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Críticas ordenadas por utilidad
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7,0
6.405
8
4 de diciembre de 2011
4 de diciembre de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Konstantinos Gavras, entró en mi particular Olimpo cinematográfico por haber sido el único director de cine, si la memoria no me engaña, que ha conseguido que el cine político llegue a interesarme lo más mínimo y su cine político ha llegado a parecerme sumamente interesante en producciones de la talla moral y cinematográfica de “Missing” o “La caja de música”.
Esta obra entronca esa temática con una crítica social desde el sarcasmo, la ironía y la inteligencia que apuesto hizo en su momento sentir celos intelectualoides al mitificado Von Trier. La desvergonzada osadía de esta historia es tal, que tan salvaje planteamiento en manos de un actor tan aparentemente honesto como José García, hacen de la cinta, un auténtico poema romántico al deshonor, la injusticia y la hipocresía.
El sublime y obsesivo guión escrito por el propio Gavras y Jean-Cloude Grumberg sobre la novela de Donald Westlaker, hará las delicias de cualquier consumidor de largometrajes del psicótico Von Trier que se precie. Estoy convencido de que es uno de los guiones más finos de la primera década del siglo XXI. Bruno Davert es un alto directivo recién despedido de una multinacional papelera. Cree que encontrará trabajo en muy poco tiempo, debido a su preparación y experiencia, pero tras tres años en el paro, presa de la desesperación, decide localizar y eliminar, con ayuda de un arma de su padre, a aquellos directivos sin empleo que considera de forma lógica, como su más directa competencia.
Recuerda irremediablemente por su argumento a la magnífica “Ocho sentencias de muerte” de Robert Hamer, pero consigue rizar el rizo del sarcasmo en un “tour de force” que me ha hecho sentir por momentos sensaciones que solo había logrado con películas como “El Apartamento”. Con ese corrosivo y sarcástico sentido del humor, tan cabrón y tan honesto que en realidad solo muestra un puro, palpable, delicioso y trágico romanticismo. Pocas veces se han tratado el sentimiento de culpa y la soledad, de una forma tan brillante y tan obscena. La apariencia, la envidia, las falsas relaciones personales, el racismo y toda la hipocresía que nos inunda, o el matrimonio como institución, utilizando palabras del propio Groucho, son pateadas con el estilo de un auténtico “gentleman”.
El uso de la voz en off, que nos regala la información de los pensamientos del protagonista, es de lo más sarcástico, divertido y voraz que he visto últimamente en una película, dejando de manifiesto la doble moral que mueve el mundo. Me provoca esa sensación de lo que todos pensamos y ninguno nos atrevemos a expresar.
José García, aparte de ser un gran actor, consigue con su interpretación, algo que es tremendamente difícil, entrar como un huracán en el corazón del espectador mínimamente inteligente, siendo un auténtico trepa, un tipo que convierte su vida en una mentira y por descontado, el tipo que elimina a la competencia de la única forma en la que jamás volverán a molestarle.
(sigue sin spoiler)
Esta obra entronca esa temática con una crítica social desde el sarcasmo, la ironía y la inteligencia que apuesto hizo en su momento sentir celos intelectualoides al mitificado Von Trier. La desvergonzada osadía de esta historia es tal, que tan salvaje planteamiento en manos de un actor tan aparentemente honesto como José García, hacen de la cinta, un auténtico poema romántico al deshonor, la injusticia y la hipocresía.
El sublime y obsesivo guión escrito por el propio Gavras y Jean-Cloude Grumberg sobre la novela de Donald Westlaker, hará las delicias de cualquier consumidor de largometrajes del psicótico Von Trier que se precie. Estoy convencido de que es uno de los guiones más finos de la primera década del siglo XXI. Bruno Davert es un alto directivo recién despedido de una multinacional papelera. Cree que encontrará trabajo en muy poco tiempo, debido a su preparación y experiencia, pero tras tres años en el paro, presa de la desesperación, decide localizar y eliminar, con ayuda de un arma de su padre, a aquellos directivos sin empleo que considera de forma lógica, como su más directa competencia.
Recuerda irremediablemente por su argumento a la magnífica “Ocho sentencias de muerte” de Robert Hamer, pero consigue rizar el rizo del sarcasmo en un “tour de force” que me ha hecho sentir por momentos sensaciones que solo había logrado con películas como “El Apartamento”. Con ese corrosivo y sarcástico sentido del humor, tan cabrón y tan honesto que en realidad solo muestra un puro, palpable, delicioso y trágico romanticismo. Pocas veces se han tratado el sentimiento de culpa y la soledad, de una forma tan brillante y tan obscena. La apariencia, la envidia, las falsas relaciones personales, el racismo y toda la hipocresía que nos inunda, o el matrimonio como institución, utilizando palabras del propio Groucho, son pateadas con el estilo de un auténtico “gentleman”.
El uso de la voz en off, que nos regala la información de los pensamientos del protagonista, es de lo más sarcástico, divertido y voraz que he visto últimamente en una película, dejando de manifiesto la doble moral que mueve el mundo. Me provoca esa sensación de lo que todos pensamos y ninguno nos atrevemos a expresar.
José García, aparte de ser un gran actor, consigue con su interpretación, algo que es tremendamente difícil, entrar como un huracán en el corazón del espectador mínimamente inteligente, siendo un auténtico trepa, un tipo que convierte su vida en una mentira y por descontado, el tipo que elimina a la competencia de la única forma en la que jamás volverán a molestarle.
(sigue sin spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La aparente insolvencia criminal del protagonista y su magnífica capacidad, lograda en el mundillo empresarial, para resolver las situaciones a la que se enfrenta, conforman una primorosa ironía. El diseño del personaje es tan encomiable y tan perverso al mismo tiempo como el inolvidable y encantador C.C. Baxter o el inolvidable y amoral Eddie Felson. Esta idea y este logro, son el ochenta por ciento del valor de la película. El trabajo de un actor como García, cuyos rasgos físicos, son perfectos para un “padre de familia” honrado y trabajador y este personaje tan depravado que Donald Westlaker inventó en su novela, hacen de ella una de las cotas cinematográficas de los primeros años del siglo que vivimos.
Técnicamente la película no necesita virtuosismos, efectos especiales llamativos o escabrosos, planos secuencia o planos tremendamente complejos. Pero sí necesita una cámara que se introduzca en el personaje, y lo hace, un director con mucho estilo, y eso le sobra a Gavras y una fotografía en clave alta que provoque la sensación de realismo, reto que alcanza con éxito Patrick Blossier. La dirección de actores es simplemente sublime, desde el protagonista hasta el último secundario no dan puntada sin hilo.
Hay un objeto de atrezzo que me conmueve particularmente. Esa Luger que el protagonista pasea de escena en escena parece que tiene alma y logra seguir dando vueltas de tuerca a una historia ya de por sí concienzuda y vitalmente retorcida.
La música para piano y cuerda de Armand Amar, pone la guinda a este primoroso poema moderno, mientras quedamos perplejos y rotundamente satisfechos de nuestra visita a Arcadia.
El cine corre tiempos de escasísima creatividad, de servicio al espectador consumidor y palomitero, pero al menos siempre nos quedará la opción de revisitar a Gavras para reírnos de nuestro absurdo y repugnante sistema de vida occidental. Además es el momento de verla, antes de que Park Chan-wook, ponga su re-make en las salas el año que viene. Admiramos profundamente al creador de “Old Boy”, pero tiene un auténtico reto por delante.
Técnicamente la película no necesita virtuosismos, efectos especiales llamativos o escabrosos, planos secuencia o planos tremendamente complejos. Pero sí necesita una cámara que se introduzca en el personaje, y lo hace, un director con mucho estilo, y eso le sobra a Gavras y una fotografía en clave alta que provoque la sensación de realismo, reto que alcanza con éxito Patrick Blossier. La dirección de actores es simplemente sublime, desde el protagonista hasta el último secundario no dan puntada sin hilo.
Hay un objeto de atrezzo que me conmueve particularmente. Esa Luger que el protagonista pasea de escena en escena parece que tiene alma y logra seguir dando vueltas de tuerca a una historia ya de por sí concienzuda y vitalmente retorcida.
La música para piano y cuerda de Armand Amar, pone la guinda a este primoroso poema moderno, mientras quedamos perplejos y rotundamente satisfechos de nuestra visita a Arcadia.
El cine corre tiempos de escasísima creatividad, de servicio al espectador consumidor y palomitero, pero al menos siempre nos quedará la opción de revisitar a Gavras para reírnos de nuestro absurdo y repugnante sistema de vida occidental. Además es el momento de verla, antes de que Park Chan-wook, ponga su re-make en las salas el año que viene. Admiramos profundamente al creador de “Old Boy”, pero tiene un auténtico reto por delante.
7
27 de noviembre de 2009
27 de noviembre de 2009
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de terror francesa dirigida por los debutantes Julien Maury y Alexandre Bustillo, con guión del propio Bustillo, música de Francois Eudes y fotografía Laurent Barés. Se estrenó en el festival internacional de cine fantástico de Sitges en año 2007, llevándose el premio a los mejores efectos de maquillaje y compartiendo cartel con películas muy a valorar como el western japonés "Sukiyaki Western Django" de Takashi Miike o la propia "Rec" de Jaume Balagueró y Paco Plaza.
Con un guión que no llega a despuntar ni por su originalidad ni por su maestría, y que no nos llega en ningún momento a sorprender, la película se defiende y nos entretiene gracias a una correcta dirección, capaz de crear y desarrollar la intriga durante toda la película, con planos que no dejan escapar un sólo detalle de la macabra violencia de la acción y una fotografía que apoya con habilidad a la historia mediante el uso de fuertes contrastes entre luz y oscuridad sin dejar de mostrarnos en ningún momento un estilo bastante comercial, en cuanto a dirección y fotografía, no así en cuanto a la extrema violencia de la historia.
Cabe destacar el trabajo de las dos actrices principales, en especial el de Beatrice Dalle que consigue aterrorizar a la audiencia, con uno de los personajes más violentos que se han podido ver en una pantalla de cine últimamente. Cumple con su papel con creces y convence, su personaje le da el punto necesario de intriga a la película y gracias a su buena interpretación te mantiene en tensión hasta que llega un nuevo momento de violencia explícita.
El valor de la interpretación de Alysson Paradis reside en el dramatismo que consigue expresar, en esa tristeza que desde el principio nos sumerge en la historia.
Es una película interesante gracias a que trata un género o subgénero como el gore de una forma muy realista, impacta y te mantiene en tensión durante los 83 minutos que dura.
Con un guión que no llega a despuntar ni por su originalidad ni por su maestría, y que no nos llega en ningún momento a sorprender, la película se defiende y nos entretiene gracias a una correcta dirección, capaz de crear y desarrollar la intriga durante toda la película, con planos que no dejan escapar un sólo detalle de la macabra violencia de la acción y una fotografía que apoya con habilidad a la historia mediante el uso de fuertes contrastes entre luz y oscuridad sin dejar de mostrarnos en ningún momento un estilo bastante comercial, en cuanto a dirección y fotografía, no así en cuanto a la extrema violencia de la historia.
Cabe destacar el trabajo de las dos actrices principales, en especial el de Beatrice Dalle que consigue aterrorizar a la audiencia, con uno de los personajes más violentos que se han podido ver en una pantalla de cine últimamente. Cumple con su papel con creces y convence, su personaje le da el punto necesario de intriga a la película y gracias a su buena interpretación te mantiene en tensión hasta que llega un nuevo momento de violencia explícita.
El valor de la interpretación de Alysson Paradis reside en el dramatismo que consigue expresar, en esa tristeza que desde el principio nos sumerge en la historia.
Es una película interesante gracias a que trata un género o subgénero como el gore de una forma muy realista, impacta y te mantiene en tensión durante los 83 minutos que dura.
12 de septiembre de 2011
12 de septiembre de 2011
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de ver esta cinta y sólo se me ocurre pensar de quién será hijo este tal Neil Mackay. ¿Del productor?, ¿Del dueño de los estudios?, ¿Del inventor del Nasdaq, al que su hijo espetaba: "Papá quiero estudiar cine", "Papá, paga a los profesores para que me aprueben la asignatura de guión?". El caso es que ha sido la hora y media más perdida de mi vida.
Todo huele a "Cine Amarillo" desde la portada, donde un tal Bryan Larkin luce palmito, bazoca en mano, yo creo que siendo ideada con la mala intención de que algún despistado le confunda con Nick Nolte.
Estamos ante una chapuza monumental que si debe considerarse de algún género supongo que sería el de acción, con un esquema narrativo de slasher basura, que si por lo menos se hubiera concebido como slasher, podríamos decir que sería un slasher absurdísimo, pero ni siquiera nos regala una escena violenta en condiciones. De acuerdo, se llama "Battleground", y hay siete u ocho "personajes", y uso comillas, porque no los puedo considerar siquiera personajes, ya que no son más que actores sujetando escopetas, así que podría decir que no engaña, pero si te digo que esta idea podría haberla ideado un niño de siete años, tampoco te engaño.
Hablo de un esquema de slasher mugriento por ser suave, porque nos coloca a seis, descerebrados que no se sabe de donde han salido, en un frondoso bosque, para verlos morir
uno a uno contra un descerebrado mayor, pero más fuerte, como si de un Halloween de veteranos de la guerra de Vietnam se tratara. El guión tiene la excusa basura perfecta para montar una trama: un montón de dólares que van de mano en mano, los tipos duros de los que hablo y una rubia con personalidad a raudales, que me sirve para dejar escrita esta ironía. La imaginación de Mackay, se lleva por delante a Henry Miller y a Joseph Conrad. (Otra ironía).
La fotografía y la dirección serían apropiadas si los directores de cine fueran churreros y las películas churros y porras. Todo es correctísimo, tan correcto que la estaba viendo mientras pensaba... pues no está tan mal hecha. La iluminación crea cierto ambiente y la cámara enfatiza con su movimiento las reacciones de patio de colegio de sus personajes, así que podría pensar que si a este tipo le dan un buen guión, podría hacer una película comercial, de esas absurdas que recaudan unos milloncitos, pero por favor busquenle un guionista. De la dirección de fotografía, y aquí está la trampa, se encarga Jeffrey Kimball, en cuyo currículum aparecen diez o doce películas, entre ellas "Una historia del Bronx", como "Music-Supervisor", así que supongo que el que tuvo retuvo y ese es el extraño atractivo que me ha llevado a acabar tan ignominiosa cinta.
(sin spoiler)
Todo huele a "Cine Amarillo" desde la portada, donde un tal Bryan Larkin luce palmito, bazoca en mano, yo creo que siendo ideada con la mala intención de que algún despistado le confunda con Nick Nolte.
Estamos ante una chapuza monumental que si debe considerarse de algún género supongo que sería el de acción, con un esquema narrativo de slasher basura, que si por lo menos se hubiera concebido como slasher, podríamos decir que sería un slasher absurdísimo, pero ni siquiera nos regala una escena violenta en condiciones. De acuerdo, se llama "Battleground", y hay siete u ocho "personajes", y uso comillas, porque no los puedo considerar siquiera personajes, ya que no son más que actores sujetando escopetas, así que podría decir que no engaña, pero si te digo que esta idea podría haberla ideado un niño de siete años, tampoco te engaño.
Hablo de un esquema de slasher mugriento por ser suave, porque nos coloca a seis, descerebrados que no se sabe de donde han salido, en un frondoso bosque, para verlos morir
uno a uno contra un descerebrado mayor, pero más fuerte, como si de un Halloween de veteranos de la guerra de Vietnam se tratara. El guión tiene la excusa basura perfecta para montar una trama: un montón de dólares que van de mano en mano, los tipos duros de los que hablo y una rubia con personalidad a raudales, que me sirve para dejar escrita esta ironía. La imaginación de Mackay, se lleva por delante a Henry Miller y a Joseph Conrad. (Otra ironía).
La fotografía y la dirección serían apropiadas si los directores de cine fueran churreros y las películas churros y porras. Todo es correctísimo, tan correcto que la estaba viendo mientras pensaba... pues no está tan mal hecha. La iluminación crea cierto ambiente y la cámara enfatiza con su movimiento las reacciones de patio de colegio de sus personajes, así que podría pensar que si a este tipo le dan un buen guión, podría hacer una película comercial, de esas absurdas que recaudan unos milloncitos, pero por favor busquenle un guionista. De la dirección de fotografía, y aquí está la trampa, se encarga Jeffrey Kimball, en cuyo currículum aparecen diez o doce películas, entre ellas "Una historia del Bronx", como "Music-Supervisor", así que supongo que el que tuvo retuvo y ese es el extraño atractivo que me ha llevado a acabar tan ignominiosa cinta.
(sin spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No tiene nada que merezca la pena, no es creíble y no divierte, ni siquiera entretiene y por no tener, carece de efectos especiales decentes que siempre ayudan a amenizar cualquier aciago largometraje de acción carente de historia.
No es recomendable ni para aquellos amantes de deplorables y repudiables actores como Chuck Norris o el musculoso belga Jean Cloude Van Damme. La más incoherente de las batallitas.
No es recomendable ni para aquellos amantes de deplorables y repudiables actores como Chuck Norris o el musculoso belga Jean Cloude Van Damme. La más incoherente de las batallitas.

6,5
9.728
6
22 de octubre de 2010
22 de octubre de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda película del director argentino Fabián Bielinsky, que tras su interesante "Nueve Reinas", estrena en España el 21 de Ocubre de 2005.
Se trata de una historia policial, que tiende más hacia el drama que hacia su presunto estado natural, el thriller. Profundiza en el interior del personaje, dejando en un segundo plano la intriga policiaca, basada como es común en el género, en ese "atraco perfecto" tan manido y a la vez tan interesante.
La película apunta hacia una historia oscura, el comienzo es muy potente y nos introduce rápido y de forma consistente primero en el personaje y después en la historia. Con un par de escenas iniciales muy interesantes nos deja perfectamente explicado el personaje principal, interpretado por un siempre ilusionante Darín. A partir de ese punto, el director consigue mantenernos con una cierta sensación de intranquilidad, tiene momentos muy "Sherlock Holmes" muy gratos y logra ser un buen thriller dramático hasta la mitad de la película, pero posteriormente el declive es gradual y pierde bastante interés, para llevarnos hasta un final, en mi modesta opinión, decepcionante.
Viendo la película he recordado el Mcguffin de Hitchcock, y este el gran fallo de esta cinta, esa excusa que mantiene la trama y esa encantadora y oscura sensación de desasosiego, cumple perfectamente su función hasta que se nos explica. Me gusta la idea del punto de vista del personaje, que va descubriendo todo al mismo tiempo que el espectador, me parece muy apropiado para una narración de este tipo y utiliza el búcle para cerrar la historia, recurso interesante para el género. El guión esta repleto de virtudes, pero queda desvirtuado por la explicación que se ha elegido.
Como virtud, he de decir que la dirección da un gran resultado en su primera parte, es un buen thriller y como drama se hace respetar, la ambientación es casi perfecta, la interpretación magnífica, pero el guión es endeble. El personaje tiene gran profundidad y está maravillosamente interpretado por Darín, que hoy por hoy, me parece unos de los mejores actores cuya lengua materna es el castellano. Si me lo cuenta Darín, yo me lo creo y lo disfruto, me conmueve y le tengo aprecio mientras oculta, asesina, o me cuenta una especie de historia de amor muy alejada de lo que podríamos llamar éticamente correcto.
Ofrece otras virtudes, como la música, que empasta deliciosamente con las imágenes, parece introducirse en el paisaje y en el alma de los personajes. A base de acordes interpretados en un delicioso e inquietante "sustain", le otorga a las imágenes un universo particularmente negro. Es muy bella, muy intrigante, muy oscura y muy válida para hacer su trabajo, apoyar a la imagen y el mensaje de la imagen.
Me ha recordado a Hitchcock y a "Gilda" de Vidor. A parte que cualquier excusa para ver a Darín es buena. Es una cinta realizada por alguien que sabe mucho de cine, pero a la historia le falta cierta creatividad.
Se trata de una historia policial, que tiende más hacia el drama que hacia su presunto estado natural, el thriller. Profundiza en el interior del personaje, dejando en un segundo plano la intriga policiaca, basada como es común en el género, en ese "atraco perfecto" tan manido y a la vez tan interesante.
La película apunta hacia una historia oscura, el comienzo es muy potente y nos introduce rápido y de forma consistente primero en el personaje y después en la historia. Con un par de escenas iniciales muy interesantes nos deja perfectamente explicado el personaje principal, interpretado por un siempre ilusionante Darín. A partir de ese punto, el director consigue mantenernos con una cierta sensación de intranquilidad, tiene momentos muy "Sherlock Holmes" muy gratos y logra ser un buen thriller dramático hasta la mitad de la película, pero posteriormente el declive es gradual y pierde bastante interés, para llevarnos hasta un final, en mi modesta opinión, decepcionante.
Viendo la película he recordado el Mcguffin de Hitchcock, y este el gran fallo de esta cinta, esa excusa que mantiene la trama y esa encantadora y oscura sensación de desasosiego, cumple perfectamente su función hasta que se nos explica. Me gusta la idea del punto de vista del personaje, que va descubriendo todo al mismo tiempo que el espectador, me parece muy apropiado para una narración de este tipo y utiliza el búcle para cerrar la historia, recurso interesante para el género. El guión esta repleto de virtudes, pero queda desvirtuado por la explicación que se ha elegido.
Como virtud, he de decir que la dirección da un gran resultado en su primera parte, es un buen thriller y como drama se hace respetar, la ambientación es casi perfecta, la interpretación magnífica, pero el guión es endeble. El personaje tiene gran profundidad y está maravillosamente interpretado por Darín, que hoy por hoy, me parece unos de los mejores actores cuya lengua materna es el castellano. Si me lo cuenta Darín, yo me lo creo y lo disfruto, me conmueve y le tengo aprecio mientras oculta, asesina, o me cuenta una especie de historia de amor muy alejada de lo que podríamos llamar éticamente correcto.
Ofrece otras virtudes, como la música, que empasta deliciosamente con las imágenes, parece introducirse en el paisaje y en el alma de los personajes. A base de acordes interpretados en un delicioso e inquietante "sustain", le otorga a las imágenes un universo particularmente negro. Es muy bella, muy intrigante, muy oscura y muy válida para hacer su trabajo, apoyar a la imagen y el mensaje de la imagen.
Me ha recordado a Hitchcock y a "Gilda" de Vidor. A parte que cualquier excusa para ver a Darín es buena. Es una cinta realizada por alguien que sabe mucho de cine, pero a la historia le falta cierta creatividad.

7,9
9.411
9
9 de marzo de 2012
9 de marzo de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de rodar su obra más representativa bajo contrato con la Warner, la inolvidable “Rebelde sin causa”, rodó este híbrido drama, con su particular estilo, que tomando las características principales del cine negro, se introduce en un cine de autor siempre estusiasmado por explorar los límites de los sentimientos humanos. Esta idea se podría aplicar a la mayoría de las películas de Ray, convirtiéndolo en un director diferente, siempre alejado en cierta medida del mainstream, por su especial carácter.
El guión de “En un lugar solitario”, se basa en la novela homónima de Dorothy Hughes, publicada en 1947. Retrata la figura de un guionista cinematográfico en horas bajas, de repudiable carácter, desde la perspectiva que el film noir había hecho inmensamente famoso a Humphrey Bogart. La perspectiva de personajes como Philip Marlowe o Sam Spade, que el irremplazable actor ya había interpretado bajo la tutela de John Huston o Howard Hawks. Estos eternos moradores de la soledad y las sombras, en esta obra se convierten en un ciudadano corriente de la clase media de Hollywood y cuyo auténtico rol en la historia es el de eterno culpable.
Dix Steele es ese guionista violento y conflictivo interpretado magistralmente por mi adorado Bogart, que tiene el arduo trabajo de adaptar al cine un best-seller de escasísima calidad. Tras enterarse en el club que frecuenta, de que Mildred, la chica del guardarropa ha leído la novela, la convence para llevarla a su apartamento y que le cuente la historia. A la mañana siguiente la policía se presenta en el apartamento, situando a Steele como primer sospechoso de la muerte de Mildred.
La película queda definida por la relación entre los dos personajes principales, en un careo entre dos colosos del cine clásico como son Humphrey Bogart y Gloria Grahame. Bogart tenía en su bolsillo a la industria, al público y a la crítica, con sus interpretaciones de tipo duro, sin escrúpulos, solitario y oscuro. Este papel parecía escrito para él. La violencia, la infinita seguridad en sí mismo, la actitud despectiva ante el resto del mundo y unos diálogos genéricos del cine negro, que siempre dan la réplica perfecta al amor incondicional que recibe del personaje de Grahame, dejaron la impronta de un mítico personaje más. El personaje de Bogart convierte el amor entre ellos, en un lugar solitario.
Gloria Grahame es la abnegada amante. Esa amante que representa con claridad infinita lo que significa algo tan bello como el amor incondicional. Esta actriz parecía haber nacido para el cine negro. Su belleza y su innata capacidad para representar la inocencia hace de ella una actriz perfecta para este papel. Esa misma capacidad la convertiría en una de las actrices por excelencia de los años 50, en películas como “Los Sobornados” del maestro Lang. Esa belleza de Grahame está cerca de lo salvaje, en un papel más amable, adulto e inteligente a los que acostumbraba.
El guión de “En un lugar solitario”, se basa en la novela homónima de Dorothy Hughes, publicada en 1947. Retrata la figura de un guionista cinematográfico en horas bajas, de repudiable carácter, desde la perspectiva que el film noir había hecho inmensamente famoso a Humphrey Bogart. La perspectiva de personajes como Philip Marlowe o Sam Spade, que el irremplazable actor ya había interpretado bajo la tutela de John Huston o Howard Hawks. Estos eternos moradores de la soledad y las sombras, en esta obra se convierten en un ciudadano corriente de la clase media de Hollywood y cuyo auténtico rol en la historia es el de eterno culpable.
Dix Steele es ese guionista violento y conflictivo interpretado magistralmente por mi adorado Bogart, que tiene el arduo trabajo de adaptar al cine un best-seller de escasísima calidad. Tras enterarse en el club que frecuenta, de que Mildred, la chica del guardarropa ha leído la novela, la convence para llevarla a su apartamento y que le cuente la historia. A la mañana siguiente la policía se presenta en el apartamento, situando a Steele como primer sospechoso de la muerte de Mildred.
La película queda definida por la relación entre los dos personajes principales, en un careo entre dos colosos del cine clásico como son Humphrey Bogart y Gloria Grahame. Bogart tenía en su bolsillo a la industria, al público y a la crítica, con sus interpretaciones de tipo duro, sin escrúpulos, solitario y oscuro. Este papel parecía escrito para él. La violencia, la infinita seguridad en sí mismo, la actitud despectiva ante el resto del mundo y unos diálogos genéricos del cine negro, que siempre dan la réplica perfecta al amor incondicional que recibe del personaje de Grahame, dejaron la impronta de un mítico personaje más. El personaje de Bogart convierte el amor entre ellos, en un lugar solitario.
Gloria Grahame es la abnegada amante. Esa amante que representa con claridad infinita lo que significa algo tan bello como el amor incondicional. Esta actriz parecía haber nacido para el cine negro. Su belleza y su innata capacidad para representar la inocencia hace de ella una actriz perfecta para este papel. Esa misma capacidad la convertiría en una de las actrices por excelencia de los años 50, en películas como “Los Sobornados” del maestro Lang. Esa belleza de Grahame está cerca de lo salvaje, en un papel más amable, adulto e inteligente a los que acostumbraba.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como cine negro, la película presenta personajes desesperanzados y solitarios, el asesinato necesario para el género y una intriga perfecta que deja en perfecto lugar al montador aparte del director que marca un tempo narrativo perfecto.
La fotografía en blanco y negro de Burnett Guffey, es simplemente perfecta. Jamás exagera con los juegos de luz, en un poema lumínico de sobriedad y elegancia. Deja a un lado los excesos de otras películas del género, para hacer una fotografía coherente, equilibrada y elegante que guía a la película hacia cánones más comerciales, pero también acercándose al estilo del director, que no era amante de improvisaciones o excesos en este sentido. Es más suave y menos personal que la de gente como Greg Toland o Milton Krasner, pero tiene la virtud de la belleza a través de una compleja sencillez.
El uso de la profundidad de campo mezclado con diálogos fuera del plano, donde los dos protagonistas simplemente se miran, son seductores, negros y de una capacidad artística encomiable. Alejan de lo cotidiano al personaje protagonista, para sumergirle en su propio universo, le alejan de lo frívolo y lo banal. Aunque es un personaje con exceso de ego, vanidoso y egoísta, de los que cumplen sus sueños sin esfuerzo. O eso dicen… A Ray le obsesionaban los sentimientos de sus personajes, de ahí esos movimientos de cámara lentos y armoniosos, o esos planos fuera de la conversación.
Me resulta bello verla hoy por las diferencias morales entre sus personajes y los tiempos que vivimos. Destila honestidad y amor por el género. Es una película más amable y más cómica que la media del cine negro de los 40 y al mismo tiempo un drama de magnitudes épicas y una cinta más oscura en su narrativa que el estilo del propio director.
La Banda Sonora de George Antheil ambienta la obra con instrumentos de cuerda y viento, siendo especialmente incisiva en algunas bellas y bajas notas de violonchelo. Reafirma las ideas estilísticas de Nicholas Ray y profundiza a la perfección en ese deplorable personaje.
Pocas películas han representado la violencia como parte del carácter de una forma tan representativa y cruda. La violencia “Como el color de sus ojos, o la forma de su cabeza”. Analizando desde dentro el mundo del cine, en una bajada a los infiernos ganada a pulso y con esfuerzo, para tirar por tierra lo que podría haber sido una visita eterna al paraíso. Duele y deja huella. Posiblemente mi favorita de Ray.
La fotografía en blanco y negro de Burnett Guffey, es simplemente perfecta. Jamás exagera con los juegos de luz, en un poema lumínico de sobriedad y elegancia. Deja a un lado los excesos de otras películas del género, para hacer una fotografía coherente, equilibrada y elegante que guía a la película hacia cánones más comerciales, pero también acercándose al estilo del director, que no era amante de improvisaciones o excesos en este sentido. Es más suave y menos personal que la de gente como Greg Toland o Milton Krasner, pero tiene la virtud de la belleza a través de una compleja sencillez.
El uso de la profundidad de campo mezclado con diálogos fuera del plano, donde los dos protagonistas simplemente se miran, son seductores, negros y de una capacidad artística encomiable. Alejan de lo cotidiano al personaje protagonista, para sumergirle en su propio universo, le alejan de lo frívolo y lo banal. Aunque es un personaje con exceso de ego, vanidoso y egoísta, de los que cumplen sus sueños sin esfuerzo. O eso dicen… A Ray le obsesionaban los sentimientos de sus personajes, de ahí esos movimientos de cámara lentos y armoniosos, o esos planos fuera de la conversación.
Me resulta bello verla hoy por las diferencias morales entre sus personajes y los tiempos que vivimos. Destila honestidad y amor por el género. Es una película más amable y más cómica que la media del cine negro de los 40 y al mismo tiempo un drama de magnitudes épicas y una cinta más oscura en su narrativa que el estilo del propio director.
La Banda Sonora de George Antheil ambienta la obra con instrumentos de cuerda y viento, siendo especialmente incisiva en algunas bellas y bajas notas de violonchelo. Reafirma las ideas estilísticas de Nicholas Ray y profundiza a la perfección en ese deplorable personaje.
Pocas películas han representado la violencia como parte del carácter de una forma tan representativa y cruda. La violencia “Como el color de sus ojos, o la forma de su cabeza”. Analizando desde dentro el mundo del cine, en una bajada a los infiernos ganada a pulso y con esfuerzo, para tirar por tierra lo que podría haber sido una visita eterna al paraíso. Duele y deja huella. Posiblemente mi favorita de Ray.
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