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Críticas 223
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
29 de octubre de 2006
39 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entran en un bar un ciego, un sordo, y un cojo.
Y el camarero va y dice: "¿pero esto qué es, una película o un puto chiste?"
28 de diciembre de 2007
31 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer fui a ver Made in USA (Jean-Luc Godard, 1966) y me pareció un prodigio del ritmo narrativo. Te atrapa desde el primer momento, los diálogos no tienen desperdicio, cada frase es un chiste, la sala entera explotaba en carcajadas cada pocos segundos. En varias escenas casi muero atragantado pr las palomitas. Por no hablar del duelo interpretativo entre Anna Karina y Jean-Pierre Léaud. Es difícil recordar alguna película en la que den más de sí. Los efectos especiales, otra delicia. Y el doblaje, impecable. Pero lo más importante es el mensaje de paz y amor y armonía que se desprende de cada uno de los fotogramas. No se lo digan ustedes a nadie, pero cuando se encendieron las luces y mis amigotes y yo nos pusimos de pie a aplaudir hasta que nos dolieron las palmas de las manos, yo tenía los ojos llenos de lágrimas. Por la pena de que terminase y por la emoción del momento. Creo que no vivía una experiencia tan intensa desde El club de los poetas muertos. Me compré otra macrocaja de palomitas, me escondí en el baño y salí luego para volverla a ver de cabo a rabo.
5 de mayo de 2007
26 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo me pensaba que el secreto del éxito de la saga del fabuloso hombre-araña residía en ese pijama tan sugerente que llevaba el chico, que le iba justito justito como un guante o como un condón de esos para alérgicos al látex que no se estiran. Que si iba pegando saltos y le entraba frío podían versele los pezoncilos a través de la lycra blaugrana.
Y si por un casual iba pegando saltos y se encontraba con algún ser (hombre o mujer o arácnido) de buen ver y se excitaba un poquito, las mallas le iban tan apretadas que la más mínima erección hacía que se le rompieran las costuras y se quedase pegando saltos con el culo al aire.
Y qué bonito ese diseño en rojo y azul, estrafalario y dicharachero, alegre y culer, que parecía que fuese a Canaletes a celebrar la Champions o algún evento deportivo de esos que animan a la juventud a pegar saltos, hacer sonar el cláxon y mearse por las calles.

Pero los productores no deben haber quedado satisfechos con los resultados de taquilla de las dos primeras entregas, y ahora intentan atraer también a un público adulto y heterosexual.

Para lograr tan ambicioso cometido sin abandonar la esencia de la saga (que no olvidemos que va sobre las aventuras de un jovencito que pega saltos en mallas), han decidido que en algunas escenas se quite el pijama de colorines y se ponga un pijama negro que le da una apariencia mucho más varonil.

Sólo falta que le cambien la coña de las telarañas por un glamouroso látigo de dominatrix.
10 de septiembre de 2006
17 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un festival de hedonismo, champán, amor y playas.

Al final parece que la moraleja viene a ser que no hay que hacer demasiado el pendón porque jugar con los sentimientos de la gente es más peligroso de lo que parece, pero Otto Preminger cuida tanto la estética de todos los planos y en todas las escenas es todo tan bonito que el espectador sale del cine con unas ganas locas de a) vivir, b) beber, c) tomar el sol y d) seducir chicas rubias a poder ser en bikini.

Nota: Notable.
3 de octubre de 2006
16 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los anarquistas parecen tipos duros pero luego resulta que son más tiernos que la bollería industrial recién horneada. De hecho, son una monada capaz de creer que si no hubiese policía ni fuerzas del orden, los humanos viviríamos en paz y armonía porque en el fondo todos somos buenas personas. Y los ladrones, los asesinos, los violadores, los especuladores y los trileros desparecerían de la faz de la tierra el día en que desapareciese el estado represor que los inspira.
Algunos científicos afirman que para sostener creencias tan ingenuas sin recurrir a la lobotomía del neocórtex frontal hay que haber visto por lo menos una docena de películas Disney seguidas.
Pero bueno, el caso es que los anarquistas se dedican a combatir el sistema con altruismo y buena fe, y lo hacen a base de robos (expropiaciones, vaya) y ocasionales actos de violencia (en defensa propia, ojo).
Y vivir en este plan hoy en día ya es un poco raro, pero para hacerlo en la España de los años 70 hacían falta unos huevos del tamaño de un autocar londinense.

Y Salvador Puig Antich se ve que tenía dos de esos huevos... y pagó por ello con la vida.
Y le han hecho una peli y ahora a) los fachas se indignan porque un tipo así no debería protagonizar ninguna película y b) los compañeros de lucha del chaval se indignan porque dicen que era un héroe mucho más digno de lo que parece en la pantalla (vean este link), y c) puestos a indignarse, yo también me indigno porque el ritmo decae de repente a mitad de la peli hasta el punto de que casi diría que sobra la mitad del metraje.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La aventuras del joven terrorista empiezan muy bien, la historia es interesante y cuenta con a) un guión tan solvente que hace que incluso Joel Joan parezca un actor serio, b) unas escenas de acción dignas de algún país con industria cinematográfica rentable, y c) una molona banda sonora con temas de Lluis Llach, Iron Butterfly, Jethro Tull y Leonard Cohen...
Pero luego los polis pillan al chaval y, aunque todos sabemos que lo van a matar (de hecho, ¿qué otra cosa se sabe de Puig Antich a parte de que lo mató el franquismo?), nos alargan tanto el suspense que da la impresión de que al final logrará escaquearse en plan licencia poética.
Pero no: Durante toda una hora Salva se despide poco a poco de amigos y familiares, y agoniza y agoniza y agoniza y agoniza a la par que agonizan los espectadores.
La sala se va llenando de sollozos (y bostezos), y las chicas sensibles se deshidratan de tanto llorar. Pero después de la agonía sentimental todavía falta la agonía física propiamente dicha, y el Via Crucis culmina con la escena de la ejecución al garrote vil que dura más que un día sin pan, y todavían van y la cortan para combinar el sufrimiento del reo con el de la niñita de unos diez años toda triste en el patio del colegio porque los fachas están matando a su hermano Salvador... y los sollozos (y los bostezos) se multiplican... Pero es todo tan largo y reiterativo que, cuando al final el prota se muere del todo, los sollozos (y los bostezos) dejan paso a algunos suspiros de alivio y un par de hurras.

Vamos, que se queda a medio camino entre Capote y La Pasión de Gibson.

Nota: notable.
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