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Críticas 54
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
4
30 de septiembre de 2022
38 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces las piezas encajan poderosamente bien por azar bien por el conjunto de buenos haceres bien por las dos cosas a la vez. En 1986, en la década los ochenta, hambrienta de felicidad y fantasía, con ganas de dejar atrás un siglo de luchas, injusticias, guerras y penurias, coincidieron en un proyecto aparentemente de serie B pero de temática deslumbrante, los cazas y pilotos de combate en tiempos de paz, un desconocido director de videoclips adelantado a su tiempo, Tony Scott, un joven Tom Cruise, estrella juvenil en ascenso y una actriz extraordinaria y bella, Kelly McGillis. Todo puesto en la cocktelera por un prometedor productor de éxitos, Jerry Bruckheimer.

Y parieron una película de aventuras, con un escenario lujoso y tecnológico, lleno de color, buena música y caras guapas con cazadoras de cuero, que volvió locas a las adolescentes de medio mundo y engordó la lista de espera de las academias de vuelo. Y sin problemas éticos, porque los malos eran los rusos y todos lo sabían.

35 años después, gracias al olfato que tiene Tom Cruise para el dinero, decide repetir el fenómeno y la taquilla ha reventado, creo que gracias a dos elementos básicos como son la nostalgia y las ganas del público de ver por una vez algo real en pantalla, hartos del héroe con capa y antifaz.

Eso sí, sin riesgos. Un puro remake consciente de que su protagonista roza los 60 años y hace los ajustes pertinentes para que actor maduro encaje en una historia que era 100% juvenil. Y así, cuida que el romance sea amoroso y no el sexual de antaño y que el alumno rebelde sea ahora el instructor comprometido. Está medido con mucho cuidado, así como el repetir los personajes y cada una de las escenas míticas de la anterior trama.

Pero esta vez, no hay magia. Y sí un espejo enorme que nos recuerda que ya estamos mayores, que ninguno pudimos conseguir ser pilotos y que Kelly McGillis ya no es la chica guapa que pudiera salir en una película como ésta.

Me recuerda a The Groundhog Day, donde a Bill Murray se le repite el mismo día y se propone ligar con su compañera de trabajo mediante prueba y error, puesto que puede repetir el día tanto como quiera. Y de prueba en prueba llega el día en que todo funciona y consigue intimar con ella. Cómo no, al día siguiente repite los mismos pasos y cuando llega el momento del beso... no hay magia y no ocurre.
26 de junio de 2011
37 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
El grueso de esta crítica está en el spoiler (y la parte más divertida), crítica que es consecuencia de una reflexión que dio a luz hace unas tardes tras el tercer visionado de la película (no creo que hayan sido más).

No obstante, queda expuesto por mi nota, que no es una de mis películas favoritas fundamentalmente porque me parece un ligero producto de mercadotécnia del sueño americano, mucho más que una revisión de la reciente Historia estadounidense. Viene a repetir de nuevo, que una persona cualquiera, no importa su coeficiente intelectual, con trabajo, perseverancia y superación personal que mantenga su vida acotada en la moral protestante conservadora, tendrá éxito asegurado en el país de las maravillas.

Su revisión de la segunda parte del siglo XX de los EEUU está, con premeditación y alevosía, mutilada de cualquier autocrítica, mostrando una sucesión de eventos felices y sencillos como en aquel comienzo magistral de Terciopelo Azul de Lynch, salvo que corta justo antes del infarto y las cucarachas bajo el césped de nuestro adorable jardín de clase media. Todo esto aliñado con una atronadora y atropellada banda sonora de canciones maravillosas, podadas de su verdadera naturaleza y recortadas con torpeza componiendo un mosaico barroco e ininteligible.

Olvidemos lo serio. Acompáñenme al spoiler cual corredor tras Marathon Man Gump.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Forrest Gump dedica gran parte de la película a defender su inteligencia mediante la proposición lógica "Tonto es el que hace tonterías", dando a entender que como él no hace tonterías, luego no es un tonto. Pero salta a la vista que el tipo hace el tonto de tal manera que haría vomitar a las cabras, parafraseando a otro tonto de renombre.

Simplemente miren lo que ocurre con su amor Jenny. Desde pequeños ella es la chica de su vida. La tipa le coge cariño pero como Forrest es un poco retrasado pues, obviamente, no quiere compartir su vida con él. Pero resulta que a Jenny le va la marcha más que a nadie y se pega la gran vida: fiestas, drogas, hippies, sexo, novios a tutti plen, manifestaciones, hostias, vamos una vida caótica pero envidiable, mientras que Forrest se va al infierno (Vietnam), juega al ping pong y pesca gambas (apasionante vida), cuando no está corriendo como un pollo sin cabeza. La Jenny cuando está hecha polvo de tanta fiestuqui, se va a descansar donde Forrest PagaFantas y en cuanto se recupera lo manda a paseo. Incluso el día que se acuestan, es ella la que decide: "La de tíos cabrones que me he tirado y ¿no le voy a dejar a este pobre infeliz amigo mío que lleva toda la vida enamorado de mí?".

Eso sí, una vez hecho el amor con el tarado la tía sale pitando. Es decir, toda la peli la Jenny pasa de Forrest olímpicamente y el tío que nunca hace el tonto, siempre está ahí esperándola con los brazos abiertos.

Pero queda lo mejor. La Jenny se queda embarazada, sabe Dios de quién, aunque ella cree que de Forrest aunque no le llama durante años para decísrselo hasta que un día le diagnostican el SIDA, por cierto, un milagro que no muriera antes de otra cosa con semejante juerga entre pecho y espalda, llama al Forrest y le encasqueta al crío!!

Y el Sr. Gump lo adopta sin rechistar y todo orgulloso. ¿Y tú dices que no haces tonterías, Forrest? ¡Venga ya!
26 de agosto de 2012
21 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si ustedes pensaban que Tony Scott (DEP) abusaba de la estética de videoclip y de un montaje con exceso de primeros planos de un segundo o menos y que su discípulo Michael Bay era adicto al montaje frenético innovando con planos a cámara lenta provenientes de la escuela de Oriente del gurú John Woo; que la nueva camada liderada con Paul Greengrass acortaba al límite la duración del primer plano y añadía el efecto Parkinson que tantos fans consumen a base de paracetamoles, aquí llega Daniel Espinosa pisando fuerte y demostrando que existe una nueva técnica de montaje que impide no tanto al cerebro humano procesar lo que está viendo el ojo, sino que el ojo no sea capaz de ver lo que está mirando.

Le pongo un 1 porque aunque el guión era convencional pero interesante, este tío monta de tal forma que a los 10 minutos mis ojos se bloquearon.

Consejo: Si no se fían y la quieren ver, les sugiero una toma de Ibuprofeno una hora antes y de dos gotas de colirio cada quince minutos durante la proyección.

PD: Me pareció que el negro era Denzel Washington pero como se movía tanto la cámara a lo mejor era Morgan Freeman. No estoy seguro.
6 de diciembre de 2010
16 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi profesor de Dirección Financiera de último curso de Económicas en Madrid, decía que si veías Wall Street y la entendías entera, entonces es que habías aprovechado los últimos cinco años de clase. Esto no lo podría decir con Wall Street 2 (WS2).

Esta película tiene tres lastres que la hunden en el abismo: El ego de Oliver Stone, el guión y el casting. Si recomendara alguna vez WS2 a alguien sería por la primera media hora donde, eliminando las apariciones de LaBeouf, Frank Langella da un soberbio recital de actuación. Se hace dueño y señor del film, nos atrapa pero cuando queremos más, el guión lo vomita.

El casting arruinó la película. Shia LaBeouf no encaja de ninguna manera en el papel de exitoso broker de bolsa. Es un niño de 15 años con los trajes de Michael Douglas encogidos. No han pasado 5 minutos y le entregan un cheque de un millón y medio de dólares por sus servicios. En este punto, la credibilidad de la historia es menor que la de la Reserva Federal de los EEUU. Lo único real de su papel es que tiene una novia muy fea porque nadie se creyó que este crío se ligara a Megan Fox en la guerra contra las máquinas.

Por encima de la historia de esta pareja de sosos, me interesa mucho más los tejemanejes de un envejecido y malvado Gekko en su combate contra los pesos pesados de los bancos de inversión. Desgraciadamente el guionista no coincidió conmigo. La trama no se centra en nada, y lo mismo se fija en un acabado y arruinado Gekko en su pelea por volver al ring y los tiburones tramposos actuales comandados por un insulso Josh Brolin (¿el nuevo Gekko?) que en la pseudo-crítica de la política monetaria americana por la crisis económica creada por las sub-prime o en la citada pareja de feos.

Por el medio, un patético cameo de Charlie Sheen (explicando la historia de su vida real) en un pulso con Douglas donde se masca la tensión al no saber a quién se le van a saltar antes los puntos de la cirugía plástica en una película donde los hombres por primera vez van más operados que las mujeres.

Por último el super ego de Oliver Stone, más grande que el de Gekko aunque no lo crean, lo empuja a aparecer en dos cameos en los puntos claves del film. Eso de aparecer como Hitchcock, perdiendo el autobús o algo así no llena mucho. Pero lo peor es su estilo videoclipero tan innecesario como artificial. Viene a decirnos que no se ha quedado anticuado, que aún mola el tío, a pesar de tener más años y más botox que Charlie Sheen.

Se critica el sistema financiero pero superficialmente y se meten topicazos de películas de medio pelo como la carrera de motos.

Como los productos financieros derivados, parecen una maravilla pero pueden ser puros truños. Éste es el caso.

Penita de Eli Wallach. Qué viejito está.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Para rematar se impone un happy ending de los más forzados y ridículos que se recuerdan.
24 de octubre de 2014
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soy injustamente generoso con este 4 que le doy a esta cosa. ¿Por qué? Porque dentro del desastre, hay un buen cineasta. Me hace gracia una cosa. Esta película define al hypster tan bien como en su momento Quadrophenia (mucho más brillante) con los mods.

Los hypster son esa horda barbuda y gafapastil que van en bicicleta, comen y beben en lugares molones pero que no les gusten a muchos y que hablan de películas y libros molones, a ser posible que no le gusten a nadie. Pseudo intelectuales de barrio, normalmente bastante incultos, comedores de mierda siempre que vengan en frascos chulos. Hypters del mundo, mejor ser culto que pretender serlo. Descubrimiento asombroso: la barba y las gafas de pasta no le hacen a uno lector, el café en un sitio chulo, no le hace a uno sibarita, la comida fusión no le hace a uno experto gastronómico, y aquí en el caso que nos ocupa, las películas de Lars von Trier como ésta, sólo le hacen a uno más estúpido de lo que ya es.

¿Por qué apesta a hypster esta primera parte? (La segunda paso de verla. No dispongo de tanto tiempo como para tirarlo al retrete). Argumento: Chica super sexual (feíta claro, que si es guapa de hypster nada) es recogida en la calle por intelectual de clase media-baja de edad madura. Sin saber por qué, caen en una conversación pseudo-intelecto-filosofal ridícula en la que ella, a un puro extraño le cuenta las cosas más íntimas de su vida y el viejo, en vez de escandalizarse, las intenta explicar y relacionar con filosofía, historia y matemáticas del nivel intelectual del Código Da Vinci. ¡No me digan que esto no es Hypsterlandia!

Clama el cielo, la frialdad emocional de la protagonista, y la cara de perplejidad de Stellan Skarsgård, un buen actor, por darle un sentido creíble a las estupideces que tiene que vomitar. Para ser una película cuyo centro son los excesos sexuales de una persona, no hay emoción, no hay erotismo, no hay pasión, no hay locura, no hay nada de nada salvo hypsterismo o histeratismo, como prefieran. Por ahí en medio, aparece una Uma Thurman, que sin maquillaje cuesta reconocerla, haciendo el ridículo tanto por el papel como por la interpretación.

Y encima es tan larga que hay que cortarla en dos aunque no dé ni para hora y media. La segunda parte te la puedes meter donde te queda Lars, que no te la chupas porque no llegas.
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