You must be a loged user to know your affinity with MaxPower
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

7,9
36.718
10
3 de noviembre de 2011
3 de noviembre de 2011
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Stanley Kubrick se monta en la máquina del tiempo y logra entrometerse en pleno siglo XVIII para mostrarnos la épica y la difícil sociedad de una Europa en guerra. El espectador se mete en la piel de su protagonista, Redmond Barry, un joven que deberá huir de sus raíces irlandesas por un conflicto amoroso que le obligará a alistarse en el ejército inglés. La película recorre de forma lineal cada aventura en la que se lanza Barry, una especie de antihéroe al que el espectador amará y odiará a partes iguales a lo largo de todos sus altibajos y desvaríos.
Todos los elementos se adaptan a la época y recuerdan a otros siguientes largometrajes basados en el mismo siglo, como la infravalorada ‘Maria Antonieta’ de Coppola o el imprescindible ‘Amadeus’ de Forman. Hablo del impecable vestuario, del maquillaje, del mobiliario, de los carruajes, de las fiestas sociales y de un largo etcétera a los que se suman los enredos y el despotismo de una clase aristocrática repleta de vicios. Los desamores y engaños, el pillaje, el juego, e incluso el espionaje y los duelos a pistola o florete también aparecen a lo largo del filme.
De todos los diamantes de la película, sin duda el que más brilla es su banda sonora. Una vez más Kubrick nos atrapa en su cinta con una música majestuosa y latente, cuyo ritmo e intensidad se adapta a cada situación. Unas melodías presididas por Schubert y Haendel que logran hipnotizar al espectador y perseguirle durante varios días, como también logrará con Beethoven en ‘La naranja mecánica’ o con Strauss en ‘2001: Una odisea del espacio’.
Otro aspecto muy destacable es la fotografía. Merece la pena pararse a contemplar cada plano como si de una exposición de cuadros se tratase. Tanto el juego de sombras y perspectivas como la pintoresca de los paisajes sumergen de lleno al espectador en una majestuosa colección de pinturas vivientes. Caben destacar varios planos brillantes como el que se va alejando de un desconsolado Barry apoyado en un puente (zoom out), o la cámara subjetiva de las firmas de Lady Lyndon, sin olvidar mencionar la genial disposición en general de los espacios naturales.
En definitiva, 'Barry Lyndon' es cine y arte a partes iguales y en mayúsculas. Es obligado pensar ahora en la fecha de la película (1975) y asumir que Stanley Kubrick nació para adelantarle décadas al cine.
Todos los elementos se adaptan a la época y recuerdan a otros siguientes largometrajes basados en el mismo siglo, como la infravalorada ‘Maria Antonieta’ de Coppola o el imprescindible ‘Amadeus’ de Forman. Hablo del impecable vestuario, del maquillaje, del mobiliario, de los carruajes, de las fiestas sociales y de un largo etcétera a los que se suman los enredos y el despotismo de una clase aristocrática repleta de vicios. Los desamores y engaños, el pillaje, el juego, e incluso el espionaje y los duelos a pistola o florete también aparecen a lo largo del filme.
De todos los diamantes de la película, sin duda el que más brilla es su banda sonora. Una vez más Kubrick nos atrapa en su cinta con una música majestuosa y latente, cuyo ritmo e intensidad se adapta a cada situación. Unas melodías presididas por Schubert y Haendel que logran hipnotizar al espectador y perseguirle durante varios días, como también logrará con Beethoven en ‘La naranja mecánica’ o con Strauss en ‘2001: Una odisea del espacio’.
Otro aspecto muy destacable es la fotografía. Merece la pena pararse a contemplar cada plano como si de una exposición de cuadros se tratase. Tanto el juego de sombras y perspectivas como la pintoresca de los paisajes sumergen de lleno al espectador en una majestuosa colección de pinturas vivientes. Caben destacar varios planos brillantes como el que se va alejando de un desconsolado Barry apoyado en un puente (zoom out), o la cámara subjetiva de las firmas de Lady Lyndon, sin olvidar mencionar la genial disposición en general de los espacios naturales.
En definitiva, 'Barry Lyndon' es cine y arte a partes iguales y en mayúsculas. Es obligado pensar ahora en la fecha de la película (1975) y asumir que Stanley Kubrick nació para adelantarle décadas al cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La escena del trágico final del pequeño hijo de Barry a golpe de Sarabande es quizás la mas emotiva que he visto en cine. Un hachazo a las emociones que graba la película en la mente de forma irremediable.

7,3
10.233
7
12 de noviembre de 2012
12 de noviembre de 2012
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Veinticinco años pasan rápido si se hacen disfrutando de los exóticos manjares que saborean los comensales de esta entrañable y exquisita cinta. En 1987, Gabriel Axel se bañó de oro con un Oscar a la mejor película extranjera por "El festín de Babette", una comedia lírica ambientada en la Dinamarca del siglo XIX. Ese año también estuvo nominada "Adiós muchachos" de Louis Malle y, como curiosidad, "Asignatura aprobada" de José Luis Garci.
Y no es para menos que la nórdica se llevara el botín. Esta delicatessen protagonizada por inocentes pueblerinos es una de esas películas que, por mucho tiempo que pase, no envejecen. Quizás sea la poesía que la envuelve, la cómica peculiaridad de los personajes, los emocionantes diálogos, los amores imposibles y, sobre todo, la delicada forma de narrar el paso del tiempo, lo que la magnifica y hace perdurar.
Corren mediados de centuria y un militar del ejército francés es enviado a Jutlandia, una localidad agrícola danesa como reflexión por su inmaduro comportamiento. Lo que en principio le parecería un pueblo lleno de moscas, sin alma ni vida, acaba por cautivarle por completo, romance de por medio. Hasta que por devenires del destino debe abandonar la aldea. Misma fortuna corre un cantante de ópera que decide retirarse una temporada en busca de paz y aire puro. Es de esta forma tan humana y aparentemente desintencionada como el espectador se hace dependiente del pueblo, de sus vastos campos, de su naturaleza y de la camaradería que presiden sus habitantes. Pasan los años y las dos damas que en su día encandilaron a los apuestos nobles ya son dos ancianas relegadas al luto y a las tareas de casa. De pronto, un día suena la puerta y aparece una extraña, Babette, una mujer que huye de un París en guerra y dispuesta a lo que sea por hallar techo y cobijo pacífico.
La forma en que conectan con esta mujer, experta cocinera y ardua trabajadora, les atrapa de tal forma que pasada una década no se imaginan una vida sin ella, hasta que sus innovaciones hosteleras ponen en peligro la calma espiritual de los pueblerinos. Así empieza un festín de cacerolas, vino, postres y cine que el espectador saborea en su paladar y surgen la sonrisa, la melancolía, la nostalgia, la lágrima. El mensaje implícito de la austeridad huele a una sutil crítica a los lujos y vicios de las grandes ciudades, a un canto a la felicidad en lugares tan remotos y agrícolas como esta villa, religiosa y tradicionalista como ninguna. La felicidad bajo la amargura.
Y no es para menos que la nórdica se llevara el botín. Esta delicatessen protagonizada por inocentes pueblerinos es una de esas películas que, por mucho tiempo que pase, no envejecen. Quizás sea la poesía que la envuelve, la cómica peculiaridad de los personajes, los emocionantes diálogos, los amores imposibles y, sobre todo, la delicada forma de narrar el paso del tiempo, lo que la magnifica y hace perdurar.
Corren mediados de centuria y un militar del ejército francés es enviado a Jutlandia, una localidad agrícola danesa como reflexión por su inmaduro comportamiento. Lo que en principio le parecería un pueblo lleno de moscas, sin alma ni vida, acaba por cautivarle por completo, romance de por medio. Hasta que por devenires del destino debe abandonar la aldea. Misma fortuna corre un cantante de ópera que decide retirarse una temporada en busca de paz y aire puro. Es de esta forma tan humana y aparentemente desintencionada como el espectador se hace dependiente del pueblo, de sus vastos campos, de su naturaleza y de la camaradería que presiden sus habitantes. Pasan los años y las dos damas que en su día encandilaron a los apuestos nobles ya son dos ancianas relegadas al luto y a las tareas de casa. De pronto, un día suena la puerta y aparece una extraña, Babette, una mujer que huye de un París en guerra y dispuesta a lo que sea por hallar techo y cobijo pacífico.
La forma en que conectan con esta mujer, experta cocinera y ardua trabajadora, les atrapa de tal forma que pasada una década no se imaginan una vida sin ella, hasta que sus innovaciones hosteleras ponen en peligro la calma espiritual de los pueblerinos. Así empieza un festín de cacerolas, vino, postres y cine que el espectador saborea en su paladar y surgen la sonrisa, la melancolía, la nostalgia, la lágrima. El mensaje implícito de la austeridad huele a una sutil crítica a los lujos y vicios de las grandes ciudades, a un canto a la felicidad en lugares tan remotos y agrícolas como esta villa, religiosa y tradicionalista como ninguna. La felicidad bajo la amargura.
4
7 de febrero de 2012
7 de febrero de 2012
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Es anime? ¿Una peli de samuráis? ¿De artes marciales? Pese a mezclar el manga y la novela gráfica con la mística del videojuego, 'Bunraku' es realmente una sopa de clichés. Sed de venganza, discursos estereotipados, un final esperadísimo... todo mezclado con violencia explícita en escenarios coloreados con focos de neón.
Un extraño gangster (Josh Hartnett) llega a una ciudad con la firme intención de jugar una partida de cartas. Sus ojos desprenden ira e indiferencia, y su actitud deja clara que no vacilará ante nadie con tal de conseguir su desconocido propósito. Pronto se encuentra con Yoshi (Gackt Kamui), que no es el dinosaurio de Mario Bros sino un samurái que parece perseguir el mismo objetivo del protagonista. Tras un breve enfrentamiento decidirán unir fuerzas y se sumergirán en una guerra sin cuartel contra diez asesinos.
A partir de entonces el espectador tendrá la sensación de visionar peleas y vendettas sin sentido. Los duelos son tan sucesivos que a veces no da tiempo a asimilar la trama, predecible desde el primer momento y viciada de verborrea somnífera. Los diálogos se convierten en una constante retahíla de refranes y paradojas. Está bien intercalar frases metafóricas con mensaje, pero al ser tantas y tan cargantes llega un momento en que se ignora el discurso y solo se piensa en el final de la película.
En cuanto a la esencia de videojuego, destaca la escena en la que Hartnett va de un piso a otro cargándose a todos los enemigos a puñetazo limpio, cual juego de plataformas seguido de musiquita 8-bit. Recuerda a los clásicos juegos de acción y venganza en los que el prota tiene que acabar con todos los secuaces antes de acabar con el villano final. Villano del que por cierto no se desprende ninguna habilidad especial, solo una labia que cansinea hasta en el último combate.
Aun así, la recreación gráfica merece un visionado, al igual que la interpretación de Woody Harrelson, que pese a ser secundaria pone el toque de humor indispensable en una cinta de este tipo. Simpático, fiel y colaborador en todo momento con ambos "héroes", el espectador esperará intrigado a que suelte algún tipo de gracieta irónica. Nada destacable el rol de Demi Moore, que para variar hace de esposa de malo. Solo le queda resignarse y esperar a que llegue un tipo duro salvador. Un papel escaso de diálogo y que no está a la altura de la actriz.
Con todo, a veinte minutos del final, cualquier amante del cine de acción esperaría un sorprendente desenlace, una vuelta de tuerca al guion que sumara puntuación a la ya ajustada nota del film. De nuevo, decepción.
En definitiva, 'Bunraku' es un buen intento de fusionar estilos que acaba siendo una historieta más de tantas que se olvidan al abandonar la sala, y bajo la inevitable sensación de que Moshe ha mezclado demasiado.
Un extraño gangster (Josh Hartnett) llega a una ciudad con la firme intención de jugar una partida de cartas. Sus ojos desprenden ira e indiferencia, y su actitud deja clara que no vacilará ante nadie con tal de conseguir su desconocido propósito. Pronto se encuentra con Yoshi (Gackt Kamui), que no es el dinosaurio de Mario Bros sino un samurái que parece perseguir el mismo objetivo del protagonista. Tras un breve enfrentamiento decidirán unir fuerzas y se sumergirán en una guerra sin cuartel contra diez asesinos.
A partir de entonces el espectador tendrá la sensación de visionar peleas y vendettas sin sentido. Los duelos son tan sucesivos que a veces no da tiempo a asimilar la trama, predecible desde el primer momento y viciada de verborrea somnífera. Los diálogos se convierten en una constante retahíla de refranes y paradojas. Está bien intercalar frases metafóricas con mensaje, pero al ser tantas y tan cargantes llega un momento en que se ignora el discurso y solo se piensa en el final de la película.
En cuanto a la esencia de videojuego, destaca la escena en la que Hartnett va de un piso a otro cargándose a todos los enemigos a puñetazo limpio, cual juego de plataformas seguido de musiquita 8-bit. Recuerda a los clásicos juegos de acción y venganza en los que el prota tiene que acabar con todos los secuaces antes de acabar con el villano final. Villano del que por cierto no se desprende ninguna habilidad especial, solo una labia que cansinea hasta en el último combate.
Aun así, la recreación gráfica merece un visionado, al igual que la interpretación de Woody Harrelson, que pese a ser secundaria pone el toque de humor indispensable en una cinta de este tipo. Simpático, fiel y colaborador en todo momento con ambos "héroes", el espectador esperará intrigado a que suelte algún tipo de gracieta irónica. Nada destacable el rol de Demi Moore, que para variar hace de esposa de malo. Solo le queda resignarse y esperar a que llegue un tipo duro salvador. Un papel escaso de diálogo y que no está a la altura de la actriz.
Con todo, a veinte minutos del final, cualquier amante del cine de acción esperaría un sorprendente desenlace, una vuelta de tuerca al guion que sumara puntuación a la ya ajustada nota del film. De nuevo, decepción.
En definitiva, 'Bunraku' es un buen intento de fusionar estilos que acaba siendo una historieta más de tantas que se olvidan al abandonar la sala, y bajo la inevitable sensación de que Moshe ha mezclado demasiado.
6
20 de diciembre de 2012
20 de diciembre de 2012
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La guerra sucia de Argentina es quizás uno de los capítulos más tristes, amargos y violentos que han empañado la historia moderna de Suramérica. Entre el inicio de 1970 y la instauración de la democracia en 1983, el país sufrió un régimen de represión ilegal, tortura, desaparición masiva de civiles y manipulación informativa entre otras formas de terrorismo de estado. No en vano se especula que cerca de 30.000 personas desaparecerían a manos de las fuerzas represoras, aunque la lista oficial cuente con 13.000.
'Infancia clandestina' se traslada a esos oscuros comienzos de los 70 para contar la historia de una familia en contra del ejército paramilitar que había impuesto su dictadura. Una pareja guerrillera, valiente, pero por desgracia reprimida y obligada a esconderse entre guaridas y pasaportes falsos. Lo hace a través de la inocente mirada de un niño de 12 años harto de vivir refugiado y de mentir sobre su identidad en la escuela. Ha heredado el coraje de su padre y de su madre pero no acepta no poder llevar una vida normal ni ver cómo su familia se juega la vida por un discurso político que él no comprende.
No pasan muchos minutos para darse cuenta de que lo más destacable del film es la interpretación del tío Beto. Ernesto Alterio flota muy por encima de una historia algo seca, ñoña y poco desaprovechada para las circunstancias que intenta describir. El cuento del amor imposible en la infancia, del primer beso, de la rabieta preadolescente está muy visto pero no por ello quiere decir que no se pueda utilizar en otro tipo de guiones. Aquí no encaja. Falta más tensión, más riesgo, más violencia... Algo que haga al espectador creerse que detrás de ese amorío a escondidas hay una auténtica persecución a tiros. La carencia es evidente con tanta animación y juego visual para evitar la acción a toda costa.
Fuera de estos parámetros, hay que reconocer sin embargo el buen papel que desempeña el pequeño Teo Gutiérrez. Es difícil no verse identificado con ese niño cuando su mirada se obsesiona con el rostro más bello de la clase, cuando el deseo se antepone al complejo y las mariposas devoran el estómago. Ante esto ninguna guerra sirve como excusa. Juan luchará por conquistarla con la ayuda de su tío mientras su incomprensión por el drama familiar roza la desesperación.
El resultado final es el aprobado con margen. Toda la pirotecnia del principio se desvanece a medida que la historieta de amor y la palabrería patriótica colapsan la historia y al terminar la película solo quedan un par de escenas difíciles de retener. Con todo, Argentina ha apostado muy fuerte por ella y no sería raro verla nominada (y hasta premiada) en los Goya.
'Infancia clandestina' se traslada a esos oscuros comienzos de los 70 para contar la historia de una familia en contra del ejército paramilitar que había impuesto su dictadura. Una pareja guerrillera, valiente, pero por desgracia reprimida y obligada a esconderse entre guaridas y pasaportes falsos. Lo hace a través de la inocente mirada de un niño de 12 años harto de vivir refugiado y de mentir sobre su identidad en la escuela. Ha heredado el coraje de su padre y de su madre pero no acepta no poder llevar una vida normal ni ver cómo su familia se juega la vida por un discurso político que él no comprende.
No pasan muchos minutos para darse cuenta de que lo más destacable del film es la interpretación del tío Beto. Ernesto Alterio flota muy por encima de una historia algo seca, ñoña y poco desaprovechada para las circunstancias que intenta describir. El cuento del amor imposible en la infancia, del primer beso, de la rabieta preadolescente está muy visto pero no por ello quiere decir que no se pueda utilizar en otro tipo de guiones. Aquí no encaja. Falta más tensión, más riesgo, más violencia... Algo que haga al espectador creerse que detrás de ese amorío a escondidas hay una auténtica persecución a tiros. La carencia es evidente con tanta animación y juego visual para evitar la acción a toda costa.
Fuera de estos parámetros, hay que reconocer sin embargo el buen papel que desempeña el pequeño Teo Gutiérrez. Es difícil no verse identificado con ese niño cuando su mirada se obsesiona con el rostro más bello de la clase, cuando el deseo se antepone al complejo y las mariposas devoran el estómago. Ante esto ninguna guerra sirve como excusa. Juan luchará por conquistarla con la ayuda de su tío mientras su incomprensión por el drama familiar roza la desesperación.
El resultado final es el aprobado con margen. Toda la pirotecnia del principio se desvanece a medida que la historieta de amor y la palabrería patriótica colapsan la historia y al terminar la película solo quedan un par de escenas difíciles de retener. Con todo, Argentina ha apostado muy fuerte por ella y no sería raro verla nominada (y hasta premiada) en los Goya.

8,5
102.696
9
18 de noviembre de 2011
18 de noviembre de 2011
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una gran frase para una brillante película de atracos. Tiroteos, enredos, juego, enemigos que se esconden en cualquier esquina, persecuciones hasta por los tejados, o traiciones inesperadas, tienen cabida en un excelente guion que combina intriga y comedia.
La perspicacia de "Shaw" (Paul Newman) y la canallada de Hooker (Robert Redford) se unen para desplumar al perfecto primo: un rico arrogante e impaciente que solo piensa en ganar más dinero. Para ello contarán con la ayuda de una veintena de timadores disfrazados en diversos roles, pequeños papeles inolvidables que sacarán más de una sonrisa al espectador.
La enrevesada trama se somete a continuos vuelcos, a modo de saltos que hacen engancharse cada vez más a la historia hasta desembocar en un sorprendente final. Además la película se divide mediante capítulos, una especie de cortes en forma de viñetas que van perfectos para el público más impaciente.
La banda sonora a ritmo de pianola se amolda muy bien al pillaje de los personajes, y todo ello bajo el telón de fondo de la mafia de los años 30, esa de ‘gangsters’ y póquer que a tanta gente enamora.
Siete Oscars como siete soles para la mejor historia de atracos del cine. Un “golpe” maestro.
La perspicacia de "Shaw" (Paul Newman) y la canallada de Hooker (Robert Redford) se unen para desplumar al perfecto primo: un rico arrogante e impaciente que solo piensa en ganar más dinero. Para ello contarán con la ayuda de una veintena de timadores disfrazados en diversos roles, pequeños papeles inolvidables que sacarán más de una sonrisa al espectador.
La enrevesada trama se somete a continuos vuelcos, a modo de saltos que hacen engancharse cada vez más a la historia hasta desembocar en un sorprendente final. Además la película se divide mediante capítulos, una especie de cortes en forma de viñetas que van perfectos para el público más impaciente.
La banda sonora a ritmo de pianola se amolda muy bien al pillaje de los personajes, y todo ello bajo el telón de fondo de la mafia de los años 30, esa de ‘gangsters’ y póquer que a tanta gente enamora.
Siete Oscars como siete soles para la mejor historia de atracos del cine. Un “golpe” maestro.
Más sobre MaxPower
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here