con un objetivo claramente económico que no se corresponde con la devoción del fiel seguidor.

Pero con todo lo dicho, y abstrayéndonos de la integración de Génesis en la serie, resulta un producto que con todos sus fallos podemos considerar como un pasable entretenimiento, que entrega una batalla T800 vs T800 (o lo que es lo mismo, Arnold vs Arnold) que deja un buen sabor de boca y que al menos nunca llega aburrir. Su problema es que probablemente quien se acerque a visionar esta función no sea un individuo cualquiera (a no ser que sea seguidor de Juego de Tronos), sino aquel que ha seguido este presente y futuro distópico que creó Cameron con muchísimo más esmero y con menos financiación que la de hoy en día, por lo que las posibilidades de dejar un impacto positivo quedan claramente reducidas. Es un concepto que no parecen entender los estudios y que queda plasmado en la pantalla. Sin ser un desastre, ‘Terminator Génesis’ es un modelo nuevo que desde la base no funciona, una máquina estropeada que se ha salido de las directrices de la producción y que irremediablemente las únicas buenas sensaciones que ofrece, es la de admirar más aún las dos primeras partes e incluso sus menores secuelas. Y es que cuando salen los créditos y lo siguiente que quieres hacer es revisionar la obra de 1984, es que hay algo que claramente no se ha hecho bien.

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10 de septiembre de 2015 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elegante, cautivadora, solida, ruda, eficaz,… todos los elogios que se llevó merecidamente ‘Casino Royale’ con una presentación de un James Bond magnífico no ha servido para casi nada. Marc Foster, haciendo un alarde de destrucción, echa abajo todo lo conseguido y las grandes virtudes de aquel primer film son ignoradas por un montón de caos, una visión mundanal del personaje y una puesta en escena vulgar y corriente más propias de una película de bajo-medio presupuesto. La secuela del nuevo 007 es toda una decepción.

Siguiendo los acontecimientos de su predecesora, el agente James Bond afronta la misión de desentrañar las tramas conspiratorias que se están produciendo dentro del Mi6. Después de la traición de Vesper, Bond no solo afrontará la conspiración como un deber, sino como algo más personal.

Es difícil entender lo que pasa por la cabeza de algunos directores. Una vez sentadas las bases con gran éxito entre la crítica y el público, y realizar la tarea más difícil de comenzar la andadura, el camino lógico es corregir, expandir y desarrollar las virtudes para seguir ampliando los límites de una (semi)franquicia. Pero a Marc Foster parece que eso no le importa. Obviando la mayor parte del trabajo realizado por Campbell, el director y guionista suizo solo toma el hilo argumental de su predecesora para contar su historia, sin molestarse en seguir una línea unificadora que tuviera las mismas señas de identidad que marcó ‘Casino Royale’. Así, esta nueva secuela cambia de registros y las fortalezas que hicieron del Bond de Craig todo un triunfo se transforma y se da forma a una nueva figura. Ya no queda casi nada del espía que nos atrapó en 2006 y ha dado paso a todo un hombre de acción buscando venganza (que al igual que el film se pasa intentando autoconvencerse de que no es así), desmitificando al mito y convertiéndolo en algo que nunca fue.

‘Quantum of Solace’ es un importante bajón, y no solo por cambiar su estructura, sino porque incluso como película de acción no alcanza las cotas de calidad que debería haber tenido, dejándonos un trabajo meramente pasable si se es algo indulgente. No hay fuerza y apenas hay interés, es un film casi anticlimático que se dedica a encadenar una escena de acción tras otra, con un manejo torpe de las situaciones que intenta insuflar con la cámara en mano adrenalina y un ritmo veloz, logrando únicamente crear confusión en un batiburrillo de saltos, golpes y balas. Sin claridad y sin el magnetismo del que hacia gala Campbell para mantener enganchado al espectador, las persecuciones van sucediendo ante nuestros ojos como quien ve pasar a las palomas, y sí, el film se pasa en un suspiro (menos mal) gracias a que todo el conglomerado nunca molesta, pero tampoco atrapa. Hay una desidia general en todo el metraje que deja la sensación de ser un producto concebido más como una obligación que por verdadero afán de seguir haciendo las cosas bien, en una historia bastante ingenua que hace aguas y con unos diálogos carente de emociones que no tiene la capacidad de llevar bien el relato.

El estilo, el tono y las formas bajan al suelo de lo terrenal, olvidándose de la elegancia y la sotisficación características de la figura, ofreciéndonos un relato donde ni el diseño ni el contenido están a la altura de un personaje tan mítico. El carácter genérico de la obra inunda todos los aspectos del film, desde una puesta en escena simplemente correcta hasta un desarrollo de la historia y los personajes que se antoja bastante insustancial. Y es que si bien la historia del primer film no era gran cosa, en esta ocasión se supera, y ni siquiera los personajes consiguen salvar el conjunto. Porque si Daniel Craig era un autentica sorpresa en la anterior cinta, esta vez y gracias a un “gran” guion (y suponemos a la dirección del director), se encuentra algo desdibujado y con poca chispa, una actuación rutinaria con leves destellos de un personaje carismático que ha perdido su encantadora aura y su irresistible personalidad; algo que por supuesto se traslada a los demás personajes resultando vacíos y carentes de interés. Actores que vuelven a repetir como Judi Dench o Jeffrey Wright, palidecen respecto a sus anteriores interpretaciones, y los nuevos personajes resultan anodinos, siendo los que peores parados salen Joaquin Cosio, Gemma Arterton, Jesper Christensen y Mathieu Amarilc, representando éste último a un villano insignificante y con poca gracia. La única que consigue salvar un poco los muebles es el personaje de Olga Kurylenko, aunque por los pelos.

Ahora bien, con todo lo dicho hay que decir que la cinta es medianamente entretenida y que si fuera un trabajo independiente sería un producto pasable, pero esto es un film de James Bond y del personaje poco hay. ¿Es esto estrictamente necesario para que sea una buena película de la franquicia? No, en absoluto, pero si se cambian las formas hay que hacerlo con unos niveles de calidad mínimos, con buenos valores y una dirección que lleve el relato con fuerza narrativa y con interés por lo que se está haciendo. Aquí no hay ni lo uno ni lo otro, se pierde todo el buen trabajo realizado en el pasado y el camino por el que se desvía y se dirige la saga no está lo suficientemente bien desarrollado para que nos deje satisfecho.

En definitiva, nos encontramos con una secuela que decepcionará a los fans. ‘Quantum of Solace’ reinventa al espía en un hombre de acción con resultados mediocres en un film demasiado rutinario, desprovisto de alma y con caóticas y anodinas escenas de acción. Las comparaciones son odiosas, pero la nueva aventura de James Bond no aguanta el tipo con su antecesora, entregándonos un entretenimiento que sin duda no le hace justicia a la figura creada por Ian Fleming y que esperemos, solo sea un bache en el camino.

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6 de septiembre de 2015 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueve años han tenido que pasar para que volvamos a vivir una aventura de Astérix y Obélix, la pareja francesa más famosa del país. Con nada más y nada menos que 13 películas a sus espaldas, hemos tenido que esperar bastante tiempo para que volvamos a revivir una aventura de estos dos entrañables personajes y lo más satisfactorio que podemos decir es que la espera ha merecido la pena. ‘Astérix: La residencia de los dioses’ es una más que notable diversión, un film que adapta de forma respetuosa el material original y capta la esencia, al fin, de estos veteranos guerreros.

La historia cuenta como el emperador Julio César, desesperado por no conseguir eliminar el pequeño reducto de galos que se aferra a su tierra, decide cambiar de estrategia y dejar a un lado la fuerza. Los romanos crean un edificio llamado “la Residencia de los Dioses” al lado de su aldea, y esta vez, en lugar de los soldados, Astérix y compañía tendrán que enfrentarse a la llamada del oro y la codicia.

Al igual que todo personaje emblemático, este dúo ha tenido que enfrentarse a producciones de todo tipo: videojuegos, películas de animación, películas de carne y hueso… y todo con irregulares resultados, aunque por lo general cuando han sido trasladados a la alegría de los dibujos animados lo han hecho con productos correctos y satisfactorios. Entre ellos, los más aclamados fueron sin duda ‘Las doce pruebas’ y ‘Astérix y Cleopatra’, curiosamente los únicos trabajos que realizaron los propios creadores y que, por ende, fueron fieles a sus correspondientes fuentes. Por eso sorprende para bien que después de 48 años de la primera adaptación al cine, dos directores ajenos a la creación como Louis Clichy y Alexandre Astier muestren un respeto proverbial al cómic y que adapten uno de sus mejores números de manera tan eficaz, cálida y casi literal a la pantalla.

‘Astérix: La residencia de los dioses’ es una divertida aventura, una película familiar la mar de entretenida que posee todo lo que tiene que tener una producción de este tipo: una buena historia, personajes carismáticos y un buen estilo visual que entra por los ojos. No consigue resultados sobresalientes, pero todo reluce de una manera más que digna en esta realización francesa, consiguiendo un notable film que encantará a los fans. La historia se desarrolla de manera ágil y con los tempos necesarios, en un interesante relato donde asistimos con un regusto placentero a una proyección donde los más pequeños se lo pasaran en grande y los adultos se verán sorprendidos por la crítica social, política y económica que se realiza y se conjuga de manera perfecta con el desarrollo. Porque lo cierto es que la cinta no tiene ningún reparo en mostrar una representación de la hipocresía y la manipulación que impera en una sociedad movida por los medios y las altas esferas, que se consume por el poder del consumo y que su bendición va de la mano con la perdición. Es una visión crítica que ha sido traslada del cómic al celuloide, y que actualiza sus parámetros para ofrecernos incluso un ligero retrato de la actual situación en Europa y que casa perfectamente con las hazañas de nuestros protagonistas, sin resultar un análisis metido con calzador.

Termina por ser una simbiosis tan bien conseguida que los pequeños disfrutarán todo como una parte más del conjunto, y se sumergirán en las andanzas de la historia, la cual tiene la suficiente energía y magia para que nos perdamos en su mundo. Y es que son varias sus virtudes, entre ellas, una animación 3D francamente lograda y que mantiene el tipo a pesar de no ser una gran producción y no contar con un gran presupuesto. Los realizadores consiguen impregnar la obra con un tono ligero y bonachón que le sienta bastante bien y cuenta con un buen ritmo y un correcto desarrollo de los personajes a lo largo del metraje, logrando que su hora y veinte minutos se pasen rápidamente. Hay buenos diálogos, algunos con bastante ironía, y sobre todo con un sentido del humor que funciona y no se hace pesado, dosificando bien el reparto de minutos entre los distintos personajes. La ligereza de la que hace gala la cinta provoca que tampoco se tome muy en serio a sí misma, algo que le beneficia enormemente y realza su aura de estilo bondadoso y amable. No es una adaptación que busque dejar huella, sino simplemente ser fiel a la materia prima y realizar un buen entretenimiento.

El doblaje que cuenta con las voces de Juan Rueda, Antonio Dominguez y Adolfo Pastor, entre varios más, está muy conseguido, dotando de vida a los personajes animados que inundan la pantalla; junto con una banda sonora que es eficaz y armoniosa, conjuntando perfectamente con las imágenes.

Las sensaciones finales son las de que se ha hecho un buen trabajo. ‘Astérix: La residencia de los dioses’ es uno de los cómics mejor valorados entre los fans y su reproducción en el celuloide ha sido sorprendentemente satisfactoria, con una aventura agradable, ligera y divertida que respeta a los personajes y al relato. No es excelente, pero sí es una correcta propuesta para pasar el rato, que gustará a todo tipo de público y encandilará a los fans, además de albergar una delirante critica a la sociedad y al sistema actual.

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3 de septiembre de 2015 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son muchos los casos en que un buen actor decide probar suerte detrás de las cámaras y que por desgracia, ese talento interpretativo no se traslada a la dirección. También hay otros que sorprendentemente no son grandes actores, pero demuestran una gran habilidad a la hora de contar historias, como es el caso de Ben Affleck. Lamentablemente, ‘El maestro del agua’ viene a confirmar a Russell Crowe en los del primer tipo, y es que si bien es cierto que esta es su primera experiencia dirigiendo desde atrás, el resultado no invita a ser demasiado optimista respecto a su carrera como director.

Ambientada cuatro años después de la batalla de Galipolli en 1915, en Turquía, la historia narra la búsqueda de Connor (Russell Crowe) un hombre australiano que perdió a sus tres hijos en dicho suceso contra los turcos, y que está decidido a encontrarlos y traerlos de vuelta a casa.

Con esta premisa inspirada en hechos reales, Crowe intenta regalarnos un drama histórico con tintes de romance que indudablemente posee buenas intenciones… pero nada más. Porque ‘The Water Diviner’ tiene buenas ideas, pero mal ejecutadas que pretende acercarse al clasicismo de las películas de época y se queda tan corto, que el resultado es difícil de tomárselo en serio. El debut del neozelandés es una ópera prima fallida, llena de altibajos, de constantes subidas y bajadas y que, desgraciadamente, sus puntos más altos no pasan mas allá de lo meramente aceptable. Hay poco salvable en este relato de casi dos horas, en los que muchos momentos rozan peligrosamente el estilo de un telefilm de sobremesa. No hay sorpresas, ni hay fuerza narrativa en un drama demasiado blando, que por momentos aburre y por momentos capta ligeramente nuestra atención, en una irregular narración.

Se notan las ganas y se nota que es su proyecto, pero Crowe no consigue que la historia termine de arrancar y tampoco se divisa un hilo narrativo que una de forma sólida las distintas partes del conjunto, unas partes que tampoco están lo suficientemente bien desarrolladas. Porque si la dirección del actor no es que sea precisamente una maravilla, el guion tampoco ayuda en absoluto. Hay una sensación de torpeza en todo el desarrollo y de no saber bien como hilar los elementos con los que juega, que termina por sacar al espectador del film. No es un defecto muy pronunciado pero si lo suficiente para que por lo menos, se note levemente, y desconectes de una historia mil veces vista que se ha hecho en bastantes ocasiones y mucho mejor. Aunque si hay algo que no merece el suspenso son precisamente los diálogos, que resultan medianamente interesante y suficientemente atractivos (en general) para que no suponga un desastre. Realmente el guion, aun con sus fallos, no es un hecatombe ni mucho menos, pero sí es demasiado discreto y eso unido a una dirección que no tiene la fuerza necesaria y que no consigue tomar el control de la historia, provoca que el resultado sea algo pobre.

Es un film que peca de excesiva blandura, que busca descaradamente emocionar y no siempre lo consigue. Solo en determinados momentos logra hacer mella y mayormente se debe a las facultades interpretativas de Crowe que a la construcción de la escena en sí, que como ya se ha apuntado, adolecen de consistencia y de brío. Ahora bien, teniendo en cuenta que es un debut es justo señalar que sí hay algunos retazos de dirección que vale la pena señalar; escenas como la del pozo, la de la tormenta de arena o la de los hermanos en la guerra están hábilmente dirigidas y rodada con mano firme, y sí consiguen conmover y nos permite observar un poquito del buen hacer del director. El problema es que son tan efímeras estas situaciones que se sienten como pequeñas gotas en el desierto, y no logran impactar lo suficiente para que podamos pasar por alto el resto del metraje. Un metraje donde hay diferentes partes metidas con calzador, como el romance entre nuestro protagonista y la empleada del hotel, que no hacen más que desviar la atención de lo realmente crucial y provoca que el conjunto se tambalee.

Desgraciadamente, aquí no terminan los fallos y es que el neozelandés muestra una falta de capacidad para dirigir a sus actores sorprendentemente acusada. El reparto casi en toda su totalidad, exceptuando al propio Russell Crowe y quizás a Cem Yilmaz que consiguen salvar sus papeles más por su talento que por otra cosa, se sienten inusualmente alejados de la historia, no hay implicación ni capacidad para meterse en el personaje y si bien no es que sean grandes actores, algunos como Olga Kurylenko o Damon Herriman sí han hecho correctas interpretaciones en sus carrera y que aquí se muestran desdibujados y con pinta de no saber donde se han metido.

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Pero no todo está tan mal. La ambientación así como la vestimenta de la época es medianamente aceptable, sobre todo teniendo en cuenta el bajo presupuesto del film y algunos temas no están mal tratados en el conjunto, haciendo algunas lecturas interesante sobre la dualidad del bien y el mal y su término medio. También hace una critica sobre el papel de la mujer, explora satisfactoriamente (aunque se queda un poco en la superficie) la cultura turca, sus costumbres y sus leyes, y hace una apología en tono reconciliador entre los dos pueblos. Finalmente, hay algunas estampas que sacan partido del país turco dejándonos con algunos bellos personajes gracias a su buena fotografía.

Ahora bien, llegado el momento de hacer balance ¿qué nos queda? Pues nos encontramos con un debut mediocre, en el que claramente las dotes de director de Russell Crowe no son las mejores. ‘El maestro del agua’ es un film blando, irregular y olvidable, con muy pocos aciertos y demasiados fallos que condenan a la producción a la irremediable fosa de óperas primas fallidas. No es un completo desastre, pero es una película que deja mucho que desear y que no tiene nada especialmente destacable para recomendar un visionado, que mas allá de contar con la presencia del oscarizado actor, podría haber ido destinado a las tardes de domingo de las cadenas televisivas.

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