Debe ser complicado tratar de ajustarse a los hechos históricos y que salga una película divertida, pero desde luego, esos momentos en los que se mueve la historia del film, son suficientemente atractivos e interesantes como para no aburrir al personal. ¡Nada menos que el regreso de Lenin a su patria Rusia! Pues nada oiga, un tostón.
Desde luego el título no engaña: no salimos del tren salvo para estirar las piernas de cuando en cuando. Termina siendo agobiante, más que nada porque la historia que nos van contando y las maneras de hacerlo, es un sinfín de apuntes que no llevan a nada, ni profundizan en nada. Y cuando tratan de hacerlo, casi resulta peor, porque empiezan a hablar sin decir nada de nada.
Al final no interesa la historia, ni el viaje, ni la postura de los alemanes ni nada de nada.
Eso sí, una recomendación que os hago encarecidamente: dura casi tres horas y media. No la veáis de forma seguida. Os querréis tirar del tren en marcha.

Entretenidísima película y fenomenalmente interpretada por un fantástico reparto. Rabal, Agustín González, Fernán Gómez e incluso Imanol Arias, están en el peor de los casos, estupendos. La película se disfruta sin fatiga alguna, teniendo momentos muy brillantes.
En el apartado técnico no ha habido nada que me desagradara en especial, quizá la falta de acompañamiento musical en ciertos momentos, pero no se echa de menos. La fotografía, ambientación e iluminación son correctos.
No es una película imprescindible, pero desde luego no está de más echarle un ojo y disfrutar sobre todo de un elenco tan profesional y que tantas veces fue tan desaprovechado. Aquí brillan todos.

Quizá por agradar a su idolatrado Sabina, Aranoa (cooprotagonista del publirreportaje), ha decidido agasajarle con un tango, una nueva versión que en su estribillo diga que "trece años no son nada". Podría incluso aferrarse a la letra original y tirarse veinte años con el ubetense, que seguirían, ante lo visto en casi década y media (que se dice pronto) en nada, en una insustancialidad a ratos insoportable, tan solo superada por un aire rancio de progresía burguesa, tan de moda en estos años atrás.

Sabina no es un enigma. Sabina ha concedido entrevistas y se ha dejado ver en todo tipo de saraos. Le han entrevistado en documentales como el de Esta no es la vida privada de Javier Krahe (ya podría el director haber echado un ojo a este documento para tomar una idea de cómo se sigue a un personaje) y lo cierto es, que apenas difiere en esta película, lo de aquellas entrevistas o apariciones en otros documentales o programas de televisión o radio. Es más, resulta mucho más interesante cualquier entrevista seria (aunque sea amable) de media hora, que este panegírico de dos. Porque no, el mostar a Sabina ebrio, no enriquece. Ante tal volumen de entrevistas y documentos sobre el cantautor, deberían haberse exprimido la sesera Aranoa y su equipo, para tratar de buscar otra cosa, pero o no hubo ganas o sencillamente pensaron que la luz del cantante, nos cegaría con su resplandor. Sin duda los ciegos eran ellos... pero debido al humo del tabaco.

¿Entonces? Pues tenemos un retrato que intenta mostrarnos a un gigante y tan solo es un Gulliver para Aranoa. Si queremos saber más del letrista y cantante, podemos mirar entre líneas. En ellas veremos a un indiviuo que se adora (no es posible que él mismo adorne con una carcajada cada cosa que se le ocurra, resulta hasta exasperante). Vemos a un artista que se codea en su domicilio con el monarca y su señora, y que naturalmente, vive tan alejado de la realidad, que cataloga de costumbrismo, el que las calles estén repletas de mariachis esperando a ser contratados por algún señorito caprichoso. Parece mentira, que con la sensibilidad de poeta, no haya sido capaz de encontrar la rima entre mariachis por las calles, con las mujeres que él no ha tenido reparos en comprar. También se refleja el desprecio que tiene hacia las mujeres en la insignificante presencia de su pareja, más allá de una simple sierva del artista.

Así que nos encontramos dos horas en las que nada nuevo hay en ellas. Dos horas de documento en trece años. Lo mismo, sintiéndolo mucho, es que no había mucho que contar sobre el personaje.

Lo cierto es que desconozco el presupuesto de esta película, pero debió ser escaso ya que todas las escenas de ataques aéreos son imágenes reales de combates de la 2ª GM y en casi toda su totalidad, fue rodada en estudio. También debía de ser escasa la capacidad interpretativa de Wayne que sin ser santo de mi devoción, le he disfrutado mucho más en cualquier otra cinta.
Hacía mucho tiempo que no veía al señor Wayne...y viendo "Infierno en las nubes", he recordado porque era. Desde luego en este film no hace una interpretación digna de Oscar si no más bien alimenticia. Destacar un gesto característico (a mi entender un malísimo recurso interpretativo, o escased del mismo), que muestra en esta película y es el que tiene mientras ataca a algún objetivo, mientras ejecuta una misión. Se podría entender como una mezcla de sadismo, paranoia y mala leche (uff, pobres "japos").
La música no es tampoco ninguna maravilla y no nos levanta el espíritu ni nos hace subir la adrenalina cuando la situación lo podría requerir.
Las historias de los personajes y la presentación de los mismos, no se hace con especial cuidado, e incluso es difícil recordar quién era quién, aun así, se puede adivinar.
Desde luego no es una gran película ambientada en la 2ª GM ni tampoco la mejor interpretada. No está mal para ser vista durante un sábado después de comer, mientras nuestro cuerpo gracias a Morfeo, nos transporta a un paraíso en las nubes.

Documental dividido en tres capítulos donde podemos ver el nacimiento artístico de esta gran actriz, su afán por actuar aunque su físico no terminara de gustar a algunos productores, su empeño en distinguirse del resto y su tesón para convertirse en una trabajadora admirable, que le llevó con un enorme sacrificio, a adquirir un teatro y pagar hasta la última letra del mismo, para ser dueña de su trabajo y disponer de una casa donde representar las obras que tan justamente, la encumbraron y la convirtieron en una fantástica artista.

El documental cuenta con un hándicap nada desdeñable, que es lo celosa que fue Lina Morgan para su vida privada. Tratar de hablar de la vida de alguien a ciegas en muchas ocasiones, da pie a la elucubración, con lo que se pierde rigor. De todas formas, cuando esto ocurre, se realiza desde el respeto y no se cargan tintas o se especula (más allá de algún comentario de pasada) con su vida fuera de los escenarios y la manera de llevarla. En una época que no es costumbre esa delicadeza, se agradece.

Es un documental que buscando la originalidad, aparecen en él actores, actrices y... ¿performers? interpretando sketches o alguna canción, permitiendo ver que Lina era única, y a pesar de que la pudiéramos imitar, era absolutamente inimitable. Y lo sigue siendo. Algunas de estas actuaciones de las personas invitadas a aparecer en el documental, podrían resultar hasta irritantes de no ser porque, con muy buen criterio, se alternan con grabaciones de la propia Lina Morgan, lo que hace que se puedan consumir con agrado.

No sé si hubiera podido dar más de sí este documental. Creo que se queda desangelado. Ni aburre ni apasiona. Termina por ser como un resumen genérico de la vida de una artista gigante que dejó claro lo lista que fue siempre, incluso en el momento de retirarse.