Haz click aquí para copiar la URL
You must be a loged user to know your affinity with Chris Jiménez
Críticas 2.371
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
24 de mayo de 2020 0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es el lugar donde las almas de los ancestros se estrechan con las de los vivos en un vínculo místico, donde todo rastro de civilización es eliminado, donde el espíritu de la tradición emerge de la tierra y la piedra para instalarse en el cuerpo.
Allí se reúne un pueblo, un pasado, una sangre, una cultura, de guerreros.

Puede que una de las etnias aborígenes que menos haya destacado en el panorama cinematográfico haya sido la de los maoríes (por lo menos en comparación con la nativa americana, para todos ya muy familiar), ese peculiar pueblo de cultura guerrera y costumbres caníbales que desde el Este de la Polinesia emigró hacia las tierras de Nueva Zelanda alrededor del siglo XIV a.C. y que, como todas las tribus nativas, sufrió la terrible invasión de los colonos europeos, quienes los "civilizaron" y los adaptaron a sus costumbres, surgiendo así los pākehā (mestizos neozelandeses-europeos).
El autor de orígenes maoríes Alan Duff se convertiría en uno de los más importantes del país (junto con Witi Ihimaera) y de la tradición cuando su novela casi autobiográfica "Once Were Warriors" se publicara en 1.990, logrando el éxito de inmediato, en la cual reflejaba con un gran sentido de la honestidad y crudeza sucesos que marcaron su infancia y su vida. La obra sería adaptada poco después por Riwia Brown, también de ascendencia maorí, en cuyo guión, se invertía (¿por motivos cinematográficos?) la realidad del pasado familiar de Duff: mientras la madre maorí de aquél era alcohólica y abusiva, como algunos de sus familiares, su padre, de tradición pākehā, era respetuoso y educado.

Este guión llegaría entonces a las manos de Lee Tamahori (también de origen pākehā), un veterano asistente de dirección que había realizado sobre todo anuncios y series televisivas encaminado a dar el salto con éste, su magistral debut para el cine, el cual arranca de una manera mordaz, con el plano general de un bonito paisaje desértico. Esto no es más que un puro espejismo y la intención del director es clara, pues la cámara se mantenía sobre una valla publicitaria para luego bajar, situarse a ras de suelo y así captar la realidad; lo que vemos es una sociedad de colonos y nativos dividida desde el principio (literalmente, por una verja), con la autopista y los coches circulando a un lado representando la sociedad moderna, limpia y civilizada.
Al otro se erige el mundo de los pobres, los desplazados, los olvidados, en definitiva las tribus oprimidas; esta sociedad será escudriñada hasta en las mismísimas entrañas por la cámara de Tamahori y en ella residen los protagonistas, la familia Heke, cuyos padres son Beth y Jake. La primera una mujer fuerte, de carácter, descendiente orgullosa de los maoríes, para la que no existe nada más que sus cinco hijos (seis en la novela) y resignada al explosivo temperamento, al alcoholismo y a la irresponsabilidad de Jake, apodado "El Músculos", cuyos orígenes pertenecen a la tradición neozelandesa esclava. Dos familias enfrentadas por naturaleza, una bomba humana imposible de desactivar.

Además de en los padres nos centraremos en los tres hijos mayores de la familia: Nig, Mark (reflejo de Duff) y Grace, los tres recurriendo a diferentes formas de vida como evasión al resquebrajamiento familiar y a los abusos paternales de los que son testigos mudos (todo ello supervisado por la mirada melancólica y a menudo insoportablemente indiferente de Beth). Con el primero conocemos otro tipo de tribus, que a su modo imitan a las tradicionales; son las de la calle, familias improvisadas de jóvenes que han sido abandonados a su suerte y quienes no conocen otro mundo salvo el que rige la ley del más fuerte, la ley de la fuerza, del coraje, de la sangre.
Mark también se ha lanzado a la calle, pero practicando la delincuencia. Grace, por su parte, se refugia en la imaginación, en sus cuentos, la ventana hacia un universo de ilusiones y esperanza donde no existe la violencia, siendo ella el único atisbo de pureza que reside en su destrozado hogar; ambos protagonizan los dos puntos de inflexión de la trama. Ante el descontrol familiar, subyugado al alcohol, el odio y el maltrato (quedando esto patente en una secuencia tremendamente cruda e indigesta, y no así inolvidable, en la que Beth es víctima de la furia de Jake), Mark será recluido en un reformatorio; situación en principio triste pero provechosa para él, pues poco a poco conectará con sus raíces y la olvidada tradición maorí.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Hoy "Guerreros de Antaño" permanece como uno de los más impresionantes e importantes (en especial para la comunidad nativa maorí) debuts de la Historia del cine, obra de un director que jamás volvería a superarse tras su marcha a EE.UU., y que llegaría a manchar su reputación con mediocridades del calibre de "Next", la segunda entrega de "XXX" o la "bondiana" "Muere otro Día" (...además de con el vergonzosos escándalo que protagonizaría en 2.016).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Por el contrario no habrá salida ni la más mínima oportunidad de salvación para Grace, quien se convierte en otra víctima del entorno salvaje, hostil y corrupto en el cual se ha transformado su hogar por culpa de su padre; víctima de violación.
Dos caminos se perfilan para el destino de los Heke (de redención y dignificación por parte de Mark, de sometimiento a la oscuridad y pérdida del alma por parte de la chica), dos caminos que confluirán en ese lugar sagrado de la tradición maorí donde los espíritus de los muertos y los vivos forman un vínculo sagrado y donde las almas corruptas de los desertores (Beth) vuelven para expiar sus culpas y retornar a sus orígenes.

Este lugar sagrado es el marae, y las tribus que allí se reúnen poco o nada tienen que ver con las tribus falsas formadas en la sociedad exterior. Beth, rechazando sus orígenes y separada de ellos por culpa de Jake, se visto obligada a regresar, y ha sido necesaria la muerte de una hija para reunir a la familia; como los niños, el espectador no puede sino observar impotente el grado de descomposición al que se precipitan los Heke, provocándose más fisuras en su ya rota estructura familiar, las cuales sólo podrán ser curadas con los parches de la tradición y la asunción de las costumbres ancestrales.
Tamahori y la guionista Brown son fieles al espíritu de la obra original, y el primero se esmera en sumergir a su público en los pliegues viscosos de una atmósfera desasosegante, opresiva, viciada con el olor y el sabor del alcohol, el sexo, el humo, la suciedad y el barro y en constante supuración de chorros de sudor y sangre, expresado en la imagen con gran vigorosidad gracias a la puesta en escena, la terrosa y áspera fotografía de Stuart Dryburgh y la música de Murray Grindlay y Murray McNabb. Lo que desea el director es hacernos formar parte de esa sociedad decadente, violenta, embrutecida y desoladora, enroscándonos en ella sin posibilidad de huir. Y lo consigue con creces.

Entre tanto, uno no puede más que aplaudir la arrolladora veracidad de las interpretaciones de Rena Owen y Temuera Morrison (puesto en difícil situación al despreciar a la tribu maorí en el film cuando en realidad es descendiente de éstos), dos grandes actores de fuerte presencia que enfrentarán continuamente su carisma. Junto a ellos cabe destacar a los jóvenes Taungaroa Emile, Shannon Williams y Mamaengaroa Kerr-Bell, quien brinda una actuación descorazonadora y protagonizará uno de los momentos más dolorosos e implacables de la película.
Tamahori superó la difícil prueba del realizador novel y con una extrema pericia y pulso narrativo facturó uno de los más poderosos dramas que se recuerdan, abrumador, visceral y feroz, y ante todo rebosante de honestidad. Su paso por los cines nacionales fue tan bien acogido que logró convertirse en la película más taquillera del país, ganando poco después el éxito en el extranjero gracias a los numerosos festivales internacionales en los que fue ampliamente elogiada.
23 de julio de 2018 0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los sueños. Extrañas quimeras surgidas de lo más profundo de nuestra mente y pulsiones, de la manera más aleatoria, quizá unidos por una fuerte conexión con la realidad, ¿quién sabe? Muchísimo se ha teorizado sobre ellos y nada está claro todavía.
Luis Buñuel afirmaba dormir con un cuaderno sobre su mesilla para apuntar, recién despierto, lo que su subconsciente había estado maquinando durante la noche.

Y es que a veces lo real es insoportablemente plano y uno tiene que deslizarse al mundo de los sueños para dar sentido a sus peripecias diurnas, de ahí precisamente surgiría las ideas para conformar la que sería la primera gran obra del surrealismo. Nacido en un pequeño pueblo de la provincia de Teruel, Luis Buñuel Portolés se mudó a tierras francesas cuando contaba 25 años, mostrando gran interés en el cine y el teatro, lo que le valió para conocer a influyentes personalidades del mundo del arte y así poder ingresar en una escuela privada regida por Jean Epstein.
Éste, que pertenecía a un grupo de realizadores vanguardistas llamado Escuela Impresionista, quienes intentaban hacer un cine intelectualizado para minorías, era uno de los más reconocidos e innovadores en la época, y acabaría fichando a Buñuel como asistente de dirección. Entonces se dio su encuentro con el artista Salvador Dalí; mientras uno había soñado con una mano llena de hormigas, el otro soñó con un ojo siendo cortado por la mitad, y a partir de ahí empezaría a fraguarse un curioso guión, que durante una maduración de seis días se convertiría en cortometraje, sólo siguiendo una norma: que no hubiera en él ni rastro de explicación racional.

El crepúsculo de la lógica, el arrobamiento ante la catarsis y el asombro, escapando de esa falsa verdad que nos acorrala día a día, entre paredes de hormigón, discos disonantes y cuerpos clónicos, cortesía de la distopía capitalista; en la desestructuración formal y la plasticidad poética encontramos ese vampirismo inconexo y genuino que nos transporta a un registro sensible totalmente inédito, ajeno a cualquier alienación exterior, demostrando que, en lo nunca atisbado está todo instante perfecto. Ese paréntesis con la realidad, esa brecha en el camino de la disfunción cerebral, encuentra su retrato en "Un Perro Andaluz".
Filmada en poco más de una semana con un muy limitado presupuesto, Buñuel y Dalí recrearon con imágenes en movimiento la obtusa mecánica que domina en los sueños, que trastoca cualquier intento de razonamiento y orden; la "narración" salta del "érase una vez..." a "ocho años después" y luego a "dieciséis años antes", los pianos con animales muertos encima aparecen de repente, los protagonistas se mueven por el espacio sin preocuparse de lo que les rodea, sólo de los impulsos y sensaciones que perciben.

Usando una crítica violencia, un humor negro realzado por lo siniestro de algunas imágenes y el uso de la música, un ataque más que literal a la iglesia y a sus estrictas enseñanzas (el director recibió una educación jesuita que le dejó huella), algunas referencias a escritores o artistas y una supuesta conexión con el psicoanálisis y las teorías "freudianas", el carnaval de sombras y luces, figuras grotescas y situaciones absurdas propuestas por Buñuel y Dalí desobedece cualquier norma dejando indefenso a ese espectador que busca a cualquier precio descifrar o interpretar a través de un discurso o un conocimiento "Un Perro Andaluz", abismo onírico capaz de acoger toda suerte de significados y que sólo rinde cuentas a sí mismo.
Aparte de unas imágenes que se inyectan directamente en nuestras retinas, no hay que olvidarse de las memorables actuaciones de Simone Mareuil, Pierre Batcheff (quienes cometieron suicidio en años posteriores), Fano Messan y de los mismos Dalí y Buñuel, este último apareciendo justo al principio, sujetando la navaja en ese prólogo que permanece como una de las escenas más impactantes de la Historia del cine.

El cortometraje, rodado por el sr. Buñuel como ataque a los burgueses intelectuales del momento y su arte "avant-garde", fue, paradójicamente, alabado y encumbrado por ese mismo grupo de gente.
El director y Dalí fueron introducidos por el poeta André Breton en las filas de los artistas del surrealismo más selectos, así como "Un Perro Andaluz" permanece entre las obras cinematográficas más fascinantes y sorprendentes jamás rodadas.
3 de mayo de 2018 0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, sólo un poco más, porque por lo visto esta segunda parte de la "Ju-on" con la que Shimizu empezó la leyenda de Kayako podría haberse realizado junto con la anterior y haber quedado en un sólo film de 111 minutos.
...pero esa no fue la intención de Toei Video.

"Ju-on 2" básicamente continúa con los hechos que se quedaron a medio en la primera parte, cuando veíamos como Tatsuya, haciendo caso omiso de su hermana Kyoko, vendía la casa encantada de Nerima a otros pobres inquilinos desdichados, de los cuales no era difícil adivinar que iban a acabar convirtiéndose en víctimas de la maldición. Ahora seguimos a la susodicha Kyoko, que se empeñará en investigar los brutales asesinatos cometidos tiempo atrás por Takeo Saeki siendo afectada por el rencor de Kayako y Toshio, al igual que su sobrino Nobuyuki.
Asimismo, los nuevos inquilinos de la casa, Hiroshi Kitada y su esposa Yoshimi, también estarán malditos, siendo esta última poseída por Kayako. Mientras el alma de Kyoko va sucumbiendo a la maldición y su hermano Tatsuya intenta averiguar algo por su cuenta en el nuevo hogar de los Kitada, sin mucho éxito, a los compañeros del detective Yoshikawa les esperará un final no muy distinto del resto de personajes.

Proseguimos con la ya clásica tanda de seis historias; ahora Kayako, Kyoko, Tatsuya, Kamio, Nobuyuki y Saori serán los protagonistas. Sin embargo, hay bastante trampa en esta "secuela" de "Ju-on", ya que más de la primera media hora se corresponde exactamente a la última media hora del anterior film; es decir, vemos 30 minutos que ya vimos (...y yo todo el rato preguntándome por qué). Parece que les urgía sacar el primer vídeo a los señores de la Toei y Shimizu pues hizo lo que le mandaron; luego continuaría con la historia e iría rellenando algunos huecos.
El director extiende así los sucesos que atañen a Kyoko, su hermano Tatsuya y a esos pobres agentes de policía sin perder el talento que le caracteriza para poner los pelos de punta con una siniestra atmósfera basada en lo inquietante. De hecho, "Ju-on 2" consigue estremecer aún más que su predecesora, y bien lo demuestran secuencias como la de Tatsuya en el salón interrogando a Yoshimi, la de la frenética persecución a Nobuyuki por el pasillo de la escuela o cuando Taiji ve la cabeza de Toshio sobresaliendo en el suelo.

Aunque el director se inventa algo bastante fuera de lugar para el personaje de Kayako en esta ocasión. Lo primero es la posesión de Yoshimi, cosa inusual que no volveremos a ver, y lo de esa disparatada "multiplicación" del fantasma de la mujer por todo el colegio; se ve que Shimizu dijo "¡hagamos que la maldición no tenga límites!"...y se le acabó yendo de las manos, la verdad.
Yuko Daike está más correcta de lo que estaba en "Ju-on", o eso me parece a mí. Vuelven Yoshihiro "Denden" Ogata, Taro Suwa y el soseras de Makoto Ashikawa, y por si no fuera suficiente la presencia de éste y de Yurei Yanagi, tenemos al bueno de Dankan realizando un cameo (¡y ya están todos los colaboradores de Takeshi Kitano reunidos!); Taizu Mizumura ofrece, creo yo, la mejor actuación, y Takako Fuji sigue en su línea de ponernos los pelos como escarpias. Esta sería la última vez de Ryota Koyama interpretando a Toshio, aunque el pequeño no lo hace nada mal.

Yo recomiendo a los seguidores de la saga y del fantasma de Kayako que se vean las dos partes juntas, suprimiendo, a ser posible, la primera media hora de "Ju-on 2" (claro, ¿para qué verla?). El último segmento, el de Saori, es simplemente un guiño al espectador, para dejarle con la duda de si sucederá algo más.
En realidad, esa pequeña secuencia que ni llega al minuto donde se supone que unas colegialas han entrado en la casa quedaría desarrollada en la primera versión cinematográfica de "Ju-on"...pero para eso habría que esperar dos años.
1 de febrero de 2018 0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para Kevin Reynolds, la hazaña y el consecuente fracaso total que supuso la post-apocalíptica aventura de acción "Waterworld" fue más que suficiente.
Para él, pero no para el sr. Costner, que poco después se lanzó en cuerpo y alma a dirigir, producir y protagonizar una nueva y mastodóntica producción.

Esta peripecia nos lleva a un 2.013 en el que el mundo ha sido completamente destruido por la guerra, transformado en un vasto páramo, inhóspito y hostil. No hay grandes ciudades, no hay tecnología, la civilización tal como la conocíamos no existe ahora, únicamente pequeñas poblaciones y aldeas cuyas gentes sobreviven como buenamente pueden a tiempos de catástrofe y reconstrucción. En esta tierra destruida deambula un hombre junto a su asno atravesando las grandes llanuras desiertas y yendo de pueblo en pueblo, ganándose un poco de comida a cambio de realizar representaciones "shakespearianas".
Por desgracia el destino ha hecho que se cruce en el camino del despótico Bethlehem, cabecilla de los Holnistas, un gran ejército que gobierna con puño de hierro el territorio y tiene sometido a todos sus habitantes; tras lograr huir del general y sus tropas el nómada se refugia en el coche de un mensajero y se cubre con sus ropas. Un inocente gesto que el hombre únicamente aprovecha para conseguir comida en el pueblo de Pineview, pero sin esperarlo insuflará esperanza a las gentes del lugar al hablar de un supuesto reestablecido congreso de los EE.UU.. Poco a poco, este "mensajero" marcará el comienzo de una nueva era, y no sólo para el país, sino para toda la civilización.

Lo dicho, el pobre Reynolds acabó hasta la coronilla de Kevin Costner cuando por última vez colaboraron en la fastuosa "Waterworld", sobre todo porque el ego del actor era demasiado grande y cargante como para llegar a un acuerdo con él; el que la película se estrellase en la taquilla fue la gota que colmó el vaso, así que imagínense el poco cuerpo que tenía Kevin Reynolds para más fantasías post-apocalípticas.
Sin embargo, poco después, Costner decidió abarcar otra historia de base distópico-futurista poniéndose tras las cámaras por segunda y penúltima vez (siete años después de "Bailando con Lobos") para "Mensajero del Futuro", con el guión de Eric Roth y Brian Helgeland basándose en la premiada novela homónima de David Brin, escrita a mediados de los '80. Dicha novela estaba formada por dos partes, y Costner se salta premeditadamente la segunda, donde Brin nos presentaba una ciudad a la que llega el protagonista dominada por una especie de Inteligencia Artificial dañada y en la que unos científicos trabajan; una sección sin duda mucho más enfocada a la ciencia-ficción de corte fantástico que el director prefirió omitir, haciendo del film un "western" futurista de tonos épicos, eso sí, respetando el mensaje de la obra original.

"Mensajero del Futuro" poco o nada tiene que ver con "Bailando con Lobos", el mayor logro de Costner como director, y la razón es que, aparte de ser terriblemente larga (que eso es lo de menos, la verdad), se revela demasiado sentimental, demasiado patriótica y lo más importante, demasiado pretenciosa: según el actor/director, el país está en ruinas y él va a levantarlo de nuevo; la esperanza, los sueños y el amor van a ayudar a reestablecer la tierra apocalíptica y destruida en la que se ha convertido EE.UU.. Oye, que la intención es preciosa, claro que sí, pero también utópica, porque a ver quien se lo cree, y más teniendo que combatir con un ejército armado despiadado.
Bien, lo que nos encontramos aquí son 2 horas y 54 minutos (todo seguido y sin pausas) que nos confirman las aspiraciones mesiánicas del sr. Costner, quien se creyó una mezcla de Cecil B. DeMille y Michael Cimino al intentar contener todo el megalómano mundo de la obra de David Brin en esta película, algo que desde el inicio ya era la crónica de una muerte anunciada, aunque el autor sin duda tenía fe en Costner. Pese a estar situada en un futuro distópico, tampoco tiene nada que ver con "Waterworld". Aquella era una copia de "Mad Max 3", sólo que en un mundo acuático en lugar de un desierto; la que nos ocupa se parece más a un clásico "western" de John Ford que otra cosa: hay malos muy malos y buenos muy buenos, y los buenos vencerán a los malos gracias a obrar conforme a un sistema de valores basado en la bondad, la dedicación, la humildad, la piedad, la fe y el amor por la patria (no sé ustedes, yo perdí la cuenta la de veces que dicen que creen en los EE.UU.).

A pesar de todas las trabas argumentales y sus intenciones, el film contiene grandes secuencias de acción y un despliegue de medios absolutamente brutal. Es más, como "western" propiamente dicho creo que es genial.
Kevin Costner está feliz de ser el Mensajero, si se le ve en la cara; disfruta siendo el protagonista más que una niña con zapatos nuevos, y aquí es el protagonista absoluto, un combinado de sus personajes de "Waterworld", "Robin Hood" y "Bailando con Lobos", pero esta vez el papel le va muy grande. De toda la retahíla de actores que hay en la película se salva Will Patton, que está que se sale como Bethlehem, un villano de esos que hace honor a su condición. Y para resaltar las raíces americanas del film qué mejor que contar con el artista Tom Petty como al chiflado alcalde de Bridge City.

La he visto dos veces en mi vida, en VHS a los 15 años, y la desilusión que me llevé fue de aúpa (yo esperaba otro "Mad Max", pero no), y ahora. Dos veces, y de principio a fin. Sí, sí, no me invento nada.
Ahora bien, no sé si habrá una tercera vez...
13 de noviembre de 2017 0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me digáis que no. ¿Sabéis lo que es un jefe? Yo sí, desde luego, y poca suerte he tenido, porque si trabajas en el negocio de la hostelería y los restaurantes de comida rápida te puedes encontrar con verdaderos capullos por encima de ti...aunque malos jefes hay en todas partes, desde luego.
Y poco me importa si digo que me habría encantado agarrar a aquel pedazo de hijo de su madre y meterle la cabeza en toda la freidora...aunque esas cosas, por desgracia, sólo las puedes pensar.

Y eso mismo es lo que piensan los tres protagonistas de esta irreverente comedia negra, Nick, Kurt y Dale, tres hombres que tienen que aguantar las sucesivas putadas a las que les someten sus respectivos superiores: Nick ha de lidiar en su empresa con un déspota retorcido que se dedica a tratar mal ha todos sus subordinados, Kurt tiene que ver cómo el drogadicto hijo de su recién fallecido jefe puede arruinar completamente el negocio familiar y Dale está siendo acosado sin compasión por la obscena y libertina de su jefa (parece un mal menor, pero también es problemático). Lo único que se les ocurre para mejorar su situación, ya que dejar el trabajo no es una opción, es cargarse a sus jefes. ¿Y cómo tres pobres botarates podrían ser capaces de hacer una cosa así?
Pues matando cada uno al jefe del otro...¡como en "Extraños en un Tren", demonios! (para que luego digan que no se aprende viendo películas). Michael Markowitz tuvo que tener una experiencia pésima con sus jefes cuando ideó la historia para el film, que vendió y llegó a manos de la productora de Brett Ratner, eminente director de exitazos como "Hora Punta" o "X-Men: La Decisión Final", quien tiempo después pensaba en dirigirlo pero estaba ocupado con "Un Golpe de Altura". Reescrito el guión se encargaría del proyecto Seth Gordon, creador de "Breaking In" y mayormente director de series de televisión.

Esta película es para los que les guste la comedia negra, y punto. Habrá personas que echen mano de Woody Allen o Billy Wilder para justificar que directores como ellos sí que hacían verdaderas comedias, pues a la mierda. Sí, claro, también me gustan sus películas, pero igualmente satisfactorio es el humor grueso, así que, ¿qué hay chistes que parecen ser racistas, homofóbicos o machistas? Poco importa si consiguen ser divertidos de verdad, y los que encontramos aquí lo son.
"Cómo Acabar con tu Jefe" coge del humor retorcido de pura vena "tarantiniana", de la comedia tonta con devenires escatológicos de Kevin Smith y de la más ácida heredada de los Coen de "Quemar Después de Leer", mezclándolo con la fórmula de las comedias para adolescentes tan típicamente americanas, y hasta tenemos un homenaje al cine negro, reconocido literalmente al nombrarse la obra del maestro Hitchcock. Las referencias cinéfilas son varias y si prestamos atención veremos cosas que han sido sacadas directamente de "Pulp Fiction", "Very Bad Things", "Resacón en Las Vegas", de donde se puede obtener el parecido más directo, además del prácticamente desconocido film "Cómo Eliminar a su Jefe", realizado por Colin Higgins en 1.980 y cuya trama está casi calcada en el que nos ocupa.

La película es una montaña rusa; el guión no para de bombardearnos con chistes la mar de ofensivos y brutos, metiéndonos en una trama bien construida, repleta de violencia, acción y giros hilarantes, estando filmada con un ritmo frenético y vibrante, así que esto es puro entretenimiento, señoras y señores. Otro punto clave son los personajes. Bueno, algunos de los estereotipos de nuestra sociedad, y el trío protagonista lo pone de manifiesto: el pobre amargado sin valentía, el ligón seguro de sí mismo y el tío escandalizado del tipo de los que se ven "El Diario de Noah" (una especie en alza en nuestros días, por desgracia).
Jason Bateman, Jason Sudeikis y Charlie Day demuestran brillantes actuaciones y una estupenda química en pantalla con la que no puedes parar de reír por las ocurrencias que, una detrás de otra, van soltando con toda naturalidad. A su alrededor se erige un equipo de veteranos que incluso en ocasiones se ponen por encima de los protas: Kevin Spacey, Jamie Foxx y Colin Farrell están inmensos, sobre todo este último como el subnormal de Bobby, y da gusto ver a Jennifer Aniston haciendo un papel que no sea una repetición del de Rachel Green (buf, como está aquí la tía esta...). Todos consiguen sacar de maravilla su lado más idiota y gamberro.

No aburre ni un momento y no da un respiro. Es una con otra, y así la breve hora y media de metraje. Bien demostrado tuvo su éxito al recaudar casi el séxtuple de lo que costó. La disfrutarán los que lo hicieron con el cine de Tarantino, los Coen, Smith o del más actual Martin McDonagh...si te gustan esas mariconadas de películas como al personaje de Day ponte a correr en otra dirección.
Por cierto, ese "¡Zorra...hija de puta...loca!" que éste grita a Aniston al final la verdad es que a uno lo deja bien a gusto, sí.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para