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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
10 de julio de 2020 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra gran película del genio de Truffaut. Obra que surgió además de forma imprevista y casi de la nada, debido a los retrasos que estaba sufriendo con la puesta a punto de Fahrenheit 451.
Igualmente, destacan las relaciones sumamente tensas que mantuvo con Jean Desailly a lo largo del rodaje, en contraposición con el amor que le profesaba a Françoise Dorleac, lo cual puede incluso traslucirse en la pantalla, con el carácter frío y distante que confiere a Lachenay (nombre homenaje a su amigo de toda la vida) y la naturalidad que rezuma Nicole.
Aunque la película no tuvo buena acogida, y quizás está excesivamente influida por el suspense del que tanto dialogaba con Hitchcock en aquella época, es indudable que es una obra de primer nivel donde logra plasmar a la perfección la tensión del matrimonio que se derrumba, junto a la atracción fatal por un amor que objetivamente carece de futuro.
Como detalle final, no deja de ser interesante, que Truffaut plasmase 9 años más tarde en la Noche Americana, toda la dificultad que le supuso poder grabar la escena en la que Nicole da de comer al gato.
En definitiva, si bien no es la mejor obra de Truffaut, no deja de formar parte de ese tejido que es su filmografía, en la cual todos los títulos aportan una belleza pocas veces vista en el cine, y un sentido global de lo que fue su vida misma.
26 de febrero de 2025 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre con poncho, sombrero, mirada de pocos amigos y un cigarro en su boca y tu cabeza piensa: debe ser un film de Sergio Leone.

Una melodía con silbidos rítmicos y una vasta extensión de tierra árida en un plano fijo y tu cabeza también piensa: debe ser otro film más de Sergio Leone.

Un círculo con varias personas apuntándose, un plano fijo a los ojos, otro plano fijo a la mano, otro plano al revólver, ahora un plano general, de vuelta a un primer plano a los ojos, de nuevo a la mano, y de repente, disparos. Tu cabeza es traicionera, debes estar presenciando otro film de Sergio Leone.

Así de icónico ha sido este señor, uno de los grandes creadores de simbología y mitología cinematográfica.

En esta obra, segunda parte de la llamada trilogía del dólar, Leone nos ofrece un relato mucho más pulido a nivel visual que en Por un Puñado de Dólares. Si bien sus películas posteriores tuvieron más renombre internacional, no hay que olvidar que La Muerte tenía un Precio fue la película más taquillera del Spaghetti Western de Leone en Italia, un auténtico hito que no ha pasado de moda y que tiene gran vigencia todavía a día de hoy.

Como siempre en los Western de Leone, el héroe de la película se aleja mucho del arquetipo americano, es un héroe sucio, con una cuestionable moralidad, una obsesión con el dinero y una mano de gatillo fácil. Introduce además Leone un segundo personaje, interpretado por Lee Van Cleef y que supone un verdadero soplo de aire fresco a la película, encarnando una historia de venganza particular que confiere mayor carga dramática y argumental. Leone era un tremendo director de rostros, aunque quizás no tan buen director de actores. Siempre he tenido la sensación de que en sus películas la interpretación la prima el rostro, los silencios, las miradas... Pocos rostros dicen más con menos, Lee Van Cleef y Clint Eastwood están absolutamente descomunales.

Como antihéroe absoluto, Gian María Volonte ofrece un papel muy similar al de Ramón Rojo, en este caso, quizás incluso más desalmado y consumido por los opiáceos. Su papel me resulta en alguna ocasión cargante y demasiado sobreactuado para el estilo de Leone, pero su rostro de maldad y desidia compensa el exceso de su actuación.

De Morricone tampoco voy a hablar demasiado, porque las películas de Leone jamás habrían sido lo que fueron sin la banda sonora de su amigo. Cada personaje tiene su melodía, cada escena tiene su trasfondo y como buen western, tiene un climax memorable.

A modo de mención, aparte del duelo final, que es en mi opinión, uno de los mejores de la obra de Leone. (Para mí, mi favorito, junto al de Armónica contra Frank en Hasta que llegó su hora), me quedó obnubilado con el duelo de puntería entre Manco y Mortimer (jamás unos sombreros dieron tanto de sí), me apasiona la entrada en Aguadulce, que posee una gran belleza visual, y sobre todo, me encantan cada plano de Lee Van Cleef y Clint Eastwood mirándose entre sí.

Leone siempre odió el término de Spaghetti Western, así como creo que jamás entendió las críticas desde Estados Unidos a sus películas. Para él, América y la conquista del Oeste no eran eventos históricos, sino mitos sobre los que construir y desarrollar historias. Por ello, el Oeste sirve tan sólo como contexto para lo que Leone nos quiere ofrecer, que no es otra cosa que un relato sumamente disfrutable y disruptor con las formas establecidas en el género en aquel momento, perfeccionista en sus planos, en los detalles y objetos (el reloj...), en las interpretaciones y en el estilo de sus protagonistas.

Por desgracia para nosotros, Leone no tuvo una carrera muy prolífica, pero por suerte, todo lo que hizo lo realizó con el mismo mimo y pasión, y esta obra es todavía la génesis de la perfección estética que aún estaba por llegar en sus siguientes películas.
16 de octubre de 2024 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad que esta película no hay por donde cogerla. Tiene además casi todos los elementos para triunfar, un actor en la cima de su carrera, un argumento angustioso y un director que si ha demostrado ser experto en algo es precisamente en retratar esas situaciones de opresión, tensión y alienación de sus personajes.

El problema es que luego la película no tiene ningún tipo de sentido, carece de cualquier tipo de coherencia y está plagada de situaciones irreales. No digo con esto que el cine tenga que ser realista, puedes ver películas con tramas sencillas como Amelie o Big Fish (por poner los dos primeros ejemplos que se me han venido a la cabeza) que son de todo menos realistas, pero funcionan a la perfección, o incluso cine de acción como True Lies que es tan sumamente excesivo en todo su metraje que pierde cualquier tipo de credibilidad. La cuestión aquí es el tono que se imprime a la película y la coherencia del mismo, y es ahí donde Frantic fracasa estrepitosamente. Y es que el inicio de película está muy bien, el protagonista se ve sumido en una situación casi kafkiana. Su mujer desaparece misteriosamente en un hotel y él se encuentra perdido intentando buscarla en un mundo con un idioma que desconoce y rodeado de trabajadores serviciales pero ineficientes y servidores públicos sumidos en una burocracia y que permanecen ajenos a sus problemas.

A partir de aquí, todo descarrilla. Ya han mencionado muchas situaciones en comentarios previos que escapan de cualquier comprensión, tramas y giros de guion innecesarios y metidos con calzador para dinamizar un poco la película, personajes superfluos y cuya aportación a la película es realmente intrascendente, así como un intento casi indulgente de explicar al espectador el argumento de forma directa a través del personaje de Emmanuelle Seigner.

En definitiva, una película que tenía una buena base para triunfar, pero que acaba convirtiéndose en un filme vacío. De hecho, para mi, el mayor misterio y suspense de la película, está en averiguar como un doctor con fama internacional y que ha sido invitado de propio a París para dar una charla, puede pasar toda la película esquivando su responsabilidad y que nadie haga una sola mención a ello.
25 de octubre de 2020 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran película de Laconte, narrada con ese estilo tan peculiar que destila su cine y basada en una novela del prolífico Simenon. Es una historia de amor enmarcada en un drama psicológico en toda regla. La película sólo nos ofrece lo que sienten los personajes, no los hechos. No sabemos apenas quién era la víctima, que provocó su fallecimiento y de que modo se produjo. Tampoco interesa que lo sepamos, lo esencial y lo que nos trata de enseñar Laconte, es que ese hecho dará pie a desarrollar como se sienten sus personajes.
La sensación que me queda al final de la película, es que se muestra el amor, como un sentimiento egoísta, posesivo y subjetivo. La traición al fin y al cabo es recíproca, y se basa en la misma premisa, que no es otra que retener al ser amado.
Grandes interpretaciones del dúo protagonista, que logran sostener la película en todo momento. Desde el inquietante inició de su relación, hasta el inevitable final.
En definitiva, otra gran película que nos aporta el cine francés de finales de siglo.
12 de abril de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
Retrato sórdido de la decadencia moral y física de Don Binam, narrado visualmente por un prácticamente siempre excelente Billy Wilder.

Me resulta curioso que la otra película que más desasosiego me ha transmitido en relación a la dependencia al alcohol, sea la que protagonizó el actor predilecto de Wilder, que no es otro que el gran Jack Lemmon en Días de Vino y Rosas.

Narrada con pequeños artificios de flashback, la historia nos traslada a un camino de hundimiento y "quizás" redención, causado por un arma que siempre acecha y de la que es muy difícil desvincularse en caso de que invada tu vida, el alcohol. El whisky es la perdición de Binam, pero lo triste de esta historia, es que él lo percibe como su salvación, lo único que le hace sentirse inspirado, feliz, extrovertido, lo único que da sentido a una vida copada por la frustración de no poder ser escritor.

Wilder, al contrario de la ironía y el humor con la que irá tiñendo sus películas, nos retrata un panorama desolador. Quizá no sea tan duro el decaimiento del personaje, sino la decepción que genera en quienes le rodea. El personaje de Helen es el contrapunto de luz en la historia, la persona que sigue ahí pase lo que pase, el único ancla que mantiene a flote al Don sobrio. La primera imagen de la película es muy representativa, esa botella de whisky colgando de la ventana, como un peso en la vida de Don.

Si bien la película es cruda, y casi puede contener trazas de terror muy raramente vistas en Wilder, tales como el proceso de delirium tremens o el despertar en la Clínica de la "Resaca", también nos ofrece momentos de increíble sarcasmo, muy propios de su guionista y director, quizás el director más ingenioso en este tipo de artificios. (Con el permiso de Lubitsch y Allen). Me refiero a la escena de la Traviata, donde todos los personajes brindan con alcohol y trasladan a Don al deseo más extremo por beber, personalizado en esa chaqueta que ha desaparecido en el guardarropa.

En definitiva, una historia brillante, como casi todas las películas de Wilder, es casi imprescindible su visionado para los amantes del séptimo arte. Grandes interpretaciones de Milland (que tiene un asombroso parecido con James Stewart) y de Jane Wyman.

Mi único "pero", es que en estos años, el Happy Ending era ineludible en Hollywood. Y seamos sinceros, el desarrollo de la película deja poco espacio para la esperanza... Quizás esa novela llamada la Botella sea el primer paso para la sanación, pero no tengo dudas de que todavía le quedan bastantes botellas por descorchar hasta llegar a ello...
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