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Críticas 278
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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21 de enero de 2024
211 de 315 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película a la que le sobra casi todo el metraje. Como un corto de diez o quince minutos podría haber contado lo mismo mostrando perfectamente el mismo recurso y efecto de la fría cotidianidad que enmascara el horror de un holocausto ausente a la vista pero que se sabe presente.

Como anécdota contaré que un hombre al inicio de la proyección se levantó de su asiento en la sala de cine con la intención de ir a avisar porque creyó que la película se había atascado en un bucle o algo así. Y es que el principio es uno de los más raros y experimentales que he visto en mi vida. Casi cinco minutos de un fondo negro con una música instrumental simulando un sonido estridente, que a mí también me llegó a parecer que no era normal y que tal vez la proyección había fallado. Después, algunas personas se marcharon antes del final de la película. Yo estuve a punto también de irme, pero si seguí fue sólo por ver la fotografía, que a pesar de usar efectos visuales de vez en cuando sin sentido, en general podría decirse que era lo único que me pareció de cierto interés.

Recordar filmes con temática del holocausto como "La lista de Schlinder", "El pianista", "¿Vencedores o vencidos?", "El lector" o "La vida es bella" es mencionar cine del bueno, pero en cualquier caso cine. Ya que a este trabajo ni siquiera yo lo llamaría cine, ante la patente deficiencia de la narrativa, sino un experimento artístico que personalmente, a pesar de los premios y mucha crítica profesional entusiasmada, se me antoja francamente flojo.
15 de noviembre de 2022
127 de 156 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña, buenos creadores coguionistas habituales que se compenetran como los engranajes de un reloj de precisión, construyen la historia de esta película "As bestas" inspirándose en unos hechos parecidos que sucedieron entre 1997 y 2014 en una pequeña aldea gallega. En la realidad en la aldea prácticamente abandonada sólo habitaban las dos familias que son el núcleo de los acontecimientos, y la pareja de extranjeros eran holandeses mientras que en la ficción son franceses, pero lo sucedido fue de modo básico lo que narra la cinta aunque por supuesto se idea una ficción con guión original sobre cómo son los personajes protagonistas, todas las relaciones entre ellos y el modo exacto en que ocurren las cosas.

La película tiene un importante componente costumbrista que dentro de un entorno rural mezcla culturalmente a personajes que dialogan en español, gallego y francés (la mayoría de los diálogos del filme son en francés, siendo también la película una coproducción de España con Francia) y muestra los quehaceres y formas de vida propios en el entorno. Pero enseguida nos damos cuenta de que nos introducimos en un thriller dramático en el que poco a poco sin abandonar nunca el componente costumbrista se va mascando la tensión entre los personajes hasta que el espectador se impregna de ella y durante todo el metraje está en vilo pensando en lo que pudiera suceder.

Una vez vista esta película no tengo duda de que es la que yo hubiese elegido como candidata española a los Oscars de las tres que se preseleccionaron este año, aunque quienes tienen que elegir no optaron por ella. Y es porque esa mezcla cultural, y ese desarrollo pausado de lo cotidiano que a la vez se llena de tensión no es fácil de lograr que funcione durante las más de dos horas y cuarto, siendo en cierto modo en conjunto algo no exento de originalidad que aquí funciona maravillosamente bien, gracias también a una muy buena dirección de actores y a unas interpretaciones de mérito, muy expresivas y realistas de todo el elenco, desde los principales personajes a los secundarios, y especialmente de los cuatro actores que encarnan al matrimonio francés y a los hermanos gallegos Xan y Lorenzo.

La historia se divide en dos partes con un punto de inflexión. Dichas partes son de diferente duración cada una, siendo aproximadamente la primera dos tercios del total. Esta primera parte más larga es la de más tensión, mientras que en la segunda parte, que es la que camina hacia el desenlace final, sin prescindir también de tensión e intriga, cobra protagonismo cómo todos los hechos diseccionan el alma y forma de ser del personaje de la mujer francesa Olga interrelacionando sobre todo con otro personaje que en esta parte se convierte también en protagonista y que es su hija Marie.

El apartado técnico no va a la zaga de todo lo demás, pues la dirección artística logra una muy buena ambientación y caracterizaciones de personajes dentro del entorno rural y de la bella naturaleza entre bosques y montes de las localizaciones elegidas para el rodaje en la comarca leonesa de El Bierzo y en algunos lugares de Galicia. La fotografía está muy trabajada para captar artísticamente a la par que de modo realista todo ese ambiente, la música que se encaja con las imágenes y da paso a silencios de contraste en momentos clave, la escenografía, la planificación de planos y escenas, así como el montaje, no pasan desapercibidos.
...

"A rapa das bestas" es una tradición de algunas localidades de Galicia que hoy es fiesta cultural y también atracción turística donde mediante la fuerza física unas personas van inmovilizando a los caballos para raparles las crines. La vida no suele ser como la planeamos o soñamos, las personas con las que nos relacionamos habitualmente condicionan lo que nos pasa, y algunas veces lo que nos pasa puede estar lleno de demasiada incertidumbre y tensión. La vida puede llegar a ser también como "a rapa das bestas".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Si lees esta parte de la crítica es porque ya debes haber visto la película, así que si ya conoces la historia de ficción, voy a relatar la realidad en que se inspira que fue noticia de prensa debido al asesinato e incluso se hizo un documental de 82 minutos que levantó mucha expectación y sobrecogió en el Festival de Cine Internacional de Ourense en 2016.

Los hechos reales en que se inspira la película de Sorogoyen sucedieron en la pequeña localidad gallega de Santoalla do Monte, en el concejo de Petín de la provincia de Orense. Una pareja holandesa que llevaba dos años viviendo de viaje por Europa en una autocaravana para evitar la vida de la gran ciudad, llegó a la localidad en 1997, se enamoraron del lugar, y les pareció idílico para cumplir el sueño de su vida y establecerse montando allí una granja ecológica. En el lugar, una aldea perdida casi del todo abandonada, sólo seguía viviendo por aquel entonces una familia de gallegos, formada por una pareja mayor y sus dos hijos, uno de ellos con un retraso mental leve.

Los primeros años se relacionaron correctamente como vecinos, pero empezaron los roces cuando los holandeses de ideas emprendedoras querían hacer cosas y proyectos en la aldea usando zonas públicas y los gallegos de mentalidad más conservadora y reticentes a cambios no estaban de acuerdo con que se hiciesen esas cosas. Los problemas serios empezaron cuando los holandeses pidieron participar de los beneficios económicos que se obtenían del monte comunal por dejar que empresas como las madereras explotasen la zona y la familia gallega se negaba porque consideraba que a ese beneficio no tenían derecho. Las familias incluso dejaron de hablarse.

Aquí está la principal diferencia con el argumento que construye la película respecto al origen del peor enfrentamiento, pues no es que la familia gallega tuviera la posibilidad de irse por el dinero que les daba por el terreno una empresa eólica y los holandeses no se iban y entonces no se podía ceder el terreno a la empresa, sino que las empresas que ya explotaban el monte pagaban a los residentes miembros de la sociedad del monte comunal.

Los holandeses lo que decían era que al estar viviendo allí también les correspondía beneficiarse de parte de ese dinero de la explotación de empresas del monte. Y la familia gallega a lo que se oponía es a repartir con los holandeses el dinero que les daban las empresas por la explotación del monte comunal porque decían que en realidad los holandeses no eran vecinos de la aldea con derecho a ser miembros de la sociedad del monte comunal. Los holandeses recurrieron al juzgado y al final el juzgado consideró que tenían derecho a ser comuneros, con lo cual la familia gallega estaba obligada a darles la mitad de los beneficios. Y esto fue lo que desató las hostilidades peores. El hombre holandés, como en la película el francés, sí grababa en vídeo incidentes y cosas que los otros hacían, llegando a obsesionarse con ellos.

Según los hechos probados, el crimen lo llevó a cabo en 2010 el hermano que tenía los problemas mentales disparando al holandés con una escopeta mientras éste conducía el coche cuando regresaba a la aldea tras ir un día a comprar. El otro hermano ayudó a encubrirlo escondiendo el coche con el cadáver en un bosque y quemándolo. Lo escondieron tan bien en sitio tan recóndito a unos 15 km de la aldea que sólo pudo ser encontrado junto a los restos óseos del cadáver por casualidad cuando cuatro años después un helicóptero en labores de prevención de incendios tuvo problemas mecánicos.

El autor del crimen finalmente confesó serlo, diciendo que habían discutido porque venía conduciendo como loco y al final le disparó. Fue condenado a 10 años de cárcel. El hermano sólo pudo probarse que fue encubridor tal como él también admitió y no fue a prisión, permaneciendo con orden de alejamiento que le impide acercarse a la aldea. La viuda de la víctima sigue viviendo hoy en la aldea.
30 de enero de 2023
120 de 145 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Al fin lucho contigo; desde el corazón del infierno te hiero; por odio te escupo mi último aliento (...) ¡vaya yo a remolque en trozos, sin dejar de perseguirte, aunque atado a ti, ballena maldita!"

(Herman Melville)

"La ballena" tiene una muy interesante puesta en escena, reduciéndose la localización a la casa del protagonista y esencialmente al salón y el porche, exceptuando algunos otros planos sobre todo retrospectivos y breves en la vida de los personajes principales. De este modo, limitando el espacio y las acciones, la fuerza de la obra se encuentra en la palabra y las interpretaciones del reducido grupo de actores. Mérito esencial sin duda el ser adaptación de la obra de teatro homónima de quien también escribe el guion, el dramaturgo Samuel D. Hunter, y aderezado con una realización medida de Aronofsky que saca buen partido de la expresividad de los actores con cada plano.

Si hay que poner un pero que resta algo a la cinta, quizás esté en alguna escena un poco desagradable por explícita y en cierta dureza visual y de situaciones igualmente incisivas y quizás reiteradas sin necesidad sobre la condición del personaje principal, que buscan casi más incomodar al espectador que aportar al argumento.

Sin embargo, gracias a palabras y actuaciones, el conjunto no deja de funcionar como un engranaje de precisión. Brendan Fraser hace aquí el papel de su vida, un muy buen trabajo como el personaje central, Charlie, sobre el que pivotan alternándose en escena el resto, dando él ese carácter de hombre con problemas por su condición física que busca redimirse del pasado que le atormenta pero que muestra estar lleno de bondad y esperanzas puestas en los demás a la vez que en cierto modo se castiga a sí mismo. Del resto de acertados papeles de reparto, sobresale, además del intenso e interiorizado por la actriz Hong Chau haciendo de su enfermera Liz, la interpretación de Sadie Sink, como su hija Ellie, que es elemento esencial en la historia y que ella borda en esa dualidad de hija cruel y resentida pero que parece esconder algo más dentro resistiendo salir. Hay algunas escenas entre ambos que tienen gran fuerza interpretativa, ayudada también por una adecuada planificación del rodaje y dirección de actores.

La construcción de los diálogos según se van introduciendo los personajes y vemos las relaciones entre ellos está cuidada para que vayamos conociendo de modo dosificado qué es lo que los une, o separa, y entendamos tanto su pasado como su presente. La trama se va así desarrollando aumentando su intensidad emocional hasta llegar a un final potente lleno de metáfora y significado.
11 de enero de 2011
101 de 121 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras atónito he asistido a un año donde la crítica ha alabado películas olvidables como "Un tipo serio" de los Coen, ha hecho piña con multitudes para elevar al cielo de las artes el último efectismo de Nolan -"Origen"-, o se preparan para agasajar en los Oscars comparando con el mismísimo "Ciudadano Kane" a una reiterativa "La red social" más cercana a una de adolescentes de Nora Ephron que a ese genio llamado Welles... Mientras todo esto sucede, esos mismos denostan por enésima vez a quien osara desafiarles ganando un Oscar con la para ellos maldita "Crash", estrenara otra para ellos falta de imaginación "En el valle de Elah" y ahora vuelve a la carga con lo que califican de tramposo e inocente remake en "Los próximos tres días".

Si donde había un maldito trabajo sobrevalorado por Hollywood, un servidor vio una disección coral de la desconfianza, el miedo y la incomunicación entre las personas... Si donde debía esperarse escasa imaginación aprecié una explosiva mezcla entre una historia detectivesca, sutiles interpretaciones y la narración de la caída de un imperio y sus valores... Ahora, en esta supuesta trampa inocente, no sólo perdono esa manía estadounidense al remake, sino que no puedo más que apreciar el aire fresco de un director que entre tanta "obra maestra" de postín destaca por el manejo de cualidades de realizador veraz, fundamentalmente del ritmo.

"Los próximos tres días" está narrada con un sentido del ritmo medido, apoyado en un montaje trabajado, de modo que incluso en el peor de los casos es improbable que alguien no se sienta atraído por la historia o llegue a aburrirse. Lejos de eso, Paul Haggis desarrolla un guión en el que tensión e intriga marchan de la mano de modo creciente, atrapando al espectador desde la primera secuencia y conduciéndolo a su antojo tras el periplo del protagonista absoluto John Brennan; al que da vida Rusell Crowe de modo que interioriza a la perfección la evolución del personaje en un camino sin retorno que consigue que el espectador se plantee a sí mismo el dilema que mueve al personaje en pantalla: ¿Hasta dónde llegarías por aquellos a quienes amas?

Es precisamente esa evolución, esos sentimientos que subyacen, lo que logra que la película sea más que una sucesión de clichés en un thriller. Es también la interacción de un hombre con sus fantasmas interiores mientras que circunstancias excepcionales hacen que una vida apacible se convierta en una olla a presión. Y es aquí donde tanto la calidad del intérprete como la dirección de actores se deja notar más allá de la trepidante huida, más allá del giro con sorpresa. Y si bien es cierto que pudiera sobrar algún engaño dirigido más bien al efectismo en alguna escena, el conjunto no deja de ser un notable soplo de aire en un flojo año de cine. No apto, por supuesto, para detractores por oficio de Haggis, pero que sabrá satisfacer gratamente a quien se acerque a la sala de proyección con tan pocas pretensiones como ausencia de prejuicios.
12 de diciembre de 2023
95 de 119 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si ves esta película, te encontrarás atrapado dentro de un musical de fantasía que se agradece como un soplo de aire fresco en el cine actual, a pesar de, o quizás debido a, que está rodado al estilo de clásicos del mismo género con los que puede codearse sin problemas, como por ejemplo "El mago de Oz", "Mary Poppins" o "Un mundo de fantasía".

El guion original parte de un argumento que desarrolla el pasado del chocolatero Willy Wonka, personaje de la novela infantil inglesa un par de veces adaptada al cine "Charlie y la fábrica de chocolate". El director Paul King, además de firmar como coguionista, realiza un trabajo de realización de bastante mérito, que compagina la metodología del cine musical clásico con elementos modernos de efectos digitales. El montaje está muy bien elaborado, alternando de un modo muy dinámico que te mantiene atrapado en la historia los números musicales y las escenas fuera de ellos. Lo que se nos cuenta está hábilmente ideado, mezclando un mundo que recuerda a personajes de Dickens en un entorno dramático, con un tono que añade pinceladas de comicidad y la creación de un mundo mágico dentro del real haciendo el conjunto entrañable para los espectadores, tanto niños que ya piensan un poco como adultos, como adultos que gustan de recordar con ilusión el niño que aún llevan dentro. Me sorprendí a mí mismo a ratos riendo y a ratos emocionado hasta aflorar alguna lagrimilla.

Mención destacada para Timothée Chalamet, que entre los jóvenes actores de hoy se confirma como uno de los de más talento de su generación, al que se añade un carisma ante la cámara propio de los mejores, y que en este trabajo alcanza muy buenos registros entre los toques dramáticos, cómicos y carismáticos que requiere su personaje, además de revelarse como un solvente integrante de musicales. El resto del reparto es también de altura, y especialmente los veteranos Olivia Colman, Hugh Grant y Rowan Atkinson, que encarnan personajes ya de por sí peculiares y atractivos, pero a los que su buena y expresiva recreación los hace más interesantes si cabe. Todos los demás intérpretes están realmente solventes, desde los que tienen muchos minutos y escenas hasta los que apenas tienen una o dos. La joven actriz Calah Lane, con el papel de la niña Noodle (el rol más importante tras el de Willy), hace un excelente debut en largometraje, aportando también una bella voz en alguna de las canciones.

Con magia, aventura, notas de música e ilusión, diría que "Wonka" merece consolidarse como uno de los musicales para recordar dentro del mundo de la fantasía.

"For a moment
Life doesn't seem quite so bad
For a moment
I kind of forgot to be sad"
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como ejemplo, destacaría dos secuencias que condensan por una parte el lado de comedia que hace sonreír y por otra parte el lado de los momentos emotivos.

Para reír, por lo ocurrentemente gracioso de la idea y la forma de contarla, es la escena donde el contable narra cómo descubrió el segundo libro de contabilidad que contenía la verdad sobre los poderosos chocolateros que forman un cártel para sobornar, chantajear y eliminar a la competencia, usando el chocolate que habían diluido y cuyo sobrante guardaban en una bóveda secreta debajo de la catedral vigilada las 24 horas por un sacerdote corrupto y 500 monjes adictos al chocolate.

Para emocionarse es la escena con el precioso número musical "For a Moment" entre Timothée Chalamet (Wonka) y Calah Lane (Noodle) que comienza cuando, ordeñando a la jirafa, Noodle le cuenta el sueño de encontrar a su madre y termina con los dos bailando de noche en una calle solitaria de la ciudad tras volar sobre el río elevados por unos globos y caminar sobre los tejados de cristal iluminados de las galerías comerciales.

"For a moment
My life has turned upside-down
For a moment
I can't keep my feet on the ground"
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