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Críticas 208
Críticas ordenadas por utilidad
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1 de noviembre de 2017 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año de 1982, la nueva cinta dirigida por Ridley Scott pasaría casi desapercibida con una modesta recaudación en taquilla, sobre todo si se le comparaba con Alien, aquella que tres años antes lo catapultó al éxito. Basada en la novela futurista de Philip K. Dick titulada “Do Androids Dream of Electric Sheep?”, Blade Runner ofrecía una imagen distinta acerca del futuro, mostrándolo como una época en la cual ni siquiera los avances tecnológicos evitarían la decadencia del planeta. De esta forma, más que un filme de acción y ciencia ficción, el trabajo de Scott se posicionaba como un complejo (y en ese entonces remoto) dilema acerca de la posibilidad de crear una vida artificial consciente y la forma en cómo los seres humanos reaccionarían al respecto. Si bien en los cines no tuvo el éxito esperado, el trabajo de Scott rindió sus frutos en los años posteriores, aquellos en los cuales se le ha considerado como una obra maestra y una película de culto.

Fue así como 35 años después llegó la tan esperada secuela del clásico ochentero, en esta ocasión Scott asume el papel de productor y deja el peso de la dirección en Denis Villeneuve (Prisoners, Arrival), quien contó con la colaboración del escritor Hampton Fancher para que nuevamente fuera el encargado del guion, tal y como lo hizo en la primera película. Así, lo que en principio parecía una apuesta bastante arriesgada que contaba con todos los elementos para ser un rotundo fracaso, terminó siendo todo lo contrario, una cinta excelente capaz de dar un nuevo giro a la historia sin perder la esencia de aquello que maravilló al público durante varios años.

En esta ocasión el protagonista es “K” un Blade Runner encargado de cazar a “replicantes” (androides con rasgos humanos de naturaleza casi imperceptible) que se encuentran dispersos por el mundo sin autorización. Durante una de sus misiones, el agente descubrirá un secreto cuya revelación pondría en peligro a toda la civilización que los humanos han desarrollado. No obstante, mientras más descubre al respecto, más se cuestionará acerca de su propia naturaleza, situación que lo llevará a encontrarse con Rick Deckard, un antiguo Blade Runner que lleva 30 años fugitivo. Juntos, intentarán desenmarañar el entramado creado tanto por las fuerzas de policía como por Wallace Corporation, la nueva compañía encargada de la creación de “replicantes” y cuyo líder buscará a toda costa tener acceso a la información que “K” ha ido descubierto durante su investigación.

Ryan Gosling (La La Land, The Big Short) es en esta ocasión el encargado de asumir el protagonismo durante las casi tres horas del largometraje, cumpliendo con su interpretación de “K” sin llegar a ser extraordinario. Por otra parte, Harrison Ford vuelve a ser el mítico Rick Deckard, dejando satisfecha a una audiencia que sin dudas estaba ávida por ver al famoso Blade Runner en la gran pantalla. Por otra parte, Ana de Armas (Hands of Stone, War Dogs) le “da vida” a Joi, un personaje que sin duda resulta ser de los más complejos de la película y quien ha resultado ser una grata sorpresa sacando adelante el reto que le significó dicha caracterización. Por último, Jared Leto (Dallas Buyers Club, Requiem for a Dream) aparece de vez en cuando como Niander Wallace, el enigmático líder de la corporación que está tras los pasos de los agentes y cuya participación puede considerarse como aceptable si se considera que su papel, aunque relevante, no tiene muchos minutos en pantalla.

Del mismo modo en como lo hizo Scott en los ochenta y el mismo Villeneuve en Arrival, se trata de una obra de ciencia ficción que más que buscar la inclusión de elementos tecnológicos (de hecho el estilo de grabación evitó utilizar los recursos digitales) se enfoca en presentar cuestiones eminentemente filosóficas. Considerando lo anterior, su narrativa y el ritmo son excelentes, aunque bien puede dejar insatisfechos a aquellos que buscaban una película de otro estilo, ya que si se le juzga como un filme de ciencia ficción se le podrá considerar bastante lenta, a pesar de contar con una última parte llena de excelentes secuencias de acción. No obstante, quienes conocen a su predecesora o que bien gustan de ver un poco “más allá de lo evidente”, seguramente saldrán fascinados con esta nueva entrega a la cual lo único que le podrán recriminar es un final con más incógnitas que respuestas, aunque no hay que olvidar que lo mismo ocurrió hace más de treinta años con su predecesora.

En los últimos años, la interacción entre seres humanos e inteligencia artificial ha adquirido relevancia con filmes que han puesto a pensar a más de uno al respecto. Desde la posibilidad de enamorarse de una voz en Her, hasta el hecho de que los hombres sean capaces de crear a seres conscientes como en Ex-Machina. Siguiendo esta línea, Villeneuve inmersa lentamente al espectador dentro de la decadencia y el ensimismamiento de “K”; así, la historia se desarrolla a cuenta gotas teniendo como fondo un magnífico score de un Hans Zimmer que sin duda logró captar el estilo del Vangelis de los ochenta. De esta forma, el director francés logra lo que pocos creyeron, dar un nuevo enfoque a la historia que Scott presentó treinta años atrás sin perder su esencia, haciendo casi imposible comparar a la secuela con su predecesora.

Calificación: TÚ DECIDES.

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14 de febrero de 2017 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Políticamente incorrecta, la más reciente película de Paul Verhoeven (Basic Instinct, Total Recall) se presenta como una sátira muy cruda acerca de los parámetros sociales que rigen en la actualidad, sobre todo aquellos relacionados con las cuestiones de género. Basada en la novela “Oh…” del escritor francés Philippe Djian, se presenta la historia de Michèle Leblanc, personaje llamado a ser uno de los más enigmáticos en la historia del cine, aquella femme fatale dispuesta a como dé lugar a dominar a cualquier hombre que se cruce por su camino, sin importar las consecuencias de sus actos.

La historia inicia con Michèle siendo víctima de una violación dentro de su propia casa a plena luz del día. Una vez finalizado el ataque, la mujer se levanta, arregla la casa y se ducha con una impavidez que deja frío a cualquiera. Sin acudir a la policía, continúa su vida de manera normal, como si se resistiera a toda costa a que su atacante tome el control sobre ella, así como lo ha hecho con todos aquellos que la rodean. Incluso, no tiene reparos en contar lo sucedido a un grupo de amigos durante una cena casual, como si se tratara de una obra de teatro o una película que vio hace unos días. Sin duda, el estoicismo del personaje más que admiración provoca miedo.

A lo largo de la historia, el espectador será testigo de la forma en como Michèle se desarrolla en todos los aspectos de su vida con la misma frialdad con la que afrontó el ataque del que fue víctima. Sus relaciones familiares distan mucho de ser afectivas, no tiene reparo en seducir a hombres sin importar que sus esposas sean personas cercanas a ella y dirige una empresa de videojuegos con una astucia y temple capaz de dominar a un montón de jóvenes que insisten en hacerle ver que no sabe lo que hace. Es así como su afán y deseo de control la llevarán a hacer todo lo posible por descubrir por sus propios medios la identidad de su atacante, situación que tendrá resultados inesperados.

Para que una película de este tipo tenga el efecto esperado resulta primordial que la actriz protagónica tenga unas cualidades y talento extraordinarios. El mismo Verhoeven manifestó que no existía mujer en Hollywood capaz de interpretar a Michèle, razón por la cual la elegida fue la francesa Isabelle Huppert (Amour, La pianiste). Independientemente de coincidir con lo expresado por el director, es innegable que la elección fue bastante acertada. De esta forma, Huppert realiza un trabajo espectacular, presentando a una mujer de piedra imposible de leer y predecir. A pesar de que el violador es el malo de la película, la interpretación de Huppert hace que uno piense que es ella misma la villana en toda esta historia, siendo un personaje ambivalente y sin sensibilidad alguna. En cuanto al resto del reparto, la realidad es que todos cumplen sin llegar a sobresalir, al parecer el trabajo de la actriz permeó tanto que fue capaz incluso de dominar al resto del elenco.

La cinematografía y la música de la cinta, combinados con la actuación de Huppert, envuelven al espectador en una atmósfera de desencanto y desilusión capaces de crear una sensación de pesadez difícil de digerir. Lo anterior aunado a escenas de violencia que sin ser demasiado explícitas combinan perfectamente con el resto de sus elementos, hacen que esta sea una película recomendable solo para aquellos que gustan del género y son capaces de soportar este tipo de historias. Cabe señalar además que Elle no es perfecta, ya que existe una parte en la cual el ritmo disminuye notablemente, haciendo que el espectador empiece a cansarse al percatarse de que el desenlace todavía no está próximo.

En conclusión, Elle es un thriller poco convencional con una realización excelente, apoyado sobre todo en una magnífica actuación de Huppert. No obstante, está tan bien hecho que es capaz de causar un impacto negativo en aquellos a quienes no gustan del género. Así, se trata de un filme cuya crudeza hará que más de uno sufra en lugar de disfrutar, por lo que no es recomendable para todos. No obstante, si uno tiene el estómago para soportarla, sin duda se quedará con un grato sabor de boca al haber conocido a una de las mujeres más fatales que ha conocido el séptimo arte.

Calificación: TÚ DECIDES.
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20 de septiembre de 2016 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Doce años después, llega la tercera entrega de una serie de películas que sin duda se ha posicionado como una de las predilectas dentro del género de comedias románticas. De esta forma, miles de mujeres esperaron doce años para volver a ver a su “heroína” favorita hacer frente una vez más a los dilemas derivados de su complicada vida amorosa. Hablar de la saga de Bridget Jones es sinónimo de girl power, empezando por el hecho de tratarse de la única trilogía en la historia del cine que ha sido dirigida por mujeres; Sharon Maguire fue la encargada de dirigir la primera y la última, mientras que Beeban Kidron tomó el relevo en la segunda entrega.

En lugar de retomar el triángulo amoroso de las primeras dos, la tercera cinta trata acerca de cómo Bridget, ahora una mujer soltera entrada en los cuarenta, decide tomar su “tercer aire” y vivir de manera más relajada, sin preocuparse de las relaciones amorosas y experimentando nuevas emociones. No obstante, los planes de la protagonista se ven truncados cuando como resultado de sus aventuras y de un encuentro inesperado con Mark Darcy, queda embarazada sin saber a ciencia cierta quién es el padre. De esta forma, Bridget tendrá que reunir valor para explicarle la situación a su eterno enamorado y al recién aparecido Jack, iniciando una lucha entre ambos para ganarse el afecto de la madre de su probable primogénito.

Lo que realmente es relevante de esta cinta, es que Bridget convirtió su diario en una guía millenial para cuarentonas. Así, lo que esperaría ser una cinta llena de clichés típicos de un chick flick, resulta ser un mosaico de tendencias sociales que en la actualidad están causando controversia sobre todo en lo que se refiere al papel de la mujer en la sociedad y al modelo tradicional de familia. En primer lugar, en lugar de ser una “solterona” por haber superado los cuarenta años sin tener una familia, la protagonista se convence de que cuenta con todo el potencial para convertirse en una orgullosa MILF o Cougar, motivada por sus amigas de treinta años quienes lejos de añorar ser madres de familia únicamente están en busca de experiencias sexuales y desenfrenos típicos de adolescentes y universitarios.

La película no se detiene ahí, ya que presenta diversas situaciones que han alimentado los debates más controversiales de la actualidad. De esta forma, se aborda el tema de la paternidad responsable, aunque resulta difícil de creer que una mujer madura tenga que enfrentar un problema que más bien es común en los adolescentes. Mientras la película sigue su curso, el público irá decantándose por uno u otro candidato, exponiéndose a sí mismo (o a su acompañante) argumentos de por qué su predilecto sería el mejor partido para ser el padre del bebé. No obstante, la valoración se lleva a cabo en la mente del espectador sin tomar en cuenta lo absurdo que resulta que una mujer de más de cuarenta tenga que afrontar ese tipo de dilemas, siendo aún más ilógico que ella se niegue por cobardía a realizar una simple prueba que podría acabar con el entuerto en segundos (aunque claro, eso también implicaría terminar con la película una hora menos de lo establecido).

Conforme avanza la trama, sale a la luz el dilema de las madres solteras. Así, mientras el conflicto entre los dos posibles padres continúa, la protagonista decide que criar sola a su hijo no estaría del todo mal, por lo que considera que ésta puede ser la mejor opción; al fin y al cabo, los hombres “solo están ahí para armar cosas y no estorbar” como lo llega a comentar un personaje de la cinta. Aunado a lo anterior, aparece la reivindicación de los derechos de la mujer y su libre expresión, “¿Son lesbianas?”, “¿Acaso necesitamos más derechos?” se preguntan algunos personajes femeninos al respecto de una marcha en las calles de la ciudad, en una clara referencia a la confusión que este tipo de movimientos pueden llegar a causar entre la gente en la actualidad.

Por si fuera poco, el filme se permite incluir temas como el de las parejas homosexuales (de todas las edades) y su derecho a adoptar, lo cual al parecer de los guionistas es más factible conseguir en países como Colombia. Asimismo, hace referencia a la tolerancia que la gente conservadora puede llegar a tener hacia los distintos tipos de familia, siempre y cuando así convenga a sus intereses “políticos”. Por último, las nuevas tendencias en cuanto al uso de programas informáticos y redes sociales para encontrar pareja también salen a la luz en la cinta. Incluso, el filme llega se permite incluir, de manera muy sutil, el debate sobre el orden de los apellidos paterno y materno en el nombre de los hijos.

Bajo el disfraz de una comedia, Bridget Jone’s Baby expone modelos de familia y roles sociales contemporáneos sin emitir juicio alguno al respecto, presentándolos como completamente adoptados por todos los sectores de la sociedad, incluso los que pudieran parecer más conservadores. De esta forma, mientras el espectador se ríe y disfruta de una película que como comedia cumple de manera bastante satisfactoria, quizás no se ha dado cuenta de que, después de doce años, la sociedad ha cambiado en formas que él mismo ya ha asimilado y aceptado de cierta forma, incluso de manera inconsciente.

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4 de febrero de 2019 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el mundo del cine, existen películas emblemáticas, aquellas que dejan un legado reconocible incluso por quienes nacieron muchísimos años después de su estreno. De hecho, prácticamente todo el mundo conoce el significado de la palabra Supercalifragilisticexpialidocious, término con el cual la afamada Julie Andrews sorprendió a propios y extraños encarnando a Mary Poppins en el año de 1964, personaje cuya simpatía ha perdurado durante más de cuatro décadas.

Considerando lo anterior, la prudencia debería dictar que existen casos en los cuales las historias deben quedar intactas, ya que “retocar” a personajes emblemáticos puede ser una apuesta demasiado arriesgada, sobre todo cuando se tiene un pabellón tan alto. Incluso en el año 2013, Walt Disney Pictures tuvo el acierto de presentar Saving Mr. Banks, cinta que tuvo una excelente recepción por tratar acerca de cómo fue que el mismo Walt Disney consiguió convencer a la escritora Pamela “P.L.” Travers para adaptar sus afamados cuentos a la pantalla grande.

De esta forma, durante más de cinco décadas Mary Poppins ha sido un emblema de Disney, por lo que las noticias acerca de su regreso causaron incertidumbre más que expectación. En esta ocasión, la niñera más famosa del mundo regresa a Londres para ocuparse de los pequeños Anabel, John y Georgie Banks, hijos de Michael y sobrinos de Jane, de quienes se encargó hace bastantes años. De la misma forma en como sucedió en la ocasión anterior, su aparición llega en un momento difícil para los adultos, quienes están a punto de perder la casa que heredaron de sus padres. Así, la magia regresará a la familia Banks, maravillando a los niños y recuperando la ilusión para aquellos que la perdieron con el paso de los años.

Dirigida por Rob Marshall (Chicago, Into the Woods), la cinta cuenta con todos los elementos que se pueden esperar de un clásico de Disney, un magnífico montaje, vestuario impecable, números musicales ejecutados de forma excelente y una historia que resulta ser bastante entretenida. Asimismo, Emily Blunt (Into the Woods, A Quiet Place) hace un extraordinario trabajo interpretando a Mary Poppins, demostrando que su talento no se limita a la actuación sino también al canto. Por otra parte, el músico Lin-Manuel Miranda se acopla a la perfección con el reparto y cumple con creces como Jack, un farolero que aprendió el oficio del mismísimo Bert, el gran amigo de Poppins y los Banks conocido en la película anterior. Destacan también las apariciones de Colin Firth (A Single Man, The King’s Speech) como el avaricioso Wilkins y Meryl Streep (Into the Woods, The Post) como la prima Topsy, además de los cameos de Angela Lansbury (Bedknobs and Broomsticks) y del mismísimo Dick Van Dyke, aunque en esta ocasión no como Bert.

No obstante lo anterior, un gran reparto actoral y una excelente ejecución no son suficientes para llenar ese vacío que la secuela del que aún sigue siendo el gran clásico de Disney deja en el espectador cuando abandona la sala. De este modo, las nuevas generaciones no se identifican con los personajes, mientras que los asiduos fanáticos sentirán irremediablemente que Blunt y compañía les quedaron a deber, no por su trabajo sino porque simplemente no son Julie Andrews ni Dick Van Dyke. Asimismo, no existen canciones memorables ni momentos entrañables capaces de generar la empatía que los números musicales de 1964 lograron con el público; por lo que, a pesar de su gran calidad, el filme de Marshall tristemente parece estar condenado a quedar desapercibido como una película más dentro del extenso catálogo de Disney.

Calificación: TÚ DECIDES.
30 de julio de 2017 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine, como toda forma de arte, depende mucho de la contemplación, preferencias e incluso ánimo del receptor. “El gusto se rompe en géneros” suele decirse cuando uno discute acerca de la calidad de una película. Sin embargo, existen ocasiones en que de forma inexplicable, la crítica “especializada” se empeña en hacerle creer al cinéfilo común que puede ver más allá de lo que en realidad existe. De esta forma, como si se tratara del mismísimo cuento de “El traje nuevo del Emperador” los sitios dedicados al cine no han cejado en elogiar el último trabajo que dirige y escribe Jim Jarmuschm (Only Lovers Left Alive) cuando la realidad es que el espectador puede sentir lo mismo mirando por una ventana durante dos horas que sentándose a ver esta cinta.

Paterson es un conductor de autobús que vive en Paterson, New Jersey siguiendo la misma rutina todos los días: se levanta a la misma hora, desayuna lo mismo, cumple con su jornada laboral para después, una vez compartido la cena con su esposa, pasea por las noches con su perro para detenerse en un bar y tomar una sola cerveza. Sin embargo, él encontrará siempre un resquicio dentro de sus actividades para escribir versos, creando una poesía para sí mismo, puesto que no tiene interés alguno en compartirla. Laura, su mujer, pasa todo el día en casa buscando realizarse en todo lo que se le ocurre, un día puede ser pintora, el otro cantante o bien cocinera.

De esta forma, la cinta muestra la vida del matrimonio durante una semana completa, en la cual no sucederá absolutamente nada relevante. De hecho, pareciera que el director enfocó todos sus esfuerzos en realizar una película monótona. La realidad es que no se entiende cual es el sentido del trabajo de Jarmuschm, si el objetivo era hacer un tributo a la poesía, los intentos del personaje por escribir sus poemas resultan ser más bien patéticos al no ser capaz de hilar un par de rimas, mientras que el encontrar inspiración en temas tan absurdos como una caja de fósforos cae en lo ridículo, ni siquiera risible puesto que el filme ni siquiera es capaz de sacar una sonrisa en el espectador.

Desde que inicia la película, el público entra en un letargo que será soportable únicamente si la butaca es cómoda, de hecho, uno puede darse el lujo de dejar de ver la cinta durante media hora sin perderse de absolutamente nada. Si bien la cotidianeidad puede resultar monótona en la vida real, la forma en como la expresa el director exagera lo aburrido que ésta puede llegar a ser. Así, el filme no tiene diálogos memorables, ni siquiera bien elaborados, mientras que las actuaciones no aportan nada relevante, lo cual resulta lógico con una historia cuyo giro argumental más importante es la avería de un autobús.

Adam Driver (Silence, Star Wars: Episode VII) es el encargado de interpretar a Paterson, de quien poco puede decirse a menos que el posar impasible mientras uno observa al horizonte sea una muestra de habilidades histriónicas extraordinarias (lo cual al parecer para los críticos sí lo es). Por otra parte, la iraní Golshifteh Farahani (Darbareye Elly) asume el papel de Laura, el cual es un poco más elaborado pero sin llegar a ser nada brillante. Completan el reparto Rizwan Manji (The Wolf of Wall Street), Barry Shabaka Henley (Collateral) y William Jackson Harper (True Story) como una serie de secundarios e irrelevantes personajes que no logran aportar emoción alguna a la trama.

Es así como, por más que se le dé vueltas, la cinta no aporta más que una excelente fotografía y una buena banda sonora. De ahí en fuera, lo único que se lleva el público son pésimos poemas, actuaciones sosas y dos horas de interminable aburrimiento. De esta forma, poco puede decirse de una película en la cual, por más que se busque, no se encontrará ningún elemento rescatable, puesto que el mensaje que se quiso transmitir perece haberse quedado dentro de la mente del director sin ser capaz de plasmarlo en su trabajo.

Calificación: TÚ DECIDES.
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