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Críticas ordenadas por utilidad
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6,9
21.712
8
19 de abril de 2021
19 de abril de 2021
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una agradable sorpresa. Ocurre pocas veces, pero esta película me la ha ofrecido. Había oído campanas -reitero que no leo la crítica oficial más que ocasionalmente y a posteriori- de géneros y consabidas etiquetas, que no soporto salvo en las ocasiones que por evidentes hasta sobran. El caso es poner el cascabel al gato, ya se sabe. Y digo la verdad, no sabía ayer lo que me iba a encontrar en el cine, aunque reconozco que jugaba con ventaja, pues el hecho de que Carey Mulligan encabezara el reparto era para mí una garantía; qué menos esperar eso de una actriz que respeto y al mismo tiempo me encanta. El caso es que a partir de la primera secuencia, el guion y la puesta en escena te raptan durante un par de horas, y Mulligan es la responsable de que eso se consiga. Su interpretación es magnífica. Se trata de una producción británica dirigida y escrita por la multifacética cineasta Emerald Fennell, a la que no conocía, ni siquiera como actriz. Es su primera dirección de un largometraje. He leído que había dirigido la 2a temporada de la serie "Killing Eve" (la primera me gustó). Pero volvamos al cine. Me encantan sus travellings de aproximación a los personajes en momentos cruciales de sus vaivenes emocionales, incluso a través de planos más cerrados y posterior montaje. Y ello partiendo desde un plano general para acabar en primer plano. Lo resalto porque era un recurso del cine clásico, ahora ya en casi total desuso, que me gusta y me sorprendió. En cambio no me gustan muchos de sus encuadres, un poco extraños y que no me transmiten ninguna impresión concreta; quizá pretendan transmitir extrañeza. Muy abiertos, usa frecuentemente mucho aire por arriba, lo que no me satisface en absoluto, salvo cuando se emplea por pura economía de rodaje. Por lo demás, nada que decir. Filma con eficacia, sin alardes de cámara y al servicio de la fluidez de la historia. El casting está muy bien escogido, y todo parece funcionar a mi juicio. Es una historia de venganzas, eso parecía sabido de antemano, o si se quiere de impartir justicia al margen de la ley, que viene a ser lo mismo. Pero no estamos ante una película típica de Liam Nesson con el catalán Collet-Serra, que quién iba a pensar en este binomio, aunque a veces para pasar el rato te pueden entretener y todo. Carey Mulligan en este film hace frente a heridas que vienen de años atrás, y que entroncan con la violencia sexual y el desgraciado abuso de algunos hombres hacia mujeres. La protagonista lleva por así decirlo una doble vida, a través de la cual percibimos su psicología personal y las fatales perturbaciones que pretende neutralizar. Pero no nos podemos quedar ahí, sería una reacción simplista que la cineasta no desea. Se trata de ahondar en el problema a través de una concienzación adulta y hasta pedagógica de esas conductas desgraciadas. Pero en el film siempre se tropieza en la misma piedra, y la actuación de los hombres que aparecen en la misma situación resultan ser idénticas: manipuladoras, dolosas y hasta delictivas, disfrazadas del parapeto de la honestidad excusable basada en la provocación o el silencio femenino mal entendido, o más bien ignorado. Conductas mezquinas e inhumanas que a menudo vemos en las noticias a diario. Manadas que solo pretenden pasarlo bien escusándose en el falso beneplático de sus víctimas. Deleznable. Y esta sería la idea genérica. No es este un cine social ni pretende serlo, aunque la denuncia se ponga de manifiesto. La singularidad de esta película reside en la personalidad de la protagonista, y de sus planes y acontecimientos, que son solo de ella en exclusiva. La historia que vemos en la pantalla es la de esa mujer en concreto, no de otra. Pienso que esto es importante, no olvidar que estamos ante una ficción solitaria que huye de la crítica social, o eso creí entender yo. Cada afectada responderá de una manera; si bien, lo que aquí nos interesa son las vivencias, reacciones y peripecias del personaje que encarna Mulligan, inmersa en una trama que recrea un guion muy bien escrito, y que retrata a una mujer en su singularidad, como antes he dicho. Una historia que gira alrededor de unos hechos, pero no la historia de los hechos y su análisis. Y, por supuesto, la historia de Cassie y de su amiga Nina es lo que interesa que llegue al espectador, más allá del drama general apuntado que sabemos que, penosamente, existe. Veamos el comportamiento de Cassie, su vida cotidiana que fue cruelmente quebrada de raíz. Y centrémonos en las consecuencias y en las decisiones que ella y no otra adopta para afrontarlas; en sus emociones más íntimas, en la relación con su entorno, familiar y social; en su presente singularidad que el guion y la trama le depara en esta ficción que, como decía, huye de lo social de la venganza pura y dura. Veamos cómo afronta su vida la protagonista, su anhelo. Por lo que a mi respecta empaticé con ella de inmediato, y me sumergí en una historia singular que me cautivó totalmente, cinematográficamente hablando, eso es lo que me importa en realidad, aunque deseé que no hubiera ocurrido.

7,4
69.486
9
9 de diciembre de 2016
9 de diciembre de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha abducido, nunca mejor dicho, la última película de Denis Villeneuve, un director de escasa filmografía pero de una calidad más que notable, a veces críptico, quizá "Enemy" sea la más demostrativa en este aspecto, y otras más directo, como en "Sicario" por ejemplo, en la que a pesar de todo también plantea interrogantes y subterfugios que se mantienen ocultos. En "La llegada" combina ambos elementos para que el espectador se estruje un poco las ideas para llegar a comprender la que el director pienso que desea transmitir. Enmarcada en la ciencia ficción, la cinta no obstante rezuma humanidad, es más, ¡reclama humanidad! Los países de la tierra reaccionan ante la visita alienígena como lo vienen haciendo hasta ahora sin ella, es decir, enfrentados y cada uno por su lado, vamos... lo que vivimos cada día, la lucha por el poder y la persecución de intereses individuales. Pienso que Villeneuve, sin moralinas ni discursos grandilocuentes, nos da un severo aviso de que vamos por mal camino, y de paso nos muestra una realidad, la ausencia de lo humano como concepto común para los habitantes del planeta; la tierra está dividida en naciones que son compartimentos estancos alejados del nexo común que nos debiera definir más allá de cualquier bandera o territorio; nadie diría "yo soy humano" como seña de identidad, como si no tuviéramos conciencia de ello. No por obvia hubiera debido abandonar esta reflexión, máximo cuando considero que es el eje central de "La llegada".
Los alienígenas vienen a ayudarnos, ese es su mensaje; y tan largo viaje para qué..., en qué nos pueden ayudar. El espectador ha de pensar la respuesta, pero basta ver en qué manos se está concentrando el poder y la consiguiente riqueza de la tierra para que nos vayamos haciendo una idea, aunque quizá siempre haya sido así. Y mientras algunos pobladores de este mundo, que no los humanos, podamos comprar los regalos de esta navidad una vez más, continuaremos siendo dichosos, ignorando a los que se mueren de hambre, a los que no tienen una medicina que llevarse a la boca, a los que vagan por el planeta sin que nadie los acoja, como terrícolas sin pasaporte, sin ese documento que otros tenemos y en el que en ninguna casilla podemos leer que su portador sea humano, nuestro principal signo de identidad. Pero repito, quizá siempre haya sido así y esté pecando yo ahora de ingenuo y agorero.
Todo lo anterior se ve reforzado por la idea que subyace en la película a propósito del empeño en la comunicación, el entendimiento y el aprendizaje, tanto en la vida privada de la doctora lingüista (Amy Adams) en la relación con su hija, como en la que esta mantiene con los visitantes octópodos. Y es que sin comunicación ni propósito de entendimiento es imposible que los humanos, seamos de aquí o de allá, construyamos un planeta más habitable y más justo, y aprendamos otra forma de convivencia más digna y consustancial con nuestra especie. Me encanta cómo la doctora se da a conocer a los extraterrestres con su pizarra, aunque de nuevo pueda resultar obvio: "humanos".
Cinematográficamente hablando, la película está muy bien construida. Cuenta con los clásicos elementos del género tratados sin estridencias, de forma naturalista y sin alardes; sencillamente construidos los efectos y el plató que nos sitúa en el interior del engendro espacial en el que transcurre el encuentro entre los dos octópodos y los dos humanos, la ya nombrada doctora y el científico encarnado por Jeremy Renner. La interpretación de la primera es magnífica, y el resto del reparto la sigue a cierta distancia, con un Forest Whitaker siermpre impecable. El ritmo se ajusta a la historia y va avanzando lentamente a la par que se va consiguiendo la escasa comunicación entre unos seres y otros. Me parece brillante el montaje que entrelaza la vida privada de la doctora y la historia principal del film, pues una y otra se complementan, y no como flashback que al principio puede parecer, sino como flashforward, que en realidad es lo que se plantea después de la visita de los octópodos; puede resultar complejo el planteamiento, pero así le da mucho más sentido y riqueza a la trama y al guion mismo que la desarrolla. Muy buena banda sonora de Jóhann Jóhannsson, completamente al servicio de la historia y de sus imágenes, huyendo de sensaciones previsibles de sus personajes.
Creo que los humanos necesitamos ayuda, y no deberíamos esperar la llegada de un mesías, que ya tenemos experiencia con eso, ni de un Godot, ni tampoco de un octópodo, bastaría con una reflexión profunda y con materializar las ideas y valores que intenta transmitir la película, pero me temo que esto va a ser imposible. A ver si resultará que el mesías es Villeneuve... es que a veces soy un pelín exagerado.
Los alienígenas vienen a ayudarnos, ese es su mensaje; y tan largo viaje para qué..., en qué nos pueden ayudar. El espectador ha de pensar la respuesta, pero basta ver en qué manos se está concentrando el poder y la consiguiente riqueza de la tierra para que nos vayamos haciendo una idea, aunque quizá siempre haya sido así. Y mientras algunos pobladores de este mundo, que no los humanos, podamos comprar los regalos de esta navidad una vez más, continuaremos siendo dichosos, ignorando a los que se mueren de hambre, a los que no tienen una medicina que llevarse a la boca, a los que vagan por el planeta sin que nadie los acoja, como terrícolas sin pasaporte, sin ese documento que otros tenemos y en el que en ninguna casilla podemos leer que su portador sea humano, nuestro principal signo de identidad. Pero repito, quizá siempre haya sido así y esté pecando yo ahora de ingenuo y agorero.
Todo lo anterior se ve reforzado por la idea que subyace en la película a propósito del empeño en la comunicación, el entendimiento y el aprendizaje, tanto en la vida privada de la doctora lingüista (Amy Adams) en la relación con su hija, como en la que esta mantiene con los visitantes octópodos. Y es que sin comunicación ni propósito de entendimiento es imposible que los humanos, seamos de aquí o de allá, construyamos un planeta más habitable y más justo, y aprendamos otra forma de convivencia más digna y consustancial con nuestra especie. Me encanta cómo la doctora se da a conocer a los extraterrestres con su pizarra, aunque de nuevo pueda resultar obvio: "humanos".
Cinematográficamente hablando, la película está muy bien construida. Cuenta con los clásicos elementos del género tratados sin estridencias, de forma naturalista y sin alardes; sencillamente construidos los efectos y el plató que nos sitúa en el interior del engendro espacial en el que transcurre el encuentro entre los dos octópodos y los dos humanos, la ya nombrada doctora y el científico encarnado por Jeremy Renner. La interpretación de la primera es magnífica, y el resto del reparto la sigue a cierta distancia, con un Forest Whitaker siermpre impecable. El ritmo se ajusta a la historia y va avanzando lentamente a la par que se va consiguiendo la escasa comunicación entre unos seres y otros. Me parece brillante el montaje que entrelaza la vida privada de la doctora y la historia principal del film, pues una y otra se complementan, y no como flashback que al principio puede parecer, sino como flashforward, que en realidad es lo que se plantea después de la visita de los octópodos; puede resultar complejo el planteamiento, pero así le da mucho más sentido y riqueza a la trama y al guion mismo que la desarrolla. Muy buena banda sonora de Jóhann Jóhannsson, completamente al servicio de la historia y de sus imágenes, huyendo de sensaciones previsibles de sus personajes.
Creo que los humanos necesitamos ayuda, y no deberíamos esperar la llegada de un mesías, que ya tenemos experiencia con eso, ni de un Godot, ni tampoco de un octópodo, bastaría con una reflexión profunda y con materializar las ideas y valores que intenta transmitir la película, pero me temo que esto va a ser imposible. A ver si resultará que el mesías es Villeneuve... es que a veces soy un pelín exagerado.
6
26 de septiembre de 2016
26 de septiembre de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alberto Rodríguez se atreve esta vez con su cine a abordar asuntos internos de la corrupción económica y política española, esa que ya es tan familiar nuestra, la que ya ha superado con creces el caso Roldán; prueba de ello es que ya nada se sabe de la vida del exdirector general de la Guardia Civil tras su excarcelación, ni tampoco de su dinero, y hasta la prensa lo ha olvidado, y puede que incluso archivado, o quizá sea Paesa el que mueva los hilos de esta amnesia colectiva, allá donde esté, seguramente más cerca de lo que pensamos. No es esta una película redonda de su director, pero sí interesante, adentrándose en el género del espionaje que tanto ha escaseado en nuestro país. Todo gira alrededor de farsas y trucos financieros, escondites de Roldán y matones a la española bajo la batuta del agente secreto, mercenario y mago del escapismo Francisco Paesa. Este personaje está encarnado por el siempre estupendo Eduard Fernández, galardonado por su trabajo recientemente en San Sebastián. Alberto Rodríguez consigue en ocasiones mostrarnos la atmósfera y el sabor del género, con ritmo lento y secuencias y planos largos y oscuros, con interpretaciones y miradas en suspenso, presencias e insinuaciones más que actuaciones evidentes, dejando hilos sueltos en sus conductas, quizá demasiados, y trasladando los hechos a distintas ciudades, dando así mayor dimensión a la narración y a la intriga, a la vez que dispersión argumental. La historia pienso que se le escapa un poco de las manos, produciendo cierto confusionismo con el abuso de personajes, grupos y datos dentro y fuera de la política que aparecen en el organigrama de Paesa, eje central de la historia que deja a Roldán como un personaje que puede ser resultar poco creíble a los ojos del espectador. Aquí pienso que el director se ha esmerado más en su caracterización que en el estudio del mismo, su aparición a mí me ha apartado de la trama por artificiosa. También es cierto que el protagonista es Paesa y no Roldán, lo que no constituye una excusa, más si cabe con el renombre del segundo. Una película irregular pienso, en la que se aprecia un gran trabajo detrás que no siempre ha llegado a buen término. Interesante y de buena factura en cualquier caso.

7,9
106.290
10
9 de noviembre de 2014
9 de noviembre de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer vi la última película de Cristopher Nolan, "Interstellar". Ya han pasado casi 24 horas desde que salí del cine y aún la estoy digiriendo, o mejor dicho, se está cocinando en mi cabeza a fuego lento para conseguir ordenar todas las ideas y emociones que me transmitió, que son muchas. El cine de Nolan siempre ha sido muy rico, aunque en ocasiones se le haya tildado de artificioso, lo cual no comparto. No debería confundirse lo complejo con lo difuso. Acaso sea esta una reflexión para mí mismo.
Lo primero que puedo decir, es que tuve la sensación de tener ante mí algo muy grande, y no lo digo porque a priori las películas espaciales puedan resultar grandilocuentes o que, por su despliegue de medios y efectos, así concluyan habitualmente (salvo pocas excepciones), sino por la magnitud y el peso de la historia que está detrás de lo que se trasluce a la pantalla. No es una película espacial con héroes dispuestos a salvar el planeta. Esta podría ser una lectura muy simplista de la realidad de la trama, y esta es una película que puede ser cualquier cosa menos simple y, aún menos, simplista.
Como antes he indicado, mi cabeza está en proceso digestivo, y es que me cuesta analizar este explosivo cóctel de ideas, sensaciones y emociones. El argumento es más asequible, pero la densidad y complejidad del cine de Nolan ya no tanto, y en esta película se ha esmerado. Una vez más recurre al concepto tiempo como pilar del guion, pero aquí está enriquecido con otras ideas que plantea sin explicitarlas, tales como la vida y la muerte, la tierra, el espacio, la extinción de la humanidad y del planeta, la supervivencia, la memoria, la gravedad, la ciencia, la familia, el sacrificio, el individualismo, la solidaridad, quizás Adán y Eva. La búsqueda del territorio, y el final y comienzo de la raza humana fuera de nuestro planeta, mueve a un elenco de actores y actrices difícil de reunir; el reparto es impresionante. Todo este grupo de estrellas desarrolla la historia a un gran nivel, y, con sus magníficas interpretaciones, plantean a los espectadores ese collage de conceptos que acabo de enumerar, y seguro que me he dejado alguno.
Ya he comentado que, al ver la película, había sentido tener ante mí algo muy grande, y me reafirmo ahora diciendo que "Interstellar" va a ser objeto de muchos libros de análisis y estudio cinematográfico, y añado que quizá lo haga desde la categoría de las grandes obras de la historia del cine. C. Nolan me hizo viajar por la película a una velocidad de vértigo, tanto es así que aún creo estar flotando por el espacio, y mi capacidad de análisis anda un tanto mermada. Necesito más de ese tiempo que él tan bien maneja para aterrizar en su mundo y adaptarme a esta nueva composición. De todo ello, y a pesar de mi desorientación, quiero darle las gracias. Está bien que movilicen a uno en la butaca del cine, y ya puestos, conseguir que además se lleve la pantalla a casa, aunque sea sin digerir del todo su contenido, demuestra un mérito sobresaliente.
La narración visual, ya sea en la tierra como en el cielo (!), en otros planetas o en el espacio, es realmente portentosa, y la dirección de Nolan es un acierto constante en cada lugar elegido para colocar la cámara, utilizando después en el montaje el material rodado en las localizaciones exteriores y en los platós, como si se trataran de tomas realizadas en habitaciones contiguas, y por si fuera poco, mezclándolo todo con diferentes momentos temporales en la acción. A esta epopeya contribuye una esmerada producción, una impecable dirección artística y una gran dirección de fotografía. Y por si fuera poco, Hans Zimmer ayuda con su música a conseguir el ritmo de cada secuencia al compás que interesa al director. Las imágenes son espectaculares, y lo son también en la estrechez de una nave espacial, e incluso en el interior de una habitación repleta de libros, lugar clave para la película, de una casa cualquiera, aislada en un gran campo sembrado de váyase a saber qué lugar de EEUU. Y todo ello en perfecta armonía con la magnitud de los elementos visuales con los que trabaja Nolan, y con la profundidad de las emociones y sentimientos que intenta transmitir, algunos casi sucintamente. En casi tres horas de metraje, nada se le va de las manos. Me quito el sombrero, señor Nolan.
Pero, insisto, estoy en uno de esos agujeros negros que aparecen en la película, y no sé aún dónde acabará este intento de análisis.
Lo primero que puedo decir, es que tuve la sensación de tener ante mí algo muy grande, y no lo digo porque a priori las películas espaciales puedan resultar grandilocuentes o que, por su despliegue de medios y efectos, así concluyan habitualmente (salvo pocas excepciones), sino por la magnitud y el peso de la historia que está detrás de lo que se trasluce a la pantalla. No es una película espacial con héroes dispuestos a salvar el planeta. Esta podría ser una lectura muy simplista de la realidad de la trama, y esta es una película que puede ser cualquier cosa menos simple y, aún menos, simplista.
Como antes he indicado, mi cabeza está en proceso digestivo, y es que me cuesta analizar este explosivo cóctel de ideas, sensaciones y emociones. El argumento es más asequible, pero la densidad y complejidad del cine de Nolan ya no tanto, y en esta película se ha esmerado. Una vez más recurre al concepto tiempo como pilar del guion, pero aquí está enriquecido con otras ideas que plantea sin explicitarlas, tales como la vida y la muerte, la tierra, el espacio, la extinción de la humanidad y del planeta, la supervivencia, la memoria, la gravedad, la ciencia, la familia, el sacrificio, el individualismo, la solidaridad, quizás Adán y Eva. La búsqueda del territorio, y el final y comienzo de la raza humana fuera de nuestro planeta, mueve a un elenco de actores y actrices difícil de reunir; el reparto es impresionante. Todo este grupo de estrellas desarrolla la historia a un gran nivel, y, con sus magníficas interpretaciones, plantean a los espectadores ese collage de conceptos que acabo de enumerar, y seguro que me he dejado alguno.
Ya he comentado que, al ver la película, había sentido tener ante mí algo muy grande, y me reafirmo ahora diciendo que "Interstellar" va a ser objeto de muchos libros de análisis y estudio cinematográfico, y añado que quizá lo haga desde la categoría de las grandes obras de la historia del cine. C. Nolan me hizo viajar por la película a una velocidad de vértigo, tanto es así que aún creo estar flotando por el espacio, y mi capacidad de análisis anda un tanto mermada. Necesito más de ese tiempo que él tan bien maneja para aterrizar en su mundo y adaptarme a esta nueva composición. De todo ello, y a pesar de mi desorientación, quiero darle las gracias. Está bien que movilicen a uno en la butaca del cine, y ya puestos, conseguir que además se lleve la pantalla a casa, aunque sea sin digerir del todo su contenido, demuestra un mérito sobresaliente.
La narración visual, ya sea en la tierra como en el cielo (!), en otros planetas o en el espacio, es realmente portentosa, y la dirección de Nolan es un acierto constante en cada lugar elegido para colocar la cámara, utilizando después en el montaje el material rodado en las localizaciones exteriores y en los platós, como si se trataran de tomas realizadas en habitaciones contiguas, y por si fuera poco, mezclándolo todo con diferentes momentos temporales en la acción. A esta epopeya contribuye una esmerada producción, una impecable dirección artística y una gran dirección de fotografía. Y por si fuera poco, Hans Zimmer ayuda con su música a conseguir el ritmo de cada secuencia al compás que interesa al director. Las imágenes son espectaculares, y lo son también en la estrechez de una nave espacial, e incluso en el interior de una habitación repleta de libros, lugar clave para la película, de una casa cualquiera, aislada en un gran campo sembrado de váyase a saber qué lugar de EEUU. Y todo ello en perfecta armonía con la magnitud de los elementos visuales con los que trabaja Nolan, y con la profundidad de las emociones y sentimientos que intenta transmitir, algunos casi sucintamente. En casi tres horas de metraje, nada se le va de las manos. Me quito el sombrero, señor Nolan.
Pero, insisto, estoy en uno de esos agujeros negros que aparecen en la película, y no sé aún dónde acabará este intento de análisis.
6
15 de septiembre de 2018
15 de septiembre de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me han gustado los Tres anuncios... La película ha superado con mucho mis expectativas, que no eran muy halagüeñas..., cuestión de sensaciones. Sin embargo, me ha interesado, está bien construida a costa de un buen guion y de excelentes interpretaciones, y mantiene el interés durante la proyección. Parece ser que en el medio oeste americano, sórdido en sí mismo, cabe cualquier historia que se cuente, por muy increíble y absurda que pueda parecer.
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