You must be a loged user to know your affinity with alex
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred
MiniserieDocumental

8,2
2.808
8
30 de noviembre de 2021
30 de noviembre de 2021
33 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta serie documental es un documento invaluable sobre los Beatles en la fase final de su existencia como grupo. Y a pesar de que a veces resulta agotadoramente exhaustiva y repetitiva, me ha encantado. Es lo que tiene ser un fan; y poder contemplar a las cuatro leyendas de Liverpool en la intimidad de su proceso creativo ha sido para mí todo un placer y un lujo. Bien es cierto que la mayor parte del tiempo se les ve perdiendo el tiempo, discutiendo a veces (aunque la buena química entre Paul y John es palpable), bostezando, haciendo el payaso, o tocando fragmentos de viejas canciones propias y ajenas de modo deslavazado y a medio gas. Y luego están los chillidos ocasionales y espeluznantes de Yoko. Un hueso duro de roer, sin duda. Pero, como digo, me he quedado fascinado. Como cuando te quedas hipnotizado por los azarosos haraganeos de los concursantes de un reality show tipo “Gran Hermano”, donde el hiperrealismo de lo cotidiano adquiere un inusitado interés.
Asoma a veces la subrepticia presión que sienten los cuatro miembros del grupo por tener listas un puñado de canciones en breve plazo, de cara a la publicación de un nuevo disco, así como a un inminente concierto en directo, el primero que realizarán después de mucho tiempo consagrados al trabajo en estudio. El abandono temporal de George Harrison, reticente ante ese nuevo proyecto, está a punto de dar al traste con todo. En medio de la apatía general, solo un esforzado y a ratos autoritario Paul McCartney enarbola la antorcha del entusiasmo. La cosa mejora cuando los Beatles dejan el inhóspito estudio de cine donde estaban ensayando y se mudan a otro estudio más pequeño y acogedor (en la sede de Apple, su propia discográfica) donde son contagiados por el buen rollo de Billy Preston, al que contratan como teclista.
Utilizando en su mayor parte el material descartado por Lindsay Hogg (del que se rumorea que es hijo ilegitimo de Orson Welles) en su película Let it be, Peter Jackson ha pergeñado otra versión alternativa de esas tres semanas de ensayos en enero de 1969, una versión menos deprimente y que no incide tanto en la descomposición del grupo y en las tensiones internas entre sus miembros. Tanto el sonido como la imagen (remozada digitalmente y adaptada al formato apaisado) lucen bastante bien, y el montaje resulta ágil y atento a los detalles. Una cosa que me ha desagradado, sin embargo, es el modo de presentar el concierto final (¿A quién se le ocurre, por cierto, montar un concierto en una azotea y en pleno invierno londinense, con un frío que pela y agarrota las manos?), a base de un montaje fragmentado y con pantalla partida, en el que, en vez de concentrarse en la música, se concede una importancia desmesurada a las reacciones de los transeúntes, así como a los tímidos intentos de la policía por interrumpir el “concierto”.
Get Back cumple también con una inevitable, aunque moderada, función desmitificadora; y es que incluso los ídolos intocables, sometidos al escrutinio de lo cotidiano, se revelan como simples mortales, veinteañeros susceptibles que alucinan, por ejemplo, con las noticias que sobre ellos traen los periódicos que les mitifican. Hay que ver lo mucho que fumaban, y Harrison lo acabaría pagando: murió de un cáncer de pulmón 32 años después. Llama la atención la juventud de esos Beatles maduros y a punto de separarse, que oscilaba entre los 25 años de George Harrison y los 28 de Ringo Starr y John Lennon. Yoko Ono aparece como una plasta de cuidado; violando los más elementales principios de territorialidad, está siempre pegada a John. A George se le ve algo incomodo a veces, sus compañeros no acaban de reconocer su creciente peso dentro del grupo. Paul ejerce de genio multitareas capaz de impostar mil voces y se viste en plan señor, el abrigo y la chaqueta oscuros resultan idóneos para proyectar la imagen de seriedad que requiere su creciente rol de líder. Ringo parece curiosamente pasivo, callado, melancólico. Su placida bonhomía amortiguaba la lucha de egos entre sus compañeros. El que más me fascina e inquieta es John; algo ensimismado (al parecer consumía heroína por esa época) y lleno de amor por Yoko, desconoce -trágicamente- que será asesinado a balazos doce años más tarde.
Para acabar me referiré a eso que podría denominar el misterio de la creación. ¿Cómo es posible que cuatro chicos veinteañeros y sin estudios musicales crearan en solo siete años, y muchas veces bajo presión, tal cantidad de maravillosas canciones, y no se cansaran nunca de cambiar, de experimentar, de evolucionar? Ese misterio de resonancias sagradas apenas se desvela en este documental, mas allá de alguna escena reveladora como aquella en la que McCartney se pone a rasgar intensamente la guitarra, y de pronto, como por arte de magia, toma forma la melodía principal de Get Back. Si algo me ha quedado claro, sin embargo, es que la creatividad de los Beatles, su excepcional talento, tiene mucho que ver con las ganas de jugar de ese niño interior que nadie, nunca, debería perder ni olvidar.
Asoma a veces la subrepticia presión que sienten los cuatro miembros del grupo por tener listas un puñado de canciones en breve plazo, de cara a la publicación de un nuevo disco, así como a un inminente concierto en directo, el primero que realizarán después de mucho tiempo consagrados al trabajo en estudio. El abandono temporal de George Harrison, reticente ante ese nuevo proyecto, está a punto de dar al traste con todo. En medio de la apatía general, solo un esforzado y a ratos autoritario Paul McCartney enarbola la antorcha del entusiasmo. La cosa mejora cuando los Beatles dejan el inhóspito estudio de cine donde estaban ensayando y se mudan a otro estudio más pequeño y acogedor (en la sede de Apple, su propia discográfica) donde son contagiados por el buen rollo de Billy Preston, al que contratan como teclista.
Utilizando en su mayor parte el material descartado por Lindsay Hogg (del que se rumorea que es hijo ilegitimo de Orson Welles) en su película Let it be, Peter Jackson ha pergeñado otra versión alternativa de esas tres semanas de ensayos en enero de 1969, una versión menos deprimente y que no incide tanto en la descomposición del grupo y en las tensiones internas entre sus miembros. Tanto el sonido como la imagen (remozada digitalmente y adaptada al formato apaisado) lucen bastante bien, y el montaje resulta ágil y atento a los detalles. Una cosa que me ha desagradado, sin embargo, es el modo de presentar el concierto final (¿A quién se le ocurre, por cierto, montar un concierto en una azotea y en pleno invierno londinense, con un frío que pela y agarrota las manos?), a base de un montaje fragmentado y con pantalla partida, en el que, en vez de concentrarse en la música, se concede una importancia desmesurada a las reacciones de los transeúntes, así como a los tímidos intentos de la policía por interrumpir el “concierto”.
Get Back cumple también con una inevitable, aunque moderada, función desmitificadora; y es que incluso los ídolos intocables, sometidos al escrutinio de lo cotidiano, se revelan como simples mortales, veinteañeros susceptibles que alucinan, por ejemplo, con las noticias que sobre ellos traen los periódicos que les mitifican. Hay que ver lo mucho que fumaban, y Harrison lo acabaría pagando: murió de un cáncer de pulmón 32 años después. Llama la atención la juventud de esos Beatles maduros y a punto de separarse, que oscilaba entre los 25 años de George Harrison y los 28 de Ringo Starr y John Lennon. Yoko Ono aparece como una plasta de cuidado; violando los más elementales principios de territorialidad, está siempre pegada a John. A George se le ve algo incomodo a veces, sus compañeros no acaban de reconocer su creciente peso dentro del grupo. Paul ejerce de genio multitareas capaz de impostar mil voces y se viste en plan señor, el abrigo y la chaqueta oscuros resultan idóneos para proyectar la imagen de seriedad que requiere su creciente rol de líder. Ringo parece curiosamente pasivo, callado, melancólico. Su placida bonhomía amortiguaba la lucha de egos entre sus compañeros. El que más me fascina e inquieta es John; algo ensimismado (al parecer consumía heroína por esa época) y lleno de amor por Yoko, desconoce -trágicamente- que será asesinado a balazos doce años más tarde.
Para acabar me referiré a eso que podría denominar el misterio de la creación. ¿Cómo es posible que cuatro chicos veinteañeros y sin estudios musicales crearan en solo siete años, y muchas veces bajo presión, tal cantidad de maravillosas canciones, y no se cansaran nunca de cambiar, de experimentar, de evolucionar? Ese misterio de resonancias sagradas apenas se desvela en este documental, mas allá de alguna escena reveladora como aquella en la que McCartney se pone a rasgar intensamente la guitarra, y de pronto, como por arte de magia, toma forma la melodía principal de Get Back. Si algo me ha quedado claro, sin embargo, es que la creatividad de los Beatles, su excepcional talento, tiene mucho que ver con las ganas de jugar de ese niño interior que nadie, nunca, debería perder ni olvidar.
26 de octubre de 2007
26 de octubre de 2007
32 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que me ha parecido estupenda. Decididamente el primer Passolini "neorrealista poético" de la primera época (en blanco y negro) era algo muy especial e inimitable. Ese contraste, por ejemplo, entre los ambientes marginales, cutres, con todo su nihilismo, y la musica celestial de Bach, sugiere que acaso esos personajes sean ángeles en potencia, y produce un efecto bastante peculiar a nivel subconsciente.
Lo cierto es que toda esa imaginería de baretos de mala muerte, barrios del extrarradio, paredes desconchadas, descampados, chulos, prostitutas -y planeando por encima, siempre la idea de la muerte- no puede dejar de conmovernos al recordar el trágico final de Passolini, también en un descampado, también a manos de alguno de esos jóvenes marginales que tanto le atraían.
La pena es que para ver una película como esta, que le da cuarenta vueltas al 99 por ciento de las películas que se estrenan, haya que irse hasta alguna lejana biblioteca y rescatarla del olvido.
Lo cierto es que toda esa imaginería de baretos de mala muerte, barrios del extrarradio, paredes desconchadas, descampados, chulos, prostitutas -y planeando por encima, siempre la idea de la muerte- no puede dejar de conmovernos al recordar el trágico final de Passolini, también en un descampado, también a manos de alguno de esos jóvenes marginales que tanto le atraían.
La pena es que para ver una película como esta, que le da cuarenta vueltas al 99 por ciento de las películas que se estrenan, haya que irse hasta alguna lejana biblioteca y rescatarla del olvido.

7,3
6.907
10
4 de enero de 2009
4 de enero de 2009
30 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
La lenta e irreversible descomposición de una pareja. Pocos directores han tratado este tema con tanta elegancia y sutileza. Aun estoy alucinado y convencido de haber visto una película extraña, pero también excepcional e inolvidable.
En primer lugar habría que mencionar a Brigitte Bardot y su tremendo atractivo hoy casi olvidado. Junto con "La Verité" es esta, seguramente, una de sus mejores películas, en una filmografía por lo demás escasa en grandes titulos.
Otra de las cosas fascinantes de esta película es esa mezcla entre vida y cine, realidad y ficción, con la inclusión de Fritz Lang interpretándose a si mismo y los ecos de la relación que tenía por aquella época el propio Godard con su musa Ana Karina, de cuya imagen parece apropiarse Bardot cuando se enfunda una peluca negra.
En su fascinante e inusual puesta en escena llama la atención el predominio de planos generales y su relativo estatismo, tan alejado del nervioso desenfado que caracteriza a la mítica opera prima de Godard "A Bout de souffle". Ese empequeñecimiento de los personajes en medio de los escasos pero muy bien escogidos escenarios (magníficamente fotografiados por Raul Coutard) podría ser una elección estilística con la cual Godard querría subrayar la soledad de los personajes y/o cierto distanciamiento en su forma de mirarles. Aunque, por otra parte, con lo que pesaban las inmensas cámaras de cinemascope, intentar un estilo "a lo A Bout de souffle" hubiera sido imposible. Me han fascinado esos decadentes estudios cinematográficos invadidos por la vegetación y que se supone son los míticos estudios Cinecittà, aunque en realidad son los menos conocidos y ya desaparecidos estudios Titanus.
También el maravilloso apartamento donde se produce el largo y fascinante "set piece" central entre Bardot y su marido en la ficción, Piccoli, filmado con una planificación alejada de los modos narrativos habituales en el cine comercial. Es magistral el modo que tiene Godard de crear una larga escena con mínimos elementos y moviendo un par de personajes en un espacio cerrado, y ademas dándole a todo un aire espontaneo y con pizcas de extravagancia. En cuanto a esa extraña casa junto al mar, construida en Capri por el escritor Curzio Malaparte, hay que decir que Godard ha sabido sacarle un tremendo partido.
Sería injusto, por otra parte, olvidar la influencia de Antonioni y su trilogía de la incomunicación, no solo en la concepción abstracta de esos espacios, sino también en el pausado ritmo narrativo y en el propio argumento (una adaptación de un texto de Moravia). Debo señalar, así mismo, que la evocadora banda sonora compuesta por Georges Delerue es, en mi opinión, uno de los elementos más sobresalientes e inolvidables de la película (¡Y pensar que en la versión italiana la sustituyeron por otra de tipo jazzistico, y además recortaron el metraje!).
En conclusión, vi "El desprecio" hace años y me gustó, pero ahora, al verla de nuevo en HD, me ha encantado, porque su narrativa no del todo lineal me estimula y porque visualmente es aun más excepcional de lo que recordaba. Y, también porque, como entonces, la he encontrado poética, distinta, desolada, y fascinante. Arte con mayúsculas.
En primer lugar habría que mencionar a Brigitte Bardot y su tremendo atractivo hoy casi olvidado. Junto con "La Verité" es esta, seguramente, una de sus mejores películas, en una filmografía por lo demás escasa en grandes titulos.
Otra de las cosas fascinantes de esta película es esa mezcla entre vida y cine, realidad y ficción, con la inclusión de Fritz Lang interpretándose a si mismo y los ecos de la relación que tenía por aquella época el propio Godard con su musa Ana Karina, de cuya imagen parece apropiarse Bardot cuando se enfunda una peluca negra.
En su fascinante e inusual puesta en escena llama la atención el predominio de planos generales y su relativo estatismo, tan alejado del nervioso desenfado que caracteriza a la mítica opera prima de Godard "A Bout de souffle". Ese empequeñecimiento de los personajes en medio de los escasos pero muy bien escogidos escenarios (magníficamente fotografiados por Raul Coutard) podría ser una elección estilística con la cual Godard querría subrayar la soledad de los personajes y/o cierto distanciamiento en su forma de mirarles. Aunque, por otra parte, con lo que pesaban las inmensas cámaras de cinemascope, intentar un estilo "a lo A Bout de souffle" hubiera sido imposible. Me han fascinado esos decadentes estudios cinematográficos invadidos por la vegetación y que se supone son los míticos estudios Cinecittà, aunque en realidad son los menos conocidos y ya desaparecidos estudios Titanus.
También el maravilloso apartamento donde se produce el largo y fascinante "set piece" central entre Bardot y su marido en la ficción, Piccoli, filmado con una planificación alejada de los modos narrativos habituales en el cine comercial. Es magistral el modo que tiene Godard de crear una larga escena con mínimos elementos y moviendo un par de personajes en un espacio cerrado, y ademas dándole a todo un aire espontaneo y con pizcas de extravagancia. En cuanto a esa extraña casa junto al mar, construida en Capri por el escritor Curzio Malaparte, hay que decir que Godard ha sabido sacarle un tremendo partido.
Sería injusto, por otra parte, olvidar la influencia de Antonioni y su trilogía de la incomunicación, no solo en la concepción abstracta de esos espacios, sino también en el pausado ritmo narrativo y en el propio argumento (una adaptación de un texto de Moravia). Debo señalar, así mismo, que la evocadora banda sonora compuesta por Georges Delerue es, en mi opinión, uno de los elementos más sobresalientes e inolvidables de la película (¡Y pensar que en la versión italiana la sustituyeron por otra de tipo jazzistico, y además recortaron el metraje!).
En conclusión, vi "El desprecio" hace años y me gustó, pero ahora, al verla de nuevo en HD, me ha encantado, porque su narrativa no del todo lineal me estimula y porque visualmente es aun más excepcional de lo que recordaba. Y, también porque, como entonces, la he encontrado poética, distinta, desolada, y fascinante. Arte con mayúsculas.

7,7
6.913
6
13 de julio de 2007
13 de julio de 2007
29 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por primera vez en mi vida me han gustado más las criticas (por ejemplo, las que anteceden) que la película que las motiva. También esa especie de videoclip en el que aparecen concentradas las principales imágenes de la película -incluido en el Dvd-, me parece más disfrutable que la propia película. ¿Conclusión de todo esto? Pues no sé... Supongo que en toda obra de arte debe existir un equilibrio entre su accesibilidad y el mensaje que trata de comunicar. En este caso el poema (porque El espejo está más cerca de la poesía o el videoarte que del cine) resulta, a pesar de su fascinante belleza, algo largo y aburrido. Aunque eso sucede también con muchos poemas u obras de arte de vanguardia, que sin embargo gozan del aplauso general (sobre todo de ciertas élites). Así que se me acaba de ocurrir otra conclusión: algunas obras de arte consideradas difíciles y aburridas logran, sin embargo, pulsar los resortes más profundos de nuestra sensibilidad. Otras, en cambio, a pesar de ser "bastante entretenidas" (que son la mayoría), no logran dejar huella en nosotros. Tercera conclusión: creo que me está saliendo una crítica casi tan interesante como las que alababa al principio; ¡es que esta película tiene algo, coño!

7,9
8.564
8
26 de octubre de 2007
26 de octubre de 2007
28 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si no fuera por toda la primera parte, demasiado larga y morosa (hasta el minuto cincuenta y pico no se acaba de entrar en materia), me parecería una obra maestra. Con todo, me parece una película muy apreciable, a pesar de que la temática del lesbianismo como motivo de verguenza y exclusión social haya quedado -afortunadamente- desfasada. Aunque tal vez el tema principal de "La calumnia" no sea tanto el lesbianismo, como el poder destructor de la mentira, tanto a nivel individual como social.
La puesta en escena de Wyler es, como siempre, majestuosa y un punto teatral, con esos planos provistos de gran profundidad de campo, en los que tanto el primer plano como el fondo aparece perfectamente enfocado. La música de Alex North también es maravillosa, y muy emotiva (aunque sin llegar a los niveles de Espartaco). Pero sobre todo habría que destacar las interpretaciones, tanto de los actores principales como de los secundarios. Y entre ellas, una Shirley Maclaine absolutamente excepcional, en una de las más sutiles y conmovedoras actuaciones que yo recuerdo en el cine. Aunque solo fuera por ella, esta película merecería ser recordada.
La puesta en escena de Wyler es, como siempre, majestuosa y un punto teatral, con esos planos provistos de gran profundidad de campo, en los que tanto el primer plano como el fondo aparece perfectamente enfocado. La música de Alex North también es maravillosa, y muy emotiva (aunque sin llegar a los niveles de Espartaco). Pero sobre todo habría que destacar las interpretaciones, tanto de los actores principales como de los secundarios. Y entre ellas, una Shirley Maclaine absolutamente excepcional, en una de las más sutiles y conmovedoras actuaciones que yo recuerdo en el cine. Aunque solo fuera por ella, esta película merecería ser recordada.
Más sobre alex
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here