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6,1
1.960
1
21 de febrero de 2018
21 de febrero de 2018
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los bodrios más insoportables que he soportado últimamente. Sólo puede entenderse la visión de esta porquería viéndola como un ejercicio de masoquismo. Supongo que en el cielo tendrán en cuenta mi paciencia por asistir hasta el final de esta lacrimógena historia. ¿Historia?, ¿qué historia? No hay ninguna historia. No pasa nada. Los personajes, mínimamente definidos, no tienen nada detrás, no tienen vida. El moribundo es un esperpento, con un Juan Diego sobreactuando de manera irritante. Este actor es muy bueno cuando su personaje es exagerado y exige la sobreactuación. Aquí resulta inverosímil: no sabes si lo que quiere representar es un tipo ya senil e inconsciente de lo que hace, o un cínico ajeno a la atención de sus hijas. Pero no convence en absoluto.
La protagonista, Nathalie Poza, es un prodigio de inexpresividad. ¡No cambia de cara en toda la película! Sólo, en un momento casi al final, intenta sonreír, pero el resultado es que parece que no sabe hacerlo.
Ya su actuación en la primera escena resulta absurda y excesiva. El personaje mismo, si se lo compara con el resto de sus apariciones en el film, parece que es de otra película.
Los comentarios laudatorios que aparecen en la página, provenientes de la crítica, me resultan ininteligibles. El buenismo vigente no puede avalar que se defienda semejantes engendros.
Buscando algún elemento positivo, el único que se me ocurre es el maquillaje de Juan Diego que va expresando bien el deterioro progresivo del personaje.
La protagonista, Nathalie Poza, es un prodigio de inexpresividad. ¡No cambia de cara en toda la película! Sólo, en un momento casi al final, intenta sonreír, pero el resultado es que parece que no sabe hacerlo.
Ya su actuación en la primera escena resulta absurda y excesiva. El personaje mismo, si se lo compara con el resto de sus apariciones en el film, parece que es de otra película.
Los comentarios laudatorios que aparecen en la página, provenientes de la crítica, me resultan ininteligibles. El buenismo vigente no puede avalar que se defienda semejantes engendros.
Buscando algún elemento positivo, el único que se me ocurre es el maquillaje de Juan Diego que va expresando bien el deterioro progresivo del personaje.

5,4
84
8
1 de abril de 2023
1 de abril de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una joyita inesperada. Es un análisis de las relaciones familiares en una familia tóxica (¿alguna no lo es?) realizado con inteligencia, agudeza e ironía y sin caer en la demagogia woke, ni en la verborrea de psicología de baratillo de los directores españoles "serios", ni en la babosidad yanqui.
Unas interpretaciones muy competentes y una ambientación simple y eficaz. El único recurso vanguardista que se permite el director es el juego de formato en la amplitud de la pantalla, estrechando el campo visual cuando la cosa se pone tensa, y está muy bien traído.
Es un ejemplo de cómo se puede hacer un cine digno, interesante y divertido en este país, sin rendir pleitesía a las torpezas morales del buenismo vigente, ni someterse a las felaciones a que están acostumbrados los pesebreros subvencionados.
Unas interpretaciones muy competentes y una ambientación simple y eficaz. El único recurso vanguardista que se permite el director es el juego de formato en la amplitud de la pantalla, estrechando el campo visual cuando la cosa se pone tensa, y está muy bien traído.
Es un ejemplo de cómo se puede hacer un cine digno, interesante y divertido en este país, sin rendir pleitesía a las torpezas morales del buenismo vigente, ni someterse a las felaciones a que están acostumbrados los pesebreros subvencionados.
3
10 de marzo de 2020
10 de marzo de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cosa es la adaptación de un cuento de Stephen King que tiene toda la pinta de ser otro de los acostumbrados ataques del autor contra el fanatismo religioso. La película intenta ser una parábola en contra de ese fanatismo tan frecuente, al parecer, en la Norteamérica rural (la iglesia al otro lado de la carretera, enfrente del herbazal, se llama "Iglesia de la roca negra del redentor"). Se supone que la historia es una alegoría que describe los métodos de la alienación religiosa que atrae suscitando compasión y solidaridad para luego hundir a los adeptos en un laberinto de confusión e incomunicación del que solo se sale si uno, abducido por un sentimiento de “iluminación” y supremacía, se deja arrastrar por el fanatismo y la intolerancia hacia los demás. El herbazal, un lugar “espiritual” donde no rigen las leyes espacio temporales, pretende ser el símbolo de la comunidad religiosa en la que los individuos se distancian entre sí, a pesar de estar todos en el mismo sitio, y donde, a pesar del deseo de unidad, acechan el delirio, la violencia y la muerte. Pero el film no funciona como tal denuncia; el tratamiento cinematográfico, con unas referencias de relleno al aborto y al incesto, no deja nada de eso claro; el simbolismo no se aclara, no hay un “cierre” coherente de los ciclos de los tres grupos de personajes que entran al herbazal (los hermanos, la familia, y el novio de la chica), y la película resulta confusa y repetitiva, de modo que aburre bastante. Tampoco el exceso gratuito de truculencia y casquería en algunas escenas basta para elevar el tono de la película. Y los efectos especiales en las escenas de conexión con la piedra, son de vergüenza ajena.

4,2
2.484
6
25 de marzo de 2018
25 de marzo de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera visión de la película me dejó muy escamado y escribí una crítica feroz. Luego me entró la duda de si no sería que no me había enterado de lo que quería decir y volví a verla. En efecto, la cosa tiene truco. No es un "making of" auténtico, sino una sátira disfrazada de "making of". Lo que se muestra es cómo actualmente las películas se sacan adelante sin guion, personajes, ni proyecto de ningún tipo, a partir de unas imágenes que se le ocurren al iluminado director de turno. Los cineastas, alentados por las posibilidades técnicas –en especial por los efectos especiales– que hoy día están disponibles, se lanzan a rodar esperando, como dice el “director” al principio, que la cosa vaya saliendo sola, “sin trama ni personajes”. Las soluciones parciales a determinadas escenas trilladas van generando un ambiente “experimental” y pretendidamente innovador, en el que, sin que los implicados caigan en la cuenta se acaban repitiendo los hábitos, miserias y errores que han ocurrido a lo largo de la ya larga historia del cine. Enfrentamientos personales, vanidades huecas, preferencias y celos profesionales entre actores y el director, el endiosamiento de éste que le lleva a creer que él solo controla la película y a reservarse la información sobre el proyecto (que no tiene), malentendidos, fervor infundado por la propia labor, por mediocre que sea ésta, luchas por el poder, obsesión por sacar adelante algo absurdo, y toda la panoplia del peor cine. Berto Romero también lo apunta al principio cuando asegura que a pesar de que siempre ha querido hacer algo nuevo, al final se acaban repitiendo los tópicos de siempre.
La única pega, además de que no es una película en absoluto –y como seudo documental sobre la creación artística queda bastante lejos de la magistral "Ensayo de orquesta" de Fellini que realiza un estudio semejante, centrado en los conciertos sinfónicos, o de "The last movie" de Hopper–, es que resulta demasiado larga.
Una broma menor del film es que, aunque se parlotea todo el rato acerca de la relevancia de los efectos especiales y se proclama varias veces que la futura película será un referente en el empleo de esa tecnología, ese recurso solo se emplea en la trivial secuencia de los créditos iniciales.
La única pega, además de que no es una película en absoluto –y como seudo documental sobre la creación artística queda bastante lejos de la magistral "Ensayo de orquesta" de Fellini que realiza un estudio semejante, centrado en los conciertos sinfónicos, o de "The last movie" de Hopper–, es que resulta demasiado larga.
Una broma menor del film es que, aunque se parlotea todo el rato acerca de la relevancia de los efectos especiales y se proclama varias veces que la futura película será un referente en el empleo de esa tecnología, ese recurso solo se emplea en la trivial secuencia de los créditos iniciales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Aparte de varios gags más o menos chuscos como la explosión del coche, solo encontré un chiste verbal cuando la actriz se niega follar con el protagonista por haber sido éste declarado menor al no tener el título de EGB.

6,3
4.402
1
29 de marzo de 2020
29 de marzo de 2020
11 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película puede ser vista como una descripción del arquetipo del tipo humano vigente y, al parecer, modelo, en este caso ejemplificado por la protagonista, pero extensible a todos los demás actores, con la excepción tal vez de Luis. Y ese "modelo" es un individuo caótico, encasquillado en una "intelectualidad" de cafetería universitaria, sin proyectos ni coherencia personal, instalado en una ignorancia casi absoluta, que ha convertido en una "nueva cultura", e incapaz de entender su itinerario vital, ni de sentir interés por intentarlo. Sólo el bienestar de algunos países, como el nuestro durante los últimos años, explica la supervivencia de estos parásitos que no aportan más que la impúdica exhibición de sus miserias y limitaciones. La impericia profesional del equipo (planos fijos; escenas irrelevantes y vacías en tiempo real; diálogos de besugos con ínfulas de profundidad que lo único que hacen es desplegar un discurso pedante y tópico, elaborado por el director y la protagonista, dividiéndolo entre varios actores todos los cuales "hablan" de lo mismo, sustitución del argumento por una serie de escenas inconexas; personajes intercambiables) es vergonzosa, por más que, con el aplauso de cierta crítica "amiga", se quiera darle relevancia. Porque, ¿qué aporta un plano fijo de un busto en un museo durante ¡12! largos segundos?, ¿para qué sirve la abundancia de planos de la insufrible protagonista sin hacer ni decir nada, que duran y duran como el conejito de Duracell? Para nada, a no ser como recursos burdos para alargar el bodrio.
Y luego, no hay ni un escenario original, ni vestuario personalizado, con la excepción de los arreos inverosímiles de la protagonista -¡esos mazacotes que lleva en los pies en pleno agosto!-, ni efectos especiales, ni automóviles, todo parece un vídeo hecho entre amigos.
Es el paradigma del chiringuito político que florece en este país, con cualquier partido: los holgazanes afines al partido en el poder, enchufados en las instituciones crediticias y subvencionadoras por los políticos que los apadrinan, desvían fondos hacia "creadores" simpatizantes que, a su vez, los reparten entre los colegas que colaboran en el montaje de estas bazofias sin gastar un euro más que en sueldos. Las "paguitas" son más dignas que esto.
Y luego, no hay ni un escenario original, ni vestuario personalizado, con la excepción de los arreos inverosímiles de la protagonista -¡esos mazacotes que lleva en los pies en pleno agosto!-, ni efectos especiales, ni automóviles, todo parece un vídeo hecho entre amigos.
Es el paradigma del chiringuito político que florece en este país, con cualquier partido: los holgazanes afines al partido en el poder, enchufados en las instituciones crediticias y subvencionadoras por los políticos que los apadrinan, desvían fondos hacia "creadores" simpatizantes que, a su vez, los reparten entre los colegas que colaboran en el montaje de estas bazofias sin gastar un euro más que en sueldos. Las "paguitas" son más dignas que esto.
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