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Episodio

6,6
18.023
9
30 de diciembre de 2017
30 de diciembre de 2017
41 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que en un principio parece una parodia de Star Trek (con guiño a Netflix incluido) en este capítulo “USS Callister” de “Black Mirror”, se convierte en una de esas historias donde nada es lo que parece y donde el espectador acaba atrapado (igual que sus protagonistas) en esa nave espacial de la que poco se puede contar (para no desvelar la trama) donde los tripulantes son avatares de tus propios compañeros de oficina. Personalmente, me ha parecido el mejor capítulo de esta temporada porque es original, es diferente sin salirse del estilo “Black Mirror”, terriblemente entretenido (durante sus larguísimos 76 minutos) y tiene un gran final. ¡Ah se me olvidaba: y hay batallas espaciales! Esta fábula sobre la venganza, la deshumanización, los videojuegos y las inseguridades, acaba siendo como el caramelo que le das a un perro cuando ha obedecido: la golosina que enmascara la realidad. Puede parecer trivial, pero es, quizás, el capitulo mas complejo de todos. Bien por Charlie Brooker y el tributo que ha tenido que pagar a Netflix con esta (americanizada) parodia de la joya de su catálogo (Netflix posee todo el catalogo Star Trek) que ha transformado en una impecable parábola sobre la deshumanizada sociedad actual de los videojuegos y la televisión digital.
Por cierto, hay que empezar a pensar ya en ese actor de físico tan aburrido como es Jesse Plemons, como uno de los mejores actores que hay en la actualidad, si os sorprendió (como a mi) en la segunda temporada de “Fargo”, aquí se desdobla en dos personajes tan diferentes como difíciles que acaba bordando sin apenas esfuerzo.
Por cierto, hay que empezar a pensar ya en ese actor de físico tan aburrido como es Jesse Plemons, como uno de los mejores actores que hay en la actualidad, si os sorprendió (como a mi) en la segunda temporada de “Fargo”, aquí se desdobla en dos personajes tan diferentes como difíciles que acaba bordando sin apenas esfuerzo.
18 de junio de 2016
18 de junio de 2016
27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imposible película de acción en primera persona que es lo más parecido a una hora y media viendo jugar a alguien en una consola. El espectador siempre está en los ojos del protagonista en esta esquizofrénica película de acción que nunca se detiene y siempre busca ir mas allá. Lo más curioso es que todo lo loco de una propuesta así, funcionando gracias a un ritmo frenético y a un camaleónico Sharlto Copley que roba cada escena donde está metido (gracias al truco de multiplicar su personaje). Es decir, lo que parece una tontería que nunca funcionará acaba convirtiéndose en una divertida travesura que funciona sorprendentemente bien. La película marea menos de lo que parece (a pesar de ser un shot ‘em up en toda regla rodado en primera persona), incluso el guion es más inteligente de lo que se espera en una película de estas características. Nunca aburre y si obvias que esto es más un videojuego que una película clásica entonces te lo pasarás en grande, o al menos será una sorpresa agradable (como me ha sucedido a mi). Una película entretenida, rápida y divertida. ¿Qué más se puede pedir?

5,5
14.512
5
23 de septiembre de 2020
23 de septiembre de 2020
53 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
No puedo decir que me haya entusiasmado “Enola Holmes”. Es un entretenimiento que regala dos horas de ligereza y distracción. Pero de la misma forma que la pizza con piña no es la esencia de la pizza. “Enola Holmes” no es la esencia del buen cine. Es sabrosa y divertida, como la pizza con piña, pero ahí acaban todas sus virtudes.
“Enola Holmes” funciona como divertimento (casi juvenil) repleto de burdos trucos narrativos pero con un tono lo suficientemente ligero y condescendiente como para a gustar a casi todos.
Pero de esto, al buen cine, hay un largo trecho. Demasiado largo para quien suscribe. Lo siento, debe ser que soy demasiado teórico, demasiado clásico o purista. Y me sabe mal cargarme una película por aspectos puramente técnicos, porque debo reconocer que, dentro del error (dentro del horror), la película funciona
La película carece de la originalidad (o de ese gen diferenciador) necesaria para que lo comercial ascienda hacia un producto de calidad. Da la impresión de que, como una colcha de patchwork, es una película hecha con retazos de otras películas fácilmente reconocibles que van desde los Sherlock Holmes de Guy Ritchie a La saga de Harry Potter pasando por cualquier serie juvenil del catálogo de Netflix e incluso por la saga de El código Da Vinci.
Una de los detalles que más me han sorprendido (para mal) es lo que parece un grave error de casting en algunos personajes que, de haber sido interpretados por actores menos comerciales o más aptos, hubiesen encajado mejor en la historia. El mejor ejemplo es un Henry Cavill tan fuera del papel de Sherlock Holmes que su actuación lastra la película cada vez que aparece. Por decirlo de otra manera más burda: mientras Millie Bobby Brown funciona razonablemente bien como Enola Holmes, cuando ves a Henry Cavill estás viendo a Superman vestido con un traje de época dos tallas más pequeñas. Su actuación es tan plana y está tan llena de tics que asusta. Pero tenemos a Superman en una película de Netflix y eso siempre vende. Aunque dramáticamente aporta tanto a la película como un maniquí del Zara.
El último punto que me ha sacado absolutamente de la película es la constante rotura de la cuarta pared por parte del personaje de Enola Holmes. Eso de “lo mucho cansa” es una constante en este aspecto: Millie Bobby Brown se pasa más tiempo mirando a cámara que al resto de los actores. Un recurso fácil del que aquí se abusa como consecuencia de esa narración en primera persona y que no sirve más que para enmascarar carencias a la hora de narrar. Otra cosa que me ha sorprendido es que a pesar del caos en la narrativa con abuso de trucos baratos, la película tiene una maravillosa factura visual, una espléndida fotografía y un delicioso diseño de producción. Pero sigue chirriando esos trucos baratos que son parecidos a los que utilizaba Ritchie en su Sherlock Holmes. La diferencia era que mientras en las películas protagonizadas por Robert Downey Jr. los trucos narrativos encajan y están al servicio de la historia, en “Enola Holmes” se hace un abuso que sobrecarga la narración y queda como una capa por encima de lo demás que suena a falso. Y puede evitarse, de hecho en la parte central más dramática, se evitan todos esos trucos y la narración fluye mejor a costa de perder velocidad.
En resumen, “Enola Holmes” no es un mal producto, pero es tramposa, tiene demasiados agujeros y es simplemente eso: un producto de Netflix que busca la comercialidad por encima de cualquier otra virtud.
Os encantará, seguro, pero el cine es otra cosa.
“Enola Holmes” funciona como divertimento (casi juvenil) repleto de burdos trucos narrativos pero con un tono lo suficientemente ligero y condescendiente como para a gustar a casi todos.
Pero de esto, al buen cine, hay un largo trecho. Demasiado largo para quien suscribe. Lo siento, debe ser que soy demasiado teórico, demasiado clásico o purista. Y me sabe mal cargarme una película por aspectos puramente técnicos, porque debo reconocer que, dentro del error (dentro del horror), la película funciona
La película carece de la originalidad (o de ese gen diferenciador) necesaria para que lo comercial ascienda hacia un producto de calidad. Da la impresión de que, como una colcha de patchwork, es una película hecha con retazos de otras películas fácilmente reconocibles que van desde los Sherlock Holmes de Guy Ritchie a La saga de Harry Potter pasando por cualquier serie juvenil del catálogo de Netflix e incluso por la saga de El código Da Vinci.
Una de los detalles que más me han sorprendido (para mal) es lo que parece un grave error de casting en algunos personajes que, de haber sido interpretados por actores menos comerciales o más aptos, hubiesen encajado mejor en la historia. El mejor ejemplo es un Henry Cavill tan fuera del papel de Sherlock Holmes que su actuación lastra la película cada vez que aparece. Por decirlo de otra manera más burda: mientras Millie Bobby Brown funciona razonablemente bien como Enola Holmes, cuando ves a Henry Cavill estás viendo a Superman vestido con un traje de época dos tallas más pequeñas. Su actuación es tan plana y está tan llena de tics que asusta. Pero tenemos a Superman en una película de Netflix y eso siempre vende. Aunque dramáticamente aporta tanto a la película como un maniquí del Zara.
El último punto que me ha sacado absolutamente de la película es la constante rotura de la cuarta pared por parte del personaje de Enola Holmes. Eso de “lo mucho cansa” es una constante en este aspecto: Millie Bobby Brown se pasa más tiempo mirando a cámara que al resto de los actores. Un recurso fácil del que aquí se abusa como consecuencia de esa narración en primera persona y que no sirve más que para enmascarar carencias a la hora de narrar. Otra cosa que me ha sorprendido es que a pesar del caos en la narrativa con abuso de trucos baratos, la película tiene una maravillosa factura visual, una espléndida fotografía y un delicioso diseño de producción. Pero sigue chirriando esos trucos baratos que son parecidos a los que utilizaba Ritchie en su Sherlock Holmes. La diferencia era que mientras en las películas protagonizadas por Robert Downey Jr. los trucos narrativos encajan y están al servicio de la historia, en “Enola Holmes” se hace un abuso que sobrecarga la narración y queda como una capa por encima de lo demás que suena a falso. Y puede evitarse, de hecho en la parte central más dramática, se evitan todos esos trucos y la narración fluye mejor a costa de perder velocidad.
En resumen, “Enola Holmes” no es un mal producto, pero es tramposa, tiene demasiados agujeros y es simplemente eso: un producto de Netflix que busca la comercialidad por encima de cualquier otra virtud.
Os encantará, seguro, pero el cine es otra cosa.

4,7
1.307
7
19 de marzo de 2014
19 de marzo de 2014
36 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Last Passenger" es de esas películas que, sin tener nada especial, consiguen enganchar al espectador por la manera en que consigue incrementar una tensión gradualmente desde el primer minuto para acabar en un auténtico tour de forcé imposible de predecir en las primeras escenas. Es de esas historias por la que Hitchcock hubiese dado la vida pues cuenta, sin demasiadas estridencias, la historia de las seis últimas personas que quedan en un tren de cercanías cuando descubren que no tienen manera de detener el tren. La historia es simple, el guión es correcto (quizás falla en su desenlace) pero el buen hacer del director y los actores convierte a "Last Passenger" en un divertimento sobrio, magníficamente rodado y con una capacidad de entretener que no decae en ningún momento. Gran parte del merito es del actor principal (Dougray Scott) y de la elegante dirección del debutante Omid Nooshin que huye de filigranas y se dedica a rodar de la menjor manera posible una historia que ya de por si es potente. Una buen película, con personajes sólidos, capacidad de entretener y que no trata al espectador como un idiota. Que ya es mucho... Totalmente recomendable.

6,4
3.830
8
9 de marzo de 2013
9 de marzo de 2013
28 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enfrentarse a una crítica de “Capricornio Uno” sin caer en la nostalgia o el sentimentalismo es, en mi caso, tarea casi imposible. Recuerdo esta película como una de las más interesantes de mi juventud, un tiempo en que cada nueva película de Peter Hyams me sorprendía más y más a pesar de estar sustentada en las mismas bases (conspiraciones que rozaban la paranoia) hasta que en los noventa perdió el rumbo de artesano y pasó a ser un director mas, sin nervio ni la capacidad que tuvo en los setenta y los ochenta de construir historias terriblemente entretenidas. “Capricornio Uno” sustenta las bases de lo que sería su obra maestra “ Atmósfera Cero” (de nuevo conspiraciones rozando la paranoia) y pone en pantalla a un puñado de actores al servicio de un guión con una base impecable y un desarrollo sustentado en la acción pura. Porque eso es lo nos ofrece “Capricornio Uno”, en ningún momento dejan de pasar cosas que bien hacen avanzar la historia o bien la empujan con solidas escenas de acción. Es de esos milagros entre guión y dirección. Baste un ejemplo los primeros quince minutos de la película, durante el lanzamiento de un cohete espacial nos damos cuenta de que algo extraño sucede (gracias a esos violines del maestro Goldsmith) para, a continuación, ofrecernos un soliloquio del soberbio Hal Hoolbrok que sienta las bases de lo que es la película: donde no llegue la acción llega el guión, pero nunca detenerse. El problema de “Capricornio Uno” que lo aleja de su condición de obra maestra es que, si bien tiene grandiosos actores, también tiene actores mediocres en su interior que nos regalan momentos demasiado irregulares. El otro detalle que lo aleja de la maestría es su condición de película palomitera. Digamos que escoge el camino de Hitchcock en vez del de Bergman. A pesar de no ser una obra maestra (tampoco lo pretende), es una película disfrutable en todos y cada uno de sus planos, de una ingenuidad encantadora y un soberbio manejo de la música y el Panavisión de 35 mm (en los que Hyams es un maestro en la composición de encuadres). Puede que hoy en día “Capricornio Uno” peque de simple (a pesar de la complejidad de su historia) pero sigue siendo una muy buena película con un ritmo envidiable y una grandiosa capacidad de entretener por encima de cualquier otra de sus cualidades.
Lo mejor: La historia (las conversaciones son magnificas) El ritmo. La música de Jerry Goldsmith. Las interpretaciones de Hal Hoolbrok (impecable), Elliott Gould (una lección del estilo de interpretación de los 70s) y James Brolin (sorprendentemente convincente).
Lo peor: Cierta ingenuidad en la propuesta. Algunos actores (impuestos por la moda de la época) no están a la altura del dramatismo del tramo final la película.
Lo mejor: La historia (las conversaciones son magnificas) El ritmo. La música de Jerry Goldsmith. Las interpretaciones de Hal Hoolbrok (impecable), Elliott Gould (una lección del estilo de interpretación de los 70s) y James Brolin (sorprendentemente convincente).
Lo peor: Cierta ingenuidad en la propuesta. Algunos actores (impuestos por la moda de la época) no están a la altura del dramatismo del tramo final la película.
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