“Cualquiera puede dominar un sufrimiento, excepto el que lo siente” dijo Willian Shakespeare, y yo agregaría: “Que no tiene por qué sentirlo, necesariamente, quien lo padece...” esta es la premisa que define a Fear Pharm.
Las primeras imágenes nos dejan en claro que habrá sangre y dolor, no muy bien logrado, pero allí estarán durante toda la película.
Sin embargo, el director busca generar una sensación de dolor mental en el espectador que se ponga por encima de la repulsión a desmembramientos, aplastamientos o destripamientos. No siempre lo conseguirá, pero la intención es buena, ya que los segundos no están nada bien logrados y lejos de impresionar, invitan a presionar el botón de Power...
La historia tampoco consigue hacerse con la atención del espectador, de hecho, el director; debería de haberse planteado; no darle un motivo a los “Psicopatas” y que estos mataron por “amor” a su psicopatía en vez de haber generado una secuencia totalmente forzada para que estos explicaran su móvil...
El final vuelve a poner por encima de lo Gore, el sufrimiento mental del espectador a través de una retorcida escena.
En resumen, es una película cuya cartelera invita a la decepción, y si bien, la primera impresión no es errónea; en algunas pocas ocasiones; veremos algo distinto. Son tan pocas esas ocasiones y tan sutiles, que solo serán detectadas por los amantes del terror...

Basta la primera secuencia para darnos cuenta que lo único diferente que haría el director con esta obra, sería adaptarla a la igualdad de géneros.
Por lo demás, es otro intento fallido más, que mediante el uso de todos los clichés actuales del cine de terror, pretende despertar a la emoción más primitiva y viva: “El Miedo”.
Cámaras, conjuros, espejos, sombras, ruidos, apariciones, monjas, niños poseídos, columpios, todos juntos en 89 minutos, junto a actores que no creen en lo que hacen; terminan haciendo de esta película un absurdo; un “Rococó” de mal gusto para el cine de terror.
En el cine, y sobre todo en el cine de terror, la mayoría de directores se olvidan que: "Todo es muy difícil antes de ser sencillo..." Y esta película, no resultó ser la excepción a esta "simple", pero poco empleada frase de Thomas Fuller...

“¿Hay algo más aburrido que la historia del pasado? Quizá un futuro sin historia. Dijo Patricia Highsmith” y según lo veo, para los graboides ya no hay futuro, una historia que ya aburría en el pasado...
Nos encontramos ante una obra plana, inocua, sin fuego; más que el que producen las armas que se utilizan; una apuesta que ya han redoblado y que de seguir ante esta tendencia obvia y predecible, el próximo título será: “Los graboides atacan Manhattan...”

Gabón DeGraw sabía de lo que hablaba cuando dijo que: “Siempre hay cierto grado de destrucción o incendio durante el transcurso de la fiesta.”
Si hacemos de esta nuestro estilo de vida, caemos en una espiral de aniquilación, donde la belleza se degrada, los sentidos se apagan, y la muerte se mimetiza con la vida.
Esto es lo que experimenta la protagonista de esta película. Una obra repetitiva, donde la idea principal se expone a través de escenas recurrentes, una obra que recorre trivialidades hasta terminar siendo el mayor de los sin sentidos...

“El pasado no quiere ser cambiado. Stephen King” Quizás está sea la frase que enmarca a esta película. Una película en donde no podremos destacar el trabajo de los actores, el presupuesto o los efectos especiales, aunque si merece una mención su final, un final inesperado, un pasado que no quiere ser cambiado y que condenará a sus protagonistas a un eterno bucle de sufrimiento ...