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6,1
43.822
2
24 de diciembre de 2017
24 de diciembre de 2017
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Force Awakens generó una ola de optimismo. Disney compró la franquicia, pero se respetó la historia de los Skywalker con personajes que evocan al original con sus propios conflictos. Y Rogue One amplió el universo siendo fiel al estilo narrativo y visual de la saga.
Pero con The Last Jedi, el director Rian Johnson destruye la identidad de Star Wars, en su intento de acercarla a las nuevas generaciones. Ya aparecieron hasta las comunidades digitales de fanáticos que han protestado para que se vuelva a hacer la película.
Johnson ha tirado a la basura 200 millones de dólares y una gran oportunidad de recrear la Galaxia. Sus intensiones de cambiarlo todo son evidentes. Incluso en la forma de maltratar elementos representativos de la saga. Como con la reacción de Luke cuando Rey le entrega el sable de luz, lo que hace Kylo con su máscara negra, o cómo se refiere Leia a la Fuerza.
El episodio VII dejó una historia en pleno auge, como lo hizo A New Hope hace treinta años. Rey iría en busca de las habilidades Jedi, Kylo se revalidaría como el líder del Imperio y continuaría la persecución a los disminuidos rebeldes que seguirían buscando la esperanza.
Pero el episodio VIII de Johnson rompe con todo ello. La búsqueda de Rey es confusa y obsoleta. Kylo sigue dudando su posición en el bien o el mal. Y los rebeldes, aunque se dicen débiles, le hacen frente al Imperio con poca o ninguna complicación.
Lo de Johnson parece hecho para imbéciles hiperactivos, llenos de Starbucks. Los realizadores asumen que el público solo podría soportar un ritmo de mil cortes por segundo. Con efectos rimbombantes, acción sin límites y muchas explosiones. Es la generación del Fast & Furious.
No obstante, Star Wars no es una saga de acción. En realidad, la adrenalina de ese genero se reserva en espacios narrativos especiales. Como las carreras de Pods, las batallas de Yoda y Dooku o de Kenobi y Anakin, la persecución para destruir la Estrella de la Muerte, o las resistencias en la nieve de Hoth y en la selva de los Ewoks.
Johnson también prostituye los conceptos de la Fuerza y la familia. El primero es hoy una religión con estrategias de meditación. La Fuerza se vuelve una condición que se tiene y no que se logra dominar. Es de todos, y no solo de unos pocos iluminados. Tampoco existen exploraciones sinceras del romance, el descubrimiento de la venganza o la defensa por la fraternidad.
A pesar de su falta de humanidad, The Last Jedi está llena de seres humanos. Casi todos los personajes lo son. Raro que en Star Wars o cualquier otra historia hecha en el espacioso existan seres pensantes extraterrestres. Aquí las criaturas fantásticas son animales o mascotas decorativas (bonitos, como de YouTube).
Esta película es un collage de Narnia, Lord of the Rings, Harry Potter y todas las demos sagas fantásticas que llegaron al cine desde los noventa. También es un intento de imitar el éxito de Marvel, con un humor tonto, donde los personajes se vacilan entre ellos con absurdos gags.
Pues, no. Star Wars es otra cosa. En resumen, tres puntos concretos:
● Un drama de caballeros. Donde hay que rescatar a alguien. El esfuerzo de hacer un recorrido con obstáculos por superar, frustraciones y giros. Los retos, más que las grandes batallas.
● Una historia de ciencia ficción oscura. La estética casi siempre en espacios ocultos, como cuevas, bares y pasillos poco iluminados. Con conceptos como la persecución y las pistas. Casi como un road movie en el espacio.
● Una exploración de lo que pasaría en una civilización parecida a la actual, pero dentro de miles de años. Pues, Star Wars es una saga política, una historia de gobierno, donde están representadas desde el liberalismo hasta el nacionalismo.
Lo demás, con obligado spoiler.
Pero con The Last Jedi, el director Rian Johnson destruye la identidad de Star Wars, en su intento de acercarla a las nuevas generaciones. Ya aparecieron hasta las comunidades digitales de fanáticos que han protestado para que se vuelva a hacer la película.
Johnson ha tirado a la basura 200 millones de dólares y una gran oportunidad de recrear la Galaxia. Sus intensiones de cambiarlo todo son evidentes. Incluso en la forma de maltratar elementos representativos de la saga. Como con la reacción de Luke cuando Rey le entrega el sable de luz, lo que hace Kylo con su máscara negra, o cómo se refiere Leia a la Fuerza.
El episodio VII dejó una historia en pleno auge, como lo hizo A New Hope hace treinta años. Rey iría en busca de las habilidades Jedi, Kylo se revalidaría como el líder del Imperio y continuaría la persecución a los disminuidos rebeldes que seguirían buscando la esperanza.
Pero el episodio VIII de Johnson rompe con todo ello. La búsqueda de Rey es confusa y obsoleta. Kylo sigue dudando su posición en el bien o el mal. Y los rebeldes, aunque se dicen débiles, le hacen frente al Imperio con poca o ninguna complicación.
Lo de Johnson parece hecho para imbéciles hiperactivos, llenos de Starbucks. Los realizadores asumen que el público solo podría soportar un ritmo de mil cortes por segundo. Con efectos rimbombantes, acción sin límites y muchas explosiones. Es la generación del Fast & Furious.
No obstante, Star Wars no es una saga de acción. En realidad, la adrenalina de ese genero se reserva en espacios narrativos especiales. Como las carreras de Pods, las batallas de Yoda y Dooku o de Kenobi y Anakin, la persecución para destruir la Estrella de la Muerte, o las resistencias en la nieve de Hoth y en la selva de los Ewoks.
Johnson también prostituye los conceptos de la Fuerza y la familia. El primero es hoy una religión con estrategias de meditación. La Fuerza se vuelve una condición que se tiene y no que se logra dominar. Es de todos, y no solo de unos pocos iluminados. Tampoco existen exploraciones sinceras del romance, el descubrimiento de la venganza o la defensa por la fraternidad.
A pesar de su falta de humanidad, The Last Jedi está llena de seres humanos. Casi todos los personajes lo son. Raro que en Star Wars o cualquier otra historia hecha en el espacioso existan seres pensantes extraterrestres. Aquí las criaturas fantásticas son animales o mascotas decorativas (bonitos, como de YouTube).
Esta película es un collage de Narnia, Lord of the Rings, Harry Potter y todas las demos sagas fantásticas que llegaron al cine desde los noventa. También es un intento de imitar el éxito de Marvel, con un humor tonto, donde los personajes se vacilan entre ellos con absurdos gags.
Pues, no. Star Wars es otra cosa. En resumen, tres puntos concretos:
● Un drama de caballeros. Donde hay que rescatar a alguien. El esfuerzo de hacer un recorrido con obstáculos por superar, frustraciones y giros. Los retos, más que las grandes batallas.
● Una historia de ciencia ficción oscura. La estética casi siempre en espacios ocultos, como cuevas, bares y pasillos poco iluminados. Con conceptos como la persecución y las pistas. Casi como un road movie en el espacio.
● Una exploración de lo que pasaría en una civilización parecida a la actual, pero dentro de miles de años. Pues, Star Wars es una saga política, una historia de gobierno, donde están representadas desde el liberalismo hasta el nacionalismo.
Lo demás, con obligado spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Siete razones (una por cada episodio) por las que The Last Jedi es una mierda:
● I. La primera escena. El piloto de la resistencia Poe Dameron hace un extraordinario acto suicida con una pequeña nave frente a un enorme crucero imperial. No solo es una destreza inverosímil, sino que para distraer al general Hux lo vacila cambiándole el apellido. Esto despierta la risa de toda la tropa imperial. ¿Cómo tomarse en serio al villano después de esto?
● II. Todo lo que sucede en la isla. El momento más esperado de la película es la reacción del legendario Luke cuando Rey lo encuentra y le entrega un sable de luz. Pero él, con gesto cagón, lo arroja al mar. Mucho humor torpe y diálogos estúpidos, la propia estrella de la saga se mofa de los libros sagrados y el entrenamiento Jedi. ¿Cómo tomarse en serio al héroe?
● III. No muere Leia. Tras un ataque del Imperio, la princesa queda flotando en el espacio sin oxigeno. Parece que será una muerte digna. De pronto, con superpoderes que jamás tuvo, vuela hacia la nave y se salva. Mientras está en coma, puede hablar con los demás. Además, siempre está en modo chill, no parece muy preocupada de que su propio hijo sea el villano principal y está cansada de repetir “que la Fuerza te acompañe”.
● IV. Rey aprende sola a ser un Jedi. Un personaje totalmente autodidacta que jamás duda de sus poderes. Donde antes existían escuelas formativas o era una odisea convertirse en un Jedi, a Rey no le cuesta. En el anterior episodio casi todo se trata de la búsqueda de su origen. Queda pendiente para este capítulo, pero descubrimos que es irrelevante. Tampoco queda claro por qué decide por el lado bueno. ¡Qué ridículas escenas de ‘amor’ telepático con Kylo al estilo Voldemort!
● V. Yoda y Chewbacca. Ya no aportan en nada a la historia. Son simples y penosos cameos decorativos. Además, son casi las únicas criaturas extraterrestres que tienen interacción pensante con los humanos de la historia. Maz Kanata, la reemplazante en el episodio anterior, aparece treinta segundos en una llamada al estilo Skype.
● VI. Snoke. El Lord Sith más obsoleto de toda la saga. Jamás se comprueban sus habilidades, ni tiene una historia que contar. Solo tira rayos azules. Y tiene una especie de templo que parece un burdel, con mucho cortesanos que usan sables de luz, pero no saben ni entrar en batalla. Muere sin pena ni gloria.
● VII. La escena final. Un grupo de niños en cualquier parte de la Galaxia controla la Fuerza. Esa es la forma de decirnos: vaya, en la última película veremos el resurgir de los Jedi. Entonces, ¿para qué fueron estos los últimos? ¿Para qué pelean tanto? Que incoherencia.
● I. La primera escena. El piloto de la resistencia Poe Dameron hace un extraordinario acto suicida con una pequeña nave frente a un enorme crucero imperial. No solo es una destreza inverosímil, sino que para distraer al general Hux lo vacila cambiándole el apellido. Esto despierta la risa de toda la tropa imperial. ¿Cómo tomarse en serio al villano después de esto?
● II. Todo lo que sucede en la isla. El momento más esperado de la película es la reacción del legendario Luke cuando Rey lo encuentra y le entrega un sable de luz. Pero él, con gesto cagón, lo arroja al mar. Mucho humor torpe y diálogos estúpidos, la propia estrella de la saga se mofa de los libros sagrados y el entrenamiento Jedi. ¿Cómo tomarse en serio al héroe?
● III. No muere Leia. Tras un ataque del Imperio, la princesa queda flotando en el espacio sin oxigeno. Parece que será una muerte digna. De pronto, con superpoderes que jamás tuvo, vuela hacia la nave y se salva. Mientras está en coma, puede hablar con los demás. Además, siempre está en modo chill, no parece muy preocupada de que su propio hijo sea el villano principal y está cansada de repetir “que la Fuerza te acompañe”.
● IV. Rey aprende sola a ser un Jedi. Un personaje totalmente autodidacta que jamás duda de sus poderes. Donde antes existían escuelas formativas o era una odisea convertirse en un Jedi, a Rey no le cuesta. En el anterior episodio casi todo se trata de la búsqueda de su origen. Queda pendiente para este capítulo, pero descubrimos que es irrelevante. Tampoco queda claro por qué decide por el lado bueno. ¡Qué ridículas escenas de ‘amor’ telepático con Kylo al estilo Voldemort!
● V. Yoda y Chewbacca. Ya no aportan en nada a la historia. Son simples y penosos cameos decorativos. Además, son casi las únicas criaturas extraterrestres que tienen interacción pensante con los humanos de la historia. Maz Kanata, la reemplazante en el episodio anterior, aparece treinta segundos en una llamada al estilo Skype.
● VI. Snoke. El Lord Sith más obsoleto de toda la saga. Jamás se comprueban sus habilidades, ni tiene una historia que contar. Solo tira rayos azules. Y tiene una especie de templo que parece un burdel, con mucho cortesanos que usan sables de luz, pero no saben ni entrar en batalla. Muere sin pena ni gloria.
● VII. La escena final. Un grupo de niños en cualquier parte de la Galaxia controla la Fuerza. Esa es la forma de decirnos: vaya, en la última película veremos el resurgir de los Jedi. Entonces, ¿para qué fueron estos los últimos? ¿Para qué pelean tanto? Que incoherencia.

6,5
4.479
6
18 de mayo de 2006
18 de mayo de 2006
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
No recuerdo cuantas veces la he visto sin saber siquiera el título y buscándola me acuerdo de una película muy interesante, con un papel de Maggie Smith realmente bueno y sobrio. Más allá del trabajo realizado, muestra una niña restableciendo un hogar en ruinas. Una película que sin dudas te levanta ánimo, como pocas. Véanla y sorpréndanse.

7,7
138.082
1
23 de febrero de 2009
23 de febrero de 2009
15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tiempo que transcurrió desde que Slumdog Millionaire apareció a la luz para mis ojos como la promesa para la temporada y que yo pude visitar una sala de cine para verla fue una dulce espera. Y la espera acabó con el bebe que nació desfigurado, cuadriculado y amarrado a una máquina de pedal que no da ni para adelante ni para atrás. Fue como prevalecer en un shock de casi dos horas que se fue haciendo más grande a medida que la función avanzaba.
Se entiende perfectamente por qué en India se ha visto mal esta película. No es ni siquiera una visión a la realidad en este país. Si uno quiere de verdad retratarla, que la retrate bien, con seriedad por más crudo que sea, no creando una película entorno ha escenas que se tiran más a lo absurdo y a la risa, como si realmente se estuvieran burlando de lo que ocurre. No poniendo un final que no deja al espectador sin inteligencia, que simplemente es una sonrisa pasajera que se va a extinguir unas horas después y que nunca más se va a prender.
Lo vacío es creación de Simon Beaufoy, un "guión bluf" de época, es como si viéramos nuevamente una película Hollywoodense melosa y empalagosa. Aunque no he leído la novela en la que esta basada esta cinta (necesario revisar la base), Beaufoy no debe tener toda la culpa. Pero igual el guión es una constelación horrible de situaciones que comienzan con gran golpe pero se van haciendo obsoletas, banales, superficiales, rozando el sencillismo más absoluto que nunca antes se había visto en una película que solo por publicidad es llamada a ser el "boom" del momento.
A pesar de lo que nos vamos a encontrar luego, la película arranca bien. Las actuaciones de los niños merecen ser revisadas. Tienen una calidad superior a cualquiera de los mayores, por qué ninguno de esos merece ser reconocido. Las imágenes primarias de la mano de Danny Boyle son inteligentes, excelentes y superiores a todo lo que se ha visto antes de este realizador. ¿Pero que pasó luego? Sacó los bombas de colores y sonidos y nos ametralló con una crudeza de tonterías para tapar el error de su argumento, lo que podría haber sido un producto realmente bueno. Si se habla de pobreza, que se hable de pobreza. Si son bailes, que se baile. Si son risas, pues que nos hagan reír. Pero que se decidan con seriedad: ¿qué es lo que realmente nos han querido vender?
¿Cuál es el argumento de decir qué porque una película es ambiciosa no puede ser premiada? ¿Por qué se pueden hacer malas críticas de una película por ser demasiado buena, elaborada y que abarca todos los aspectos de una filmografía con gran soltura y perfección? Los puristas y cultos se inclinaran por Benjamin Button y los simplistas y socialistas lo harán por Slumdog Millionaire. Pero la única verdad es que dentro de unos años se acordarán de la perfección y el culto al cine de la primera, y olvidarán la actual y absurda sobrevaloración de la segunda.
Se entiende perfectamente por qué en India se ha visto mal esta película. No es ni siquiera una visión a la realidad en este país. Si uno quiere de verdad retratarla, que la retrate bien, con seriedad por más crudo que sea, no creando una película entorno ha escenas que se tiran más a lo absurdo y a la risa, como si realmente se estuvieran burlando de lo que ocurre. No poniendo un final que no deja al espectador sin inteligencia, que simplemente es una sonrisa pasajera que se va a extinguir unas horas después y que nunca más se va a prender.
Lo vacío es creación de Simon Beaufoy, un "guión bluf" de época, es como si viéramos nuevamente una película Hollywoodense melosa y empalagosa. Aunque no he leído la novela en la que esta basada esta cinta (necesario revisar la base), Beaufoy no debe tener toda la culpa. Pero igual el guión es una constelación horrible de situaciones que comienzan con gran golpe pero se van haciendo obsoletas, banales, superficiales, rozando el sencillismo más absoluto que nunca antes se había visto en una película que solo por publicidad es llamada a ser el "boom" del momento.
A pesar de lo que nos vamos a encontrar luego, la película arranca bien. Las actuaciones de los niños merecen ser revisadas. Tienen una calidad superior a cualquiera de los mayores, por qué ninguno de esos merece ser reconocido. Las imágenes primarias de la mano de Danny Boyle son inteligentes, excelentes y superiores a todo lo que se ha visto antes de este realizador. ¿Pero que pasó luego? Sacó los bombas de colores y sonidos y nos ametralló con una crudeza de tonterías para tapar el error de su argumento, lo que podría haber sido un producto realmente bueno. Si se habla de pobreza, que se hable de pobreza. Si son bailes, que se baile. Si son risas, pues que nos hagan reír. Pero que se decidan con seriedad: ¿qué es lo que realmente nos han querido vender?
¿Cuál es el argumento de decir qué porque una película es ambiciosa no puede ser premiada? ¿Por qué se pueden hacer malas críticas de una película por ser demasiado buena, elaborada y que abarca todos los aspectos de una filmografía con gran soltura y perfección? Los puristas y cultos se inclinaran por Benjamin Button y los simplistas y socialistas lo harán por Slumdog Millionaire. Pero la única verdad es que dentro de unos años se acordarán de la perfección y el culto al cine de la primera, y olvidarán la actual y absurda sobrevaloración de la segunda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Slumdog Millionaire es todo un largo y aburrido sinfín de engaños y burlas, además de historias que no terminan de comprenderse y comportamientos tan repetidos como las conversiones de un personaje malo a un personaje bueno o de un niño pobre a un joven con plata por drogas. ¿Por qué comienza como una imagen a la realidad de ese país y termina como una comedia romántica, sensible y musical?
El argumento es toda una copia de otras realizaciones, como la escena del inodoro, el baile final al estilo Bollywood o la reprimenda social al sistema americano superficial, como si fueran hipócritas para no darse cuenta de la superficialidad de su propia historia. Durante toda la película, todos sabemos como va a acabar, no existe ni el menor suspenso. Como si no fuera fácil de disipar que el pobrecillo se va a llevar el premio más gordo al final, como darle una lección a todos aquellos que durante su poca argumentada vida se han ido mostrando. ¿Quién puede explicarme como así la mitad de las respuestas del programa iban en orden cronológico con la vida del protagonista? ¿Por qué todos los indios comprenden el programa y están tan pegados a lo que ocurre? ¿Por qué el programa se trasmite en inglés si esta dado en India? La tradición de las versiones por todo el mundo del mismo sistema es que cada país utilice su propio idioma. ¿Cómo un chico que no tiene educación puede ser aceptado en un concurso que prueba cultural e intelectualmente a sus concursantes? Nada tiene respuesta (ni siquiera dentro de su mismo argumento) y todo es absurdo. Una muestra de los diálogos:
Pregunta: ¿Para qué estás aquí?
Respuesta: Para verte.
Pregunta: ¿De qué viviremos?
Respuesta: De amor.
Todos los premios de la temporada se han inclinado por una película que puede hacer efectos en la problemática mundial, que tiene algunas situaciones necesarias de repetir para lo que se sufre en nuestros tiempos, pero ese es el error de siempre. Se han olvidado de lo que realmente están premiando es cine, realizaciones con lo más excelente y coherentemente elaborado que se pueda. Este año la academia se jugó por un equivocado, engañoso y sobrevalorado bailoteo incoherente y repetido. Sus ocho Oscars y demás premios es solo una muestra de cómo se han inclinado a premiar a una película por su contexto mundial, olvidándose que están premiando cine (es decir, a la mejor realización posible).
Está bien que se tiente a las formas, que se modifiquen, porque esa es la angustía, la magia y el esplendor del cine. Pero para eso tiene que ser un trabajo elaborado correctamente, justificado, con un ritmo vivido, coherente y terrenal del largometraje.
El argumento es toda una copia de otras realizaciones, como la escena del inodoro, el baile final al estilo Bollywood o la reprimenda social al sistema americano superficial, como si fueran hipócritas para no darse cuenta de la superficialidad de su propia historia. Durante toda la película, todos sabemos como va a acabar, no existe ni el menor suspenso. Como si no fuera fácil de disipar que el pobrecillo se va a llevar el premio más gordo al final, como darle una lección a todos aquellos que durante su poca argumentada vida se han ido mostrando. ¿Quién puede explicarme como así la mitad de las respuestas del programa iban en orden cronológico con la vida del protagonista? ¿Por qué todos los indios comprenden el programa y están tan pegados a lo que ocurre? ¿Por qué el programa se trasmite en inglés si esta dado en India? La tradición de las versiones por todo el mundo del mismo sistema es que cada país utilice su propio idioma. ¿Cómo un chico que no tiene educación puede ser aceptado en un concurso que prueba cultural e intelectualmente a sus concursantes? Nada tiene respuesta (ni siquiera dentro de su mismo argumento) y todo es absurdo. Una muestra de los diálogos:
Pregunta: ¿Para qué estás aquí?
Respuesta: Para verte.
Pregunta: ¿De qué viviremos?
Respuesta: De amor.
Todos los premios de la temporada se han inclinado por una película que puede hacer efectos en la problemática mundial, que tiene algunas situaciones necesarias de repetir para lo que se sufre en nuestros tiempos, pero ese es el error de siempre. Se han olvidado de lo que realmente están premiando es cine, realizaciones con lo más excelente y coherentemente elaborado que se pueda. Este año la academia se jugó por un equivocado, engañoso y sobrevalorado bailoteo incoherente y repetido. Sus ocho Oscars y demás premios es solo una muestra de cómo se han inclinado a premiar a una película por su contexto mundial, olvidándose que están premiando cine (es decir, a la mejor realización posible).
Está bien que se tiente a las formas, que se modifiquen, porque esa es la angustía, la magia y el esplendor del cine. Pero para eso tiene que ser un trabajo elaborado correctamente, justificado, con un ritmo vivido, coherente y terrenal del largometraje.

7,2
43.535
7
18 de mayo de 2006
18 de mayo de 2006
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un melodrama que sin duda no es como esos melodramas que no llegan a nada, o llegan a tener un nombre por tener a un actor conocido. Kramer vs. Kramer es el drama romántico que abrió, digamos, las puertas a muchos otros dramas sobre la familia, situaciones románticas, comedias romántiacas, etc.
Se acababa una década más, y se consagraban dos de los mejores actores de la historia de Hollywood: Dustin Hoffman y Meryl Streep, consiguiendo, ambos, el Oscar. Es difícil decir quien tuvo un mejor papel. Dos actuaciones bastante parejas, un guión que les exigía por igual. Mención aparte para Jane Alexander, que tuvo una buena actuación, pero se vió opacada por esos dos gigantes.
Ni que decir de la dirección de Robert Benton. Oscar merecido y a celebrar. Buen guión y buena puesta en escena para un drama sencillo, sin mucha superproducción. Excelente.
Se acababa una década más, y se consagraban dos de los mejores actores de la historia de Hollywood: Dustin Hoffman y Meryl Streep, consiguiendo, ambos, el Oscar. Es difícil decir quien tuvo un mejor papel. Dos actuaciones bastante parejas, un guión que les exigía por igual. Mención aparte para Jane Alexander, que tuvo una buena actuación, pero se vió opacada por esos dos gigantes.
Ni que decir de la dirección de Robert Benton. Oscar merecido y a celebrar. Buen guión y buena puesta en escena para un drama sencillo, sin mucha superproducción. Excelente.

7,4
89.907
7
19 de mayo de 2006
19 de mayo de 2006
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una joya. Una joya, una joya y una joya. Una película sensacional, que toca la sensibilidad hasta del más insensible, y nos lleva a una historia cargada de emociones y desenredos, con actuaciones sobresalientes por todos los ratos de la filmación. Quizás, y solo quizás, pecó de pretenciosa, pero aún así llegó, llegó y tocó corazones y masas, siendo un verdadero éxito en premios y más premios que ganó.
Dustin Hoffman y Tom Cruise; el gran actor y la mega estrella; el tonto y el vivo. Dos actuaciones que me encantaron, por encima de todo el trabajo en el guión, las escenas, la dirección, el argumento, el no aburrimiento y lo interesante que se puede volver un drama que partía como "lo mismo" y terminó como "grande obra maestra".
Sencilla y sinceramente: excelente.
Dustin Hoffman y Tom Cruise; el gran actor y la mega estrella; el tonto y el vivo. Dos actuaciones que me encantaron, por encima de todo el trabajo en el guión, las escenas, la dirección, el argumento, el no aburrimiento y lo interesante que se puede volver un drama que partía como "lo mismo" y terminó como "grande obra maestra".
Sencilla y sinceramente: excelente.
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