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Críticas ordenadas por utilidad
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6,3
6.897
6
20 de junio de 2007
20 de junio de 2007
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Félix Viscarret da el salto del cortometraje a la pantalla grande con un interesante trabajo, con estilo propio, fresco, pero que adolece de eso mismo, de “arrastrar” un formato propio de los cortos, abusando de secuencias de planos sincopados que le restan fuerza dramática a los momentos más graves del film.
Por otro lado, parece que Viscarret no termina de empatizar con los personajes de la novela de Fernando Aramburu, quizás porque aquél procede de cunas más altas, o bien porque el trabajo le vino como encargo del mismísimo Trueba, petición a la que es difícil negarse. Hay que recordar que Viscarret tenía otro proyecto distinto para su primer largometraje, pero por caprichos del destino acabó rodando esta película.
No parece pues que este sea el terreno del director, y quizás esa sea la razón de que no se reflejen de un modo claro las motivaciones de sus personajes; en concreto la relación paterno-filial, que se forja de un modo subliminal, sin quedar clara la razón de por qué la niña siente esa admiración y simpatía por el pelanas maloliente que no deja de llamarla “puerquita”. El vínculo que une a ambos ha de imaginárselo el espectador, habiendo de suponer éste que se trata de la historia del reencuentro de dos almas gemelas. Pero lo único que se plasma de una manera clara en el film para llegar a esa suposición es la afición de ambos por el tabaco, no existiendo muchas más premisas en el desarrollo de la trama que evidencien tal conclusión.
El hermano del protagonista, sensible, débil y de buen corazón, juega también un papel fundamental en la historia, pero Viscarret ha optado por caracterizarlo en exceso, confiriéndole un perfil que raya lo caricaturesco, haciendo de ese modo muy previsibles sus actuaciones.
Hay que señalar que la película contiene unas imágenes bellísimas de la Navarra más rural, desprendiendo cada plano olor a humedad y a naturaleza, a teja y a adoquín. No obstante, se echa en falta que los protagonistas tengan un acento navarro más elaborado y que utilicen un vocabulario más propio del lugar donde se desarrollan los hechos (creo que nadie de Estella diría “mala folla”, expresión que se repite hasta la saciedad) siendo los personajes secundarios los que aparentan ser más autóctonos.
La singular banda sonora ha sido muy bien elegida. Los sonidos metálicos y chatarreros van muy acorde con la personalidad de los protagonistas.
En conclusión, una interesante carta de presentación de Félix Viscarret, que si bien podría haber sido explotada con mayor acierto, no deja de ser un buen ejercicio digno de merecer un seguimiento en futuras obras.
Por otro lado, parece que Viscarret no termina de empatizar con los personajes de la novela de Fernando Aramburu, quizás porque aquél procede de cunas más altas, o bien porque el trabajo le vino como encargo del mismísimo Trueba, petición a la que es difícil negarse. Hay que recordar que Viscarret tenía otro proyecto distinto para su primer largometraje, pero por caprichos del destino acabó rodando esta película.
No parece pues que este sea el terreno del director, y quizás esa sea la razón de que no se reflejen de un modo claro las motivaciones de sus personajes; en concreto la relación paterno-filial, que se forja de un modo subliminal, sin quedar clara la razón de por qué la niña siente esa admiración y simpatía por el pelanas maloliente que no deja de llamarla “puerquita”. El vínculo que une a ambos ha de imaginárselo el espectador, habiendo de suponer éste que se trata de la historia del reencuentro de dos almas gemelas. Pero lo único que se plasma de una manera clara en el film para llegar a esa suposición es la afición de ambos por el tabaco, no existiendo muchas más premisas en el desarrollo de la trama que evidencien tal conclusión.
El hermano del protagonista, sensible, débil y de buen corazón, juega también un papel fundamental en la historia, pero Viscarret ha optado por caracterizarlo en exceso, confiriéndole un perfil que raya lo caricaturesco, haciendo de ese modo muy previsibles sus actuaciones.
Hay que señalar que la película contiene unas imágenes bellísimas de la Navarra más rural, desprendiendo cada plano olor a humedad y a naturaleza, a teja y a adoquín. No obstante, se echa en falta que los protagonistas tengan un acento navarro más elaborado y que utilicen un vocabulario más propio del lugar donde se desarrollan los hechos (creo que nadie de Estella diría “mala folla”, expresión que se repite hasta la saciedad) siendo los personajes secundarios los que aparentan ser más autóctonos.
La singular banda sonora ha sido muy bien elegida. Los sonidos metálicos y chatarreros van muy acorde con la personalidad de los protagonistas.
En conclusión, una interesante carta de presentación de Félix Viscarret, que si bien podría haber sido explotada con mayor acierto, no deja de ser un buen ejercicio digno de merecer un seguimiento en futuras obras.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
(-) Viscarret parece tener una obsesión con la gente orinando. Dos secuencias seguidas; el primero el de la novia del protagonista, que hasta se muestra limpiándose en la taza de water. Más tarde, cuando el prota llega al pueblo, lo primero que hace es echar una buena meada.
(-) La película parece materializar el dicho de "El muerto al hoyo y el vivo al bollo". Con el cadáver de su hermano aún caliente en la tumba, el protagonista se va con la novia de su hermano más feliz que unas pascuas.
(-) La película parece materializar el dicho de "El muerto al hoyo y el vivo al bollo". Con el cadáver de su hermano aún caliente en la tumba, el protagonista se va con la novia de su hermano más feliz que unas pascuas.

6,7
3.418
7
30 de mayo de 2007
30 de mayo de 2007
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque el tema de la drogadicción haya sido tratado en infinidad de películas, Candy, basada en la genial novela de Luke Davies, muestra con realismo el descenso a los fosos más oscuros del alma humana, trayecto que no permite llevar lastres como el amor propio y donde el futuro no va mucho más allá de donde termina el presente.
La pareja protagonista de Candy, dos jóvenes perdedores estupendamente interpretados por Heath Ledger y Abbie Cornish, vive encerrada en una espiral angustiosa, donde la insidiosa heroína, omnipresente en cada momento del film, va quebrantando poco a poco el amor que ambos se profesan.
La película Candy no es pretenciosa, no quiere dar lecciones a nadie, sólo muestra con crudeza la realidad que pueden estar viviendo hoy miles de jóvenes. Aunque el comienzo no sea el mejor para despertar el interés del espectador, a medida que avanza el metraje la empatía por los personajes crece, llegando a un final que difícilmente te dejará indiferente.
La pareja protagonista de Candy, dos jóvenes perdedores estupendamente interpretados por Heath Ledger y Abbie Cornish, vive encerrada en una espiral angustiosa, donde la insidiosa heroína, omnipresente en cada momento del film, va quebrantando poco a poco el amor que ambos se profesan.
La película Candy no es pretenciosa, no quiere dar lecciones a nadie, sólo muestra con crudeza la realidad que pueden estar viviendo hoy miles de jóvenes. Aunque el comienzo no sea el mejor para despertar el interés del espectador, a medida que avanza el metraje la empatía por los personajes crece, llegando a un final que difícilmente te dejará indiferente.

6,0
58.253
6
1 de mayo de 2009
1 de mayo de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película arranca atropelladamente. No se detiene apenas en mostrarnos cómo fue la infancia del niño mutante al que le nacía de dentro esa furia asesina (algo que, evidentemente, habría dado mucho juego). Tampoco nos servirá el comienzo para comprender la relación antagónica entre ambos hermanos.
En cuanto al casting, hay que señalar que la elección de Liev Schreiber para interpretar al hermano de Lobezno no ha sido muy acertada. Sus facciones redondeadas y esa mirada eternamente ausente conforman un aspecto que es difícil encuadrarlo como el de un villano, por muchas atrocidades que su personaje pueda llegar a cometer a lo largo del film.
Por otro lado, la historia de amor, a la que se pretende dar una importancia clave en el argumento, no está lo suficientemente elaborada como para alcanzar tal magnitud. El enamoramiento de Lobezno pasa tan rápido ante nuestros ojos como el centelleo de sus garras retráctiles. Ello impide que podamos involucrarnos en uno de los giros más importantes de la trama.
Por lo demás, la película es lo suficientemente amena como para que sea degustada placenteramente por los amantes de la saga, quienes, con toda seguridad, no saldrán defraudados de la sala de cine. Un sencillo planteamiento del argumento que rezuma abundante acción, un desbordante Hugh Jackman en el que posiblemente sea el papel de su vida, y una fotografía realmente buena son los puntos fuertes de esta entretenida película que a más de uno dejará con ganas de más.
En cuanto al casting, hay que señalar que la elección de Liev Schreiber para interpretar al hermano de Lobezno no ha sido muy acertada. Sus facciones redondeadas y esa mirada eternamente ausente conforman un aspecto que es difícil encuadrarlo como el de un villano, por muchas atrocidades que su personaje pueda llegar a cometer a lo largo del film.
Por otro lado, la historia de amor, a la que se pretende dar una importancia clave en el argumento, no está lo suficientemente elaborada como para alcanzar tal magnitud. El enamoramiento de Lobezno pasa tan rápido ante nuestros ojos como el centelleo de sus garras retráctiles. Ello impide que podamos involucrarnos en uno de los giros más importantes de la trama.
Por lo demás, la película es lo suficientemente amena como para que sea degustada placenteramente por los amantes de la saga, quienes, con toda seguridad, no saldrán defraudados de la sala de cine. Un sencillo planteamiento del argumento que rezuma abundante acción, un desbordante Hugh Jackman en el que posiblemente sea el papel de su vida, y una fotografía realmente buena son los puntos fuertes de esta entretenida película que a más de uno dejará con ganas de más.
6
11 de junio de 2015
11 de junio de 2015
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es una buena serie.
Empiezo esta crítica con una aseveración para mí imprescindible, con el obtejivo de dejar clara la impresión general que me ha provocado esta agotadora e interminable serie danesa. Me sorprende la alta nota obtenida en filmaffinity, aunque sé que viene siendo tradición en esta página la de sobrevalorar en ocasiones series que merecen notas mediocres, porque está muy de moda eso de decir que estamos en la "década dorada de las series", porque has invertido horas en ver un bodrio y necesitas justificarte, o porque sacar como tema de conversación con los amiguetes a "Los soprano" o "Breaking Bad" ya no sorprende a nadie. Así que nos ponemos a ver una serie made in Denmark, con todo lo que ello implica, para ampliar horizontes y eso.
El estilo absolutamente aséptico de la serie va acorde con la nacionalidad de sus protagonistas y de ello te percatas desde el primer episodio. No transmite sentimientos, es fría como un témpano de hielo, formando los momentos dramáticos un espectáculo nada digerible por lo poco convincentes que resultan. No hay emoción, ni vibrarás en tu sofá por las imágenes que se suceden en la pantalla con parsimonia y una total carencia de energía. La prota parece que es la única que tiene sangre corriendo por sus venas, pero nunca llegarás a empatizar con ella. Su vida personal poco te importará, al igual que la del resto de personajes, porque aquí de lo que se trata es de descubrir al asesino y de evitar caer en las trampas que los guionistas tienen preparadas para lograr hacer de este gris entuerto un apetecible entretenimiento.
Los personajes forman una pandilla de lacónicos antipáticos que no harán méritos por caerte bien. Si se muriese alguno poco te importaría; son todos piezas inermes de una partida de ajedrez que busca dar jaque a un asesino escurridizo, movidas por unos guionistas preocupados más por crear el despiste que por dar a conocer las motivaciones e inquietudes de cada persona.
La mayor virtud de la serie reside precisamente en su trama, meticulosamente narrada, en la que te sumergirás con gusto deseando conocer y descubrir lo que se esconde detrás del crimen. Sin embargo, quedarán muchos cabos sueltos y poco creíbles momentos como fruto del afán de los creadores de la serie por sorprender.
Así que antes de invertir más de 800 minutos en ver esta serie, piénsatelo mucho. La vida es corta y esa inversión la puedes dedicar a espectáculos más cortos y mucho más placenteros. ¿Has visto la cantidad de buenas pelis que te quedan por descubrir? Yo lo tengo claro.
Empiezo esta crítica con una aseveración para mí imprescindible, con el obtejivo de dejar clara la impresión general que me ha provocado esta agotadora e interminable serie danesa. Me sorprende la alta nota obtenida en filmaffinity, aunque sé que viene siendo tradición en esta página la de sobrevalorar en ocasiones series que merecen notas mediocres, porque está muy de moda eso de decir que estamos en la "década dorada de las series", porque has invertido horas en ver un bodrio y necesitas justificarte, o porque sacar como tema de conversación con los amiguetes a "Los soprano" o "Breaking Bad" ya no sorprende a nadie. Así que nos ponemos a ver una serie made in Denmark, con todo lo que ello implica, para ampliar horizontes y eso.
El estilo absolutamente aséptico de la serie va acorde con la nacionalidad de sus protagonistas y de ello te percatas desde el primer episodio. No transmite sentimientos, es fría como un témpano de hielo, formando los momentos dramáticos un espectáculo nada digerible por lo poco convincentes que resultan. No hay emoción, ni vibrarás en tu sofá por las imágenes que se suceden en la pantalla con parsimonia y una total carencia de energía. La prota parece que es la única que tiene sangre corriendo por sus venas, pero nunca llegarás a empatizar con ella. Su vida personal poco te importará, al igual que la del resto de personajes, porque aquí de lo que se trata es de descubrir al asesino y de evitar caer en las trampas que los guionistas tienen preparadas para lograr hacer de este gris entuerto un apetecible entretenimiento.
Los personajes forman una pandilla de lacónicos antipáticos que no harán méritos por caerte bien. Si se muriese alguno poco te importaría; son todos piezas inermes de una partida de ajedrez que busca dar jaque a un asesino escurridizo, movidas por unos guionistas preocupados más por crear el despiste que por dar a conocer las motivaciones e inquietudes de cada persona.
La mayor virtud de la serie reside precisamente en su trama, meticulosamente narrada, en la que te sumergirás con gusto deseando conocer y descubrir lo que se esconde detrás del crimen. Sin embargo, quedarán muchos cabos sueltos y poco creíbles momentos como fruto del afán de los creadores de la serie por sorprender.
Así que antes de invertir más de 800 minutos en ver esta serie, piénsatelo mucho. La vida es corta y esa inversión la puedes dedicar a espectáculos más cortos y mucho más placenteros. ¿Has visto la cantidad de buenas pelis que te quedan por descubrir? Yo lo tengo claro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No quiero alardear, pero ya que otros lo han hecho, diré que tardé dos episodios en descubrir al asesino. Previsible.

5,8
10.661
4
12 de enero de 2008
12 de enero de 2008
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vale, seamos francos. Cuando vamos a ver una peli de este tipo, lo que buscamos es liberar nuestras neuronas, darnos un descanso, dejarnos llevar por el macabro espectáculo y no pensar mucho. Pero... ¿tan poco?
A Rob Zombie se le olvida que el público deseoso de ver sangre a raudales también tiene sus inquietudes; es decir, no somos una enfervorecida masa que lo único que busca es el chorretón puro y duro. También nos hacemos preguntas. No me refiero a devaneos filosóficos o existenciales, sino que nos puede parecer raro que un hombre sobreviva a una docena de disparos, o que se llegue a la pista de un bebé tan fácilmente décadas después, o que un gigantón recién fugado de la cárcel pase desapercibido en un barrio bienavenido. No nos tragamos todo lo que nos echan.
Un guión incongruente por naturaleza no ayuda mucho para disfrutar de una película, pero bueno... es terror. Tampoco los actores ponen mucho de su parte. Está bien, al género se le permite alguna licencia. Queremos estar encogidos en la butaca y podemos pasar por alto impurezas formales de este estilo. Con tal de que se carguen a alguien de vez en cuando podemos sonreír tranquilos con la convicción de que hemos amortizado el dinero de la entrada.
Pero es que cuando (¡por fin!) vamos a visionar el espectáculo carnicero, la cámara parece poseerse por el baile de San Vito, y nos tortura con una secuencia cargada de planos agitados e inestables que temblequean sin parar. Consecuencia: nos quedamos como pasmarotes mirando la pantalla intentando descifrar lo que acabamos de ver (¿era una oreja? ah... no, no... la nariz). Y a veces, ni eso.
La película se salva por el comienzo, bastante original y que nos obliga a permanecer atentos sobre los progresos del aparente tierno protagonista. De ahí mi cuatro.
Sólo apta para los muy poco exigentes.
A Rob Zombie se le olvida que el público deseoso de ver sangre a raudales también tiene sus inquietudes; es decir, no somos una enfervorecida masa que lo único que busca es el chorretón puro y duro. También nos hacemos preguntas. No me refiero a devaneos filosóficos o existenciales, sino que nos puede parecer raro que un hombre sobreviva a una docena de disparos, o que se llegue a la pista de un bebé tan fácilmente décadas después, o que un gigantón recién fugado de la cárcel pase desapercibido en un barrio bienavenido. No nos tragamos todo lo que nos echan.
Un guión incongruente por naturaleza no ayuda mucho para disfrutar de una película, pero bueno... es terror. Tampoco los actores ponen mucho de su parte. Está bien, al género se le permite alguna licencia. Queremos estar encogidos en la butaca y podemos pasar por alto impurezas formales de este estilo. Con tal de que se carguen a alguien de vez en cuando podemos sonreír tranquilos con la convicción de que hemos amortizado el dinero de la entrada.
Pero es que cuando (¡por fin!) vamos a visionar el espectáculo carnicero, la cámara parece poseerse por el baile de San Vito, y nos tortura con una secuencia cargada de planos agitados e inestables que temblequean sin parar. Consecuencia: nos quedamos como pasmarotes mirando la pantalla intentando descifrar lo que acabamos de ver (¿era una oreja? ah... no, no... la nariz). Y a veces, ni eso.
La película se salva por el comienzo, bastante original y que nos obliga a permanecer atentos sobre los progresos del aparente tierno protagonista. De ahí mi cuatro.
Sólo apta para los muy poco exigentes.
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