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España España · Málaga
Críticas de Kaori
Críticas 2.152
Críticas ordenadas por utilidad
5
8 de noviembre de 2013
2 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El bueno de Superman se sorprende, extrañado, de que cierta dama, en un momento de apuro y debilidad, aproveche para besarle. Lo más normal del mundo, vamos. Christopher Reeve, inmortalizado en un personaje inmortal como es Superman, luce maravilloso con su pelo negro, sus ojos azules, su mandíbula cuadrada y sus calzoncillos por fuera. Pero, ¿quién se fija en el traje cuando la percha es tan bella?

Yo no hace mucho que vi «El hombre de acero», y de ahí mi curiosidad por esta franquicia ha aumentado considerablemente. Le tenía ganas a este primer acercamiento por parte de Richard Donner y tras las buenas críticas que he leído por la página. Digamos que esta «Superman» es aceptable y tiene grandes acierto, pero es irregular en el guión, que quizá por tener que presentar al personaje y sus inicios, no trata con el respeto que merece al villano, también clásico, Lex Luthor y, por lo tanto, su hilo argumental es casi nulo. Gene Hackman, que aquí vuelve a demostrar las razones que tengo para adorarle, es un Luthor cómico, megalómano y con poco protagonismo, lo que para nada me convence. Con los efectos especiales pasa lo mismo que pasa hoy: que para demostrar lo competentes que son, incluyen secuencias larguísimas de Superman volando y yendo de un lado para otro, como en la parte final, que cansa un poco. Con menos minutos de todo eso, hubiera estado mejor.

Eso sí, el principio en Krypton y toda la juventud de Clark es sobradamente lo mejor: gran Marlon Brando y gran Terence Stamp lanzando su maldición, algo que, espero y confío, quede para la segunda película. Donner logra que todo lo que envuelve al universo y lo extraterrestre tenga connotaciones míticas y fantásticas, como el aprendizaje de Clark desde el Polo Norte. Aunque ella no caiga especialmente mal ni bien, la relación entre Lois Lane y Clark es muy graciosa, más que nada por cómo se comporta Lois cuando tiene a Superman delante.

Veamos cómo sigue volando la saga. De momento, bien, pero no demasiado.
Kaori
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6
3 de agosto de 2012
2 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kathryn Bigelow, que es mujer, sabe lo que nos gusta. Sabe que un hombre empapado en agua (esa agua mística, según Bodhi) puede ser lo más sexy del mundo, y por eso empieza la película con un joven Keanu Reeves bajo la lluvia. Cámara lenta, perfil exótico, cabello sobre la frente y camiseta pegada al cuerpo. Eso es lucirse.

Con un actor así (especialmente atractivo en esta película, quizá donde más guapo está), junto con una trama policíaca, más su dosis de amor, su otro poco de acción y con un antagónico no carente de interés, «Le llaman Bodhi» gusta de ver, pero sin que entusiasme. Admito que a mi el tema del surf y las emociones fuertes me deja de por sí bastante indiferente, pero es que la película no consigue que cambie de opinión, quizá por la poca pericia de la directora para plantear un mundo de auténtico impacto y emoción.

Además, a mi el tal Bodhi no me cae demasiado simpático. El personaje del camaleónico Patrick Swayze, ¿no está algo difuminado? Mucha ola, pero poco diálogo. Su filosofía de vida, hipócrita en realidad, tiene un fondo positivo del que podemos aprender, como aprende nuestro protagonista Johnny Utah: libérate. En la recta final, sin duda lo mejor, la película hace un alarde de gran coherencia en la historia y nos muestra hacia donde puede llevarte ese camino de libertad. Las últimas imágenes seguramente quedarán en la memoria.

Comprendo, eso sí, que a determinadas edades «Le llaman Bodhi» revolucione las entendederas. Y que aún hoy la temática de vivir al límite pueda causar fascinación, aunque yo sigo pensando que a la película le falta encanto y fuerza a casi todos los niveles.

A quien no le falta nada es a Keanu Reeves. Él sí que fascina.
Kaori
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4
3 de noviembre de 2017
20 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo de una «una historia de la guerra» le viene de perlas a «Tierra y libertad»: porque Ken Loach nos cuenta precisamente una historieta, un cuento que no tiene por qué ser cierto, ambientado en la Guerra Civil española, posiblemente la última guerra romántica de la historia.

Lo único positivo de este panfleto es que muestra unos muy interesantes hechos históricos que pueden servirnos como punto de partida para ir a la realidad y a la verdad de lo sucedido. Así, lo más destacable a mi parecer es el reflejo de las luchas internas en el bando republicano entre las distintas facciones revolucionarias y algunos diálogos al respecto, aunque se hubiera agradecido que ahondaran un poco más en la política; por ejemplo, los acontecimientos de mayo del 37 en Barcelona, la acusación de fascistas a las milicias del POUM o las diferencias ideológicas con el Partido Comunista. Con todo, sí tiene cierto contenido didáctico que por supuesto no podemos tomar como la verdad absoluta.

Estábamos en 1995 cuando se hizo «Tierra y libertad». En ese momento era ya difícil creerse que la Unión Soviética había sido un acierto y no una desgracia y que el Partido Comunista fuese valedor de libertades y prosperidad. Ante un fracaso semejante, o reconoces tus errores o mantienes tu posición, y en este caso es evidente que Loach persiste en la mentira de un ideal izquierdista renovado, aunque solo en apariencia, que en 1995 pueda despertar las simpatías y las ilusiones perdidas por la práctica marxista a lo largo de su historia.

Así que ahora resulta que no, que la «verdadera» revolución no se ha hecho nunca, que Stalin «ha traicionado la revolución» y que sí, para qué negarlo, el comunismo conocido no ha sido demasiado bueno porque no ha cumplido con los auténticos principios revolucionarios que, en cambio, sí representan otros grupos como el POUM que Loach reivindica y glorifica. Estos son, según Loach, los verdaderos marxistas, los verdaderos luchadores por la libertad y la justicia, limpios de toda tacha y aupados por el halo romántico de ser víctimas y de ese «no ha podido ser» de la derrota. Lo malo no es que haya cero objetividad; lo malo es la mentira, el ocultamiento, la manipulación con la que se trata de justificar y defender una determinada ideología.

Loach engañará con su propaganda a quien se quiera engañar; a esas buenas personas que creen realmente que si un miliciano mataban a un cura era porque el sacerdote era un pistolero que disparaba desde la iglesia a los revolucionarios y además un chivato que rompía el secreto de confesión y denunciaba para que los matasen a unos jóvenes e inocentes anarquistas que estaban escondidos. Les ha faltado incluir que también era pederasta y ya tenemos el monstruo-cliché completo.

Yo desde luego no soy esa persona.
Kaori
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5
19 de abril de 2013
13 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y no me la creo. No me creo la guerra que nos dibuja Kubrick. Descubro luego que tanto «Senderos de gloria» como el libro en el que se basa están inspirados en hechos reales. De verdad que quisiera saber dónde termina lo auténtico y dónde empieza lo añadido, que sospecho que será una buena parte de trama.

Tengo que respetar, y lo respeto, que Kubrick haya optado para este drama bélico-judicial por un tono rayano en lo grotesco e incluso lo artificioso, pero no lo comparto porque me parece inverosímil, tontorrón y sin profundidad, con un mensaje anti bélico lanzado a lo bruto y sin ninguna reflexión ni inteligencia. Aquí vendrían algunos ejemplos de lo que digo, pero después de más de dos años de haber votado y criticado la película me comentan los validadores que lo ponga en spoiler porque me han tirado de las orejas muchos usuarios. Un caso curioso, desde luego. Sea como sea, las lágrimas de los soldados son de risa y las charlas de los oficiales son groseramente burdas por el maniqueísmo que reflejan. ¿Hace falta ser tan basto?

Aparte de estos defectos, sí quiero destacar la muy buena escena del asalto a la colina, creíble y rodada con estilo. Kirk Douglas, un actorazo, vuelve a ser lo mejor de la cinta. La ambientación y decorados, espléndidos. El blanco y negro, intenso. Todo muy personal, no hay duda.

¿Suficiente? Pues no, no me convence mucho, pero en fin.
Kaori
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2
30 de junio de 2012
11 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aún a riesgo de que algún elocuente usuario me vuelva a mandar un privado donde incluya un insulto en sólo una frase de cinco palabras, voy a decirlo claramente: en poco se diferencia «El gran McLintock» de otras al estilo de John Ford. Los paralelismo argumentales e ideológicos con «El hombre tranquilo» saltan a la vista.

La película es un rollo casi imposible de digerir, forzada hasta lo inaudito y con un final en el que sí te ríes por el disparate de ver a Maureen O'Hara (horrible su interpretación) corriendo cual atleta olímpico detrás de John Wayne. Personaje de McLintock, por cierto, tan repelente como desvergonzado; cae en una egolatría total, donde todos le sirven de una manera que produce arcadas, máxime cuando no demuestra ninguna verdadera virtud.

Con todo, lo más destacable, negativamente hablando, es el descarado alegato a la violencia contra la mujer, aún a pesar del tono jocoso que desdramatiza las situaciones. No importan cuernos, borracheras, desilusión o falta de entendimiento. Nada importa porque él es el macho, y el macho, que es el que manda (y la mujer encantada de que lo haga), coge un atizador del fuego (o similar) para azotar a su amada, con el beneplácito del padre, la servidumbre y todo el pueblo. Yo no sé dónde está la gracia.

Me temo que si el director fuese más famoso o, simplemente, tuviera mayor solvencia, estas cosillas pasarían desapercibidas para muchos espectadores, lo cual no quita que estén, por muy simpática que sea la película (como es el caso de «El hombre tranquilo»). Esta de McLaglen no llega ni a simpática, ni a entretenida, ni a pasable, ni a nada. Otro suspenso para otro clásico. En fin.
Kaori
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