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4,1
1.177
7
24 de abril de 2025
24 de abril de 2025
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que sabes lo que ofrecen desde el minuto uno, y G20 es una de ellas. Entretenida, directa al grano y con ese aire noventero que tanto gusta cuando sólo quieres desconectar y pasar un buen rato. Viola Davis se adueña de la pantalla desde el primer momento, llevando el peso de la historia con una solvencia que, por momentos, tapa lo básico del guion.
La trama no tiene mucho misterio: un ataque sorpresa durante una cumbre internacional y una presidenta que se convierte en heroína de acción. Suena exagerado, y lo es, pero funciona dentro del tono que propone. Si uno no se lo toma demasiado en serio, es fácil disfrutar de las secuencias más espectaculares y de la tensión bien dosificada.
Anthony Starr, por su parte, confirma que lo suyo ya son los villanos. Desde The Boys parece haber encontrado su lugar como tipo perturbador, y aquí no decepciona. Da gusto verle explotar ese registro que tan bien le va, aunque su personaje esté dibujado con brocha gorda.
No va a revolucionar el género ni lo pretende. G20 cumple como entretenimiento puro y duro, con escenas resultonas, un ritmo bastante constante y una protagonista que eleva todo lo que toca. Ideal para una noche sin pretensiones y con ganas de ver a Davis pateando traseros.
La trama no tiene mucho misterio: un ataque sorpresa durante una cumbre internacional y una presidenta que se convierte en heroína de acción. Suena exagerado, y lo es, pero funciona dentro del tono que propone. Si uno no se lo toma demasiado en serio, es fácil disfrutar de las secuencias más espectaculares y de la tensión bien dosificada.
Anthony Starr, por su parte, confirma que lo suyo ya son los villanos. Desde The Boys parece haber encontrado su lugar como tipo perturbador, y aquí no decepciona. Da gusto verle explotar ese registro que tan bien le va, aunque su personaje esté dibujado con brocha gorda.
No va a revolucionar el género ni lo pretende. G20 cumple como entretenimiento puro y duro, con escenas resultonas, un ritmo bastante constante y una protagonista que eleva todo lo que toca. Ideal para una noche sin pretensiones y con ganas de ver a Davis pateando traseros.
4
19 de febrero de 2025
19 de febrero de 2025
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el primer episodio, La niebla deja claro que no está a la altura del libro de Stephen King ni de la película de Frank Darabont. En lugar de construir un ambiente opresivo donde la niebla sea un verdadero enemigo, la serie se pierde en conflictos personales y personajes que no generan ningún interés. Lo que en el material original era una historia angustiante sobre el miedo y la supervivencia, aquí se convierte en un drama desordenado que no engancha.
Los personajes toman decisiones absurdas, la tensión nunca llega a despegar y, lo peor de todo, la niebla pasa a un segundo plano. Se supone que debería ser el centro del terror, pero la serie la trata como un simple decorado mientras se enreda en tramas secundarias que no llevan a ninguna parte. Hay algún momento puntual que podría haber funcionado mejor si el resto estuviera bien construido, pero son chispazos en un conjunto bastante pobre.
Al final, La niebla se siente como una oportunidad completamente desaprovechada. No genera miedo, no engancha y, lo que es peor, no tiene la esencia del libro. Una serie olvidable que, lejos de mejorar la historia original, la diluye en un mar de decisiones erróneas.
Los personajes toman decisiones absurdas, la tensión nunca llega a despegar y, lo peor de todo, la niebla pasa a un segundo plano. Se supone que debería ser el centro del terror, pero la serie la trata como un simple decorado mientras se enreda en tramas secundarias que no llevan a ninguna parte. Hay algún momento puntual que podría haber funcionado mejor si el resto estuviera bien construido, pero son chispazos en un conjunto bastante pobre.
Al final, La niebla se siente como una oportunidad completamente desaprovechada. No genera miedo, no engancha y, lo que es peor, no tiene la esencia del libro. Una serie olvidable que, lejos de mejorar la historia original, la diluye en un mar de decisiones erróneas.

5,7
21.354
8
3 de enero de 2025
3 de enero de 2025
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más de dos décadas después de la icónica Gladiator de Ridley Scott, el director regresa al mundo de la Antigua Roma con Gladiator II, una secuela que retoma los elementos épicos y visuales de su predecesora. Esta vez, la película cuenta con un nuevo protagonista, Paul Mescal, acompañado por un elenco de lujo encabezado por Denzel Washington y Pedro Pascal. Si bien la película logra capturar parte de la grandeza de la original, también lucha por escapar de la sombra de su predecesora.
Desde el inicio, la película despliega una espectacularidad visual que deja claro que estamos ante un proyecto ambicioso. Ridley Scott demuestra que, a sus 86 años, sigue siendo un maestro del espectáculo cinematográfico. Las secuencias de acción están magníficamente coreografiadas, y las escenas de la arena romana son tan brutales y vibrantes como uno podría esperar. Sin embargo, la película no solo se apoya en el combate; también intenta explorar temas como la identidad, el honor y el poder, aunque no siempre con el mismo impacto emocional que la primera entrega.
Paul Mescal asume el peso de ser el nuevo héroe de la saga, y su interpretación es sólida, aportando intensidad y carisma al personaje. Sin embargo, el verdadero ladrón de escenas es Denzel Washington, quien ofrece una actuación magnética y aporta una gran presencia en cada momento que aparece en pantalla. Su personaje es uno de los puntos más fuertes de la película y eleva algunas escenas que, de otro modo, podrían haber caído en la monotonía.
El guion, escrito por David Scarpa, busca equilibrar la nostalgia con una nueva narrativa, pero en ocasiones se siente atrapado en un déjà vu constante. Aunque la película presenta nuevas tramas y personajes, muchos elementos recuerdan demasiado a la película original, lo que provoca una sensación de repetición que puede resultar un tanto predecible.
Uno de los mayores desafíos de Gladiator II es la ausencia de Russell Crowe, cuyo personaje en la primera entrega se convirtió en uno de los más memorables del cine contemporáneo. Aunque Mescal y Washington aportan su propio peso actoral, la película no logra alcanzar las mismas cotas emocionales y épicas que la original.
En términos visuales y técnicos, Gladiator II es impecable. La dirección de arte y la cinematografía recrean de manera majestuosa la Roma antigua, y la banda sonora, compuesta por Hans Zimmer, añade una capa extra de dramatismo y emoción. La escala de la película es imponente, y algunas secuencias son verdaderamente impresionantes, especialmente en una sala de cine.
Sin embargo, el principal problema de Gladiator II es que, aunque es un espectáculo entretenido y visualmente impactante, no consigue justificar del todo su existencia como secuela. No alcanza la profundidad ni el impacto de la primera película y, en muchos momentos, parece contentarse con simplemente replicar la fórmula que hizo de Gladiator un clásico.
Aun así, Gladiator II es un espectáculo que vale la pena disfrutar en la gran pantalla. Ofrece batallas épicas, intrigas políticas y un ritmo trepidante que mantendrán al espectador entretenido. Ridley Scott demuestra que sigue teniendo un pulso firme para el cine épico, y el carisma de su elenco principal ayuda a sostener la película. Puede que no sea una obra maestra como su predecesora, pero sigue siendo un recordatorio de por qué el cine de romanos sigue fascinando a las audiencias de todo el mundo.
Desde el inicio, la película despliega una espectacularidad visual que deja claro que estamos ante un proyecto ambicioso. Ridley Scott demuestra que, a sus 86 años, sigue siendo un maestro del espectáculo cinematográfico. Las secuencias de acción están magníficamente coreografiadas, y las escenas de la arena romana son tan brutales y vibrantes como uno podría esperar. Sin embargo, la película no solo se apoya en el combate; también intenta explorar temas como la identidad, el honor y el poder, aunque no siempre con el mismo impacto emocional que la primera entrega.
Paul Mescal asume el peso de ser el nuevo héroe de la saga, y su interpretación es sólida, aportando intensidad y carisma al personaje. Sin embargo, el verdadero ladrón de escenas es Denzel Washington, quien ofrece una actuación magnética y aporta una gran presencia en cada momento que aparece en pantalla. Su personaje es uno de los puntos más fuertes de la película y eleva algunas escenas que, de otro modo, podrían haber caído en la monotonía.
El guion, escrito por David Scarpa, busca equilibrar la nostalgia con una nueva narrativa, pero en ocasiones se siente atrapado en un déjà vu constante. Aunque la película presenta nuevas tramas y personajes, muchos elementos recuerdan demasiado a la película original, lo que provoca una sensación de repetición que puede resultar un tanto predecible.
Uno de los mayores desafíos de Gladiator II es la ausencia de Russell Crowe, cuyo personaje en la primera entrega se convirtió en uno de los más memorables del cine contemporáneo. Aunque Mescal y Washington aportan su propio peso actoral, la película no logra alcanzar las mismas cotas emocionales y épicas que la original.
En términos visuales y técnicos, Gladiator II es impecable. La dirección de arte y la cinematografía recrean de manera majestuosa la Roma antigua, y la banda sonora, compuesta por Hans Zimmer, añade una capa extra de dramatismo y emoción. La escala de la película es imponente, y algunas secuencias son verdaderamente impresionantes, especialmente en una sala de cine.
Sin embargo, el principal problema de Gladiator II es que, aunque es un espectáculo entretenido y visualmente impactante, no consigue justificar del todo su existencia como secuela. No alcanza la profundidad ni el impacto de la primera película y, en muchos momentos, parece contentarse con simplemente replicar la fórmula que hizo de Gladiator un clásico.
Aun así, Gladiator II es un espectáculo que vale la pena disfrutar en la gran pantalla. Ofrece batallas épicas, intrigas políticas y un ritmo trepidante que mantendrán al espectador entretenido. Ridley Scott demuestra que sigue teniendo un pulso firme para el cine épico, y el carisma de su elenco principal ayuda a sostener la película. Puede que no sea una obra maestra como su predecesora, pero sigue siendo un recordatorio de por qué el cine de romanos sigue fascinando a las audiencias de todo el mundo.

6,0
7.372
7
21 de noviembre de 2024
21 de noviembre de 2024
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La secuela supera a la primera, entregando una exploración más profunda de la creciente locura de la protagonista. La atmósfera de terror se intensifica, complementada con escenas de gore bien ejecutadas que aumentan la tensión. Las actuaciones son convincentes, logrando transmitir el deterioro mental del personaje principal de manera efectiva. La narrativa mantiene el interés, equilibrando sustos impactantes con una trama sólida. En general, "Smile 2" ofrece una experiencia más satisfactoria y aterradora que su predecesora, haciendo que valga la pena verla.
10 de mayo de 2025
10 de mayo de 2025
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Revenge es de esas películas que te agarran al principio y no te sueltan hasta que termina el último disparo. Coralie Fargeat debuta con una historia de venganza brutal, sin necesidad de demasiados diálogos ni florituras, dejando que sean las imágenes —gore, impactantes, casi hipnóticas— las que hablen por sí solas. No cuesta nada entender de dónde viene ahora ese tono visual tan potente que ha llevado a La Sustancia.
La evolución del personaje principal es una de esas cosas que, sin hacer ruido, va calando. Arranca como un cliché de manual y termina convertida en algo salvaje y liberador. El enfoque feminista está ahí, pero no se siente como un discurso forzado: simplemente fluye, mientras ves cómo cada golpe, cada herida, moldea a una protagonista que ya no está dispuesta a ser una víctima.
El ritmo es un poco exagerado a ratos, y alguna que otra situación roza lo inverosímil, pero la energía de Fargeat consigue que no te importe. Lo importante es la rabia que se respira en cada escena y cómo te arrastra. Revenge es sucia, violenta, catártica y, sobre todo, muy entretenida.
La evolución del personaje principal es una de esas cosas que, sin hacer ruido, va calando. Arranca como un cliché de manual y termina convertida en algo salvaje y liberador. El enfoque feminista está ahí, pero no se siente como un discurso forzado: simplemente fluye, mientras ves cómo cada golpe, cada herida, moldea a una protagonista que ya no está dispuesta a ser una víctima.
El ritmo es un poco exagerado a ratos, y alguna que otra situación roza lo inverosímil, pero la energía de Fargeat consigue que no te importe. Lo importante es la rabia que se respira en cada escena y cómo te arrastra. Revenge es sucia, violenta, catártica y, sobre todo, muy entretenida.
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