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Críticas 197
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
29 de agosto de 2015
3 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las sillas Musicales supone el debut en la dirección de Marie Belhomme, cuya inexperiencia tras las cámaras se hace notar por su tendencia a confiar casi todo el peso de la película en la actuación de las ya curtidas Carmen Maura e Isabelle Carré. Una apuesta que tal vez habría funcionado si el guión sobre el que Belhomme trabaja destacara por la profundidad de sus personajes… siendo luego tratado por una cuidada dirección de actores y la consecuente planificación centrada en los mismos. Sin embargo, estos personajes no destacan por nada en especial, la dirección de actores resulta bastante funcional y la planificación no presta demasiada atención al lucimiento de Maura y Carré. Con lo que la agilidad que suele esperarse de una película que pretende ser un simpático o cuando menos digerible entretenimiento brilla por su ausencia. Y si bien es preferible (al menos hasta cierto punto) la falta de pretensiones a la pedantería, esta vez estamos ante un producto cargado de buena voluntad pero bastante desinflado.

Porque la película no parte de una mala idea. De hecho, la sinceridad y el desenfado transpiran por todo el cuerpo de Las sillas Musicales. Fácilmente puede entreverse que la intención de Marie Belhomme y Michel Leclerc (ambos responsables del guión) no es otra que presentar su particular canto a la sencillez, al crecimiento personal y a los pequeños triunfos. De ahí este interés por la pobre rutina de una graduada en el conservatorio, que acude a fiestas infantiles para ganarse la vida embutida en ridículos disfraces. Se trata de una propuesta, si bien algo manida, simpática y de considerable potencial… siempre que se sepa extraer de ella su doble carácter, en tanto que pieza cómica a la vez que disconforme. Y algo muy parecido sucede con los compañeros de ruta de Perrine (protagonista del relato) y las situaciones en que esta se ve involucrada: la cuidadora de ancianos que grita las verdades a los cuatro vientos (eficazmente interpretada por Carmen Maura) y el trágico suceso que resuelve de forma inesperada la situación económica de Perrine; todo ello parte de una premisa divertida e incluso sugerente.

El problema está en que esta premisa pierde todo su potencial al ser presentada por una narrativa de pulso tambaleante. Pues la dirección de Belhomme parece no acabar de decidirse entre el posicionamiento cómico o el reivindicativo, quedando finalmente atrapada en la neutralidad. Una neutralidad que no deja espacio para el lucimiento de los actores (y de rebote, para la profundidad de los personajes) y convierte su aparente mala leche en un discurso descafeinado. Aun así, cabe insistir: la honestidad de la película sigue teniendo la fuerza necesaria como para destacar por encima de su tendencia a la monotonía. Pero en cualquier caso, los gags acaban resultando demasiado fríos como para producir carcajadas y su posicionamiento disconforme queda eclipsado por unas intenciones cómicas demasiado evidentes. De ahí que, transcurrido el primer acto, la película parezca avanzar sin acabar de llevarnos a ninguna parte.
21 de febrero de 2014
1 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película de Goran Paskaljevic apela a la memoria histórica como herramienta necesaria para proteger nuestro presente y futuro. Según el director serbio, tan importante es preservar el recuerdo de un drama pasado cómo ser consciente de los dramas presentes, algunos de ellos ignorados con frecuencia. Ahí es donde Paskaljevic plantea un interesante paralelismo (al menos en apariencia) entre la discriminación judía tenida lugar hace décadas y la marginación gitana que tiene lugar aún en nuestros días. Al nacer el día plantea una especie de limpieza de conciencia a través la concienciación hacia nuestro presente, acaso una suerte de camino hacia la expiación por unos (supuestos) pecados que involuntariamente cometimos con nuestra ignorancia. Bien. Hasta aquí todavía podríamos hacer la vista gorda hacia el aire de condescendencia y moralismo que desprende el discurso del director. Pero cuando la película traza una impostada barrera separatoria entre los santos y los pecadores, se hace imposible librarse del mal olor. A partir de entonces, nos encontramos ante una película de discurso prefabricado y dicotómico.

No obstante, Al nacer el día contiene ciertos aspectos positivos que merecen ser tenidos en cuenta. Uno de ellos es la elegante puesta en escena con que arranca la película. Se trata de un seguido de imágenes de bello contenido, tanto estético como descriptivo. Con unas ágiles pinceladas, Paskaljevic presenta a su protagonista exponiendo su profesión y estilo de vida, todo ello en apenas unos minutos. Nos describe con eficacia tanto su ingenua personalidad como su afinada sensibilidad hacia la música. Otro aspecto interesante es el cariño con que se nos introduce al terreno musical que rodea a dicho protagonista, cuidando el detalle de mostrarnos a verdaderos músicos tocando hermosas e imperfectas melodías. Estos rasgos contribuyen a crear una atmósfera de alta verosimilitud, poética y evocadora. Desafortunadamente, todo ello acaba convirtiéndose en un pequeño detalle que queda ahogado por un tópico y almibarado discurso, un discurso que, además de no decirnos nada nuevo, va perdiendo forma a medida que el manierismo de la película se convierte en el centro de atención.

Estamos, pues, ante una película de bello despliegue y pésima resolución, tan interesada en aparentar profundidad que todo su envoltorio inicialmente poético termina por caer en el pozo del olvido. Lo único que nos queda de la película al abandonar la sala es la amarga sensación de haber estado oyendo un manido discurso infantil y muy poco serio. Como si la ingenuidad del protagonista se acabara contagiando a todo el trabajo. No se trata únicamente de un bochornoso discurso moralista que eclipsa todo tipo de belleza estética, sino también de una evidente digresión peyorativa a lo largo de la cuál la puesta en escena va siendo descuidada en favor de la mencionada tesis, una tesis tópica, poco realista y nada convincente. Hablamos de una transformación que afecta tanto a la dirección como a al resto de departamentos fílmicos, a saber, la interpretación, el montaje y demás. Como si todo el equipo fuera perdiendo interés por el producto a medida que avanza la acción, acabando todo por convertirse en una marioneta inanimada, sujetada por il·los tan torpes como poco disimulados.

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