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Críticas de VictorRodrigo
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Críticas 68
Críticas ordenadas por utilidad
9
2 de mayo de 2019
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película de los Avengers es un punto y final. Es el cierre de una etapa que ha marcado una generación de espectadores, ha coleccionado una legión de fans y ha reinventado un ejército de seguidores que nunca hubiera aceptado la herejía del traspaso de los cómics a las películas. El ejercicio de Marvel ha sido complejo, a veces resultadista pero absolutamente trabajado. Como un relojero que deshace, pieza a pieza, todo el engranaje. Endgame resuelve para volver a crear. Marvel es un fénix: adora los finales, sabe emocionar con ellos, pero nunca marcha, siempre renace.

Quien no haya visto ninguna de las veinte películas que preceden Endgame, que no pierda el tiempo. Es un film selectivo, sólo interpela a todos aquellos que le han acompañado en el viaje. El metraje te abraza y te prepara para un resultado trágico, esperado sí, pero con la épica de los cómics. La magia de las viñetas de Marvel, también de los superhéroes en general, es el estilo que desprenden. Un aroma heroico. Personajes que todo el mundo querría que fueran sus hermanos, sus mejores amigos, las lecciones de sus padres. Después de más de veinte películas, Endgame emana desde el principio hasta el final esta esencia. Este aroma de cómic de superhéroe adulto. La película sabe que la saga, por fin, es mayor de edad.

La trama sigue Infinity War, que dejó el listón muy alto. Implacable, la nueva de los Avengers está vestida de tristeza, de una frialdad realista que se contagia desde las primeras escenas. No es una obra maestra, no es ninguna película de culto que pasará a los celuloides de historia. Evidentemente que no. Tiene muchos agujeros de guión, metraje y de lógica. Es el mejor blockbuster que se ha hecho nunca, es una delicia absoluta repleta de golosinas, palomitas y cola con mucho azúcar. Cargada de referencias, de subtramas inesperadas, de un ritmo de montaña rusa. Por primera vez se trata a los espectadores como sujetos muy pasivos, aguantando todas los empujes que presenta la película. Quien espera un menú degustación del McDonalds? Nadie. Aquí se aplica la misma lógica.

Marvel y los Avengers tendrán continuidad, es un hecho obvio. Esto no impedirá que todos los aficionados entiendan Endgame como un despido cálido, como un abrazo de más de cinco Mississipi para agradecer todos estos años. Un conjunto de escenas donde se fusionarán las lágrimas con las sonrisas. La rebeldía de Iron Man, el yerno perfecto del Capitán América. Los puñetazos de Hulk, los ojos azules y el martillo de Thor. Los personajes que han marcado toda una generación.

Los objetivos de la marca también se notan en la película, dejando muy claro con el guión, los minutos de pantalla y los tratamientos de los héroes principales, cuáles serán los que tendrán una continuidad en el futuro próximo. Esta crítica es muy complicada hacerla sin spoilers porque estamos hablando de la consecuencia de veintidós una películas. No es nada fácil.

En definitiva, Endgame es el pastel azucarado y fácil mejor hecho de la historia del cine. Las discusiones entre los fanáticos serán eternas. Sobre la importancia de ciertas escenas, críticas a ciertas licencias cinematográficas, críticas feroces en cómo tratan ciertos personajes. Todo esto lo genera la mejor bomba, el mejor blockbuster hecho nunca. Nadie podrá dejar de mirar la pantalla durante los 180 minutos.
VictorRodrigo
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9
5 de marzo de 2022
22 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que no te engañen. Que no te nublen el juicio. Que no se metan en tu cabeza y que los recuerdos nostálgicos, dulces y los cantos de sirena de tu cerebro te lleven a la trilogía de Nolan. Esta historia de Matt Reeves no tiene nada que ver. Tan siquiera puede parecerse a algo que hubiera dirigido Fincher (aunque muchos quieran relacionarlo), por la gran cinematografía cómica (del formato literario, no de la risa) que presenta la película. Es un gozo en un pozo. Es una locura, en términos banales, en su despliegue sonoro, fotográfico y iconoclasta. Que no te engañen. Aquí viene uno a disfrutar, a rendir cuentas con la cantidad de veces que nos han prometido un Batman a la altura y nos hemos comido la mirada triste de Ben Affleck mirando a sus demonios. Que no, hombre que no. Que Robert Pattinson es un escándalo. Y vengo a dar fe de ello.

La historia nos mete de lleno en un personaje que lleva ya 2 años en vereda. Eso le da una flexibilidad a la historia que exige compromiso al público: no puedes presentarte a la sala de cine, delante de la pantalla, sin los deberes hechos. Y en eso, Reeves, te aplaudimos desde las butacas. Basta de reboots, remakes, volver a contar lo mismo de manera diferente. Estábamos sedientos de historias alternativas, originales, de villanos a la altura de la oscuridad que requiere cualquier trama que englobe al mejor detective de la historia de los cómics. Sin acritud, este Batman me traslada a los videojuegos de Arkham, salvando las distancias de las limitaciones que te dan casi tres horas de metrajes. Paul Dano es un escándalo, Kravitz me convence hasta la saciedad (quien tiene la valentía de cuestionarla tras Halle Berry y la discreta Anne Hathaway), Turturro no hace un papel malo y Colin Farrell es una delícia.

Que no os engañen. Que este Batman es increíble. Su presencia, su porte, su cinematografía, su banda sonora, su sonido, Que no os engañen. Y que sí, que la sombra de El Caballero Oscuro es inalcanzable. Nadie supera esa historia, esa presencia, ese Heath Ledger. Esta película no lo hace. Pero es Batman en mayúsculas. Y es un placer poder haberla disfrutado en una sala de cine. Id a verla. No os decepcionará.
VictorRodrigo
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10
15 de mayo de 2018
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay muy poco talento humano capaz de crear cine, producir películas o transportar la imaginación del espectador a un sinfín de historias. Es evidente que en un mundo tan globalizado, rápido, constante y repetitivo, “cualquiera” es capaz de hacer un metraje que tenga mínimamente sentido (o incluso que carezca de él, pero sea visual) con cuatro recursos, un guión (o que lo aparente) y personas que actúen (o lo intenten). Existe demasiado cine fácil, de plástico, irrelevante a ojos de muchos espectadores. Es por todas y cada una de estas razones por las que Wes Anderson tiene un mérito increíble.

Los directores de cine capaces de marcar huella en cada una de sus películas se acaban convirtiendo en leyendas. La nueva genialidad del norteamericano sobresale gracias a un nivel de sensibilidad y detalle en cada segundo del metraje, como si de un haiku se tratase. Anderson no es que no deje absolutamente nada al azar, es que roza la perfección auudiovisual. El stop motion, técnica de animación usada y explotada por directores como Tim Burton, es la base perfecta para el conjunto de ingredientes que nos hace saborear la película: guión, estilo, personajes, trasfondo y los homenajes intrinsecos.

En un Japón futurista, los perros han sido confinados a una de las islas del archipiélago nipón, una dónde almacenan basura a toneladas. Confinados a la marginación, los caninos han dejado de ser los mejores amigos del hombre. Nadie les quiere. Les han olvidado. Contra todo pronóstico y opinión, un niño va contra el mundo establecido: quiere recuperar a su perro. Con este precedente comienza un viaje por un sinfín de matices e historias que Anderson nos va introduciendo con sátira, humor y detallados momentos que elevan este film a un Olimpo cinematográfico. El homenaje a la filmografía del histórico director Akira Kurosawa (y a la cultura japonesa) es sublime, más tratándose de una película de animación.

El mundo interior y las preocupaciones de Anderson se cuelan inteligentemente en el guión de Isla de Perros. Introduce con suma cintura problemas políticos (lucha de clases, corrupción o nacionalismos), los económicos (lobbies o capitalismo) y los sociales (racismo, xenofobia, protestas estudiantiles, maltrato animal). Pero los grandes protagonistas son, sin duda, los perros. Con un elenco envidiable, liderado por Bryan Cranston, se llega a unos niveles de proximidad con los animales como en pocos films podrá ocurrir. Buscando un mensaje empático con los desfavorecidos, Anderson juega con el lenguaje: escuchamos y entendemos a los perros, pero no comprendemos a los humanos porque hablan japonés. El inglés pero, si es traducido, como todos aquellos humanos que lo hablen.

No se trata de una película cualquiera. La isla cinematográfica de Anderson vuelve a enamorarnos otra vez, supera con creces las expectativas y roza la perfección. En momentos la alcanza con las yemas de los dedos. Me quito el sombrero.
VictorRodrigo
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8
26 de septiembre de 2021
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo del cine vive asfixiado, en un escenario global dónde todo va a contracorriente. Las películas deben tener ritmo, ser ágiles, no aburrir. La impaciencia se ha apoderado del espectador medio, que exige al cineasta como si se situara en una tribuna de un campo de futbol, con demandas vacías. Pidiendo productos complejos, pero no complicados de entender. En definitiva, un paisaje desolador para el cine cocinado a fuego luego, para las epopeyas maduradas en roble, que necesitan su tiempo, su espacio y su ritmo. Y es aquí, emergiendo entre la bruma, donde aparece Denis Villenueve y su Dune. Una hermosa sorpresa para un año cargado de incertidumbres.

La nueva adaptación de la obra de Frank Herbert -primero lo intentó el genio David Lynch, que acabó construyendo una película a medias, sin alma- suponía un reto mayúsculo para el cineasta canadiense. Pero en sus hombros ya descansan las impresionantes adaptaciones de novelas como Incendies (2010), Enemy (2013) y Arrival (2016). La crítica y el público, poco receptivos, señalaron la dificultad que suponía Dune sin recordar que Villenueve había salido airoso y magnánimo de Blade Runner 2049, un reto que aún era más difícil que el actual. En lo que nos atañe a Dune, la película es una grata sorpresa en un escenario sofocante de blockbusters insípidos y acelerados.

En una cátedra de ciencia-ficción, el canadiense consigue embellecer una trama completamente simple. La hemos visto incontables veces en el cine épico y en el género de la epopeya: las luchas medievales entre familias, el héroe indiscutible que lucha entre dos aguas, los poderes fácticos, la religión. Una decena de ingredientes que podríamos transmutar a cualquier otra historia de este calibre (El Señor de los Anillos, Star Wars, incluso Game of Thrones), pero que construyen una receta perfecta para vertebrar esta película en algo mucho más grande. La columna vertebral es simple, todos los detalles son bellos y complejos.

Cinematografia aparte, la trama sigue albergando profundos mensajes políticos. El concepto en el que se mueve Villenueve es completamente antiimperalista, en un universo situado en el año 10.091 dónde se siguen repitiendo patrones humanos de la época de los precolombinos o los egipcios y sus pirámides. Es aquí donde la trama se complica, porque Villenueve debe vascular entre lo épico de las imágenes y la necesidad de dejar claro su concepto. Que, al final, todo es un clímax latente sin ejecutar, porque todo deberá llegar en la segunda parte.

Esta es la esencia, el alma, de Dune de Villenueve. Tramposo y pillo, el espectador no sabe hasta que no se ha sentado en la butaca que el director le hará ver una primera parte de una historia mucho más descomunal que la que le han prometido. La cinematografía principal de Dune es la banda sonora y la fotografía. Son espléndidas, convierten el visionado de la película en una experiencia sensorial completamente adaptada a los sueños y fantasías del siglo XXI. No existe el tedio en esta película, y aquel que se aburra contemplando esas imágenes es que no tiene aliento artístico escondido en su caja torácica.

El reparto es impresionante, de nombre. Las únicas interpretaciones destacadas son las de Rebecca Ferguson y Timothée Chalamet, que sigue en un estado de gracia sin precedentes a su edad. Zendaya es un reclamo y una figurante -se espera mucho más de ella dado su historial, que es sobresaliente-, además de las gratas sorpresas como Javier Bardem, Jason Momoa o Oscar Isaac. Dune no es complicada, si se sabe escuchar. Dune es un espectáculo visual y sensitivo, si se quiere visualizar sin prejuicios.
VictorRodrigo
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8
28 de noviembre de 2019
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Sólo habrá hecho pedazos si lo decimos. Así funciona la monarquía. Tapamos a los agujeros". La tercera temporada de The Crown es una obra audiovisual magnífica que consolida la calidad de una de las series estrella de Netflix. Tras Dos temporadas iniciales exquisitas sobre a los orígenes del reinado de Isabel II de Reino Unido, la historia avanza hacia una nueva década, nuevos Personajes, nuevos actores y nuevos escenarios. El guió, sin embargo, sigue destilando brillo y madurez al Largo de los Episodios de la vida de la reina más famosa de la modernidad.

La tercera temporada sigue siendo un retrato poliédrico de la Familia Real británica. No destaca una intención clara de rendir homenaje a La Reina pero si señala su figura de Estado, responsable del peso de una nación sobre su espalda. Es bastante crítica con las extravagancias de la monarquía y con las hipocresías de los personajes. Representa de manera fidedigna hechos históricos y se da permiso para recrearse en aspectos de telenovela que resultan interesantes y nada carregants, un hecho a destacar en un mercado inagotable de series.

Olivia Colman sustituye Claire Foy en el papel de la Reina Isabel, una de las apuestas más revolucionarias de la producción de Netflix. Cada temporada enfoca una década de su reinado y cada dos, cambian los actores y las actrices para hacer notorio el paso del tiempo. Este intercambio transgrede de manera elegante, sutil, casi pasando desapercibido. La calidad de los intérpretes británicos vuelve a ser mayúscula, pero dos mujeres destacan por encima del resto de mortales: Colman, en un estado de gracia continuo, y Helena Bonham-Carter, quien entra en el reparto para encarnar la hermana Margarita y termina estableciendo un combate interpretativo de nivel cósmico con la Reina.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
VictorRodrigo
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