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5
28 de septiembre de 2010
28 de septiembre de 2010
22 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguramente no exista modelo único para la génesis de una película. Seguramente, cientos de diferentes caminos han conducido a los millones de estrenos habidos durante más de un siglo ya.
Sin embargo, parece aceptable que el itinerario clásico haya partido de la idea de un director o de un productor, que han contado con una inquietud artística o económica y un guión y se han apoyado en el trabajo de unos actores profesionales de la interpretación, elementos fundamentales para transmitir con gestos, modulaciones de voz, fraseos y miradas la información que subyace al guión, el subtexto.
Por último, se apoyarían en elementos más técnicos, sonido, montaje, posición de cámara… como elementos diferenciadores respecto a otras películas anteriores y futuras.
Como efectivamente ha pasado ya tanto tiempo y se han hecho tantos filmes, diferenciarse y no repetirse es prácticamente imposible. Así que una de las primeras necesidades a la hora de pensar en hacer una nueva película es definir la aportación que esta va a suponer, sea en el plano técnico, en el fondo del argumento o en la forma de enfocarlo.
Para su primera película, Elena Trapé ha tomado la adolescencia como su foco de atención, dirigiendo su cámara hacia un grupo de niñas que cursan segundo de la ESO. No es un tema que no haya sido tratado, aunque su punto de vista es el de las propias protagonistas, lo cual sí constituye un hecho novedoso. En la perenne distancia e inevitable falta de entendimiento mutuo entre adultos y adolescentes, «Blog» ofrece la posibilidad de que los que ya pasamos aquella época nos acerquemos a su particular enfoque actual.
La apuesta de la directora ha sido evitar una narración al uso y apoyarse en las actuales web-cams, adoptando la estética propia del mundo informático al que tan ent5regados se encuentran los más jóvenes.
Y es en este punto donde bajo mi punto de vista el intento de Elena Trapé no culmina. La opción de dejar una cámara al pairo, rodando lo que suceda en la realidad sin intervenir en ella para luego darle ritmo a la trama en la sala de montaje, es una tendencia del cine naturalista desde hace ya décadas. Una opción muy arriesgada que se aleja de aquel modelo clásico de director con una idea.
Una idea que en este caso además no cuenta con actores profesionales, cuya aportación se echa mucho de menos. Pienso en personajes que evolucionan con la trama y muestran conflictos internos de valor universal.
El intento es interesante y cumple una función informativa sobre usos y preocupaciones de la adolescencia, pero no emociona y queda lejos de ser buen cine.
Sin embargo, parece aceptable que el itinerario clásico haya partido de la idea de un director o de un productor, que han contado con una inquietud artística o económica y un guión y se han apoyado en el trabajo de unos actores profesionales de la interpretación, elementos fundamentales para transmitir con gestos, modulaciones de voz, fraseos y miradas la información que subyace al guión, el subtexto.
Por último, se apoyarían en elementos más técnicos, sonido, montaje, posición de cámara… como elementos diferenciadores respecto a otras películas anteriores y futuras.
Como efectivamente ha pasado ya tanto tiempo y se han hecho tantos filmes, diferenciarse y no repetirse es prácticamente imposible. Así que una de las primeras necesidades a la hora de pensar en hacer una nueva película es definir la aportación que esta va a suponer, sea en el plano técnico, en el fondo del argumento o en la forma de enfocarlo.
Para su primera película, Elena Trapé ha tomado la adolescencia como su foco de atención, dirigiendo su cámara hacia un grupo de niñas que cursan segundo de la ESO. No es un tema que no haya sido tratado, aunque su punto de vista es el de las propias protagonistas, lo cual sí constituye un hecho novedoso. En la perenne distancia e inevitable falta de entendimiento mutuo entre adultos y adolescentes, «Blog» ofrece la posibilidad de que los que ya pasamos aquella época nos acerquemos a su particular enfoque actual.
La apuesta de la directora ha sido evitar una narración al uso y apoyarse en las actuales web-cams, adoptando la estética propia del mundo informático al que tan ent5regados se encuentran los más jóvenes.
Y es en este punto donde bajo mi punto de vista el intento de Elena Trapé no culmina. La opción de dejar una cámara al pairo, rodando lo que suceda en la realidad sin intervenir en ella para luego darle ritmo a la trama en la sala de montaje, es una tendencia del cine naturalista desde hace ya décadas. Una opción muy arriesgada que se aleja de aquel modelo clásico de director con una idea.
Una idea que en este caso además no cuenta con actores profesionales, cuya aportación se echa mucho de menos. Pienso en personajes que evolucionan con la trama y muestran conflictos internos de valor universal.
El intento es interesante y cumple una función informativa sobre usos y preocupaciones de la adolescencia, pero no emociona y queda lejos de ser buen cine.

5,8
1.689
5
27 de mayo de 2008
27 de mayo de 2008
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Volverás” atrae con sus imágenes hipnóticas, con su estilo feísta. Cámara en mano, nos introduce en el mundo del juego, el que vive de noche mientras el otro, el oficial, duerme.
Tristán Ulloa exhibe una personalidad tan autodestructiva como atrayente. El prodigioso encantamiento que provoca en su hermano pequeño alude a la debilidad de los sentimientos, en especial frente a los lazos familiares.
De la experiencia vivida no surge solo sufrimiento. También conocimiento del propio yo, del tú, de los progenitores y de los verdaderos amigos.
Una película de argumento muy corto que transmite mucho más de lo que aparenta: el espíritu libre que uno pretende atesorar, las ataduras que heredamos….
Cine necesario
Inaki Lancelot
Tristán Ulloa exhibe una personalidad tan autodestructiva como atrayente. El prodigioso encantamiento que provoca en su hermano pequeño alude a la debilidad de los sentimientos, en especial frente a los lazos familiares.
De la experiencia vivida no surge solo sufrimiento. También conocimiento del propio yo, del tú, de los progenitores y de los verdaderos amigos.
Una película de argumento muy corto que transmite mucho más de lo que aparenta: el espíritu libre que uno pretende atesorar, las ataduras que heredamos….
Cine necesario
Inaki Lancelot
5
29 de agosto de 2008
29 de agosto de 2008
27 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque la sociedad parezca negarlo, no todos somos iguales. No todos seguimos la corriente general. Existen personas diferentes. No me refiero a falsas distinciones publicitadas por los vendedores de muebles para nacionalistas repúblicas individuales “de tu casa”. Estoy citando diferencias auténticas.
Los “diferentes” atraen. Su personalidad enamora a quien es objeto de su aprecio. Sus bajones anímicos nos sitúan inermes ante el mismísimo fin de la vida. Sus subidas son las fiestas más reales y sentidas que puedan celebrarse. Su existencia es puro espíritu romántico. Quizá por ello, han sido protagonistas de siempre de obras literarias y películas.
“Una palabra tuya" se centra en dos amigas, Rosario y Milagros. La primera es una urbanita de nuestro tiempo, dubitativa, ni bondadosa ni malvada. Malena Alterio interpreta con contención un personaje creíble con el que es fácil identificar a más de un conocido. Con su actuación nos brinda los mejores momentos del film y supera brillantemente la prueba de ser protagonista principal.
Por su parte, Milagros es la diferente. No lo tenía fácil Esperanza Pedreño para un papel normalmente asociado a un varón (hasta este punto puede llegar la estandarización social). Cumple suficientemente aparte de detalles como que su acento no se corresponda al entorno físico de Huertapelayo, Guadalajara, su supuesto lugar de origen.
El desarrollo de la acción es dinámico y presta atención a los sentimientos de los protagonistas frente a aspectos como el cuidado de nuestros mayores, como los diferentes grados de compromiso entre hermanos, como la inestabilidad laboral o como la soledad.
El film toca techo en la puesta en escena de la muerte en cama de una madre. Con sobriedad, evitando los artificios que elevaran innecesariamente el dramatismo, la directora contagia al espectador de la mezcla de emociones que experimentan los protagonistas.
Sin embargo, la resolución del film es dramáticamente mala. La sobreactuación del personaje de Cosme cuando explica lo sucedido en la niñez de Milagros roza el colmo de lo inverosímil. Qué terrible engolamiento. Nadie cuenta tales hechos sin dudar o carraspear, sin que el oyente le tire de la lengua. Recuerda a aquel Fernán Gómez de “La mitad del cielo” interpretando a un mal actor. Sólo que en este caso, no es representación. Delegar en él la conclusión de la trama fue el peor error.
El guión no termina de profundizar en ninguno de los dos personajes, por temor probablemente a resultar excesivamente dramático. Por un lado, como espectadores no sufrimos el deterioro y las labores diarias de atención a un anciano aquejado de una enfermedad degenerativa. Por el otro, tampoco llegamos a sentir lo duro de la convivencia con Milagros, lo duro de la convivencia de ella consigo misma.
Los “diferentes” atraen. Su personalidad enamora a quien es objeto de su aprecio. Sus bajones anímicos nos sitúan inermes ante el mismísimo fin de la vida. Sus subidas son las fiestas más reales y sentidas que puedan celebrarse. Su existencia es puro espíritu romántico. Quizá por ello, han sido protagonistas de siempre de obras literarias y películas.
“Una palabra tuya" se centra en dos amigas, Rosario y Milagros. La primera es una urbanita de nuestro tiempo, dubitativa, ni bondadosa ni malvada. Malena Alterio interpreta con contención un personaje creíble con el que es fácil identificar a más de un conocido. Con su actuación nos brinda los mejores momentos del film y supera brillantemente la prueba de ser protagonista principal.
Por su parte, Milagros es la diferente. No lo tenía fácil Esperanza Pedreño para un papel normalmente asociado a un varón (hasta este punto puede llegar la estandarización social). Cumple suficientemente aparte de detalles como que su acento no se corresponda al entorno físico de Huertapelayo, Guadalajara, su supuesto lugar de origen.
El desarrollo de la acción es dinámico y presta atención a los sentimientos de los protagonistas frente a aspectos como el cuidado de nuestros mayores, como los diferentes grados de compromiso entre hermanos, como la inestabilidad laboral o como la soledad.
El film toca techo en la puesta en escena de la muerte en cama de una madre. Con sobriedad, evitando los artificios que elevaran innecesariamente el dramatismo, la directora contagia al espectador de la mezcla de emociones que experimentan los protagonistas.
Sin embargo, la resolución del film es dramáticamente mala. La sobreactuación del personaje de Cosme cuando explica lo sucedido en la niñez de Milagros roza el colmo de lo inverosímil. Qué terrible engolamiento. Nadie cuenta tales hechos sin dudar o carraspear, sin que el oyente le tire de la lengua. Recuerda a aquel Fernán Gómez de “La mitad del cielo” interpretando a un mal actor. Sólo que en este caso, no es representación. Delegar en él la conclusión de la trama fue el peor error.
El guión no termina de profundizar en ninguno de los dos personajes, por temor probablemente a resultar excesivamente dramático. Por un lado, como espectadores no sufrimos el deterioro y las labores diarias de atención a un anciano aquejado de una enfermedad degenerativa. Por el otro, tampoco llegamos a sentir lo duro de la convivencia con Milagros, lo duro de la convivencia de ella consigo misma.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Un guión más decidido hubiera evitado explicaciones forzadas que caen en la falta de respeto hacia el personaje. Porque “los diferentes” existen entre la clase baja y entre la alta. Los hay que han crecido rodeados de todo el afecto del mundo, y no necesariamente son hijos de drogadictos, de suicidas o fueron abandonados por el padre. Desde un punto de partida pretendidamente “progre”, la filosofía del film es terriblemente convencional y regresiva.

5,5
5.719
7
7 de agosto de 2016
7 de agosto de 2016
22 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
«Secuestro» muestra buen ritmo, magníficas interpretaciones y orientación hacia el gran público al mismo tiempo que una muy buena dirección cinematográfica. Blanca Portillo saca brillo a su papel protagonista y es un placer disponer en escena del grande Antonio Dechent junto a Vicente Romero y José Coronado. Entre el reparto, luce siempre Macarena Gómez y dotan de veracidad Josep María Pou, Ramón Fonstsere, Nausicaa Bonnin y un destacado Andrés Herrera.
«Secuestro» tiene nervio y pulso narrativo. El argumento avanza y gira, para mantenernos absortos en esta trama de acción en la que es fácil identificarse con protagonistas que no son perfectos. Supervivientes turbios con el corazón partido y deudas asfixiantes, exitosas abogadas con cajas fuertes que atesoran secretos más valiosos que sus jornales y almas débiles con muy pocas posibilidades de supervivencia.
Está tan bien tratada la bonita relación entre madre e hijo, como sugerido el ambiente de corrupción en el puerto marítimo. Se integra en el texto la sordera con la misma naturalidad con la que se señala la capacidad del dinero para dar vuelco legal a los resultados judiciales. Aparecen el acoso escolar, los juicios paralelos y los prejuicios que suscita la pobreza, todo como aderezo en el sustrato de un policiaco tenso y bien resuelto, en el que uno sigue la acción principal mientras le va calando el reflejo de la actualidad.
Así que no faltan hipotecas impagadas, terceros matrimonios, colegios privados y ambientes sórdidos de apuestas ilegales donde buscan recuperar la fortuna los menos afortunados. Conformando una realización muy acertada, con un gran guión, que entretiene y describe nuestro entorno, cuestionando los límites de la ética profesional y preocupándose especialmente por mentiras socialmente admitidas como ciertas, como la bondad infantil o como la maldad desesperada de un parado que fuma y anda ya por su tercer casamiento.
«Secuestro» tiene nervio y pulso narrativo. El argumento avanza y gira, para mantenernos absortos en esta trama de acción en la que es fácil identificarse con protagonistas que no son perfectos. Supervivientes turbios con el corazón partido y deudas asfixiantes, exitosas abogadas con cajas fuertes que atesoran secretos más valiosos que sus jornales y almas débiles con muy pocas posibilidades de supervivencia.
Está tan bien tratada la bonita relación entre madre e hijo, como sugerido el ambiente de corrupción en el puerto marítimo. Se integra en el texto la sordera con la misma naturalidad con la que se señala la capacidad del dinero para dar vuelco legal a los resultados judiciales. Aparecen el acoso escolar, los juicios paralelos y los prejuicios que suscita la pobreza, todo como aderezo en el sustrato de un policiaco tenso y bien resuelto, en el que uno sigue la acción principal mientras le va calando el reflejo de la actualidad.
Así que no faltan hipotecas impagadas, terceros matrimonios, colegios privados y ambientes sórdidos de apuestas ilegales donde buscan recuperar la fortuna los menos afortunados. Conformando una realización muy acertada, con un gran guión, que entretiene y describe nuestro entorno, cuestionando los límites de la ética profesional y preocupándose especialmente por mentiras socialmente admitidas como ciertas, como la bondad infantil o como la maldad desesperada de un parado que fuma y anda ya por su tercer casamiento.
23 de abril de 2015
23 de abril de 2015
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia romántica estándar, que introduce como argumento secundario la crisis de creatividad de un guionista de películas por encargo. El asunto de las dificultades de la producción artística parece en boga en la cartelera actual. Re-cayendo en este caso, de nuevo, en la identificación entre falta de inspiración y desamor, así como entre el encuentro con las musas y la llegada de Cupido.
Ante una cinta tan arquetípica, quiero destacar los aspectos más positivos. En primer lugar, el piano de Julio de la Rosa suena espléndido. Además, Ernesto Alterio da un espectáculo de excelentes dicción y entonación. En cuanto a personajes, es especialmente interesante el de un productor cinematográfico, cuyas andanzas ilustran un modo de vida.
El film hace un homenaje a Madrid, sabiendo extraer belleza de lugares muy concurridos, más allá del tópico del fin de año en la Puerta del Sol. Aparecen los parques del Retiro y del Oeste y las pasarelas sobre las vías del tren junto a la estación de Norte, la mejor perspectiva para la contemplación de la catedral de la Almudena. Se pasea por la plaza de la Paja y por establecimientos emblemáticos como el restaurante El Cosaco o la librería Ocho y Medio, en la calle de los cines. Se introduce en las salas Golem y se contempla la colorista cartelera de los Renoir.
La postal es bonita, ciertamente, pero se echa de menos algo de carácter propio. Y de más el empleo de tópicos como la alergia al compromiso de la mitad masculina de la población. Tal vez, un tema como las dificultades que el paro juvenil opone a la asunción de responsabilidades, hubiera aumentado el interés, pero surge muy lateralmente en la trama, pasando sobre él de puntillas. Porque esta es una comedia romántica sin dobleces, que evita cualquier desencuentro, cualquier riesgo.
Ante una cinta tan arquetípica, quiero destacar los aspectos más positivos. En primer lugar, el piano de Julio de la Rosa suena espléndido. Además, Ernesto Alterio da un espectáculo de excelentes dicción y entonación. En cuanto a personajes, es especialmente interesante el de un productor cinematográfico, cuyas andanzas ilustran un modo de vida.
El film hace un homenaje a Madrid, sabiendo extraer belleza de lugares muy concurridos, más allá del tópico del fin de año en la Puerta del Sol. Aparecen los parques del Retiro y del Oeste y las pasarelas sobre las vías del tren junto a la estación de Norte, la mejor perspectiva para la contemplación de la catedral de la Almudena. Se pasea por la plaza de la Paja y por establecimientos emblemáticos como el restaurante El Cosaco o la librería Ocho y Medio, en la calle de los cines. Se introduce en las salas Golem y se contempla la colorista cartelera de los Renoir.
La postal es bonita, ciertamente, pero se echa de menos algo de carácter propio. Y de más el empleo de tópicos como la alergia al compromiso de la mitad masculina de la población. Tal vez, un tema como las dificultades que el paro juvenil opone a la asunción de responsabilidades, hubiera aumentado el interés, pero surge muy lateralmente en la trama, pasando sobre él de puntillas. Porque esta es una comedia romántica sin dobleces, que evita cualquier desencuentro, cualquier riesgo.
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