Un instinto fundamental de los animales es la necesidad de crear una descendencia para perpetuar la especie. Esta miniserie de la BBC se centra en las estrategias destinadas a encontrar una pareja y tener crías.

En muchas especies, la idea general es que los individuos más fuertes transmitan su material genético de manera predominante, y para seleccionarlos, hay todo tipo de luchas entre los machos que pretenden tener un harén. El boxeo de los canguros, las violentas patadas de los avestruces, o los mordiscos de los mandriles, pueden acabar con algún aspirante muerto. Aunque también hay trucos sorprendentes en la naturaleza para evitar todo esto.

El éxito en el juego del amor también puede acarrear la muerte. Como se puede ver en un caso de la sabana africana, el agotamiento del gran vencedor le hace ser una víctima fácil para los depredadores. Otras veces, tras lograrse el gran objetivo, viene la inmolación, como en el caso de los salmones.

A lo largo del documental, hay imágenes bellísimas, como el baile del zampullín, y elaboradas estrategias de cortejo. Pero si en algo destaca este documental es por la abundancia de secuencias que se salen de lo común.

Se trata de una de las historias más tristes de la Inglaterra del siglo XVI.

El hijo varón de Enrique VIII, de 15 años, era un chico enfermizo y el presidente del Consejo de Regencia, John Dudley, presintiendo el fatal desenlace, empezó a mover sus piezas para apropiarse del trono a través de su hijo de 18 años, Guilford. Su idea era casarlo con Jane Grey, de 16 años, bisnieta de Enrique VII de Inglaterra.

Para lograr su propósito, la madre de la joven, Lady Frances, debía ceder sus derechos, y por encima de todo, se debían considerar ilegítimas a las hijas de Enrique VIII, María e Isabel. A la madre de la primera la había repudiado y a la madre de la segunda la había ejecutado.

John Wood, en el papel del ambicioso John Dudley, está soberbio y es una de las bazas de la película. También hace un papel maravilloso Helena Bonham Carter en el papel protagonista. Su rostro parece de esa época y desde que vi la película no puedo separar su imagen del personaje histórico al que interpreta: un cría inocente, estudiosa, tímida y con fuertes convicciones religiosas.

Cary Elwes en el papel de Guilford no tiene una labor tan destacada, pero en aquella época, “le dolía la cara de ser tan guapo”

El vestuario y los interiores son magníficos y el guion sigue con rigor los hechos históricos. En fin, cine británico del bueno. Para disfrutar de buenas interpretaciones, una emotiva historia de amor y las conspiraciones de la Torre de Londres, el lugar del mundo que encierra más fantasmas entre sus muros.

En 1938 Hitchcock dirigía “Alarma en el expreso”, en mi opinión la película más brillante de su etapa inglesa. En ella, una anciana desaparecía en un tren y la protagonista se desesperaba al comprobar que ninguno de los pasajeros parecía recordarla.

El esquema es similar aquí. La joven Victoria Barton llega a París en compañía de su hermano Johnny, en vísperas de la inauguración de la Exposición Universal de 1889. A la mañana siguiente, Vicky no encuentra a su hermano en el hotel donde se alojaron. No solo ha desaparecido él, también la habitación en la que pasó la noche. Los responsables del hotel aseguran que llegó sola y la joven no consigue convencer a la policía de lo contrario.

Curiosamente sería Hitchcock quien adaptaría de nuevo esta historia parisina en su serie de televisión “Hitchcock presenta”, con el protagonismo de su propia hija.

En todo caso, es mejor no saber nada de leyendas urbanas o de hechos reales en los que se basa y sumergirse en un agradable misterio. La película juega muy bien al despiste y es fácil caer en algunas de sus pistas falsas.
Está muy bien realizada y aprovecha de maravilla un metraje de solo 86 minutos.

Cuenta también con buenos personajes. Además de una encantadora Jean Simmons, que transmite primero ilusión y después angustia, tenemos al buenazo de David Tomlinson, conocido sobre todo por “Mary Poppins” y “La bruja novata”, que, aunque fatigado por el viaje, no puede negarse a los ruegos de su hermana pequeña, cuando quiere visitar de noche la ciudad. Hay también un apuesto caballero, interpretado por Dirk Bogarde, los siniestros dueños del hotel (¿qué demonios están ocultando?), una joven espoleada por su madre a seducir a un galán y una sirvienta que se convertirá en estrella de uno de los números de la Exposición, el vuelo en globo.

Este viaje por el salvaje Oeste tiene de todo:

- Escenarios bien conocidos por los aficionados al western, como el “Valle de la muerte” o el desierto de Sonora.

- Vistas aéreas impresionantes como la del Gran Cañón, la Falla de San Andrés o las cascadas de Yosemite.

- Fauna emblemática de la región, como el oso Grizzly, la cabra de las Montañas Rocosas, el monstruo de Gila, el bisonte o el coyote.

- Curiosidades faunísticas poco conocidas como la lagartija manchada de la isla Coloradito o la salamandra trepadora que habita los bosques de sequoias.

- Arboles únicos en el mundo como las sequoias gigantes o los pinos milenarios de Sierra Nevada.

- Rastros de civilizaciones indígenas y poblados abandonados que surgieron de la lejana fiebre del oro.

- Historias humanas curiosas, como ese lugar turístico que desapareció en el Mar de Salton.

Y 5 sorpresas que destaco en el spoiler:

Es complicado abarcar en tres horas una descripción geográfica y naturalista de un país tan variado y extenso como México. Sus tres horas de duración se muestran siempre interesantes, pero insuficientes, en especial a la hora de hablar de su rica fauna y de captar imágenes de sus especies más sobresalientes. Muchas son presentadas en unos escasos fotogramas.

En cuanto a las actividades humanas, era parada obligada “el día de los muertos”, una tradición conocida en todo el mundo y aún más popularizada por la película de Disney “Coco”. Sin embargo, me ha llamado más la atención, por lo novedoso, la carrera de las niñas en las Barrancas del Cobre, con sus vestidos de colores representando a un equipo.

El primer episodio está dedicado a las regiones montañosas, y el tercero a las regiones áridas del norte, cuyo lugar más emblemático es el desierto de Sonora y sus grandes cactus. Las imágenes aéreas, como es habitual, son impresionantes, por ejemplo, sobrevolando el Popocatépetl o la sierra del Pinacate.

El segundo episodio, el dedicado a la selva del Yucatán, es el más interesante. En la misma jungla donde habita el jaguar, el cocodrilo de Morelet o el mono aullador, sorprende la existencia de numerosos hundimientos en el terreno kárstico, inundados por el agua, los cenotes. Interconectados entre sí, constituyen un río subterráneo misterioso e inexplorado. Tan misterioso como las ruinas de la civilización maya que salpican la selva o esa enorme cueva de donde surgen millones de murciélagos.

Un documental recomendable pero superficial. No estaría mal una ampliación de cada uno de sus apartados.