En el patético circo de la supervivencia, una deficiente mental, Gelsomina, desde su lírica vulnerabilidad, rompe sin darse cuenta las cadenas del mundo cruel; justo lo que no puede hacer el forzudo Zampano con la simple expansión de sus músculos. “Solo lloraba, tampoco comía, cuando se sentía mejor se sentaba fuera y tocaba la trompeta”. El lirismo de Gelsomina aporta un poco de humanidad al destartalado motocarro, que es la vida misma o la mismísima strada. Porca miseria. Es como plantar tomates en los escombros. Su alienado y delirante despiste frente a la injusticia, el egoísmo, la sordidez y el crimen no arreglan el mundo, tan solo le aportan un poco de momentánea ternura. Zampano lo sentía sin saberlo, cuando se da cuenta es tarde y está solo. Una película muy triste. “Los que no puedan soportarlo mejor que no miren”.