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Críticas 113
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
3 de diciembre de 2023
133 de 158 usuarios han encontrado esta crítica útil
May December (me niego a referirme a ella como "Secretos de un escándalo") es el noveno largometraje de ficción del reputado Todd Haynes, un cineasta que dio sus primeros pasos formando parte del llamado New Queer Cinema de los 90 y que, aunque no haya tenido una carrera particularmente regular, nos ha regalado trabajos espectaculares a lo largo de los años. Para mí, un estreno de Haynes siempre es algo que esperar con ganas. Y aunque no sea una película perfecta, tengo que salir que yo he salido muy satisfecho con la propuesta de Haynes.

Cuesta comentar todo lo que hace a May December grande sin entrar en spoilers, pero de entrada, no sorprende encontrarse a Todd Haynes interesado por un tema como este. May December (basada en una muy truculenta historia real) nos invita a explorar la relación de un matrimonio nacido del abuso, a través de la mirada ajena de una actriz. Haynes siempre ha sentido fascinación por adentrarse en la psicología de personajes (a menudo mujeres) repudiados por la sociedad y traumatizados por las circunstancias, y, en su universo, el deseo sexual se ha revelado en más de una ocasión como una fuerza desencadenante, imparable y, a menudo, destructiva. Es comprensible, pues, que Haynes, tratando de ser lo más imparcial posible (la figura de Elizabeth como espectadora externa no es baladí), se muestre tan interesado en diseccionar y entender la dinámica establecida entre Gracie y Joe. Tiene su gracia que, finalmente, la conclusión a la que llega se alinee perfectamente con la impresión más inmediata: es una relación podrida y abusiva desde su concepción. Y, a pesar de eso, no me da la sensación de estar viendo una película "de mensaje". No es un sermón. Las ideas que se plantean, y cómo se plantean, invitan a la reflexión.

La presentación de May December es lo que, desde la primera escena, choca y desequilibra. Tanto la crítica como el público se han empeñado en calificarla de "camp" desde que se estrenó en Cannes. Tal vez por esa fotografía ligeramente brumosa, que le da a la historia una cualidad irreal y superficial, muy apropiada para el baile de máscaras y subterfugios que nos presenta Haynes. O tal vez por ese notorio y robótico empleo del zoom, inhumano e imprescindible para alejar la mirada de la cámara. O por esa efectista banda sonora de pianos ominosos, una partitura que reconfigura la música de El mensajero y que, a ratos, podría colarse sin desentonar en una peli de John Carpenter, y colocar este piano en un melodrama, como si el exterior y el interior no terminaran de casar, es, desde luego, una decisión deliberada. O por ese jugueteo ocasional con lo irónico y lo grotesco cuando el núcleo temático de la historia es tan trágico y tan perturbador. A mí me cuesta considerarla camp (sobre todo cuando la gente ni siquiera se pone de acuerdo en qué significa la palabra camp), pero está claro que May December no es sutil es sus decisiones estilísticas, ni mucho menos. Los juegos de espejos y reflejos, los planos enteros frontales que acercan más a la obra a la asepsia enrarecida de Safe que a la calidez de Carol. El cuidado máximo en la puesta en escena y en la localización, de una pulcritud exquisita, a pesar de que los personajes parezcan, a ratos, completamente despegados de su entorno. Los planos largos, la inteligente colocación de los actores en el encuadre (esa escena en la tienda de ropa es absolutamente brillante). Haynes demuestra, una vez más, ser un realizador de primer nivel, y aunque alguna decisión pueda no convencer, no hay duda de que esta May December no podría haber salido de la mente de ningún otro.

El guion, firmado por el debutante Samy Burch, es un contrapunto. Si el ojo de Haynes es ostentoso y sensacionalista, la pluma de Burch es sutil y paciente. Y lo es, por suerte, con todos los personajes que conforman el tridente de la historia. Elizabeth es, a priori, quien representa al espectador. La actriz que llega con la intención de estudiar y aprender. Y sin embargo, poco a poco, vamos viendo que hay mucho más detrás de la fachada. El proceso de vampirización, plano conjunto ante el espejo incluido, remite a Bergman y a su obra maestra Persona. Su poder disruptivo desencadena una tormenta. En el lado opuesto del triángulo, tenemos a Joe, un joven tan alto, tan atractivo, tan corpóreo y, sin embargo, tan invisible. El más grande, y el que menos espacio ocupa. No es, por las circunstancias, un individuo formado. Ese "es lo que hacemos los adultos", de Elizabeth hacia él, es un aguijón envenenado. Y en el centro del huracán, una Gracie que, tal vez, sea la más fácil de juzgar y la más difícil de comprender. Los tres actores hacen una labor más que sólida en sus respectivos roles, algo que no sorprende en actrices de primerísima división como Moore y Portman, pero también hay que quitarse el sombrero ante el trabajo de Charles Melton, ya que, al fin y al cabo, él es la víctima y el ancla emocional de May December. Con este personaje, en saber hacerse pequeño está la clave.

En resumen diré que May December me ha parecido un trabajo de enormes virtudes, a pesar de jugar con tonos y de hacer cabriolas que no son fáciles de clavar y que no siempre se fusionan sin costuras. No va a ser del gusto de todos, y probablemente muchos espectadores que busquen un mensaje más claro y más contundente no salgan convencidos con el enfoque distante y con la falta de respuestas, pero a mí me gusta mucho el resultado final. May December es triste y es inquietante, y tiene una forma muy particular de analizar las relaciones de poder, las consecuencias del abuso, la romantización amarillista y la consumición morbosa de lo trágico. No es perfecta, pero es sin duda valiente y ambiciosa, tiene un aparato visual muy potente, profundidad temática e interpretaciones a la altura. Y algo que yo agradezco mucho: es un trabajo que no se olvida al día siguiente.

Calificación: Notable
29 de diciembre de 2014
118 de 128 usuarios han encontrado esta crítica útil
A priori, parece que en Foxcatcher nos vamos a encontrar con el típico biopic de deportes, de estos que rulan mucho en las temporadas de premios, pero en mi opinión, aquí el wrestling es algo secundario y los que realmente importan son los conflictos entre los personajes. Por un lado tenemos a Mark Schultz (Channing Tatum), un ganador olímpico que busca volver a ganar para dejar de vivir a la sombra de su hermano; por otro, a Dave Schultz (Mark Ruffalo), padre de familia y el hermano mayor que crió a Mark, que le apoya, le entrena y se preocupa por él; y por otro, a John du Pont (Steve Carell), un multimillonario patriota, excéntrico y, para mí, el personaje que realmente cimienta la película, aunque técnicamente no sea el protagonista. Tal y como yo lo veo, Foxcatcher utiliza la competición de lucha como telón de fondo para profundizar en las obsesiones y miedos de John du Pont, un hombre inseguro, ineficaz, triste e inestable que busca la aprobación de una madre exigente y contribuir a la grandeza de su país para sentirse útil. Mark es el que más minutos tiene en pantalla, sí, pero es la obsesión de du Pont la que desencadena la mayoría de los sucesos de la película, desde su inicio hasta su desenlace, del que hablaré un poco en la sección spoilers.

Con esta premisa, la película funciona gracias a tres interpretaciones geniales: cabe mencionar primero al irreconocible (gracias a un estupendo maquillaje) y muy, muy, muy perturbador Steve Carell en un papel que supone un enorme punto de inflexión en su carrera. Olvidad al jefe odioso de The office y al simplón de Virgen a los 40. Foxcatcher no es una comedia, es un producto dramático con una atmósfera sucia, enrarecida, tensa y extrañamente incómoda, y buena parte de ello se debe a la interpretación de Carell. Por si fuera poco, sus dos compañeros de reparto saben estar a su altura: Tatum demuestra bastante instinto al saber equilibrar la intensidad y la contención según lo requiera la escena, mientras que Ruffalo es tremendamente natural en su papel de hermano cariñoso y protector. Para mí, son ellos tres los que convierten una película interesante en una película buena. La fotografía, por su parte, está llevada con mucha inteligencia y contribuye enormemente a crear la tensión necesaria.

En resumen, una cinta más que recomendable y un buen añadido a la sólida filmografía de Bennett Miller. Sus mayores fallos tal vez sean su ritmo, a veces pesado e inconstante, una duración ligeramente excesiva y la falta de una banda sonora más interesante, pero lo compensa con creces con personajes bien escritos y mejor interpretados y una atmósfera muy oscura que la distingue del resto de biopics deportivos.

Calificación: Recomendable/Notable
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tras acabar la película estuve echándole un vistazo a la historia real, y lo cierto es que nunca se supo realmente lo que llevó a John du Pont a asesinar a Dave Schultz. En Foxcatcher, el final queda desubicado, fuera de lugar y apenas explicado, pero creo que ese era el objetivo desde el principio: retratar a un hombre extraño, confuso y perturbado de forma extraña, confusa y perturbadora. Objetivo cumplido, si me preguntáis a mí.
17 de noviembre de 2015
130 de 154 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues eso. "Love" ha sido una experiencia tremendamente decepcionante para mí. Sé que la crítica especializada no la recibió con mucho cariño, pero tampoco lo hicieron con los dos anteriores trabajos de Gaspar Noé, "Irreversible" y "Enter the void", y ambos me parecen estupendos. Con esta película esperaba ver una gran reflexión sobre el amor y el sexo, dando por asumido el enfoque gráfico y provocador que tan de la mano suele ir con el cine del director argentino y esperando además el impacto emocional de sus mejores películas. Era sin duda su intención, pero por desgracia se me ha quedado muy corto.

La historia es sencillita. El romance entre un americano y una (creo) francesa en la ciudad de París. Mientras veía la cinta, en mi cabeza no cesaban las comparaciones con "La vida de Adele" por una parte (la más sexual y apasionada), y con la trilogía de Richard Linklater por otra (la más intelectual y romántica). Y en ambos aspectos las comparaciones son odiosas, sobre todo porque las interpretaciones de la pareja protagonista son mediocres en sus mejores escenas y directamente penosas en las peores. La química entre ellos es mínima, y ese es un fallo muy gordo en una cinta como esta. Las escenas de sexo son tan, tan explícitas y tan repetidas que tras la impresión inicial se vuelven ordinarias y aburridas, y en ellas no se percibe ningún tipo de implicación emocional. Las escenas sexuales de "La vida de Adele" (que al lado de las de "Love" parecen sacadas de una película de Disney) podían pecar para muchos de excesivas, pero funcionaban porque las actrices desnudaban su alma en ellas, regalándonos unas interpretaciones prodigiosas. No era necesario que se dijeran lo mucho que se querían o lo mucho que se deseaban cada dos minutos, porque el espectador lo notaba por cómo se miraban, cómo se tocaban, cómo se sonreían. Aquí pasa todo lo contrario. El sexo es programado y frío, y los diálogos están recargados de "te quieros" y de clichés del tipo "eres el amor de mi vida" o "estaremos juntos para siempre", pero los actores no se los creen. Y si ellos no se dejan llevar, difícilmente puedo hacerlo yo. En este sentido me recuerda a la floja "Habitación en Roma" de Medem, que fallaba en exactamente lo mismo.

Las comparaciones con "Before sunrise" y el resto de la trilogía vienen por las (escasas) escenas trascendentales o románticas. Los diálogos son mucho menos ingeniosos de lo que el director cree, la sutileza brilla por su ausencia y el romance se disipa entre pretensiones fallidas. "Mi mayor deseo es hacer una película que describa la sexualidad romántica", dice Gaspar a la audiencia a través de los labios de Murphy. "Esta gente no tiene miedo", dice el protagonista refiriéndose a aquellos directores polémicos y que van más allá de lo que se espera de la norma. Le falta guiñar un ojo a la cámara. Todo esto me lleva a la conclusión de que tras la genuina intención del director se esconde un ego de tres pares de cojones que no deja de asomarse escena tras escena (no olvidemos que el prota es director de cine, el niño se llama Gaspar y el ex novio de Elektra se llama Noé y además está interpretado por él mismo) y empaña la naturalidad de la cinta. La influencia de Pasolini está desplegada y representada sin ningún pudor por ese póster gigante de "Saló" que aparece en más de una ocasión. El problema es que esta cinta ni siquiera llega a ser tan provocadora como pretende, porque Noé no es el primero en meter una paja, un trío, una mamada, una postura del perrito y un par de corridas en su película (da la sensación de que tenía una especie de lista de la compra porno con todo lo que quería incluir), y el hecho de meterlas no significan nada si no las apoyas en algo más. "Love" dura 135 excesivos minutos. Tras verla entera, he ido pasándola por encima con el ratón y de las diez veces que lo he parado, en ocho me he encontrado con una escena de sexo. ¿Y el guión? ¿Cuándo respira? "Irreversible" tenía una historia, y qué historia. "Enter the void" también. La estructura de "Love", en cambio, es frasecita romántica - escena de sexo - reflexión patatera - escena de sexo - escena cool con innecesaria voz en off (que esa es otra) - escena de sexo... Y así.

¿Qué se salva de la película? La fotografía, desde luego. Noé es un virtuoso con las cámaras, y se mueve con solvencia entre planos secuencia e imágenes estáticas, fantásticos juegos de luces (las escenas grabadas en la discoteca son un buen ejemplo) y montajes vibrantes y creativos. Lástima que haya desperdiciado tanto tiempo en filmar lo mismo en diferentes posturas. La banda sonora también es muy buena, y empasta muy bien con las escenas de sexo. Quitando eso, yo no salvo mucho más. Como ya he dicho, a mí personalmente me ha decepcionado mucho, tal vez por las expectativas que tenía tras ver los dos trabajos anteriores del director. Tal vez en unos años la revea y cambie de opinión, pero por ahora no es algo que esté en mi agenda. Strike uno, Gaspar.

Calificación: Insuficiente
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿Lo del plano de la penetración desde dentro del chochete va a convertirse en algo habitual? Lo digo porque ya lo incluyó en "Enter the void", vaya. ¿Va esa polla eyaculando a hacer un cameo en todas las películas de Gaspar Noé a partir de ahora? Es una duda que tengo.
7 de marzo de 2015
122 de 140 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si os molan las pirámides, id a Egipto.
Si no tenéis dinero para viajar, leed algún libro sobre arte egipcio.
Si no tenéis ganas de leer, ved algún documental.
Si os aburren los documentales, poneos La momia.
Si ya habéis visto La momia, ved los remakes.
Si ya las habéis visto todas y buscáis una nueva de momias y pirámides, os jodéis. Reved las que ya habéis visto.
Pero no veáis La pirámide.

Si lo que os molan son los "found-footage" de terror, ved Holocausto caníbal.
O El proyecto de la bruja de Blair.
O REC.
Si ya las habéis visto y queréis más, poneos incluso Paranormal activity.
Si buscáis una que sea de 2014 por cojones, pues yo qué sé, ved Así en la tierra como en el infierno.
Pero no veáis La pirámide.

En serio, no veáis La pirámide.
Podría ponerme a hablar de la pobre iluminación.
De los planísimos personajes.
De las malísimas actuaciones.
De los diálogos de subnormal.
Del terrible montaje en un supuesto "found-footage" que en realidad no lo es y que por mostrar muestra hasta imágenes del espacio.
De la nula originalidad.
De la nula capacidad de arrancar el más mínimo sobresalto.
De las risas involuntarias que me provocó en más de una ocasión.
Pero paso de extenderme.
No veáis La pirámide.

¿He dicho ya que no veáis La pirámide? Por si acaso lo repito.
No veáis La pirámide.
Porque es una puta mierda.
Una puta mierda muy gorda.

Calificación: Infame/Muy mala
14 de abril de 2022
133 de 167 usuarios han encontrado esta crítica útil
A menudo, una película te dice lo que es con su primer plano. Hereditary lo hace. It follows, por poner más ejemplos recientes sacados del mismo género, también. El primer plano de X entra en el mismo saco. Un plano fijo que mira desde el interior hacia el exterior, con el umbral enmarcando la escena en un deliberado aspect cuadrado, similar al 4:3 de los televisores antiguos. A lo largo de la historia del cine, este umbral ha sido utilizado para marcar el límite entre dos mundos, y aquí el simbolismo es parecido. Realidad y ficción, presente y pasado. En cuanto hay movimiento, los mecanismos de Ti West se ponen en marcha. Con un parsimonioso zoom, la cámara nos hace atravesarlo, y la invitación queda clara: recreemos una época que ya no volverá.

X se sitúa por encima de la gran mayoría de slashers dándole algo de profundidad temática a la historia. Establece una oportuna conexión entre la frustración sexual y la violencia. El sexo, en el mundo de West, es patrimonio de la juventud. X utiliza el género para retratar el rechazo social a lo decrépito y, en la misma medida, el anhelo por lo que fue y nunca más será. Lo bello y lo viejo se sitúan en extremos opuestos, por lo que no es casualidad que Maxine y Pearl estén interpretadas por la misma actriz. Cuaja con menos consistencia, eso sí, utilizar el fundamentalismo religioso como motivación y trasfondo. Que yo siempre a favor de meterle caña a este tipo de discursos, pero en este contexto, creo que es echarle ingredientes de más a una receta que no los necesita. Sí que funciona, y bastante bien, la descripción de sus villanos, empática y mucho más sugestiva que la de sus "héroes", que deja bastante que desear. La tristeza de Pearl y el amor que ella y Howard se profesan nos regalan momentos de sorprendente y refrescante ternura. Al menos, durante la primera mitad.

En la actitud de West ante el material están las virtudes y los defectos de la cinta. West homenajea al género, no lo deconstruye ni lo trastoca. "La matanza de Texas" es una referencia más que obvia, y la ambientación setentera (soundtrack incluido) le sienta de maravilla, pero la estructura de la película no se desvía demasiado del formato establecido en las últimas décadas. West, a pesar de sus pretensiones, no puede evitar, voluntaria o involuntariamente, caer en la misma trampa en la que cae su personaje RJ, ese director pornográfico con ínfulas de autor. West quiere trascender el género en el que se mueve, pero se queda atrapado por sus limitaciones. Cuando se abre el telón, acabamos estando en las mismas, en el gore gratuito, las muertes irrelevantes y las caricaturizaciones. Quitando una escena en concreto, cuya sinceridad conmueve e incomoda a partes iguales, los últimos 45 minutos casi refutan la tesis anterior.

Lo que consigue West, y de esto no hay ninguna duda, es explotar al máximo los recursos cinematográficos para dotar a X de una presentación visual imponente. Los montajes alternos se emplean con creatividad, y los estupendos planos cenitales potencian la cualidad enrarecida de la atmósfera e incrementan la tensión. Las cámaras se mueven con lentitud, sin ninguna prisa, y el sonido, apartado tan importante y tan mal utilizado en muchísimos trabajos del género, está cuidado y huye, con alguna excepción, del efectismo rancio. El maquillaje es, tal vez, demasiado estrafalario. Más sutileza habría venido bien. Pero bueno, es una pega menor y no impide que la puesta en escena apruebe con nota. De las interpretaciones poco o nada se puede decir, ni bueno ni malo. El elenco cumple con su función.

X es, en líneas generales, un slasher meritorio. Probablemente el mejor slasher en años, aunque esto, en uno de los subgéneros que más ratio de fracasos acumulan desde su concepción, tampoco es decir demasiado. Sí que diré que es, hasta la fecha, mi película favorita de West, un cineasta que siempre me había intrigado, pero nunca convencido. Recomiendo X por ser mucho más meticulosa y rica que otras muchas del mismo género, a pesar de que su segunda mitad sea, en mi opinión, sustancialmente inferior a la primera.

Calificación: Recomendable
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