You must be a loged user to know your affinity with Johan Liebhart
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred
8
16 de mayo de 2023
16 de mayo de 2023
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hugo Frassetto y Sophie Tavert Macian firman el mejor cortometraje en pintura sobre cristal desde que desapareciese su máximo artífice, el maestro Aleksandr Petrov. Los autores se basan en pinturas rupestres reales del paleolítico, que cobran vida en el corto entre motas de rojo sangre y cantos guturales. Valiéndose de trazos finos en dintorno, elaboran con suma creatividad ritmos y formas apabullantes que nos van descubriendo un mundo primitivo y salvaje.
Las imágenes están cargadas de una misteriosa pregnancia y la casi ausencia de diálogos logra una sensación muy hipnótica. Hay pasajes asombrosos: el susurro de la llama, la caza del bisonte, la estampida, el río de sangre. El juego entre representación y realidad del pintor en la cueva es especialmente vibrante. Cautiva pensar en este improbable antepasado como una suerte de artista primigenio. Observando la belleza brutal de su entorno y tratando de plasmar sus visiones. Todo el recorrido que ilustra la cacería está elegantemente contado con una sinfonía animal entre cazadores y presas que perdura en la retina.
Solo queda esperar que esta obra no sea más que el principio para tan prometedores autores, capaces de retomar el testigo de un estilo de animación tan hermoso como infrecuente.
Las imágenes están cargadas de una misteriosa pregnancia y la casi ausencia de diálogos logra una sensación muy hipnótica. Hay pasajes asombrosos: el susurro de la llama, la caza del bisonte, la estampida, el río de sangre. El juego entre representación y realidad del pintor en la cueva es especialmente vibrante. Cautiva pensar en este improbable antepasado como una suerte de artista primigenio. Observando la belleza brutal de su entorno y tratando de plasmar sus visiones. Todo el recorrido que ilustra la cacería está elegantemente contado con una sinfonía animal entre cazadores y presas que perdura en la retina.
Solo queda esperar que esta obra no sea más que el principio para tan prometedores autores, capaces de retomar el testigo de un estilo de animación tan hermoso como infrecuente.
8
16 de mayo de 2023
16 de mayo de 2023
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corto de animación estrenado en el museo de Hiroshima y exhibido de forma recurrente en las escuelas secundarias para recordar a los alumnos nipones las devastadoras consecuencias del bombardeo nuclear de 1945.
«Pikadon» es un término que acuñaron los supervivientes del holocausto nuclear de Nagasaki e Hiroshima para describir lo que vieron y sintieron durante el estallido de las bombas. Una gran explosión ("don") de luz brillante ("pika") que acabó con la vida de 200.000 personas, solamente en el primer año tras la detonación.
Renzô Kinoshita y su mujer Sayoko Kinoshita, dos grandes pioneros de la animación japonesa independiente, comenzaron a gestar "Pikadon" en 1975. Buscando recrear los minutos previos y posteriores a la tragedia, recogieron los testimonios de los supervivientes treinta años después de aquel fatídico agosto. Fragmentado sus recuerdos en la turbadora plástica de las imágenes, asistimos a la cotidianidad de una mañana de verano brutalmente interrumpida por un horror indescriptible.
"Jugaba con mi hermano descalza en el jardín, mi abuela arrancaba las malas hierbas cuando... Vimos aquel pikadon..."
«Pikadon» es un término que acuñaron los supervivientes del holocausto nuclear de Nagasaki e Hiroshima para describir lo que vieron y sintieron durante el estallido de las bombas. Una gran explosión ("don") de luz brillante ("pika") que acabó con la vida de 200.000 personas, solamente en el primer año tras la detonación.
Renzô Kinoshita y su mujer Sayoko Kinoshita, dos grandes pioneros de la animación japonesa independiente, comenzaron a gestar "Pikadon" en 1975. Buscando recrear los minutos previos y posteriores a la tragedia, recogieron los testimonios de los supervivientes treinta años después de aquel fatídico agosto. Fragmentado sus recuerdos en la turbadora plástica de las imágenes, asistimos a la cotidianidad de una mañana de verano brutalmente interrumpida por un horror indescriptible.
"Jugaba con mi hermano descalza en el jardín, mi abuela arrancaba las malas hierbas cuando... Vimos aquel pikadon..."
8
1 de enero de 2022
1 de enero de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Richard Williams fue, qué duda cabe, uno de los mejores animadores de la historia. Aquí está la última prueba.
En el año 2008, tras más de cincuenta años trabajando y renovando el mundo de la animación, con multitud de técnicas distintas, tres premios Óscar (A Christmas Carol, Roger Rabbit, Lifetime Award) y ese magnum opus ('The Thief and the Cobbler') lamentablemente inacabado en su haber; Richard volvió al origen, al papel y al lápiz.
Guarecido por el estudio Aardman (Wallace y Gromit), se instaló en una de sus oficinas y desplegó su arte en un escritorio clásico de Disney de 1938. Infatigable hasta el final de sus días, logró realizar con 82 años el cortometraje que nos ocupa. Supuestamente una suerte de prólogo para un futuro largometraje, otra quimera animada que adaptaría la "Lysistrata" de Aristófanes, pero que acabó resultando en un magistral epílogo vital.
"He vuelto a la hoja de papel y al lápiz, como si estuviéramos en 1900. Sin ayudantes, como si fuera un estudiante. Lo que no podía expresar con un simple dibujo sobre la hoja de papel no entraba en este proyecto que se basa en la vitalidad del trazo. Las limitaciones han forzado mi capacidad de invención. Cada segundo de película equivale a 24 dibujos hechos a mano, algunos de los cuales me llevaron dos horas de ejecución. [...] Siento que es el único trabajo que realmente me ha complacido de toda mi carrera"
Así se expresó Williams al presentar la obra como clausura del festival de Sitges 2015. Su dedicación no cae en saco roto a pesar de ser un cortometraje parcial que debía inserirse en una obra de mayor duración que nunca llegó a realizarse. El dibujo excelso y depurado, la coloración precisa, el juego con las perspectivas como una imposible coreografía de cámara, la refinada dinámica de los gestos y movimientos y el trabajado acoplamiento del sonido hacen de Prologue un magistral colofón para la impagable carrera de un animador legendario.
En el año 2008, tras más de cincuenta años trabajando y renovando el mundo de la animación, con multitud de técnicas distintas, tres premios Óscar (A Christmas Carol, Roger Rabbit, Lifetime Award) y ese magnum opus ('The Thief and the Cobbler') lamentablemente inacabado en su haber; Richard volvió al origen, al papel y al lápiz.
Guarecido por el estudio Aardman (Wallace y Gromit), se instaló en una de sus oficinas y desplegó su arte en un escritorio clásico de Disney de 1938. Infatigable hasta el final de sus días, logró realizar con 82 años el cortometraje que nos ocupa. Supuestamente una suerte de prólogo para un futuro largometraje, otra quimera animada que adaptaría la "Lysistrata" de Aristófanes, pero que acabó resultando en un magistral epílogo vital.
"He vuelto a la hoja de papel y al lápiz, como si estuviéramos en 1900. Sin ayudantes, como si fuera un estudiante. Lo que no podía expresar con un simple dibujo sobre la hoja de papel no entraba en este proyecto que se basa en la vitalidad del trazo. Las limitaciones han forzado mi capacidad de invención. Cada segundo de película equivale a 24 dibujos hechos a mano, algunos de los cuales me llevaron dos horas de ejecución. [...] Siento que es el único trabajo que realmente me ha complacido de toda mi carrera"
Así se expresó Williams al presentar la obra como clausura del festival de Sitges 2015. Su dedicación no cae en saco roto a pesar de ser un cortometraje parcial que debía inserirse en una obra de mayor duración que nunca llegó a realizarse. El dibujo excelso y depurado, la coloración precisa, el juego con las perspectivas como una imposible coreografía de cámara, la refinada dinámica de los gestos y movimientos y el trabajado acoplamiento del sonido hacen de Prologue un magistral colofón para la impagable carrera de un animador legendario.
31 de diciembre de 2021
31 de diciembre de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadie sospecharía que una de las mejores películas sobre el espíritu del pueblo gitano surgiría durante la fría, friísima época de la URSS. Difícil de creer que el aséptico estudio Mosfilm financiara un romance apasionado con pasajes de canciones risueñas, de hermosos y coloridos bailes grupales que anticipan y presienten al mejor Kusturica. Una historia de amor entre dos gitanos cuyo libertinaje, cuya sublime anarquía fatalista disloca cualquier tendencia ideológica o propagandística típica de la época. Siendo así la película más popular de su año en Rusia y laureada en España con la Concha de Oro en el mismísimo festival de San Sebastián de 1976. ¿Cómo es posible?
La singularidad apunta a dos responsables.
El primero: Maksim Gorki, célebre literato ruso que, como Lorca, dedicó sus primeros escritos al pueblo gitano. En el caso del camarada del este, como pueblo simbólico para configurar una poética de la libertad dentro de un régimen en descomposición.
El segundo: Emil Loteanu, un director de cine moldavo, de origen rumano y sangre gitana, realizador de la película que nos ocupa. Loteanu se abrió camino en el férreo sistema de producción soviético combinando historias de granjas colectivas con historias de romances apasionados y fatídicos, temática central en toda su filmografía. Tras ganarse la confianza de Mosfilm con tres o cuatro films auspiciados por el estudio, se acercaba el cuarenta aniversario del fallecimiento de Gorki y a Loteanu no le costó conseguir la aprobación de uno de sus guiones tempranos que entrelazaban hábilmente dos relatos del literato al que había leído con fruición.
Así, acompañado de multitud de actores jóvenes de diferentes geografías: rusos, armenios, georgianos, moldavos, rumanos y muchos extras gitanos. Loteanu se embarcaría en el proyecto más importante de su carrera.
De tal modo, se gestaría "Los gitanos se van al cielo" (en otras latitudes "La reina de los gitanos") como una grata excepción dentro de un sistema que privilegiaba todo tipo de producciones patrióticas "por y para el pueblo" y ponía infinitas trabas burocráticas a cualquier disonancia autoral (véase Tarkovsky).
«Los gitanos se van al cielo» logra elevarse por encima de su época a pesar de los dejes setenteros gracias a sus actuaciones, su excelente fotografía y sus imponentes escenarios naturales. Para el recuerdo las bellísimas panorámicas sobre la estepa póntica, las escenas del baile de los velos, la niña risueña en el campamento y el trote a caballo de Zobar, el más carismático de los cuatreros. Pero sobre todo la actuación de Svetlana Toma como Rada, hipnótica y mística evolución de la gitana Carmen, que hechiza a todo el que osa mirarla con descaro.
La singularidad apunta a dos responsables.
El primero: Maksim Gorki, célebre literato ruso que, como Lorca, dedicó sus primeros escritos al pueblo gitano. En el caso del camarada del este, como pueblo simbólico para configurar una poética de la libertad dentro de un régimen en descomposición.
El segundo: Emil Loteanu, un director de cine moldavo, de origen rumano y sangre gitana, realizador de la película que nos ocupa. Loteanu se abrió camino en el férreo sistema de producción soviético combinando historias de granjas colectivas con historias de romances apasionados y fatídicos, temática central en toda su filmografía. Tras ganarse la confianza de Mosfilm con tres o cuatro films auspiciados por el estudio, se acercaba el cuarenta aniversario del fallecimiento de Gorki y a Loteanu no le costó conseguir la aprobación de uno de sus guiones tempranos que entrelazaban hábilmente dos relatos del literato al que había leído con fruición.
Así, acompañado de multitud de actores jóvenes de diferentes geografías: rusos, armenios, georgianos, moldavos, rumanos y muchos extras gitanos. Loteanu se embarcaría en el proyecto más importante de su carrera.
De tal modo, se gestaría "Los gitanos se van al cielo" (en otras latitudes "La reina de los gitanos") como una grata excepción dentro de un sistema que privilegiaba todo tipo de producciones patrióticas "por y para el pueblo" y ponía infinitas trabas burocráticas a cualquier disonancia autoral (véase Tarkovsky).
«Los gitanos se van al cielo» logra elevarse por encima de su época a pesar de los dejes setenteros gracias a sus actuaciones, su excelente fotografía y sus imponentes escenarios naturales. Para el recuerdo las bellísimas panorámicas sobre la estepa póntica, las escenas del baile de los velos, la niña risueña en el campamento y el trote a caballo de Zobar, el más carismático de los cuatreros. Pero sobre todo la actuación de Svetlana Toma como Rada, hipnótica y mística evolución de la gitana Carmen, que hechiza a todo el que osa mirarla con descaro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El abruptamente trágico final es fiel a la pluma de Gorki. Loteanu, quien sabe si por economía, solo se deja en el tintero el episodio final de la visión fantasmagórica de Rada. En el relato, reaparece tras la muerte, danzando libremente en la lejanía, delante de su padre y de los suyos, como la epifanía de un duelo imposible. Como esos versos de Lorca:
"Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando"
"Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando"
CortometrajeAnimación

6,8
82
Animación
7
22 de noviembre de 2021
22 de noviembre de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sometidos a destinos crueles por sádicos narradores, caprichosos cuentacuentos en busca de moralejas y divertimentos que no justifican el tormento vivido; miles de animales de fábula han sufrido incontables complicaciones a su ya difícil existencia imaginaria. Zorro y Paloma dicen basta.
Miguel de Unamuno concebía en «Niebla» un personaje que, al borde del suicidio, se encontraba con su creador, el propio Unamuno. Éste le revela que su realidad física y mental se limita a los confines de una novela urdida y premeditada por él mismo en cada detalle. Ante tal epifanía, el personaje le da diversas réplicas metafísicas desconcertantes y cuestiona existencialmente a su creador. Zorro y Paloma deciden que no es solo patrimonio de los hombres semejante osadía y van más allá. Se rebelan ante el creador y toman sus herramientas para reescribir un camino de letras libres e inescrutables.
¡Que se joda el narrador! — proclaman— el último eslabón de su jerarquía de autómatas late con pulsión creadora, despertando alma y conciencia por un cremosísimo Dios helado de dos bolas.
----
Fascinante que el "Dios detrás de Dios que la trama empieza" sean 11 jóvenes animadores canadienses recién graduados. Chapeau.
Miguel de Unamuno concebía en «Niebla» un personaje que, al borde del suicidio, se encontraba con su creador, el propio Unamuno. Éste le revela que su realidad física y mental se limita a los confines de una novela urdida y premeditada por él mismo en cada detalle. Ante tal epifanía, el personaje le da diversas réplicas metafísicas desconcertantes y cuestiona existencialmente a su creador. Zorro y Paloma deciden que no es solo patrimonio de los hombres semejante osadía y van más allá. Se rebelan ante el creador y toman sus herramientas para reescribir un camino de letras libres e inescrutables.
¡Que se joda el narrador! — proclaman— el último eslabón de su jerarquía de autómatas late con pulsión creadora, despertando alma y conciencia por un cremosísimo Dios helado de dos bolas.
----
Fascinante que el "Dios detrás de Dios que la trama empieza" sean 11 jóvenes animadores canadienses recién graduados. Chapeau.
Más sobre Johan Liebhart
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here