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Críticas 282
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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1 de febrero de 2014
45 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para ser sinceros, el caso del David O Rusell este empieza a tocar ya un poquitín mucho las narices. Dicen que en esta vida vale más caer en gracia que ser gracioso y parece que definitivamente el amigo David es de esos tipos que ha nacido con la flor en el culo. Que las tres últimas películas de su filmografía hayan acumulado un total de veinticinco nominaciones a los Oscars es todo un expediente X y amenaza desde ya con convertirse en uno de los grandes enigmas en la Historia de la Humanidad.

Ojo, que no estamos hablando ni mucho menos de un trío de obras maestras, sino de cosas tan corrientitas como “The fighther”- sí, ya sé que soy demasiado benévolo llamándola “cosa corrientita”- “El lado bueno de las cosas” o este “American Hustle” que ahora se estrena. En este caso, los grandes estafadores parece que son los miembros de la Academia hollywoodiense empeñados en darnos gato por liebre encumbrando a los altares del culto cinematográfico a un señor que ha demostrado ya sobradamente que no pasa de mediocre.- y sigo siendo magnánimo en emplear este nuevo calificativo.

Quizá haya quienes no estén de acuerdo con esta teoría de la conspiración mía tan particular, pero es que da la casualidad de que la palabra “sobrevalorado” es la más repetida en las cincuenta y tantas críticas que se han escrito hasta el momento en esta santa web. Eso, o que el fulano tiene algo que no somos capaces de ver el común de los mortales y los académicos sí. ¿David, qué les das? ¿Será ese estilo transgresor en el narrar entre hiperrealista y lírico del que habla Boyero?.No sé, pero para mí la distancia más corta entre dos puntos ha sido siempre la línea recta y la forma más eficaz de contar una historia como esta, de robos, picaros y estafas es sólo una. La que emplearon películas como “El golpe” o “Nueve reinas”… y un montón más. Este tipo de tramas tienen siempre un potencial cómico tremendo que suele conectar con el público de forma masiva… no es tan difícil. A no ser, claro, que cuentes con un guión soso y carente de gracia como el de “American Hustle”.

La película se detiene en otras cosas, la dirección artística por ejemplo tirando de tópico setentero (mucha peluca cardada, mucho cuello levantado, exceso de jukebox y clásicos del disco). Mirando “el lado hortera de las cosas”, vaya. En otros ámbitos, O Russell copia de quien sabe lógicamente, pero hasta en eso es… mmm, ¿cómo dije antes?... ah, sí, mediocre. Si copias a Scorsese para montar tu película, procura que ésta tenga el ritmo propio de los films de Marty. Hasta en eso el pobre David ha tenido mala suerte; su cinta ha llegado a nuestras salas tan sólo dos semanas después del estreno de “El lobo de Wall Street” con lo que nos ha sido muy fácil comparar.

Se dice que el fuerte de O Russell ha sido siempre el trabajo con los actores, pues bien, aquí ni eso. Christian Bale parece más preocupado en que no se le caiga en ningún momento el bisoñé que en actuar. Jennifer Lawrence y Bradley Cooper están correctos, con unos personajes tan torpemente diseñados que dejan escaso margen al lucimiento. Amy Adams parece la más atinada, aunque quizá más de uno atendió más a otras cosas que a su interpretación.

Y una última pregunta antes de terminar ¿por qué grita tanto la gente en las películas de este hombre?
21 de junio de 2016
34 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
De cuando se decía “ ¡Atiza ¡, que son las nueve” en lugar de “¡Ostias¡ que son las nueve”

De cuando bajabas de la sierra a Madrid un domingo por la tarde y no había atascos.

De cuando un amigo se presentaba de repente en tu casa y te daba una sorpresa porque no te lo había puesto cinco minutos antes en el Whatsapp.

De cuando vivir bajo el mismo techo con tu ex y su amante era signo de progresía

De cuando Carmen Maura no había descubierto todavía cómo cargarse a un tío con un hueso de jamón.

De cuando los comunistas aún creían que el “sorpasso” era un sistema táctico defensivo del fútbol italiano.

De cuando la gente leía.

De cuando los españoles iban a mitines y no a mítines.

De cuando Pablo Iglesias era todavía un respetado dirigente de la izquierda española.

De cuando en Madrid se festejaba la revolución de los claveles, y no los goles de Cristiano.

De cuando oías “La Internacional” en un tocadisicos, y no en un politono.

El año en el que Han Solo lideraba la taquilla española y ni imaginábamos que un día pudiera llegar a tener a un retrasado mental por hijo.

El año en el que Isabel Preysler se separó de Julio Iglesias y Vargas Llosa publicaba “La tía Julia y el escribidor”.

De cuando al español medio le costaba distinguir entre un michelín y una teta.

De cuando Fernando Colomo ni siquiera era actor revelación.

De cuando podías hablar de política sin nombrar la palabra “Venezuela”.

De cuando si te ligabas a una tía no podías colgarlo en el Facebock y te tenías que conformar con contárselo a tu mejor amigo.
…/…

De cuando éramos jóvenes.
20 de diciembre de 2023
34 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, ya sé que para valorar las películas hay que desentenderse un poco bastante de la cantidad de premios que hayan podido recibir éstas por muy prestigiosos que sean. A qué negar, sin embargo, que todos hemos acudido en masa a ver esta “Anatomía de una caída” atraídos por el señuelo que significa la Palma de Oro que el festival de Cannes le otorgó allá por el pasado mayo; desde luego, en cualquier caso el cebo no era la hasta ahora irregular y anodina trayectoria de su directora, Justine Triet, desconocida para el gran público. A Cannes se le supone mayor arrojo a la hora de elegir a sus selectas ganadoras, y la última de ellas es, digámoslo ya de entrada, bastante corrientita. Así pues, ahí va una primera decepción. A qué no pues también maldecir como Rick Blaine tras la barra de “La Belle Aurore” y preguntarse porqué de entre todas las películas de Cannes 2023 tuvieron que quedarse con ésta.

Quizá lo único extraordinario de una película como ésta sean sus ciento cincuenta minutos de metraje que se antojan excesivos para contar lo que se cuenta. Por supuesto, uno no se baja nunca de la historia, más que nada porque no se pierde en ningún momento la esperanza de toparse con ese giro de guión que no acaba de llegar. No te aburres, pero su corrección (tanto en la forma como en el fondo) raya en la asepsia y la convierte casi en un producto de algoritmo de Netflix. Su calculada ambigüedad tampoco ayuda al respecto. Vamos que, pese a las gélidas temperaturas en las que se desarrolla la trama, ni frío ni calor. Triet no termina de decidir si su película es un drama judicial o un drama romántico en torno a la crisis de una pareja. Y en esa indecisión, la película se le va de las manos. No hace falta ser un experto en derecho para darse cuenta de que la trama judicial no se sostiene y a cambio está llena de incongruencias. Triet no logra transmitir la pasión que se le presume al género y que sí está presente en otros ejemplos que parecen también jugar con la ambigüedad como “Testigo de cargo” o “Las dos caras de la verdad”. La parte de dramón permite a los actores lucirse, especialmente a una fantástica Sandra Hüller que podría considerarse lo mejor de la función.
25 de marzo de 2010
30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1.974 el cineasta y coreógrafo Bob Fosse llevaba a la gran pantalla la vida del cómico norteamericano Lenny Bruce en un biopic que supone una de las dos incursiones en el cine no musical en la carrera del director. Lenny, que por momentos adopta la forma de un falso documental, llega los cines rodeada de una encendida controversia acorde con la personalidad de su protagonista.

Nacido Leonard Albert Schneider, Bruce vino al mundo en Nueva York en 1.925, hijo de Sally Marr, una actriz de vaudevill de tercera que fue precisamente quien le introdujo en el mundo del espectáculo. Poco podía imaginar entonces Sally que su hijo acabaría convirtiéndose en un icono de la cultura estadounidense del siglo XX renovando el género del sohw bussines. Lenny inventó el concepto de la "stand up comedy" y fue el precursor de la hoy archiconocida figura del monologuista. Nacía una nueva raza de humoristas que ya no se limitan a contar chistes más o menos malos a su auditorio, sino que se convierten en agudos observadores de la realidad capaces de diseccionarla desde un prisma irreverente e irónico.

Los monólogos de los sesenta no tienen el sentido trivial que puedan tener los monólogos del XXI. En boca de una nueva generación de cómicos la palabra adquiere un carácter de dardo envenenado contra el poder establecido llegando a trasnformarse en auténtico instrumento de agitación social. Así, Lenny Bruce hablaba a sus espectadores de temas tan espinosos en la época como el aborto, Vietnam, el Ku-Kus Klan, las drogas… Todo ello acabaría costándole demasiado caro.

En 1.961, Lenny, que ya en 1.951 había tenido que vérselas con la Justicia por problemas con el fisco, fue arrestado y juzgado por emplear un lenguaje obsceno en sus shows, en concreto por repetir 101 veces la palabra cocksucker (chupapollas) en uno de ellos. En aquella ocasión. el cómico fue absuelto, pero ése sería el principio del fin.

A partir de entonces, los juicios se suceden uno tras otro, siendo especialmente famoso el que padeció en 1.964 en el que testificaron a su favor personajes como Alan Ginsberg o Woody Allen. Precisamente éste último rinde homenaje al cómico en la magistral Manhattan donde Lenny es uno de los miembros del Museo de Artistas Sobrevalorados de la snob Diane Keaton.

Y mientras el cerco de la ley se cernía sobre el humorista, el público se rendía a sus pies.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sin embargo, Lenny no pudo aguantar la presión y en 1.966 fue encontrado muerto en su apartamento de Nueva York víctima de una sobredosis de morfina. En 2.003, el gobernador de la ciudad, George Pataki- nada que ver con Elsa que yo sepa- le indultaba de todos sus cargos. A buenas horas.

De todo ello nos habla Bob Fosse en su película. Pese a no ser un musical, ésta se puede considerar cien por cien Fosse, a fin de cuentas no deja de estar ambientada en el mundo del espectáculo que tan bien conocía. El leif motiv del film continúa siendo el escenario y la relación de complicidad establecida entre el artista y su público.

Podemos seguir reconociendo algunos rasgos de la obra de Fosse por ejemplo en esos primerísimos planos que recogen las reacciones entre el alborozo y la sorpresa del público de Lenny – como ocurría en Cabaret- o en ese particular sentido del montaje casi etéreo con continuas idas y venidas hacia atrás en el tiempo. Tampoco es difícil deducir que el personaje que años más tarde interpreta Roy Scheider en la memorable All that Jazz aunque inspirado en la figura del propio Fosse le debe mucho a Lenny Bruce.

En uno de los momentos más dulces de su carrera, Dustin Hoffman asumió el reto de dar vida a Lenny Bruce. Y digo bien, dar vida, porque Dustin no interpreta a Lenny, ES Lenny. Dustin se mete hasta lo más profundo del personaje y aporta desde ese punto de vista toda la credibilidad. El actor consiguió una nueva nominación al Oscar gracias a una interpretación sencillamente apabullante ante la cual solo cabe quitarse el sombrero.

Como artista poco convencional que fue, Bob Fosse se valió del personaje de Lenny Bruce para defender un determinado estilo de vida y arremeter contra su contrario. Conceptual y estructuralmente su película se acerca a la más reciente en el tiempo El escándalo de Larry Flint de Milos Forman. Ambas cargan contra el hoy manido concepto de lo políticamente correcto y condenan la doble moral y las dos varas de medir existentes- aún hoy todavía- en la sociedad estadounidense. Porque resulta pornográfico censurar el "caca-pedo-culo-pis" mientras de forma impúdica se vuelve la cara – o lo que es peor se reserva para el prime time-a otro tipo de realidades bastante más obscenas. En este sentido, el mensaje de Lenny continúa en la actualidad más vigente que nunca.
5 de octubre de 2015
42 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alejandro Amenábar regresa con “Regresión, y lo hace seis años después de su hasta ahora último trabajo (¡¡¡¿¿¿ es posible que ya hayan pasado 6 años desde “Ágora”???¡¡¡). La cosa sabe más bien a poco, pues ya se sabe que seis años son muchos años y da tiempo a especular y a crearse expectativas de todo tipo. Uno espera que si el autor de “Tesis” se ha tomado tanto tiempo en volver a sentarse en la silla del director es porque vuelve con una genialidad. Y no, el regreso es “Regresión”.

En el fondo algo de ello nos temíamos al comenzar a saber del rodaje de la película y a conocer detalles de su argumento con ese tufillo a telefilm de sobremesa de Antena 3. Perdón de Tele 5 quería decir. No es de extrañar que Mediapro esté en el ajo, cualquier sábado nos la cuela de tapadillo en la parrilla como aperitivo al programa de la Campos. Y total, como cortan los créditos del final, no veremos que es de Amenábar y no notaremos la diferencia con la que nos echaron el sábado anterior. Uno esperaba que ante una sinopsis tan manida y trillada, Amenábar aportase su sello autoral, ese plus que sirviese para convertir su propuesta en algo diferente, la elevara por encima del resto. Pero no. Lo mejor que se puede decir de “Regresión” es que es mediocre.

Mediocre, plana, rutinaria,… y lo que es peor aburrida, muy aburrida. Ni rastro de personalidad, ni una chispa de genio. ¿Dónde está el Amenábar que nos aterrorizó en “Tesis”? ¿Dónde el que nos cautivó en “Abre los ojos” o “Los otros”? ¿O el que nos emocionó en “Mar adentro” o el que sorprendió en “Ágora?. Aquí no, desde luego. Si hasta el final “sorpresa” es una ridiculez; da la impresión de que Alejandro se ha visto obligado a elegir la única salida mínimamente honrosa que le quedaba y ha tirado por la calle de en medio. No me creo su argumento, no me creo el tormento sobreactuado de Ethan Hawke (toda la historia se asienta en realidad sobre la base de una sobreactuación), y sobre todo no sé qué es lo que me ha querido contar esta vez Amenábar, a dónde me ha querido llevar. Decepción y descoloque total. Esta vez, Amenábar se quedó corto, esta vez su película no llega ni a amena.
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