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Críticas ordenadas por utilidad
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7,0
26.701
4
5 de enero de 2012
5 de enero de 2012
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las primeras reflexiones que me surgió al salir del cine fue el pensar cuánto se aburren los críticos cinematográficos. Por otra parte no es de extrañar, el panorama no está como para tirar cohetes y el hecho de ver algo ligeramente diferente entre tanta mediocridad y nadería ya es algo. En bastantes críticas, a Giorgos Lanthimos le han comparado con: Buñuel, Pasolini, Ripstein, Linch, Haneke, o el movimiento Dogma. A mi sinceramente me parece excesivo y honestamente pienso que más allá del valor del intento está el resultado final.
Como lado positivo, la película tiene algunos aspectos atractivos, como por ejemplo la idea, aunque no original, de un paraíso terrenal lleno de luz, color, vegetación... y aderezado con una música en armonía con el paisaje. Todos estos elementos (muy bien ambientados en la película) a su vez son muy descriptivos de un mundo claustrofóbico y opresivo movido desde el poder la mentira, la violencia... El tema de la película que parece más desarrollado y a la vez turbador, es el significado que en este mundo feliz se le da a la sexualidad y cómo la desarrollan algunos de los personajes, consiguiendo por momentos algo de intensidad. Por otro lado el final planteado me parece muy acertado y sugerente.
Sin embargo, tan exagerado sería decir que el relato se agota en el trailer, como que la historia da de sí para una narración de 93 minutos. Una cosa es hacer una película sobria, minimalista, con un lenguaje cinematográfico despojado de artificios y que va a lo esencial; y otra es que se deba renunciar y dehauciar a los personajes y a la propia historia, vendidos a unos códigos (tanto de léxico como de conductas) que se agotan en sí mismos a la media hora de metraje. El resto es un ir y venir sobre una misma idea que desde mi punto de vista no tiene intensidad dramática (salvo alguna excepción comentada). Y esto no quiere decir que en la historia no evolucione, porque uno de los personajes sí lo hace y toma una decisión, pero no se da ni el espacio ni el tiempo necesario para explicarlo.
Samuel Beckett tenía los caninos muy desarrollados y consiguió desde la sobriedad y el minimalismo crear historias donde la palabra es desterrada y la fuerza de la imagen adquiere gran expresividad e intensidad dramática. Creo que Lanthimos, que parte de unas premisas muy marcadas por el genio dublinés, más que caninos tiene todavía dientes de leche y tendrá que esperar la visita del Ratoncito Pérez. Pero seguro quizás con el tiempo le saldrán los molares.
Como lado positivo, la película tiene algunos aspectos atractivos, como por ejemplo la idea, aunque no original, de un paraíso terrenal lleno de luz, color, vegetación... y aderezado con una música en armonía con el paisaje. Todos estos elementos (muy bien ambientados en la película) a su vez son muy descriptivos de un mundo claustrofóbico y opresivo movido desde el poder la mentira, la violencia... El tema de la película que parece más desarrollado y a la vez turbador, es el significado que en este mundo feliz se le da a la sexualidad y cómo la desarrollan algunos de los personajes, consiguiendo por momentos algo de intensidad. Por otro lado el final planteado me parece muy acertado y sugerente.
Sin embargo, tan exagerado sería decir que el relato se agota en el trailer, como que la historia da de sí para una narración de 93 minutos. Una cosa es hacer una película sobria, minimalista, con un lenguaje cinematográfico despojado de artificios y que va a lo esencial; y otra es que se deba renunciar y dehauciar a los personajes y a la propia historia, vendidos a unos códigos (tanto de léxico como de conductas) que se agotan en sí mismos a la media hora de metraje. El resto es un ir y venir sobre una misma idea que desde mi punto de vista no tiene intensidad dramática (salvo alguna excepción comentada). Y esto no quiere decir que en la historia no evolucione, porque uno de los personajes sí lo hace y toma una decisión, pero no se da ni el espacio ni el tiempo necesario para explicarlo.
Samuel Beckett tenía los caninos muy desarrollados y consiguió desde la sobriedad y el minimalismo crear historias donde la palabra es desterrada y la fuerza de la imagen adquiere gran expresividad e intensidad dramática. Creo que Lanthimos, que parte de unas premisas muy marcadas por el genio dublinés, más que caninos tiene todavía dientes de leche y tendrá que esperar la visita del Ratoncito Pérez. Pero seguro quizás con el tiempo le saldrán los molares.

6,2
27.850
6
24 de diciembre de 2009
24 de diciembre de 2009
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente esta historia podría servir como pequeño ejemplo de respuesta a frases, que algunos adultos pueden hacer a sus hijas, hijos o incluso a su alumnado, y que pueden ser tales como: ¿Ya estás otra vez en tu mundo? ¿En qué estás pensando? ¿Qué estás haciendo?
Y lo que está haciendo, como en el caso de Max, es vivir en un mundo paralelo, en una isla con monstruos como únicos habitantes y en donde él es coronado Rey y centro de ese mundo.
Pero no por ser infantil se podría pensar en un mundo simplón de piruleta y algodón, donde los problemas no existen, sino más bien todo lo contrario.
La película de Spike Jonze resulta muy interesante por la forma de tratar un tema recurrente y nada novedoso, pero que sirviéndose de la historia de Maurice Sendak desarrolla el complejo mundo de Max. Un mundo en la que a modo de metáfora se nos plantean cuestiones como: la necesidad de seguridad y protección; la utilización de la violencia como mecanismo de respuesta a estados emocionales o el reto de descifrar códigos y comportamientos ininteligibles.
Se agradece la economía narrativa utilizada tanto al principio como al final del film para retratar de forma ágil la vida real y el difícil entorno familiar de Max. En este sentido resulta más que creíble la interpretación de Catherine Keener, en el breve pero intenso papel de madre que dota a la historia de gran fuerza y verosimilitud.
La parte central de la historia, la isla de los monstruos, fue rodada en Australia, en paisajes naturales, sugerentes e inhóspitos, recreando un mundo hermético y claustrofóbico. Sin embargo esta parte no termina de funcionar ya que da la impresión de que este mundo en realidad creado por el niño, preexiste con anterioridad a su llegada y genera una serie de códigos y relaciones sutiles entre cada uno de ellos que tanto por su complejidad como por no estar resueltas narrativamente con claridad, producen una cierta confusión y distancia entre el espectador y la historia que se pretende contar.
A pesar de ello la historia de Max conserva mucha fuerza y llega a emocionar este niño al borde del kaos emocional, pero que como él mismo dice, es una situación que no ha provocado.
Y lo que está haciendo, como en el caso de Max, es vivir en un mundo paralelo, en una isla con monstruos como únicos habitantes y en donde él es coronado Rey y centro de ese mundo.
Pero no por ser infantil se podría pensar en un mundo simplón de piruleta y algodón, donde los problemas no existen, sino más bien todo lo contrario.
La película de Spike Jonze resulta muy interesante por la forma de tratar un tema recurrente y nada novedoso, pero que sirviéndose de la historia de Maurice Sendak desarrolla el complejo mundo de Max. Un mundo en la que a modo de metáfora se nos plantean cuestiones como: la necesidad de seguridad y protección; la utilización de la violencia como mecanismo de respuesta a estados emocionales o el reto de descifrar códigos y comportamientos ininteligibles.
Se agradece la economía narrativa utilizada tanto al principio como al final del film para retratar de forma ágil la vida real y el difícil entorno familiar de Max. En este sentido resulta más que creíble la interpretación de Catherine Keener, en el breve pero intenso papel de madre que dota a la historia de gran fuerza y verosimilitud.
La parte central de la historia, la isla de los monstruos, fue rodada en Australia, en paisajes naturales, sugerentes e inhóspitos, recreando un mundo hermético y claustrofóbico. Sin embargo esta parte no termina de funcionar ya que da la impresión de que este mundo en realidad creado por el niño, preexiste con anterioridad a su llegada y genera una serie de códigos y relaciones sutiles entre cada uno de ellos que tanto por su complejidad como por no estar resueltas narrativamente con claridad, producen una cierta confusión y distancia entre el espectador y la historia que se pretende contar.
A pesar de ello la historia de Max conserva mucha fuerza y llega a emocionar este niño al borde del kaos emocional, pero que como él mismo dice, es una situación que no ha provocado.
1 de diciembre de 2009
1 de diciembre de 2009
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente estreno trás las cámaras de Tommy Lee Jones contando una historia fronteriza sobre personajes solitarios, desesperanzados y que trasmiten amargura vital. Qué mejor panorama para transmitir este estado interno sino a través de un paisaje desértico en los límites de E-E.U.U y México. Este es un western mayor con carga de profundidad, con personajes elaborados que son capaces de transmitir, a través de la cámara, mucha verdad con simples gestos, miradas y con pocas palabras. En ese sentido el relato es sobrio y nada reiterativo, cada plano esta cargado de sentido y nada resulta gratutito.
El único pero es el principio del guión de Arriaga, que se empeña en fraccionar la historia para intentar forzardamente dotarla de mayor intrioga, cuando en realidad la historia en sí tiene fuerza por sí sola y no necesita nigún artificio para lograr el interés. A mitad de metraje, como si fuera avisado de ello, el relato se normaliza, no se fragmenta de forma tan exagerada y deja que fluya con la propia fuerza de los personajes y sus historias. A pesar de ello la historia contada deja un poso de autencidad, de verdad en los personajes, de estar ante la magia de las grandes peliculas que convierten la ficción en algo real que nos llega a emocionar y a conmover.
El único pero es el principio del guión de Arriaga, que se empeña en fraccionar la historia para intentar forzardamente dotarla de mayor intrioga, cuando en realidad la historia en sí tiene fuerza por sí sola y no necesita nigún artificio para lograr el interés. A mitad de metraje, como si fuera avisado de ello, el relato se normaliza, no se fragmenta de forma tan exagerada y deja que fluya con la propia fuerza de los personajes y sus historias. A pesar de ello la historia contada deja un poso de autencidad, de verdad en los personajes, de estar ante la magia de las grandes peliculas que convierten la ficción en algo real que nos llega a emocionar y a conmover.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los personajes principales transitan hacia un viaje de búsqueda: unos hacia una búsqueda sin sentido, otros desesperanzada y otros incierta. Sin duda son los tres personajes más potentes de la película. El amigo de Melquiades, que exige un final digno para su amigo; el agente inconsciente, sádico y maltratador, que mata por "error" a Melquiadas; la mujer del agente, que realiza un viaje muy personal. Ambos personajes evolucionan de formas diferentes a medida que avanza el metraje: el primero de ellos muta desde la esperanza y el camino cierto, hacia un viaje sin sentido hacia una soledad implacable; el agente, reo obligado a expurgar sus pecados, evoluciona con su redención hacia un lado más humano, donde se atreve a ser compasivo y a reconocer todo el camino perdido; la mujer, que supera su miedo y toma una decisión valiente saliendo de esa expiral de dependencia y maltrato, y retomando su dignidad al abandonar al marido.
Resulta esperanzador que se hagan westerns en los que se muestre la dignidad de la mujer, como personas capaces de labrar su destino, independientes, sin representar el estereotipo generalizado del western, y otros géneros cinematográficos, en donde que se hacen retratos de personajes debiles, sumisos, dependientes de un hombre o representando roles de cuidado.
Resulta esperanzador que se hagan westerns en los que se muestre la dignidad de la mujer, como personas capaces de labrar su destino, independientes, sin representar el estereotipo generalizado del western, y otros géneros cinematográficos, en donde que se hacen retratos de personajes debiles, sumisos, dependientes de un hombre o representando roles de cuidado.
6
26 de agosto de 2014
26 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si fuera habitual el formato de diario cinematográfico cámara en mano quizás la valoración de la película sería diferente, pero a estas alturas y cuando parece todas las formas posibles de contar una historia parecen globalizadas y mimetizadas por una única forma posible de hacerlo, se agradecen los intentos por contar otras historias, desde otras perspectivas y otros formatos y sobre todo dentro del panorama español. Tampoco es que León haya inventado la imprenta, pero se agredece la propuesta.
Esta película más allá de soportes, formatos y lenguajes cinematográficos, me parece interesante porque la considero honesta. Honestidad en primer lugar por renunciar a dejarse llevar en esa búsqueda por las condiciones sociales de la India o por el movimiento 15 M y hacer un retrato que tenga que ver más con lo que algunos que llaman el cine de "compromiso" o cine de sinpermiso. Porque como dice el autor, quién soy yo de hablar del hambre y de la miseria de la India o de la situaicón de crisis que muchas personas están pasando en nuestro país. Leon Simiani, al igual que Umbral, a venido a hablar de su libro y no a disfrazarlo de otra cosa, de su busqueda personal, de sus nostalgias y anhelos.
También hay cierta honestidad al reirse un poco de sí mismo cuando saca a su otro interpelador Yo. Si bien es cierto que este es el aspecto que más me disgusta de la película. Tengo la imprensión, que más allá de los intencionalismos y las honestidades hay verborrea incombistible y explicativa que por momentos agota y axfisia a las imágenes. Hay planos de la película que tienen mucha fuerza y que hablan por sí solos sin necesidad de palabra, música ni cualquier otro adorno. Es como si tanta retórica explicativa no creyera ni se fiara en absoluto de las imágenes y tuviera que estar permenentemente justificándolas y validándolas.
Aun así me sigue pareciendo un soplo de aire fresco en un panorama cinematográfico muy viciado.
Esta película más allá de soportes, formatos y lenguajes cinematográficos, me parece interesante porque la considero honesta. Honestidad en primer lugar por renunciar a dejarse llevar en esa búsqueda por las condiciones sociales de la India o por el movimiento 15 M y hacer un retrato que tenga que ver más con lo que algunos que llaman el cine de "compromiso" o cine de sinpermiso. Porque como dice el autor, quién soy yo de hablar del hambre y de la miseria de la India o de la situaicón de crisis que muchas personas están pasando en nuestro país. Leon Simiani, al igual que Umbral, a venido a hablar de su libro y no a disfrazarlo de otra cosa, de su busqueda personal, de sus nostalgias y anhelos.
También hay cierta honestidad al reirse un poco de sí mismo cuando saca a su otro interpelador Yo. Si bien es cierto que este es el aspecto que más me disgusta de la película. Tengo la imprensión, que más allá de los intencionalismos y las honestidades hay verborrea incombistible y explicativa que por momentos agota y axfisia a las imágenes. Hay planos de la película que tienen mucha fuerza y que hablan por sí solos sin necesidad de palabra, música ni cualquier otro adorno. Es como si tanta retórica explicativa no creyera ni se fiara en absoluto de las imágenes y tuviera que estar permenentemente justificándolas y validándolas.
Aun así me sigue pareciendo un soplo de aire fresco en un panorama cinematográfico muy viciado.
25 de agosto de 2014
25 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reconozco que siento debilidad por Tim Burton, aunque no siempre todo lo que propone funciona. Sin embargo reconozco que el exceso sanguinolento de este barbero tiene algo magnético que me seduce, y no me considero especialmente sádico, salvo cuando me dan ganas de arrancar la cabeza, a quien me toca las narices de forma abundante y premeditada, y dejarla colgando de un nervio, sí solo de uno, así oscilando de arriba a abajo, con algunos chorritos de sangre, pero menos ingentes que los de Burton.
Por regla general el exceso en el cine me aburre profundamenete. El exceso de discursos grandielocuentes acompañados de grandes paisajes y emocionantes notas musicales; el exceso de discursos bienintencionados que esconden intereses ocultos y poco honestos, el exceso de chistes estúpidos, el exceso de melodramatina, el exceso de violencia gratuita...
Sin embargo aquí me paro porque no podría decir que es lo que me atrae exactamente del barbero. Será esa pastelera que hace los pasteles más asquerosos del condado junto con esas cucarachas que curran sobre explotadas como ayudantes de cocina. Serán esas canciones a lo Oliver Twist, pero con un toque más siniestro. O será quizás esa sangre que buye a raduales animada por esa juguetona navaja bajo diferentes formas texturas y consistencias: desde la que brota de los cuellos como un aspersor hasta la que avanza lentamente como si fuera mermelada de frambuesa o cereza.
Quizás ese magnetismo venga de esa forma de tratar lo macabro y siniestro a través del exceso estético-gótico (marca de la casa), subrayado por esa música que sirve de contrapunto y de contraste.
Esta vez la mermelada no me empaga, pero porque es de frambuesas, o tal vez de cerezas.
Por regla general el exceso en el cine me aburre profundamenete. El exceso de discursos grandielocuentes acompañados de grandes paisajes y emocionantes notas musicales; el exceso de discursos bienintencionados que esconden intereses ocultos y poco honestos, el exceso de chistes estúpidos, el exceso de melodramatina, el exceso de violencia gratuita...
Sin embargo aquí me paro porque no podría decir que es lo que me atrae exactamente del barbero. Será esa pastelera que hace los pasteles más asquerosos del condado junto con esas cucarachas que curran sobre explotadas como ayudantes de cocina. Serán esas canciones a lo Oliver Twist, pero con un toque más siniestro. O será quizás esa sangre que buye a raduales animada por esa juguetona navaja bajo diferentes formas texturas y consistencias: desde la que brota de los cuellos como un aspersor hasta la que avanza lentamente como si fuera mermelada de frambuesa o cereza.
Quizás ese magnetismo venga de esa forma de tratar lo macabro y siniestro a través del exceso estético-gótico (marca de la casa), subrayado por esa música que sirve de contrapunto y de contraste.
Esta vez la mermelada no me empaga, pero porque es de frambuesas, o tal vez de cerezas.
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