Aunque ya sabemos que el infierno es algo real y que los demonios los vemos constantemente en cualquier telediario, no está mal recordar que existen otros demonios menos visibles, pero no por eso menos conocidos y, a lo que parece, invencibles, porque son capaces de acumular toda la corrupción de nuestra sociedad salvaje. La serie va subiendo de tono, con giros sorprendentes mientras nos enseña la vida diaria de unas bandas mafiosas, su paranoico modo de vivir y pensar, en donde todas las cosas de la vida, amor incluido, son algo terrible y temible. Fruto sin duda de la pobreza y la ignorancia, se han convertido por voluntad propia en los dueños de un mundo irreal y a la vez tan real como el paralelo mundo de los hombres de élite. El curioso modo de entender una fe católica salida de tiesto es la guinda de este plato fuerte, imprescindible para quien les gusten estos espectáculos que derrochan energía y maldad a raudales y que nos hacen reflexionar sobre lo que se ha convertido nuestra humanidad, algo tan primitivo en el siglo XXI, que da miedo pensar lo que sería, si hubiese optado por una vida social en donde todos fuésemos igualmente valorados. Para ver en vacaciones.

El corto nos ofrece un momento mágico en la vida de dos personas que se cruzan en el camino aleatoriamente. Uno parece autosuficiente y a la vez cansado de todo. El otro necesita ayuda evidente por su diversidad. Y entonces ocurre lo imposible: quien parece incapaz de ofrecer algo por nada se transforma por el simple hecho de experimentar un acto altruista, que el otro personaje acoge con gratitud.
Con un simple abrazo de despedida parece que ambos viven ese momento que a veces ocurre en nuestra vida: la inmensa satisfacción de una transformación interna por el hecho de haber conectado con el alma del otro. Ambos se transforman en uno, cuando la vida les lleva por caminos diferentes. Un esperanza que puede darles fuerza para caminar en ese duro viaje. Y todo eso en 18 minutos.
Genial historia de algo cotidiano, no en sus detalles, pero si en su mensaje de amor sin barreras, que puede, sin duda, cambiar nuestra cotidianidad. Buena idea y buenos actores que la llevan a cabo.

El eterno problema de la corrupción institucional, racismo y otros excesos a los que desgraciadamente estamos acostumbrados. Pero, lo extraordinario es encontrarnos con personas que se dedican precisamente a luchar contra ese gigante que no hace sino afectar a los más vulnerables de la sociedad. Con un contexto de pena de muerte, no cae en la crítica a esta pena, que se desprende por sí misma por la injusticia sistémica que afecta a todas las penas, sea esta de muerte o no. Mantiene el interés todo el tiempo, consiguiendo interesantes cambios en los agentes de la desgracia. La frase "la pobreza no es lo contrario a la riqueza, sino a la justicia", encierra a mi modo de ver el mensaje de la película, que es quizá más profundo que la simple condena de la pena de muerte, máxima expresión de la injusticia social. Buenos actores.

Buena película que, bajo la apariencia de comedia a la francesa, nos interpela acerca de la honestidad, la marginación y los prejuicios sociales. Es significativo que una anécdota como ésta referida al equipo paralímpico español, aunque en la película se refiera al equipo francés, no me sonara para nada. El silencio que pesa sobre este colectivo y la realidad que de un modo simple pero nada vanal se nos presenta, queda retratado perfectamente en el mismo planteamiento del film. Sin grandes aspavientos, hace reflexionar sobre algo en lo que deberíamos ser todos un poco más conscientes, puesto que, la fina línea que separa la normalidad de la exclusión nos amenaza a todos.

Magnífica película, emocionante, espectacular e inesperada, que te mantiene en vilo hasta el último minuto dando giros imprevisibles y a la vez esperados. El director sabe conjugar sentimientos tan fuertes como amistad, altruismo, camaradería y amor, de elevado valor moral, junto con otras pasiones no menos tempestuosas como el odio, la violencia gratuita o el deseo egoísta de poder a cualquier precio. Todo ello en un ambiente perfectamente recreado pero con un toque sustancial artístico que hace bello lo que podría ser espantoso. Recuerda algunos temas míticos del cine, pero de un modo muy personalizado y distinto, fuera de lo acostumbrado. Del llanto a la sonrisa en menos de un segundo, de la tragedia al humor que supera la adversidad. Una historia de amor polifacética, cargada de crítica social y pacifista en un ambiente de guerra mundial. La novedad consiste en ver tantas cosas quizá ya antes vistas, pero nunca todas juntas y con un halo de sensibilidad nuevo que te deja un sabor dulce, a pesar de la amarga tragedia que acabamos de ver, que aumenta las ganas de seguir viviendo en un mundo en donde todavía hay muchas cosas bellas, porque son eternas.