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5,6
7.910
8
16 de agosto de 2009
16 de agosto de 2009
34 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si habéis leído Tito Andrónico, pero, cuidado, os aseguro que no os dejará indiferentes. Nada, absolutamente nada que hayáis leído antes de Shakespeare se parece ni por asomo a esto. Aquí no hay poesía. Aquí no hay indagación en la psicología en los personajes; Shakespeare se niega a asumir su defensa: no están cegados por los celos, la ambición o por la ira; no tienen escusa: ni siquiera Tito. Aquí tampoco encontrarás hermosos monólogos sobre la absurdez de la vida y la miseria de la condición humana. Aquí tan sólo encontraras, en toda su crudeza, sin discursos que la contaminen y la dulcifiquen, la absurdez de la vida misma. Nada de palabras, sino actos: actos aborrecibles, inimaginables y espantosos. El más absoluto horror presentado ante tus ojos; la putrefacción y el tacto blando de los gusanos; la más desmedida crueldad e inmoralidad. La tortura, la violación, la mutilación, el canibalismo… Toda monstruosidad imaginable se plasma con minucioso, sádico e insoportable detalle en esta obra, la más bizarra, incomprensible y atormentada de cuantas escribiese. Una obra dramáticamente nula, que va saltando de atrocidad en atrocidad sin que un verdadero argumento llegue jamás a tomar forma, ambientada en una época histórica imposible: en una Roma crepuscular que, tal como se describe, jamás existió; por tanto, y quizás deliberadamente, atemporal.
En realidad, solo hay un tema en Tito Andrónico: la locura. Por supuesto, la comprensible locura que se va apoderando de Tito según descubre los monstruosos actos cometidos contra él y su familia, la locura de quien se ve superado por el más inimaginable horror y su peso hace que se resquebraje su razón. Pero, sobre todo, la locura del lobo humano, la que se manifiesta a través de su cotidiana mezquindad y su infinita crueldad: Jamás como en esta obra se ha mostrado con tanta crudeza aquello de que “La enfermedad mental es la reacción de un individuo sano ante una sociedad enferma”.
Pues bien, la adaptación de Julie Taymor es intachable y totalmente coherente con el pútrido espíritu de la obra. Si acaso, incluso peca de blandura; de haberla dotado de un ligero toque de humor negro del que el original carece. He leído que algún crítico se quejaba de que habían convertido a Shakespeare en un “espectáculo gore”. Ese pobre ignorante no sabe de lo que habla: lo mostrado transcribe muy tímidamente lo escrito.
En cuanto a la ambientación de la obra, que tanto parece haber irritado a algunos, a esa especie de estética de regusto fascista, me parece acertadísima y encaja muy bien con su atmosfera inhumana. Ya os lo he dicho: no hay verdaderas referencias históricas en la obra. Pero... aunque las hubiera, ¿acaso ha cambiado un ápice la naturaleza humana en los últimos cien siglos? ¿Sería tan disparatado ambientarla en el siglo XXII?
En definitiva, una dignísima adaptación de una de las obras más complejas y ominosas de la historia de la literatura.
En realidad, solo hay un tema en Tito Andrónico: la locura. Por supuesto, la comprensible locura que se va apoderando de Tito según descubre los monstruosos actos cometidos contra él y su familia, la locura de quien se ve superado por el más inimaginable horror y su peso hace que se resquebraje su razón. Pero, sobre todo, la locura del lobo humano, la que se manifiesta a través de su cotidiana mezquindad y su infinita crueldad: Jamás como en esta obra se ha mostrado con tanta crudeza aquello de que “La enfermedad mental es la reacción de un individuo sano ante una sociedad enferma”.
Pues bien, la adaptación de Julie Taymor es intachable y totalmente coherente con el pútrido espíritu de la obra. Si acaso, incluso peca de blandura; de haberla dotado de un ligero toque de humor negro del que el original carece. He leído que algún crítico se quejaba de que habían convertido a Shakespeare en un “espectáculo gore”. Ese pobre ignorante no sabe de lo que habla: lo mostrado transcribe muy tímidamente lo escrito.
En cuanto a la ambientación de la obra, que tanto parece haber irritado a algunos, a esa especie de estética de regusto fascista, me parece acertadísima y encaja muy bien con su atmosfera inhumana. Ya os lo he dicho: no hay verdaderas referencias históricas en la obra. Pero... aunque las hubiera, ¿acaso ha cambiado un ápice la naturaleza humana en los últimos cien siglos? ¿Sería tan disparatado ambientarla en el siglo XXII?
En definitiva, una dignísima adaptación de una de las obras más complejas y ominosas de la historia de la literatura.

4,5
1.991
5
10 de agosto de 2012
10 de agosto de 2012
33 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta que estaba “debatiendo” a navaja en un foro sobre el último esperpento de ese venerable anciano llamado Ridley Scott cuando alguien comentó: “Es una mierda peor que Supernova”. Y, claro, me picó inmediatamente el gusanillo: a pesar de ser un incondicional del genero, y vete tu por que razón, la había pasado por alto. Inmediatamente, me puse a indagar en la “internete” sobre la película para descubrir que, efectivamente, se trataba de uno de los mayores “bluf” de la historia del cine:
Con un presupuesto de 60 millones de dólares –una pasta para el año 2000- había recaudado poco más de 15 y, lo más difícil, había puesto de acuerdo a crítica y público en definirla como un autentico pestiño. Para más inri, al parecer, la película había sufrido un proceso de producción de lo más tormentoso: Tras una serie de penosas vicisitudes, la película había acabado en manos de Walter Hill que, tras no pocos problemas, había conseguido terminarla. Y ahora viene lo bueno: los productores, para acabar de joder la marrana, y tras no quedar convencidos del resultado final, habían decidido contratar a otro director (no acreditado) para que rodase escenas nuevas y cambiar completamente el montaje. Algo, que a la vista está, fue un éxito rotundo.
En fin. El caso es que, sabido todo esto -debe ser por mi lado masoca-, he sentido gran curiosidad por ver hasta que punto era mala la película y si su “4” en FA estaba justificado. ¿Podría ser realmente tan mala? ¿Merecía semejante vapuleo?
Pues… Sí y no. La película es claramente fallida, de eso no cabe duda. Carece de tensión, de garra. Esta claro que se vio gravemente perjudicada por el “genial” montaje de los productores: sólo eso explica la precipitada y absurda muerte de ciertos personajes o ciertos colosales boquetes argumentales. En cuanto a la trama, aunque bastante más pretenciosa -para mal- y mucho menos fluida, recuerda muy sospechosamente a claramente superior Horizonte Final, lo que hace de su visionado un deja-vu continuo. Para más inri, tenemos a unos actores mediocres que no se creen ni por un instante sus papeles y que se limitan a deambular como zombies por la pantalla.
Sin embargo, la peli, seamos, serios, y viendo como está el percal, no es ni en broma como para llevarse un 4 de media (sobre todo cuando hay mierdas objetivamente peores con 5, 6 y hasta 7 deambulando por aquí). En primer lugar, los efectos especiales son bastante chulos y, en según que detalles, hasta espectaculares. Y eso me lleva a lo que más me ha gustado: a pesar de que la trama en sí no tiene nada de original, hay pequeños detalles de calidad bastante currados. Por ejemplo, la forma como se plantea y se muestra en pantalla los saltos dimensionales está muy bien elaborada. También me ha parecido bastante divertida “Cariño”, la computadora de la nave, y sus curiosas paranoias. Es más, me atrevería a decir que el final no está mal de todo.
En resumen, una película gris y llena de clichés que en ningún momento consigue que empatices con unos personajes mal perfilados y que cuenta con una trama demasiado previsible como para resultar interesante. Aburrida y perfectamente olvidable. Ahora bien, películas así o peores en algunos aspectos (por ejemplo, el guion) hay muchas, algunas de ellos con resultados inmerecidamente potables en taquilla. Cabe preguntarse que nota tendría esta película y como le hubiera ido si se hubiera gastado 10 milloncejos en machacona publicidad viral y tráileres molones, se hubiera vendido como la precuela de algo y si Wallter Hill, en lugar de tomar el pseudónimo Thomas Lee, hubiera firmado como R. Scott.
Le pongo un aprobado raspado.
Con un presupuesto de 60 millones de dólares –una pasta para el año 2000- había recaudado poco más de 15 y, lo más difícil, había puesto de acuerdo a crítica y público en definirla como un autentico pestiño. Para más inri, al parecer, la película había sufrido un proceso de producción de lo más tormentoso: Tras una serie de penosas vicisitudes, la película había acabado en manos de Walter Hill que, tras no pocos problemas, había conseguido terminarla. Y ahora viene lo bueno: los productores, para acabar de joder la marrana, y tras no quedar convencidos del resultado final, habían decidido contratar a otro director (no acreditado) para que rodase escenas nuevas y cambiar completamente el montaje. Algo, que a la vista está, fue un éxito rotundo.
En fin. El caso es que, sabido todo esto -debe ser por mi lado masoca-, he sentido gran curiosidad por ver hasta que punto era mala la película y si su “4” en FA estaba justificado. ¿Podría ser realmente tan mala? ¿Merecía semejante vapuleo?
Pues… Sí y no. La película es claramente fallida, de eso no cabe duda. Carece de tensión, de garra. Esta claro que se vio gravemente perjudicada por el “genial” montaje de los productores: sólo eso explica la precipitada y absurda muerte de ciertos personajes o ciertos colosales boquetes argumentales. En cuanto a la trama, aunque bastante más pretenciosa -para mal- y mucho menos fluida, recuerda muy sospechosamente a claramente superior Horizonte Final, lo que hace de su visionado un deja-vu continuo. Para más inri, tenemos a unos actores mediocres que no se creen ni por un instante sus papeles y que se limitan a deambular como zombies por la pantalla.
Sin embargo, la peli, seamos, serios, y viendo como está el percal, no es ni en broma como para llevarse un 4 de media (sobre todo cuando hay mierdas objetivamente peores con 5, 6 y hasta 7 deambulando por aquí). En primer lugar, los efectos especiales son bastante chulos y, en según que detalles, hasta espectaculares. Y eso me lleva a lo que más me ha gustado: a pesar de que la trama en sí no tiene nada de original, hay pequeños detalles de calidad bastante currados. Por ejemplo, la forma como se plantea y se muestra en pantalla los saltos dimensionales está muy bien elaborada. También me ha parecido bastante divertida “Cariño”, la computadora de la nave, y sus curiosas paranoias. Es más, me atrevería a decir que el final no está mal de todo.
En resumen, una película gris y llena de clichés que en ningún momento consigue que empatices con unos personajes mal perfilados y que cuenta con una trama demasiado previsible como para resultar interesante. Aburrida y perfectamente olvidable. Ahora bien, películas así o peores en algunos aspectos (por ejemplo, el guion) hay muchas, algunas de ellos con resultados inmerecidamente potables en taquilla. Cabe preguntarse que nota tendría esta película y como le hubiera ido si se hubiera gastado 10 milloncejos en machacona publicidad viral y tráileres molones, se hubiera vendido como la precuela de algo y si Wallter Hill, en lugar de tomar el pseudónimo Thomas Lee, hubiera firmado como R. Scott.
Le pongo un aprobado raspado.
4 de septiembre de 2010
4 de septiembre de 2010
43 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya iba siendo hora. El infame Lucas por fin, un cuarto de siglo después, ha hecho una "película". Primero nos provocó vergüenza ajena con esa solemne memez titulada “La Amenaza Fantasma”, un completo despropósito carente de nada lejanamente parecido a un guión y que sólo podía satisfacer (parcialmente) a aquellos espectadores que no hubieran cumplido los doce; será recordada por habernos dejado uno de los personajes más odiosos de la historia del cine: el puto Jar Jar. Después, nos empachó con esa soporífera ración doble de almíbar que es “El Ataque de los Clones”, una película que, obviando la inverosímil historia de amor entre Amidala y el niñato de Anakin, contenía algunas derivas argumentales interesantes, sí… Pero que el bueno de Lucas, el sólito, se encargó de joder con sus típicas gilipolleces, su grotesco festival de “fuegos artificiales” y la patética, eterna y argumentalmente nula dichosa batalla final…
Y llegamos a esta “La Venganza de los Sith”. Y esto es otra cosa… En fondo y en forma.
Para empezar, y no es poco, ésta resulta infinitamente más entretenida y estructuralmente redonda que sus soporíferas y perfectamente prescindibles precuelas. “La Amenaza Fantasma” duraba una hora y tres cuartos y parecía durar tres. “El Ataque de los Clones”, dos horas y media, y era como un parto… Ésta, dos horas largas... Y se te hace hasta corta. Son las ventajas de tener guión, supongo.
Porque, sí, la película, faltaría más, contiene su buena ración de sandeces digitalizadas y de batallas interminables adornadas con diálogos que parecen escritos por un niño de ocho años –nefasta la escena de Palpatine encadenado, y completamente prescindible el personaje de Grievous- : es el inevitable “estilo Lucas”. Pero también nos ofrece un retrato, el de la caída de la Anakin, narrativamente irreprochable; en el que los acontecimientos se desarrollan según una lógica intachable y coherente y dónde los personajes muestran una intensidad y una variedad de matices, una verosimilitud, que resultará inconcebible a cualquiera que haya tenido la desgracia de toparse con la pueril “La Amenaza Fantasma”. Y es que la lucha interior y la angustia de Anakin, y a pesar del gris Christensen, se pueden tocar con los dedos.
A esto hay que añadir detalles tan inesperados, refrescantes y solventes como la ambigüedad moral de los Jedi, que no dudan en incitar a la traición a Anakin y que se muestran más que dispuestos a ejecutar a un prisionero desarmado, o la fascínate, lúcida y muy cabrona descripción de la caída de la Republica a causa de su propia mezquindad y corrupción: una impracable fábula sobre los mecanismos del poder y cómo de fácilmente puede convertirse una democracia en dictadura; Lucas pone en boca de Palpatine algunas “perlas” que, no sé porque, me hacen recordar la silueta de unas torres cayendo y a cierto texano diciendo nosequé de…
Y llegamos a esta “La Venganza de los Sith”. Y esto es otra cosa… En fondo y en forma.
Para empezar, y no es poco, ésta resulta infinitamente más entretenida y estructuralmente redonda que sus soporíferas y perfectamente prescindibles precuelas. “La Amenaza Fantasma” duraba una hora y tres cuartos y parecía durar tres. “El Ataque de los Clones”, dos horas y media, y era como un parto… Ésta, dos horas largas... Y se te hace hasta corta. Son las ventajas de tener guión, supongo.
Porque, sí, la película, faltaría más, contiene su buena ración de sandeces digitalizadas y de batallas interminables adornadas con diálogos que parecen escritos por un niño de ocho años –nefasta la escena de Palpatine encadenado, y completamente prescindible el personaje de Grievous- : es el inevitable “estilo Lucas”. Pero también nos ofrece un retrato, el de la caída de la Anakin, narrativamente irreprochable; en el que los acontecimientos se desarrollan según una lógica intachable y coherente y dónde los personajes muestran una intensidad y una variedad de matices, una verosimilitud, que resultará inconcebible a cualquiera que haya tenido la desgracia de toparse con la pueril “La Amenaza Fantasma”. Y es que la lucha interior y la angustia de Anakin, y a pesar del gris Christensen, se pueden tocar con los dedos.
A esto hay que añadir detalles tan inesperados, refrescantes y solventes como la ambigüedad moral de los Jedi, que no dudan en incitar a la traición a Anakin y que se muestran más que dispuestos a ejecutar a un prisionero desarmado, o la fascínate, lúcida y muy cabrona descripción de la caída de la Republica a causa de su propia mezquindad y corrupción: una impracable fábula sobre los mecanismos del poder y cómo de fácilmente puede convertirse una democracia en dictadura; Lucas pone en boca de Palpatine algunas “perlas” que, no sé porque, me hacen recordar la silueta de unas torres cayendo y a cierto texano diciendo nosequé de…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Las tragedias de Eurípides empiezan siempre igual: sale un narrador, y, sin más preámbulos, a palo seco, te cuenta con todo detalle todo lo que va a pasar durante la obra.
Supongo que pensarás que el tal Eurípides tenía el sentido narrativo en el culo. Al fin y al cabo, "si te lo destripan todo en los primeros dos minutos, ¿dónde coño está la gracia?" Pues precisamente ahí. Porque el sentido de la tragedia griega, que no dejaba de ser una ceremonia religiosa, no era narrar una historia que hasta los niños de teta sabían, sino enfrentar al espectador a una verdad existencial, a algo en el que los griegos creían ciegamente: la inexorabilidad del destino.
El encanto de esta película tiene mucho que ver con esto: todo el mundo (y desde hace treinta años, que no es poco) sabe lo que le depara el destino a Anakin Skywalker (lo que no sabíamos es que de joven era tan gilipollas)… Lo fascinante es ver en que orden caeran las fichas del dominó.
E importante y nada casual: Anakin también sabe sobradamente lo que le depara a Padme... Y por supuesto, y como en toda tragedia griega, por más que intenta evitarlo, sólo consigue... ¿Debo seguir?
Supongo que pensarás que el tal Eurípides tenía el sentido narrativo en el culo. Al fin y al cabo, "si te lo destripan todo en los primeros dos minutos, ¿dónde coño está la gracia?" Pues precisamente ahí. Porque el sentido de la tragedia griega, que no dejaba de ser una ceremonia religiosa, no era narrar una historia que hasta los niños de teta sabían, sino enfrentar al espectador a una verdad existencial, a algo en el que los griegos creían ciegamente: la inexorabilidad del destino.
El encanto de esta película tiene mucho que ver con esto: todo el mundo (y desde hace treinta años, que no es poco) sabe lo que le depara el destino a Anakin Skywalker (lo que no sabíamos es que de joven era tan gilipollas)… Lo fascinante es ver en que orden caeran las fichas del dominó.
E importante y nada casual: Anakin también sabe sobradamente lo que le depara a Padme... Y por supuesto, y como en toda tragedia griega, por más que intenta evitarlo, sólo consigue... ¿Debo seguir?

5,6
55.237
7
14 de agosto de 2010
14 de agosto de 2010
40 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes que nada, una advertencia. Bajo ningún concepto veas esta película en otra versión que no sea la original. Lo repito: NO LA VEAS DOBLADA. Ni aún bajo amenaza o tortura.
Y no, no te lo digo en plan “intelestual”: esto es “Alien IV” no “Chinatown”, qué coño. El problema es que el doblaje es tan malo, tan torpe y tan criminoso que, no solamente destroza las interpretaciones (que también), sino el sentido mismo de la película: la revienta; pareciera que le ha salido de dentro un alien.
Y es que, cuando uno, casualmente, ve la versión original, descubre no pasados ni tres minutos que “misteriosamente” no es tan mala como la recuerda. En mi caso, el cambio de opinión fue radical: yo la recordaba como una insultante gilipollez sin pies ni cabeza que se limitaba a rellenar una hora y tres cuartos de metraje con gore de baratillo y diálogos absurdos, y resultó que “milagrosamente”, ahora, y sin entusiasmarme, le encontraba un agradable punto de ironía y humor inteligente.
La clave del “milagro”, cómo ya he dicho, es que el doblaje, digno de enviar a los responsables a la Haya, destroza la interpretación de los actores, ignorando las connotaciones de la voz y los dobles sentidos que quiere dársele a gran parte del diálogo (lo que le hacen a Sigourney no tiene perdón de Dios). Y aún más grave: deja bien claro que el antropoide que tradujo el guión había empezado un cursillo de diez horas en Opening que dejo a medias.
Un ejemplo. En cierto momento, el personaje de Winona Ryder se encuentra con Rypley y se extraña de que aún siga viva. El diálogo, decentemente traducido, sería algo así:
-¿Por qué te mantienen con vida?
-Bueno, son curiosos. Y yo soy “lo último”…
Por supuesto, la respuesta de Ripley pretende ser “pelín" sarcástica (como se nota a la legua escuchando a Sigourney en el original).
Pues bien, estos parias se las arreglan para que Ripley conteste (en tono neutro):
-Tienen curiosidad. Soy lo último que les queda.
Y en ese plan otras ochocientas líneas diálogo, así que imaginad el destrozo…
Y es que Alien IV es en muchos aspectos lamentable e indigna de saga, de acuerdo. No se la puede tomar en serio: el guion es absurdo y completamente inverosímil, las situaciones no tienen ni pies ni cabeza y son exageradas y ridículas hasta decir basta; el personaje de Ripley, cargado de emotividad y realismo en la de Fincher, queda aquí reducido a la categoría de “monstruo de feria”… En fin, un roto. Pero hay que decir que Jeunet jamás pretendió ser tomado en serio ni hacer un verdadero “Alien”. Está claro que está película, más que una verdadera continuación de la saga, pretende ser una gran broma lanzada a los fans. Un guiño irónico y algo nostálgico.
Y como tal guiño, y cuando se dispone de una versión decente que permite apreciar las gracietas y dobles sentidos, no está nada mal. Resulta al menos moderadamente entretenida.
Rozando el notable.
Y no, no te lo digo en plan “intelestual”: esto es “Alien IV” no “Chinatown”, qué coño. El problema es que el doblaje es tan malo, tan torpe y tan criminoso que, no solamente destroza las interpretaciones (que también), sino el sentido mismo de la película: la revienta; pareciera que le ha salido de dentro un alien.
Y es que, cuando uno, casualmente, ve la versión original, descubre no pasados ni tres minutos que “misteriosamente” no es tan mala como la recuerda. En mi caso, el cambio de opinión fue radical: yo la recordaba como una insultante gilipollez sin pies ni cabeza que se limitaba a rellenar una hora y tres cuartos de metraje con gore de baratillo y diálogos absurdos, y resultó que “milagrosamente”, ahora, y sin entusiasmarme, le encontraba un agradable punto de ironía y humor inteligente.
La clave del “milagro”, cómo ya he dicho, es que el doblaje, digno de enviar a los responsables a la Haya, destroza la interpretación de los actores, ignorando las connotaciones de la voz y los dobles sentidos que quiere dársele a gran parte del diálogo (lo que le hacen a Sigourney no tiene perdón de Dios). Y aún más grave: deja bien claro que el antropoide que tradujo el guión había empezado un cursillo de diez horas en Opening que dejo a medias.
Un ejemplo. En cierto momento, el personaje de Winona Ryder se encuentra con Rypley y se extraña de que aún siga viva. El diálogo, decentemente traducido, sería algo así:
-¿Por qué te mantienen con vida?
-Bueno, son curiosos. Y yo soy “lo último”…
Por supuesto, la respuesta de Ripley pretende ser “pelín" sarcástica (como se nota a la legua escuchando a Sigourney en el original).
Pues bien, estos parias se las arreglan para que Ripley conteste (en tono neutro):
-Tienen curiosidad. Soy lo último que les queda.
Y en ese plan otras ochocientas líneas diálogo, así que imaginad el destrozo…
Y es que Alien IV es en muchos aspectos lamentable e indigna de saga, de acuerdo. No se la puede tomar en serio: el guion es absurdo y completamente inverosímil, las situaciones no tienen ni pies ni cabeza y son exageradas y ridículas hasta decir basta; el personaje de Ripley, cargado de emotividad y realismo en la de Fincher, queda aquí reducido a la categoría de “monstruo de feria”… En fin, un roto. Pero hay que decir que Jeunet jamás pretendió ser tomado en serio ni hacer un verdadero “Alien”. Está claro que está película, más que una verdadera continuación de la saga, pretende ser una gran broma lanzada a los fans. Un guiño irónico y algo nostálgico.
Y como tal guiño, y cuando se dispone de una versión decente que permite apreciar las gracietas y dobles sentidos, no está nada mal. Resulta al menos moderadamente entretenida.
Rozando el notable.

5,8
54.022
2
19 de junio de 2013
19 de junio de 2013
110 de 191 usuarios han encontrado esta crítica útil
O los “supermanes”, debería decir, pues es bien sabido que el 80% del metraje de Superman II es obra suya, como demuestra la FABULOSA director’s cut que salió en 2006.
---
Respecto a esta película, iré al grano: un espanto, absolutamente insufrible. Una de las mayores mierdas que he visto en este lustro. A los "fanboys" sin criterio que se han apresudado a indudar la web con "dieces" les dedico mi dedo corazón solitario y erecto.
Tenía unas expectativas bastante altas, esperaba lo mejor: la presencia en la dirección de Snyder (no tanto del sobrevalorado Nolan), cuyo nombre remite inevitablemente a “300”, prometía épica a capazos, un guión inteligente y adrenalina para dar y regalar. Por desgracia, no ha sido así, y la película, que ya desde el minuto uno amenaza con ser floja, ha ido empeorando según avanzaba el metraje hasta perecer ahogada en sus vomitivos excesos.
¿Que qué le sobra? Efectos digitales mierdosos y exagerados hasta decir basta, cosas explotando por que sí y minutos de relleno. ¿Que qué le falta? Un montaje sensato, una trama con sentido y lo esencial: alma, espíritu, verdadera emoción… Algo (si acaso un 1%) de la magia del clásico de Donner.
En efecto, “El hombre de acero” es un espectáculo descomunal, tan excesivo que primero aturde, después irrita y por último hastía, pero completamente vacío: un festival pirotécnico en manos de un mono borracho que, como ocurre cada vez más a menudo en el cine actual, trata de disimular la patética falta de ingenio y originalidad del guión acumulando tropecientas mil explosiones y burdas chorradas digitales que apenas ocultan el mortal vacío de su trama.
La trama, en efecto, puramente funcional (una simple excusa para meter los CGI) , incoherente, ramplona y nada original (en esencia, han reciclado los guiones de los dos `primeros “supermanes” clásicos pero tratando de darles una pátina "modernuqui" de “seriedad” y “transcendencia” que produce verdaderas arcadas), se aguanta hora y media a duras penas entre los bostezos del respetable. Pasado ese punto la historia deja de ser "mala" o "buena"; simplemente, desaparece y da paso a un larguísimo videoclip de 45 minutos más de en los que no pasa ABSOLUTAMENTE NADA digno de tal nombre: el guión de toda esa parte de la película está en blanco salvo por la palabra “EXPLOSIÓN”.
Jamás en la historia del cine una película ha sido tan aparatosa, estruendosa y absurda. Jamás algo tan pasado de vueltas y excesivo ha resultado tan aburrido.
En efecto, “El hombre de acero” no emociona, no divierte en absoluto y apenas entretiene: de hecho, me he pasado la última media hora mirando el reloj. No hay vida en la historia, no hay inteligencia ni calidez. Ni una gota de humor en 140 minutos de película, señores. Y lo más grave: ni una gota de talento o de algo que haga pensar esto no lo ha escrito un superordenador haciendo refritos de "Avatar", "Matrix", "Independence Day" y las "Crónicas de Ridick" con software pirata chino.
Dicho esto, y para concluir, debería comentar la total falta de carisma del heroe y el villano, cuyos destinos te la traen floja, lo mediocre del reparto (en especial los supuestos protagonistas), lo lejos que esta Henry Cavill de Christopher Reeve o lo igualmente lejos que esta la tediosa y repetitiva partitura que ha realizado Hans Zimmer de la obra maestra que compuso Williams para el Superman clásico, pero sería tan estúpido e innecesario como criticar a Hitler por tirarse pedos: la película es tan profundamente fallida y vacua que ni el más inspirado reparto del mundo o Beethoven en la batuta hubieran podido dignificarla.
Recomendada exclusivamente para niñatos quinceñeros sin criterio o gusto y nula cultura cinematográfica. Otra palada de tierra sobre la tumba del cine.
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Respecto a esta película, iré al grano: un espanto, absolutamente insufrible. Una de las mayores mierdas que he visto en este lustro. A los "fanboys" sin criterio que se han apresudado a indudar la web con "dieces" les dedico mi dedo corazón solitario y erecto.
Tenía unas expectativas bastante altas, esperaba lo mejor: la presencia en la dirección de Snyder (no tanto del sobrevalorado Nolan), cuyo nombre remite inevitablemente a “300”, prometía épica a capazos, un guión inteligente y adrenalina para dar y regalar. Por desgracia, no ha sido así, y la película, que ya desde el minuto uno amenaza con ser floja, ha ido empeorando según avanzaba el metraje hasta perecer ahogada en sus vomitivos excesos.
¿Que qué le sobra? Efectos digitales mierdosos y exagerados hasta decir basta, cosas explotando por que sí y minutos de relleno. ¿Que qué le falta? Un montaje sensato, una trama con sentido y lo esencial: alma, espíritu, verdadera emoción… Algo (si acaso un 1%) de la magia del clásico de Donner.
En efecto, “El hombre de acero” es un espectáculo descomunal, tan excesivo que primero aturde, después irrita y por último hastía, pero completamente vacío: un festival pirotécnico en manos de un mono borracho que, como ocurre cada vez más a menudo en el cine actual, trata de disimular la patética falta de ingenio y originalidad del guión acumulando tropecientas mil explosiones y burdas chorradas digitales que apenas ocultan el mortal vacío de su trama.
La trama, en efecto, puramente funcional (una simple excusa para meter los CGI) , incoherente, ramplona y nada original (en esencia, han reciclado los guiones de los dos `primeros “supermanes” clásicos pero tratando de darles una pátina "modernuqui" de “seriedad” y “transcendencia” que produce verdaderas arcadas), se aguanta hora y media a duras penas entre los bostezos del respetable. Pasado ese punto la historia deja de ser "mala" o "buena"; simplemente, desaparece y da paso a un larguísimo videoclip de 45 minutos más de en los que no pasa ABSOLUTAMENTE NADA digno de tal nombre: el guión de toda esa parte de la película está en blanco salvo por la palabra “EXPLOSIÓN”.
Jamás en la historia del cine una película ha sido tan aparatosa, estruendosa y absurda. Jamás algo tan pasado de vueltas y excesivo ha resultado tan aburrido.
En efecto, “El hombre de acero” no emociona, no divierte en absoluto y apenas entretiene: de hecho, me he pasado la última media hora mirando el reloj. No hay vida en la historia, no hay inteligencia ni calidez. Ni una gota de humor en 140 minutos de película, señores. Y lo más grave: ni una gota de talento o de algo que haga pensar esto no lo ha escrito un superordenador haciendo refritos de "Avatar", "Matrix", "Independence Day" y las "Crónicas de Ridick" con software pirata chino.
Dicho esto, y para concluir, debería comentar la total falta de carisma del heroe y el villano, cuyos destinos te la traen floja, lo mediocre del reparto (en especial los supuestos protagonistas), lo lejos que esta Henry Cavill de Christopher Reeve o lo igualmente lejos que esta la tediosa y repetitiva partitura que ha realizado Hans Zimmer de la obra maestra que compuso Williams para el Superman clásico, pero sería tan estúpido e innecesario como criticar a Hitler por tirarse pedos: la película es tan profundamente fallida y vacua que ni el más inspirado reparto del mundo o Beethoven en la batuta hubieran podido dignificarla.
Recomendada exclusivamente para niñatos quinceñeros sin criterio o gusto y nula cultura cinematográfica. Otra palada de tierra sobre la tumba del cine.
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