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España España · El árbol de la ciencia, calle Pío Baroja
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Críticas 126
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
20 de abril de 2022
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Lolita" para mí lo es TODO, en cuanto a cine se refiere. El máximo exponente de lo que para mí es el cine. La vi con catorce años, pero décadas después sigue siendo "Lolita" la película que más me ha encandilado en toda la filmografía que llevo vista hasta ahora. Si tuviera que quedarme con una sola cinta de entre todas las producidas en la historia del celuloide, para pasar a ser la única que fuera a volver a ver en mi vida, sin duda me quedaría con "Lolita". El corazón no admite discusión.

¿Qué la hace tan especial, distinta a las demás?

La primera razón es evidente: presenta una historia repugnante, pero lo hace de tal manera que consigue confundirte y hacerte creer, e inclusive sentir, que es una hermosa historia de amor que te encantaría poder vivir. Qué gran sentimiento de culpa y vergüenza arrastré durante tanto tiempo por aquello. Puedo decir sin lugar a dudas que ver "Lolita" a esa edad fue traumático para mí. No estaba preparada ni mental ni emocionalmente para hacer frente a algo así. Había visto ya bastante cine hasta entonces, muchas veces cine para adultos también, pero con "Lolita" me enamoré por primera vez de una película. Fue algo impresionante. ¿Cómo es posible enamorarse de una película? Ni idea, pero eso fue literalmente lo que me pasó. Incluso tuve relaciones sexuales con esa película (ya sabéis a qué me refiero). A día de hoy se me pasó la fiebre del amor un poco, pero, como diría HH...:

"I looked and looked at her and I knew, as clearly as I know that I will die, that I loved her more than anything
I'd ever seen or imagined on earth. She was only the dead leaf echo of the nymphet from long ago but I loved her, this Lolita, pale and polluted and big with another man's child. She could fade and wither - I didn't care. I would still go mad with tenderness at the mere sight of her face."

Y, una vez más, el corazón no admite discusión. Amé a "Lolita" y, aunque todo ha cambiado, siempre perdurará ese amor, pase lo que pase.

La segunda razón es la hermosa e increíble ambientación. En el libro, Nabokov se esfuerza en recrear los EEUU de la época, y Lyne, intentando ser fiel al libro (más de lo que fue Kubrick), se empeñó en recrearla visualmente, prestando atención al mínimo detalle. Y así es cómo, a través de los viajes por todos los EEUU, podemos regodearnos con el aspecto que tenían los moteles, restaurantes, cafeterías, gasolineras, casas, etc... en los años cincuenta. Sin contar con que viajamos dentro de un coche también de época, lo cual es fascinante. Y la vestimenta, el estilo de vida, etc... Qué nostalgia tan tremenda me entra con sólo ver un fotograma de la película. Tiempos pasados que jamás volverán... Los nuevos Estados Unidos, llenos de esperanzas y sueños...

La tercera razón es la música. El gran Ennio Morricone. De eso no puedo hablar mucho porque tengo sordera. Pero "Lolita" la he visto tantas veces que en varias ocasiones pude escucharla usando los audífonos. Y la música siempre me ha parecido muy evocadora, delicada. En mi opinión, está compuesta con el buen gusto que se requería, y eso es un plus porque hace que quiera verla siempre con la música puesta. Es más, en los créditos la música que ponen ejerce un curioso efecto en mí: estando ya blanda y totalmente conmovida después de las dos horas y pico de película, dicha música me coloca en un estado de trance parecido al que se sufre durante los rituales, y hace que me ponga de pie y baile abrazada a mí misma mientras veo las letras blancas subir lentamente sobre un fondo negro... hasta que, por fin, desaparecen, sólo queda la oscuridad y yo estoy en medio de ella, tratando de recuperarme una vez más del enésimo visionado de "Lolita".

La cuarta razón... bien, Dominique Swain. ¿Habría existido "Lolita" de no haber sido elegida Dominique Swain sino, pongamos por ejemplo, Natalie Portman? Habría que tener en cuenta que, muchos años antes de "Lolita", vi "Léon". Y aunque Natalie hizo un gran papel ahí, lo cierto es que no me la imagino en "Lolita". ¿Por qué? Porque, aunque sexualizadas ambas por igual, Mathilda era también sujeto: pensaba, sentía, tenía personalidad y protagonismo. Tenía alma, en definitiva. Sin embargo, Dolores Haze en la cinta es sólo un objeto, una invención del verdadero protagonista, que es HH. Con lo que no podemos saber qué pensaba ni sentía Lolita. Sólo somos testigos de su comportamiento exterior (lo único que nos permite entrever HH), y ahí es dónde Dominique Swain hace un gran papel, pues es tremendamente expresiva y sabe interpretar perfectamente el comportamiento de una niña pequeña, con todos sus mohínes, gestos infantiles y actitudes variopintas. Es una película sostenida por un monólogo (el de HH, por supuesto), ergo no hay apenas diálogos, es una película llena de silencios, gestos y miradas cargadas de sentimiento. Por eso es tan importante que supiera transmitir sin palabras, cosa que cumple con gran solvencia. Natalie Portman también habría podido hacerlo, sin duda, sin embargo al ser ya conocida gracias a "Léon", nos habría resultado extraño verla siendo reducida a un objeto incapaz de expresar sus pensamientos, sentimientos e ideas con total libertad.
Por otra parte, tengo que reconocer (a mi pesar) que Dominique se ve demasiado grande para interpretar a una niña de sólo doce años, pero lo bueno es que el cine no deja de ser cine; es decir, está sujeto a una serie de normas legales, así que habrá que concederle ese pequeño fallo, que tampoco es que pase mucha factura que digamos teniendo en cuenta lo bien que lo aparenta e interpreta el papel. Además de que me parecería bastante fuerte que una verdadera niña de doce años fuese a interpretar un papel así, vamos.


(sigue en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y... ¿habrá tal vez una quinta razón? Veamos... Quizás... el ritmo. Cuando pienso en "Lolita", automáticamente mi alma se sosiega, se ralentiza. Y es que es una película lenta... (mira sino la de puntos suspensivos que estoy poniendo). Dos horas duraba, ¿no? Creo que más. Y se nota. A momentos me entran ganas de adelantar la cinta. Pero merece la pena. A mi parecer, esa lentitud se debe a que la intención es transmitir normalidad, cotidianeidad. Quiero decir, la vida real es así: lenta, aburrida. Pocas veces pasan cosas interesantes y mucho menos emocionantes.

Y "Lolita" es una historia de un abuso cometido en el hogar que dura dos años, y así tal cual la muestran: dos personas aburridas viviendo un infierno en su día a día ("un paraíso cuyo cielo era del color de las llamas del infierno, pero un paraíso al fin y al cabo"), esperando a que algo cambie (o no).

Lo fascinante es hacer una película tan hermosa a partir de una historia lenta y rutinaria. Y eso sólo se consigue con la atención al detalle y el amor por el arte. Por eso es que para mí "Lolita" es CINE en mayúsculas, el epítome de lo que es el cine. Qué gran trabajo hiciste acá, Adrian Lyne.
1 de abril de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La acabo de ver, y aún me estoy descojonando.

Confieso que durante la primera media hora o así (no llevé la cuenta, porque la vi a ratos), no paré de pensar: "Pero qué hago viendo esa peli, menuda pérdida de tiempo". Y es que toca todos los tópicos y clichés que se suelen tratar en una típica película sobre una chica que se dedica a la pornografía: familia más que disfuncional, traumas infantiles, tío guapo sin escrúpulos que engatusa a niñita tonta, amigo inmigrante pagafantas (¡y cuánto!, no sabes si es gay o qué hasta que le ves haciéndose una paja con ella), orgullo puritano inicial que luego se queda en nada cuando, alegremente, empieza en la industria porno...

Sin embargo, aguanté. Un lema que intento seguir a rajatabla es: "Cuanto menos prejuicios tengas, más ganarás". Y así fue. A medida que iba viendo la película, me iba dando cuenta de que los diálogos se hacían cada vez más elaborados (y es que es increíble lo sosos y estúpidos que son al comienzo, te parece estar viendo una mala copia de una novela de Federico Moccia), que a los clichés se les iban dando una vuelta de tuerca bastante inteligente, que existe verdaderamente una evolución en la protagonista... en definitiva, acabas cayendo en la cuenta de que la película en realidad es diferente e imprevisible.

Acabé pensando que esos clichés que yo creía que eran, verdaderamente no eran tales. ¿Por qué algo se vuelve cliché? Porque es repetido hasta la saciedad. Por lo tanto, lo que nos narra la película es lo que ocurre en la realidad. Una joven de dieciocho años rara vez puede mantener diálogos inteligentes y chispeantes (hasta que la vida la hace madurar). Muchas chicas que se dedican al porno vienen de familias disfuncionales (es sólo una realidad, no significa que estén determinadas por dicho factor; si acaso, eso es lo que la lleva a buscar un trabajo fácil y a huir a San Francisco). Los chicos guapos necesitan ganar dinero, y si pueden convencer a chicas de posar mientras sacan comisión por ello, pues mejor que mejor. Los pagafantas, bueno, ¿quién no lo ha sido alguna vez? Y así podría seguir.

Lo bueno es que, cuando la película te empieza a mostrar todo eso que no te esperabas por no ser lo más habitual en una película que trata de clichés, lo hace de la misma manera que hacía con los supuestos clichés. El mismo ritmo, el mismo formato, yo qué sé... Te presenta algo raro, pero tratándolo como si fuera un cliché.

(Sigo en spoiler)
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Y es que el hecho de que una mujer sea feliz trabajando en la industria del sexo también debería ser un cliché, ¿no creéis?
1 de noviembre de 2011
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una de mis favoritas.

La niña rebelde, curiosa y soñadora, interpretada maravillosamente por una Mischa Barton aún incorrupta. El joven que se convierte en su amigo íntimo, con buen corazón pero alma podrida, interpretado soberbiamente por un Sam Rockwell en plena forma -no sólo física (¡menudo cuerpazo!)-.

Es enternecedora la relación que se establece entre ambos. Son dos seres humanos en apariencia muy diferentes, pero piensan, sienten y actúan parecido. Las escenas iniciales nos sirven para introducirnos en aquellas diferencias y similitudes, es decir, prepararnos para lo que va a venir a continuación, ya que para alguien que no supiera nada, podría ser inmoral (y, de hecho, lo es para la familia y los vecinos de la niña) una relación de tal índole. De esa manera, conseguimos sentir empatía e incluso que deseemos que la amistad salga adelante y dure para siempre.

Por desgracia, las circunstancias no permiten que sea fácil, por lo cual empezarán a surgir dificultades que afectarán a la niña y obligarán al joven a tomar una decisión difícil.*

Esa película no es una película costumbrista al uso. Está llena de simbolismos. Babá Yagá, que representa "todo lo malo"; el nombre del barrio donde vive la niña, que es Camelot Gardens; el perro; la toalla y el peine del final... Es realismo mágico en estado puro trasladado al celuloide. No es una película que uno se pueda tomar a la ligera. Hay que mirarla varias veces, sin prisa pero sin pausa, deleitándose con las soberbias interpretaciones y los diálogos llenos de contenido, y pensar en lo que te está diciendo la película. Porque no es asunto baladí.
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*Algunos se han quejado de que el joven matara al perro. Yo no creo que lo matara por placer ni mucho menos: era una forma de recuperar la dignidad, dejar de ser un "perro". Un mero simbolismo, vaya. La niña, que presencia el crimen, siente miedo. Es normal: ha visto a un joven desesperado y lleno de rabia, que no hacía caso a sus súplicas, y se dio cuenta de que ella era vulnerable incluso con la persona en quien más confiaba. Y huye en busca de protección.

Eso explica que acabara disparando a un hombre y encañonando a su propio padre. El joven era bueno, tenía un gran corazón, pero la sociedad, la propia sociedad en la que ha nacido y se está criando la niña, le estaba pudriendo el alma, es más, fue la sociedad misma la que mató al perro. Y para colmo, estaba a punto de ejecutar a su único amigo, al único ser humano de verdad que la niña conocía en su pequeño mundo. La niña se dio cuenta de todo ello, e hizo lo que debía hacer. Estaba en sus manos salvarle, y lo hizo. "¿Dónde está la casa?", pregunta el joven. "En mis manos", responde la niña. Inolvidable.

Una cosa que me llena de satisfacción cada vez que termino de ver esa película es el saber que la niña jamás se arrepentirá de lo que ha hecho. Otra niña, qué digo niña, podría ser cualquiera de nosotros, hubiera permanecido paralizada por el miedo, sin hacer nada. Pero esa niña, Devon, cogió la pistola y disparó contra los mismos que querían protegerla pero sin saberlo iban a hacerle daño. Disparó sin dudar siquiera. Para hacer lo que ella creía correcto.
26 de junio de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al parecer un filme bastante desconocido del conocido Spike Lee... No debería ser así. Es una película que trata de la vida de una niña de diez años, Troy, en el Brooklyn de los años '70; una comedia-drama costumbrista, en la cual realmente no ocurre nada: es decir, sólo presenta una secuencia de hechos que conforman y/o marcan la vida de Troy -una niña que quiere crecer*, y a la que la vida al final conseguirá que por fin, quizás no de la manera que ella hubiera deseado, madure-... pero... ¿qué niño no se identificaría con alguno de los personajes que salen allí, por más diferente que pudiera ser a ellos?

Y es que las interpretaciones son sencillas pero grandiosas. Diablos, ¡si son sencillamente ellos mismos! Los niños son sencillamente niños -se pelean, discuten, insultan, etc..., todo muy natural-, y no hay estereotipos de ningún tipo. Es una película grande porque no es nada pretenciosa. Spike Lee quería hacer una especie de autobiografía, y no se cortó a la hora de filmarla. Ni siquiera se cortó a la hora de jugar con la cámara: así pues, tenemos efectos curiosos tales como el "dollying" (que sale en la parte final de la película) o la distorsión de imagen sin ajuste antropomórfico que se realiza (presumo) para hacernos a los espectadores sentir tan incómodos como lo estuvo Troy en sus vacaciones en el Sur.

Puede hacerse larga, ya que para ser una pseudobiografía, tiene un metraje excesivo. Pero no creo que sea lenta. Es decir, el filme se preocupa de transmitir las impresiones y sensaciones de Troy... así que si se hace lenta, es porque Troy ve cómo el tiempo pasa más despacio.**
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*El deseo de convertirse en mujer creo que se despierta en ella cuando, al ir a comprar chucherías, ve al encargado de la tienda bailoteando con una prostituta. Vemos a una Troy muy concentrada y fascinada por la escena.

**Eso ocurre con la enfermedad y muerte de su madre. Pero al final vemos que Troy acaba sonriendo: empieza a sentirse más animada. Y eso se confirma con el extático extracto de "Soul Train" en los créditos de clausura. La vida continúa, y nada es tan malo, sobre todo cuando cuentas con un entorno cálido y acogedor.
5 de enero de 2012
24 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que vi en una librería un libro titulado "Tenemos que hablar sobre Kevin", sentí mucho interés en leerlo. Nunca tuve ocasión de hacerlo, así que mi crítica va a ser únicamente sobre la película.

Siempre creí que se trataría de una novela políticamente correcta sobre un niño travieso pero con muy buen corazón. Al estilo "Los diarios de Nanny", ya sabéis, muy simplón e inocente... por lo tanto, me esperaba una comedia o una peli muy sentimental. Obviamente, la sorpresa que me llevé con "We need to talk about Kevin" fue mayúscula.

La primera vez que la vi me quedé muy impactada por la frialdad de Kevin, el hijo de Eva, y por la manera tan sincera de retratar la maternidad, con todos sus malos y buenos ratos. Es difícil encontrarte con una joya así. El grueso de la población no suele aceptar que tener un hijo pueda ser, a veces, una verdadera pesadilla. Siempre, sin excepción, es una bendición...

La he visto de nuevo hace un rato. Tenía que hacerlo, llevaba tiempo pensando acerca de ella. Me sorprende verme tan conmovida por la relación entre Kevin y Eva. Tengo la impresión de que Kevin se sentía más unido a su madre que a su padre o a su hermana. O, mejor dicho, la respeta, porque sabe que es la única que puede ver cómo es él bajo su fachada de buen chico. Y que por eso no la mató. Tengo también la impresión de que Eva lo sabe muy bien. Y que se siente agradecida, e incluso superior, en medio del mar de culpa en que está sumergida. Y que Kevin, con su matanza, ha conseguido lo que deseaba: que su madre se dedicara a él y le quisiera más que a nadie (su padre, su hermana...).

Sinceramente, he de decir que es, si no la mejor, una de las historias de amor madre-hijo más hermosas y sinceras que he conocido en mi vida.

Necesito leer el libro pero ya, joder.
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