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6
14 de diciembre de 2020
14 de diciembre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película realmente ingeniosa e impredecible que explora de forma satírica las vidas de yuppies egocéntricos y extravagantes de Los Ángeles que se encuentran al borde del colapso económico y moral y, de alguna manera, tratan de buscar una salvación espiritual.
Desde mi punto de vista, he interpretado esta obra como una crítica social a diversos problemas que suceden hoy en día: relaciones interpersonales tóxicas, el hastío de la riqueza inútil, el pánico a caer en la pobreza y la obsesión por trabajar... Todo ello está tratado, quizás, con poca profundidad y con una expresión estética demasiado superficial.
Cabe destacar la precisión con la que Peter Weller y Judy Davis han interpretado estos personajes. Entienden lo que sucede de manera elocuente y sarcástica. Y disfrutan con ello.
Desde mi punto de vista, he interpretado esta obra como una crítica social a diversos problemas que suceden hoy en día: relaciones interpersonales tóxicas, el hastío de la riqueza inútil, el pánico a caer en la pobreza y la obsesión por trabajar... Todo ello está tratado, quizás, con poca profundidad y con una expresión estética demasiado superficial.
Cabe destacar la precisión con la que Peter Weller y Judy Davis han interpretado estos personajes. Entienden lo que sucede de manera elocuente y sarcástica. Y disfrutan con ello.

6,6
918
7
22 de octubre de 2022
22 de octubre de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inocencia rebelde (Lawn Dogs) me ha resultado una grata sorpresa. Mischa Barton y Sam Rockwell interpretan a una niña aburrida de clase adinerada y a un pobre jardinero, respectivamente, que forman una relación de amistad única y sorprendente. Ambos son extraños e inadaptados. Ambos se han enfrentado a la muerte y han salido victoriosos. Ambos son espíritus libres que buscan la oportunidad de volar. Rockwell como el locuelo de Trent está más que decente, pero quien realmente impacta es Barton con una interpretación genuina y encantadora que impide quitarle los ojos de encima, y hemos de tener en cuenta que tan solo tenía 10 años en el momento del rodaje.
He de reconocer que el ritmo es lento, pero el filme posee una mirada inteligente y satírica a la angustia suburbana que te atrapa. Describe de forma vívida la animosidad de la lucha de clases y la triste situación de aquellos que se atreven a oponerse al conformismo. A su vez, la obra trata de confianza, no de la muerte de la inocencia o de la corrección política enconada que nos rodea y que ve peligro en cada relación no convencional. Realmente se respira una atmósfera más europea que americana en la historia.
He de reconocer que el ritmo es lento, pero el filme posee una mirada inteligente y satírica a la angustia suburbana que te atrapa. Describe de forma vívida la animosidad de la lucha de clases y la triste situación de aquellos que se atreven a oponerse al conformismo. A su vez, la obra trata de confianza, no de la muerte de la inocencia o de la corrección política enconada que nos rodea y que ve peligro en cada relación no convencional. Realmente se respira una atmósfera más europea que americana en la historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Quizás lo más controvertido es el final que abandona la lógica y la realidad por un inusual desenlace de cuento de hadas que puede no funcionar e irritar a muchos espectadores. Sin embargo, este polémico final no puede arruinar por completo todo lo que vino antes. No obstante, considero que hubiera sido más apropiado añadir más elementos fantásticos durante el transcurso de la trama.
27 de marzo de 2022
27 de marzo de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta comedia negra autobiográfica se desvela como una de las obras cinematográficas más sorprendentes del año pasado. Definiría su originalidad y su tono satírico, estereotipado e irreverente, en un contexto de opresión social y cultural, como los elementos que me han conquistado. La estructura narrativa, configurada desde una teatralidad muy interesante mediante el uso de múltiples sketches, nos muestran las vivencias de un niño gay en la URSS y su posterior asentamiento en Estados Unidos. Cabe destacar que la película esta dividida en dos partes: la etapa rusa y la americana.
Las interpretaciones de Hersh Powers y Tyler Bocock, en las dos versiones del mismo personaje, conmueven por su naturalidad a la par que transmiten mucha ternura al espectador. De la misma manera, Sera Barbieri y Marya Sea Kaminski interpretando a Lena en la etapa rusa y en la americana, respectivamente, resultan muy agradables. Lea DeLaria aporta un toque cómico desvergonzado y Dan Lauria se muestra como la gran sorpresa final. Sin embargo, dejando al margen el gran elenco de actores, lo que hace a esta película especial son las temáticas tratadas, desde la representación de los horrores del comunismo soviético, las dudas identitarias, la crítica ideológica y religiosa o la idealización de la cultura americana de la que los protagonistas se sirven para evadirse del clima hostil que les rodea en la Unión Soviética.
Aunque la película posee una estética vibrante y un brillo poco común, se ha de reconocer que, conforme avanza la trama, la película empeora. La obra cambia mucho desde la etapa rusa a la americana y eso le hace perder la personalidad o la esencia que atrapa al espectador al principio. No obstante, considero esta especie de coming of age gay perfecta para entender toda la problemática que envuelve a los inmigrantes y a la comunidad LGBTQ+
Las interpretaciones de Hersh Powers y Tyler Bocock, en las dos versiones del mismo personaje, conmueven por su naturalidad a la par que transmiten mucha ternura al espectador. De la misma manera, Sera Barbieri y Marya Sea Kaminski interpretando a Lena en la etapa rusa y en la americana, respectivamente, resultan muy agradables. Lea DeLaria aporta un toque cómico desvergonzado y Dan Lauria se muestra como la gran sorpresa final. Sin embargo, dejando al margen el gran elenco de actores, lo que hace a esta película especial son las temáticas tratadas, desde la representación de los horrores del comunismo soviético, las dudas identitarias, la crítica ideológica y religiosa o la idealización de la cultura americana de la que los protagonistas se sirven para evadirse del clima hostil que les rodea en la Unión Soviética.
Aunque la película posee una estética vibrante y un brillo poco común, se ha de reconocer que, conforme avanza la trama, la película empeora. La obra cambia mucho desde la etapa rusa a la americana y eso le hace perder la personalidad o la esencia que atrapa al espectador al principio. No obstante, considero esta especie de coming of age gay perfecta para entender toda la problemática que envuelve a los inmigrantes y a la comunidad LGBTQ+
6 de marzo de 2025
6 de marzo de 2025
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Nunca canté para mi padre hay un momento en el que el personaje de Gene Hackman le dice a su futura esposa que, por favor, le prometa que morirán jóvenes, que nunca serán una carga. Son varios los directores de cine que han abordado, desde distintas perspectivas, temas como el envejecimiento y el inexorable paso del tiempo. En definitiva, hacerse anciano es un camino sin retorno y muy duro. Si a esto unimos las relaciones familiares y las dinámicas de poder, surge un cóctel que remueve por dentro, que predispone a cuestionarse cosas.
Como decía, la vejez es un tema recurrente con un largo historial en la gran pantalla. Por eso, no deja de ser un grato hallazgo esta película de los años setenta donde el peso dramático recae en Melvyn Douglas y Gene Hackman, quienes encarnan una relación paternofilial turbulenta y llena de matices. Nunca canté para mi padre narra la historia de un hombre cuarentón y viudo a punto de casarse otra vez y mudarse lejos de sus padres. El inesperado fallecimiento de su madre, que mantenía el equilibrio familiar, hace más difícil al hijo llevar a cabo su decisión. La película nace de una obra teatral del dramaturgo Robert Anderson, que escribe también el guión, con el propósito de realizar un análisis psicológico de dos buenas personas que no son conscientes del daño que se hacen al imponer su voluntad sin concesiones o al dejarse dominar por la fuerte personalidad del otro.
Las escenas de las actrices Dorothy Stickney, Estelle Parsons y Elizabeth Hubbard son breves pero logran destacar dentro del espacio que les permiten Douglas y Hackman. Los reyes de la función bordan sus papeles con consumada maestría. Douglas resulta extraordinario en su rol de hombre duro forjado a sí mismo, de muy arraigados e irrenunciables principios y convicciones. Hackman está brillante en el papel de hijo atormentado por la desazón de sentimientos contradictorios. Estos dos actores no solo mantienen el pulso y la emoción, sino que aportan información sobre sus formas de ser y comportamientos a través de sus relaciones con las mujeres de su vida. También se valen de los recuerdos y de las fotografías. De hecho, el largometraje comienza y acaba con una fotografía de los dos protagonistas. Al principio, poco sabemos de las dos personas que muestra la imagen… pero al final lo entendemos todo, y la fotografía adquiere un nuevo significado.
Como decía, la vejez es un tema recurrente con un largo historial en la gran pantalla. Por eso, no deja de ser un grato hallazgo esta película de los años setenta donde el peso dramático recae en Melvyn Douglas y Gene Hackman, quienes encarnan una relación paternofilial turbulenta y llena de matices. Nunca canté para mi padre narra la historia de un hombre cuarentón y viudo a punto de casarse otra vez y mudarse lejos de sus padres. El inesperado fallecimiento de su madre, que mantenía el equilibrio familiar, hace más difícil al hijo llevar a cabo su decisión. La película nace de una obra teatral del dramaturgo Robert Anderson, que escribe también el guión, con el propósito de realizar un análisis psicológico de dos buenas personas que no son conscientes del daño que se hacen al imponer su voluntad sin concesiones o al dejarse dominar por la fuerte personalidad del otro.
Las escenas de las actrices Dorothy Stickney, Estelle Parsons y Elizabeth Hubbard son breves pero logran destacar dentro del espacio que les permiten Douglas y Hackman. Los reyes de la función bordan sus papeles con consumada maestría. Douglas resulta extraordinario en su rol de hombre duro forjado a sí mismo, de muy arraigados e irrenunciables principios y convicciones. Hackman está brillante en el papel de hijo atormentado por la desazón de sentimientos contradictorios. Estos dos actores no solo mantienen el pulso y la emoción, sino que aportan información sobre sus formas de ser y comportamientos a través de sus relaciones con las mujeres de su vida. También se valen de los recuerdos y de las fotografías. De hecho, el largometraje comienza y acaba con una fotografía de los dos protagonistas. Al principio, poco sabemos de las dos personas que muestra la imagen… pero al final lo entendemos todo, y la fotografía adquiere un nuevo significado.

5,7
44
6
2 de septiembre de 2024
2 de septiembre de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película que dirige Herbert Ross cuenta la historia de T.R. Baskin, una bella joven que huye a Chicago a principios de los setenta para comenzar una nueva vida. Allí se topará con la cruda realidad que supone la gran ciudad: un entorno frío, inhóspito, desalentador y con un ritmo de vida demasiado acelerado. Baskin vivirá en «la Ciudad de los Vientos» algunos desengaños amorosos y trabajará de cualquier cosa para poder vivir.
Candice Bergen es la actriz que interpreta el papel protagónico. Lo hace de manera concisa e inexpresiva, sin ofrecer nada más que un esbozo de un personaje críptico. No conoceremos casi nada sobre sus antecedentes ni sobre su personalidad, con la excepción de algunas frases ingeniosas que esclarecen cierto cinismo y una ironía de lo menos mordaz. Ella siente el peligro de que el anonimato de la vida en la alienante Chicago la consiga absorber, pero ¿luchará contra su situación o simplemente se rendirá? No lo sabremos porque Ross parece empeñado en mantener a T. R. como un signo de interrogación flotante. Supongo que el guionista quería una protagonista rígida, solitaria, distante y algo desdeñosa que se aproximase, de alguna manera, al ambiente que ella percibe de la ciudad. La fuerza de su enigmático personaje, y de la película en sí, radica en sus interacciones con todos los que la rodean y que no tienen idea de que pensar de ella.
En las desventuras de esta joven por Chicago aparecerán Jack Mitchell, interpretado por Peter Boyle, y Larry Moore, por James Caan. Ambos correctos en sus actuaciones. La trama no parece llevar a ninguna parte, más que mostrar las vivencias melancólicas y las preocupaciones mundanas de la protagonista. No obstante, debo reconocer que esa atmósfera agridulce y realista, sin llegar a ser sensiblera, está muy lograda. Personalmente, esta película me ha conmovido al hacerme recordar algunas experiencias que viví algunos años atrás. Querría acabar con una frase que pronuncia T.R. Baskin mientras contemplaba la Avenida Míchigan desde una habitación de hotel: «Es bonito desde la distancia, como alguien que tiene mala piel». Puede servir como metáfora de lo que muchos hemos sentido cuando nos mudamos a la ciudad en busca de nuevas oportunidades.
Candice Bergen es la actriz que interpreta el papel protagónico. Lo hace de manera concisa e inexpresiva, sin ofrecer nada más que un esbozo de un personaje críptico. No conoceremos casi nada sobre sus antecedentes ni sobre su personalidad, con la excepción de algunas frases ingeniosas que esclarecen cierto cinismo y una ironía de lo menos mordaz. Ella siente el peligro de que el anonimato de la vida en la alienante Chicago la consiga absorber, pero ¿luchará contra su situación o simplemente se rendirá? No lo sabremos porque Ross parece empeñado en mantener a T. R. como un signo de interrogación flotante. Supongo que el guionista quería una protagonista rígida, solitaria, distante y algo desdeñosa que se aproximase, de alguna manera, al ambiente que ella percibe de la ciudad. La fuerza de su enigmático personaje, y de la película en sí, radica en sus interacciones con todos los que la rodean y que no tienen idea de que pensar de ella.
En las desventuras de esta joven por Chicago aparecerán Jack Mitchell, interpretado por Peter Boyle, y Larry Moore, por James Caan. Ambos correctos en sus actuaciones. La trama no parece llevar a ninguna parte, más que mostrar las vivencias melancólicas y las preocupaciones mundanas de la protagonista. No obstante, debo reconocer que esa atmósfera agridulce y realista, sin llegar a ser sensiblera, está muy lograda. Personalmente, esta película me ha conmovido al hacerme recordar algunas experiencias que viví algunos años atrás. Querría acabar con una frase que pronuncia T.R. Baskin mientras contemplaba la Avenida Míchigan desde una habitación de hotel: «Es bonito desde la distancia, como alguien que tiene mala piel». Puede servir como metáfora de lo que muchos hemos sentido cuando nos mudamos a la ciudad en busca de nuevas oportunidades.
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