You must be a loged user to know your affinity with Pabpab
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred
5
7 de noviembre de 2016
7 de noviembre de 2016
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empecé a ver esta película como lo hacíamos antes: sin referencias, sin amigos ni almas gemelas y con sólo una crítica publicada. Como un valiente. Por instinto cazador de buenas películas. Buena pinta sí que tiene.
Enseguida se revelan las reglas de la peli, los códigos con los que se nos va a transmitir el contenido, el ritmo, los diálogos. Larguisimos planos sin palabras. Comienzan los primeros pensamientos distractivos: De dónde habrán sacado a esa actriz, cómo es posible que toque tan bien el violín, actúe tan bien y sea tan guapa, ¿guapa o atractiva? qué tía, supongo que habrán hecho un casting con violinistas, claro.
Continuamos con la contemplación del paisaje y de objetos cotidianos. Sigo entero. Se suceden escenas en las que no pasa gran cosa, quizás alguien recorriendo un par de kilómetros en bicicleta en medio de un ocaso brumoso, algún rostro que pasa de una expresión lánguida a otra atormentada en minuto o minuto y medio. Empiezo a decaer.
Llega un momento en que en el propio organismo se encienden todas las alarmas: ¡Hay que mandar energía a las neuronas!, a ver, ¿de qué va esto? ¿si tuviese que escribir una crítica en filmaffinity de qué habraría? (¿Eso de ahí es un Peugeot o un Citroën?) Por cierto cuando esto ocurre, ya tiene uno un pie fuera de la película.
Después de un enorme esfuerzo de comprensión y análisis relacional, llego a la conclusión de que casi todos los personajes se quejan de su escaso nivel de comunicación con el prójimo. ¿Será este el mensaje? Es posible, de hecho bastante probable. Eso me tranquiliza por lo que mi nivel de adrenalina desciende en picado. Echado en el sofá, tapadito y después de aprobarme el test de inteligencia me relajo y ya no puedo combatir las repetidas embestidas de una estructura compuesta por: una larga secuencia sin diálogo, susurros boscosos, pasos sobre las hojas, vaporosos vestidos entre la floresta, concluyendo en conversaciones a media voz, lentas, imprecisas, en la que la respuesta sucede un rato después de la pregunta, o directamente no la hay. Se me va la cabeza. Me duermo. Me despierto y echo para atrás. Me despierto, vuelvo a echar para atrás. Así varias veces. Hay que reconocer que he luchado.
Enseguida se revelan las reglas de la peli, los códigos con los que se nos va a transmitir el contenido, el ritmo, los diálogos. Larguisimos planos sin palabras. Comienzan los primeros pensamientos distractivos: De dónde habrán sacado a esa actriz, cómo es posible que toque tan bien el violín, actúe tan bien y sea tan guapa, ¿guapa o atractiva? qué tía, supongo que habrán hecho un casting con violinistas, claro.
Continuamos con la contemplación del paisaje y de objetos cotidianos. Sigo entero. Se suceden escenas en las que no pasa gran cosa, quizás alguien recorriendo un par de kilómetros en bicicleta en medio de un ocaso brumoso, algún rostro que pasa de una expresión lánguida a otra atormentada en minuto o minuto y medio. Empiezo a decaer.
Llega un momento en que en el propio organismo se encienden todas las alarmas: ¡Hay que mandar energía a las neuronas!, a ver, ¿de qué va esto? ¿si tuviese que escribir una crítica en filmaffinity de qué habraría? (¿Eso de ahí es un Peugeot o un Citroën?) Por cierto cuando esto ocurre, ya tiene uno un pie fuera de la película.
Después de un enorme esfuerzo de comprensión y análisis relacional, llego a la conclusión de que casi todos los personajes se quejan de su escaso nivel de comunicación con el prójimo. ¿Será este el mensaje? Es posible, de hecho bastante probable. Eso me tranquiliza por lo que mi nivel de adrenalina desciende en picado. Echado en el sofá, tapadito y después de aprobarme el test de inteligencia me relajo y ya no puedo combatir las repetidas embestidas de una estructura compuesta por: una larga secuencia sin diálogo, susurros boscosos, pasos sobre las hojas, vaporosos vestidos entre la floresta, concluyendo en conversaciones a media voz, lentas, imprecisas, en la que la respuesta sucede un rato después de la pregunta, o directamente no la hay. Se me va la cabeza. Me duermo. Me despierto y echo para atrás. Me despierto, vuelvo a echar para atrás. Así varias veces. Hay que reconocer que he luchado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Todo se precipita al final. ¡Pum! un tiro y se hace el silencio. A otro lo atropellan (los del Peugeot o Citroën) y fallece. Y yo pienso, ahora, -después de dos días-: eso debe ser para poner énfasis en el hecho de que si nos comunicamos mal, más nos vale que nos comuniquemos mejor porque en cualquier momento nos podemos morir y entonces la comunicación ya se complica del todo.

6,7
24.611
4
27 de agosto de 2023
27 de agosto de 2023
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se me acumulan las películas sobre las que quisiera escribir en este foro; debe ser que la edad me está haciendo perezoso, o quizás que con la edad se me está desinflando el ego. Y el caso es que son pelis a las que he puntuado con sietes, ochos o nueves, es decir, pelis que he han llegado por una u otra cosa.
No es el caso de esta película, de hecho si escribo sobre ella es por haberme ocasionado un síndrome de domingo que juro que no tenía cuando empecé a verla.
El argumento trata sobre el despliegue operativo que organiza la bella Natascha McElhone para hacerse con una maleta y su contenido. Para ello crea una banda de señores astutos y versados en diferentes materias altamente peligrosas, de Niro, Renó y S. Bean (actor que interpretó al pobre desgraciado de la Comunidad del Anillo que sucumbe al poder del mal), entre otros.
Desde el principio el personaje que encarna de Niro, solicita información a su jefa sobre el contenido de la maleta, pero con escaso éxito.
La película se va enrevesando en torno a la maleta en un creciente flujo de munición y chorros de sangre comparable al manar del petróleo de Arkansas cuando dicha munición impacta, no siempre en el destinatario del disparo, sino en todo hijo de vecino de los municipios en los que se desarrolla la trama.
Aún sin saber qué contiene la maleta ni por qué le resulta tan deseada a Natascha, o más bien por esto, me mantuve atento para ver si había en la maleta algo interesante. Por el camino pude asistir a tiroteos, amoríos fugaces, persecuciones automovilistas con gran siniestralidad y desordenes públicos sin igual desde la Toma de la Bastilla.
La maleta va cambiando de mano, ahora la tienen los de un bando, ahora los del otro sin perjuicio de que se vayan cambiando inopinadamente de equipo. Esto incrementó mi interés en desvelar el contenido de la maleta; desafortunadamente para mi el guión de la película parecía maltratar mi curiosidad.
Pasaban las horas, aumentaban las bajas y los contusionados entre los equipos contendientes y yo seguía sin saber la razón de tanto esfuerzo y tanto quebranto.
La tarde declinaba. Ha cambiado el tiempo y se ha metido una especie de fascículo anticipado del otoño, llega septiembre y la vuelta al cole, y no había nada que indicase que me iba a salir con la mía e iba conocer qué se ocultaba en el interior de la maleta plateada. Aumentaba mi angustia de domingo.
Tuve que esperar al último minuto, ya al borde del abandono. Pero en esta ocasión no voy a recurrir al espacio del spoiler. Si se han creído que yo les iba a contar lo que había en la maleta se han equivocado. Se ponen la peli y se la sufren como hice yo.
¡Mucha suerte!
No es el caso de esta película, de hecho si escribo sobre ella es por haberme ocasionado un síndrome de domingo que juro que no tenía cuando empecé a verla.
El argumento trata sobre el despliegue operativo que organiza la bella Natascha McElhone para hacerse con una maleta y su contenido. Para ello crea una banda de señores astutos y versados en diferentes materias altamente peligrosas, de Niro, Renó y S. Bean (actor que interpretó al pobre desgraciado de la Comunidad del Anillo que sucumbe al poder del mal), entre otros.
Desde el principio el personaje que encarna de Niro, solicita información a su jefa sobre el contenido de la maleta, pero con escaso éxito.
La película se va enrevesando en torno a la maleta en un creciente flujo de munición y chorros de sangre comparable al manar del petróleo de Arkansas cuando dicha munición impacta, no siempre en el destinatario del disparo, sino en todo hijo de vecino de los municipios en los que se desarrolla la trama.
Aún sin saber qué contiene la maleta ni por qué le resulta tan deseada a Natascha, o más bien por esto, me mantuve atento para ver si había en la maleta algo interesante. Por el camino pude asistir a tiroteos, amoríos fugaces, persecuciones automovilistas con gran siniestralidad y desordenes públicos sin igual desde la Toma de la Bastilla.
La maleta va cambiando de mano, ahora la tienen los de un bando, ahora los del otro sin perjuicio de que se vayan cambiando inopinadamente de equipo. Esto incrementó mi interés en desvelar el contenido de la maleta; desafortunadamente para mi el guión de la película parecía maltratar mi curiosidad.
Pasaban las horas, aumentaban las bajas y los contusionados entre los equipos contendientes y yo seguía sin saber la razón de tanto esfuerzo y tanto quebranto.
La tarde declinaba. Ha cambiado el tiempo y se ha metido una especie de fascículo anticipado del otoño, llega septiembre y la vuelta al cole, y no había nada que indicase que me iba a salir con la mía e iba conocer qué se ocultaba en el interior de la maleta plateada. Aumentaba mi angustia de domingo.
Tuve que esperar al último minuto, ya al borde del abandono. Pero en esta ocasión no voy a recurrir al espacio del spoiler. Si se han creído que yo les iba a contar lo que había en la maleta se han equivocado. Se ponen la peli y se la sufren como hice yo.
¡Mucha suerte!

7,0
23.114
8
29 de febrero de 2016
29 de febrero de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante película. A mi juicio ni obra de arte, ni ejemplo de la perfección en la que cada plano vibra, ni deslumbrante hasta el agotamiento ni bla, bla, bla…
Me cuesta comprender el por qué de estos argumentos cuando para mi resulta evidente, palpable y apabullante qué es lo que escacharra los buenos propósitos de esta película.
Por un lado tenemos una puesta en escena impecable, una ambientación tan bien elaborada que faltaría que las palomas tuviesen en la pata una anilla años 50. La experiencia de ver en la pantalla esas tiendas años 50 sólo podría igualarse a estar en realidad en una de esas tiendas años 50, esos coches con sus azules humos de escape años 50, esos figurantes en planos lejanísimos que actúan tan años 50 que viéndolos, se siente una mezcla entre ternura y gratitud por “añocincuentearlo” todo con tanto esmero.
Luego está el tema del glamour. Todo tiene una espesa capa de barniz glamuroso. No se ha visto tanto glamour junto en una pantalla desde Deseando Amar.
Cómo se camina, cómo se fuma, cómo se mira, cómo se sonríe… Hay en esta película una central nuclear del glamour, que es Cate Blanchett. Sin duda el director de esta película le insistió mucho en que debía hacerlo todo con mucho glamour, y ella, cuyos residuos metabólicos son ya de por sí glamurosos, y además es una gran actriz y sabe hacerlo de sobra, ha repartido glamour a diestro y siniestro obedeciendo así las indicaciones de su jefe. Esta debe ser la razón por la que Cate Blanchett parece en esta película una mezcla entre máscara griega metida en un corsé de escayola y un c3po rubio ondulado y con mucho glamour.
Y finalmente está el tema de la emoción:
En algún lugar de las profundidades de este océano de glamour se encuentra la emoción; una luz débil que titila apenas, ahogada por un mar de glamour.
En alguna escena la emoción se sobrepone al glamour, pero sin duda el director gritó entonces con su megáfono“¡más glamour, más glamour!” y la emoción volvió a desvanecerse. Y así fue discurriendo la película en una lucha desigual entre la emoción y el glamour.
Pero hay otra cuestión: el lesbianismo. Personalmente prefiero ver esta película como la historia de dos seres humanos que tratan de amarse en tiempos difíciles.
Y en relación con esto último, no consigo seguir el hilo de los acontecimientos: cúando surgió el amor, quíen se enamora de quién y por qué. Qué siente ella por ella y qué siente la otra por la otra. En qué piensa una cuando la otra no está y si es que la ama tanto cómo es que yo no siento nada. Es como si mi sentido del olfato amoroso estuviese acatarrado y no me enterase de que aquí se está cocinando una historia de amor.
(Esto mismo sucede en cuestiones fundamentales a la hora de describir a los personajes, como por ejemplo en la relación entre Carol y su hija y cómo reacciona ante las situaciones que afectan a su papel de madre, o mi duda de si con Therese en realidad no se me está presentando un personaje un poco autista, quizás cierto grado de Asperger)
Resultado final: Glamour 1 emoción 0, se lleva un punto el glamour porque juega en casa, la emoción lo ha intentado pero el árbitro no ha ayudado nada.
La película le ha encantado a todo el mundo, incluso a un señor llamado Phillip Engel, que es crítico de cine, y que lloró mucho en Cannes con esta película; se ve que en estos tiempos el glamour emociona mucho más que la propia emoción.
Me cuesta comprender el por qué de estos argumentos cuando para mi resulta evidente, palpable y apabullante qué es lo que escacharra los buenos propósitos de esta película.
Por un lado tenemos una puesta en escena impecable, una ambientación tan bien elaborada que faltaría que las palomas tuviesen en la pata una anilla años 50. La experiencia de ver en la pantalla esas tiendas años 50 sólo podría igualarse a estar en realidad en una de esas tiendas años 50, esos coches con sus azules humos de escape años 50, esos figurantes en planos lejanísimos que actúan tan años 50 que viéndolos, se siente una mezcla entre ternura y gratitud por “añocincuentearlo” todo con tanto esmero.
Luego está el tema del glamour. Todo tiene una espesa capa de barniz glamuroso. No se ha visto tanto glamour junto en una pantalla desde Deseando Amar.
Cómo se camina, cómo se fuma, cómo se mira, cómo se sonríe… Hay en esta película una central nuclear del glamour, que es Cate Blanchett. Sin duda el director de esta película le insistió mucho en que debía hacerlo todo con mucho glamour, y ella, cuyos residuos metabólicos son ya de por sí glamurosos, y además es una gran actriz y sabe hacerlo de sobra, ha repartido glamour a diestro y siniestro obedeciendo así las indicaciones de su jefe. Esta debe ser la razón por la que Cate Blanchett parece en esta película una mezcla entre máscara griega metida en un corsé de escayola y un c3po rubio ondulado y con mucho glamour.
Y finalmente está el tema de la emoción:
En algún lugar de las profundidades de este océano de glamour se encuentra la emoción; una luz débil que titila apenas, ahogada por un mar de glamour.
En alguna escena la emoción se sobrepone al glamour, pero sin duda el director gritó entonces con su megáfono“¡más glamour, más glamour!” y la emoción volvió a desvanecerse. Y así fue discurriendo la película en una lucha desigual entre la emoción y el glamour.
Pero hay otra cuestión: el lesbianismo. Personalmente prefiero ver esta película como la historia de dos seres humanos que tratan de amarse en tiempos difíciles.
Y en relación con esto último, no consigo seguir el hilo de los acontecimientos: cúando surgió el amor, quíen se enamora de quién y por qué. Qué siente ella por ella y qué siente la otra por la otra. En qué piensa una cuando la otra no está y si es que la ama tanto cómo es que yo no siento nada. Es como si mi sentido del olfato amoroso estuviese acatarrado y no me enterase de que aquí se está cocinando una historia de amor.
(Esto mismo sucede en cuestiones fundamentales a la hora de describir a los personajes, como por ejemplo en la relación entre Carol y su hija y cómo reacciona ante las situaciones que afectan a su papel de madre, o mi duda de si con Therese en realidad no se me está presentando un personaje un poco autista, quizás cierto grado de Asperger)
Resultado final: Glamour 1 emoción 0, se lleva un punto el glamour porque juega en casa, la emoción lo ha intentado pero el árbitro no ha ayudado nada.
La película le ha encantado a todo el mundo, incluso a un señor llamado Phillip Engel, que es crítico de cine, y que lloró mucho en Cannes con esta película; se ve que en estos tiempos el glamour emociona mucho más que la propia emoción.
8 de noviembre de 2018
8 de noviembre de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay producciones cinematográficas que, como productos de otros géneros artísticos, traspasan la delgada línea que va desde el arte hasta la cochambre. Es triste ver cómo actrices que han participado en proyectos excelentes, se ven envueltas en películas fallidas, chabacanas y degradantes. Qué manera de tirar el dinero y el talento.
Uno se pone a pensar, después de ver esta película, qué habrá llevado a Scarlett Johansson a aceptar un papel protagonista en este absurdo bodrio, un gris potaje tibio, que en realidad, como cualquier plástico que flota en el océano, no es más que contaminación planetaria, algo que nos podríamos haber ahorrado, alimento para las cabras. ¿Necesitaría dinerillo? ¿Quizás una pincelada de frivolidad y desenfado en su carrera? Quién sabe.
Desconozco asimismo las motivaciones programáticas que movieron a su directora a escribir y dirigir esta cinta. Presumo que entre ellas hay una vindicación de la mujer y un reclamo de protagonismo y empoderamiento frente al hombre. Sospecho que pretende ser una película de mujeres, quizás para mujeres. Lo cierto es que por el camino se ridiculiza la figura del varón, bajo mi punto de vista, de una manera descerebrada, tópica y de un infantilismo burdo, un poco de patio de cuartel. Tampoco aporta una imagen demasiado edificante de lo que es ser mujer, recurriendo a ciertos tópicos más bien machistas. Esta es una pelícua de machismo rancio importado por feministas rancias y desneuronadas. Un genuino producto de la era Donald Trump que nos da la medida de cómo está el nivel intelectual, cultural y de sensibilidad general de (una gran, me temo) parte de nuestros congéneres planetarios.
Espero con los brazos abiertos las películas de las directoras y las actrices que sigan haciendo grande al cine, dignifiquen a la mujer, utilicen la inteligencia y la sensibilidad, y ofrezcan su talento a la humanidad.
Uno se pone a pensar, después de ver esta película, qué habrá llevado a Scarlett Johansson a aceptar un papel protagonista en este absurdo bodrio, un gris potaje tibio, que en realidad, como cualquier plástico que flota en el océano, no es más que contaminación planetaria, algo que nos podríamos haber ahorrado, alimento para las cabras. ¿Necesitaría dinerillo? ¿Quizás una pincelada de frivolidad y desenfado en su carrera? Quién sabe.
Desconozco asimismo las motivaciones programáticas que movieron a su directora a escribir y dirigir esta cinta. Presumo que entre ellas hay una vindicación de la mujer y un reclamo de protagonismo y empoderamiento frente al hombre. Sospecho que pretende ser una película de mujeres, quizás para mujeres. Lo cierto es que por el camino se ridiculiza la figura del varón, bajo mi punto de vista, de una manera descerebrada, tópica y de un infantilismo burdo, un poco de patio de cuartel. Tampoco aporta una imagen demasiado edificante de lo que es ser mujer, recurriendo a ciertos tópicos más bien machistas. Esta es una pelícua de machismo rancio importado por feministas rancias y desneuronadas. Un genuino producto de la era Donald Trump que nos da la medida de cómo está el nivel intelectual, cultural y de sensibilidad general de (una gran, me temo) parte de nuestros congéneres planetarios.
Espero con los brazos abiertos las películas de las directoras y las actrices que sigan haciendo grande al cine, dignifiquen a la mujer, utilicen la inteligencia y la sensibilidad, y ofrezcan su talento a la humanidad.

6,2
561
5
1 de septiembre de 2012
1 de septiembre de 2012
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El comienzo es muy prometedor: Dibujos sensibles y cuidados, imágenes nostálgicas, ambientes que invitan a sumergirse en la historia, trazos sutiles de personajes que centran de inmediato e incondicionalmente nuestra atención hacia ellos. Minutos de magia en los que se nos lleva, como flotando, hacia el comienzo de la historia. El principio de Kerity puede evocar el comienzo de El viaje de Chihiro.
Pero, así como en El viaje de Chihiro, la magia no termina hasta que la película concluye -y disculpas por esta cruel comparación-, en Kerity se puede decir que la magia cesa al comenzar la historia. Parece que las reservas de ingenio e imaginación de los responsables se agotan en los minutos iniciales, de manera que el resto de la cinta se completa con buenas intenciones y mucha mediocridad.
Ya iniciada la trama de la película nos vemos las caras con su característica general: el tópico, que se va apoderando de los personajes, los paisajes y los diálogos. Poco a poco, pero con tenacidad se va agrisando aquel clima del comienzo.
Llama la atención la pobreza formal del dibujo de los personajes, sus rostros, sus ropas, sus gestos. Un dibujo sencillo puede ser hermoso y estar cargado de sensibilidad; no es el caso. Los dibujos de Kerity pasan de sencillos a simples, y de simples a simplones.
Respecto a los personajes y sus caracteres, conviene no enfocarlos mucho, verlos con el rabillo del ojo; a poco que se observan se revelan personalidades confusas, arbitrarias e inverosímiles. El público infantil, destinatario de esta película, merece personajes sólidos y coherentes; no los encontrará aquí.
Quizá se podría extraer un corto con los 3 minutos iniciales: no tendría argumento, no habría historia aparente, pero sería una hermosa invitación a soñar.
Pero, así como en El viaje de Chihiro, la magia no termina hasta que la película concluye -y disculpas por esta cruel comparación-, en Kerity se puede decir que la magia cesa al comenzar la historia. Parece que las reservas de ingenio e imaginación de los responsables se agotan en los minutos iniciales, de manera que el resto de la cinta se completa con buenas intenciones y mucha mediocridad.
Ya iniciada la trama de la película nos vemos las caras con su característica general: el tópico, que se va apoderando de los personajes, los paisajes y los diálogos. Poco a poco, pero con tenacidad se va agrisando aquel clima del comienzo.
Llama la atención la pobreza formal del dibujo de los personajes, sus rostros, sus ropas, sus gestos. Un dibujo sencillo puede ser hermoso y estar cargado de sensibilidad; no es el caso. Los dibujos de Kerity pasan de sencillos a simples, y de simples a simplones.
Respecto a los personajes y sus caracteres, conviene no enfocarlos mucho, verlos con el rabillo del ojo; a poco que se observan se revelan personalidades confusas, arbitrarias e inverosímiles. El público infantil, destinatario de esta película, merece personajes sólidos y coherentes; no los encontrará aquí.
Quizá se podría extraer un corto con los 3 minutos iniciales: no tendría argumento, no habría historia aparente, pero sería una hermosa invitación a soñar.
Más sobre Pabpab
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here