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6,4
1.034
8
18 de enero de 2023
18 de enero de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Little Fish utiliza la excusa de un virus para concentrar lo que en esencia es el ser humano. Somos hijos de nuestros propios recuerdos, cimientos sobre los que, como arquitectos, tratamos de levantar sueños que no son más que el fruto de lo que somos y fuimos, siempre desde nuestro exclusivo punto de vista porque lo principal es sobrevivir. Esta reflexión no debe desarrollarse aquí, pero Hartigan la tiene muy clara al abordar el tema principal.
Little Fish es una película tan fresca como triste y tan triste como auténtica. Ha sido toda una sorpresa, en general y en lo otro, llena de huevos de pascua. Tiene tanto sobre la pérdida constante como sobre la fugacidad de los momentos y la importancia de aprehender lo que no puede conservarse. Es hermosa y vital, conmovedora y alegre, tierna y devastadora. Se trata de una cinta encantadora, llena de contrastes, profunda pero liviana, importante y pequeña. Completa.
Su propuesta narrativa es original y la presentación de personajes es muy viva. Avanza de forma fácil gracias a un buen guión, pero se sostiene con dos interpretaciones de lujo, conectadas con una complicidad absoluta. Olivia Cooke está magnífica en un papel lleno de matices y contradicciones en el que consigue encontrar un equilibrio delicado. Jack O’Connell, con su compromiso habitual con sus personajes, vuelve a dar un nivel tan extraordinario que podría llegar a pasar inadvertido. No se le conoce un papel peor que bueno. Tremendos ambos para dotar de sentido a esta particular y frágil historia de amor.
La impresión general ha sido tan positiva que me cuesta destacar los puntos fuertes de la película. En mi opinión, su virtud principal es reducir el universo a dos vidas muy concretas. Y esas vidas, esa vida, se convierten de alguna manera en la del espectador durante hora y media de emociones y sensibilidad. Somos frágiles. El mundo se hunde dentro de las casas. Hay un virus suelto, y es la vida misma.
Little Fish es una película tan fresca como triste y tan triste como auténtica. Ha sido toda una sorpresa, en general y en lo otro, llena de huevos de pascua. Tiene tanto sobre la pérdida constante como sobre la fugacidad de los momentos y la importancia de aprehender lo que no puede conservarse. Es hermosa y vital, conmovedora y alegre, tierna y devastadora. Se trata de una cinta encantadora, llena de contrastes, profunda pero liviana, importante y pequeña. Completa.
Su propuesta narrativa es original y la presentación de personajes es muy viva. Avanza de forma fácil gracias a un buen guión, pero se sostiene con dos interpretaciones de lujo, conectadas con una complicidad absoluta. Olivia Cooke está magnífica en un papel lleno de matices y contradicciones en el que consigue encontrar un equilibrio delicado. Jack O’Connell, con su compromiso habitual con sus personajes, vuelve a dar un nivel tan extraordinario que podría llegar a pasar inadvertido. No se le conoce un papel peor que bueno. Tremendos ambos para dotar de sentido a esta particular y frágil historia de amor.
La impresión general ha sido tan positiva que me cuesta destacar los puntos fuertes de la película. En mi opinión, su virtud principal es reducir el universo a dos vidas muy concretas. Y esas vidas, esa vida, se convierten de alguna manera en la del espectador durante hora y media de emociones y sensibilidad. Somos frágiles. El mundo se hunde dentro de las casas. Hay un virus suelto, y es la vida misma.

6,7
25.812
8
18 de enero de 2023
18 de enero de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Frances McDormand justifica el visionado de cualquier cinta en la que trabaje. También Chloé Zhao es garantía de buen cine. En Nomadland coinciden ambos talentos a un nivel extraordinario para presentar un resultado absolutamente escandaloso.
De la mano del piano de Ludovico Einaudi, la protagonista vaga por hermosos paisajes que la alejan cada vez más de la sociedad y la acercan progresivamente a la naturaleza del ser humano. Es una película reflexiva y certera, que sabe poner el acento en las cosas que de verdad importan y, de este modo, lanza su crítica velada a un mundo del que los espectadores somos cómplices. Aún así, pese a carecer casi por completo de argumento al uso, la historia resulta inspiradora y fomenta la reconciliación con los pilares de la naturaleza humana. Zhao siempre cuenta con el tacto y la sensibilidad necesarios para acercarse a las heridas de sus personajes sin caer en la tentación de hurgar en ellas, y consigue de esta manera que contemplarlas nos cure a nosotros mismos. Presenta un relato pausado pero seguro y nada autocondescendiente, lo que se traduce en un perenne tono melancólico que da carácter al filme.
Una vez más en el cine de Zhao la fotografía es puro espectáculo y cada fotograma podría ser un poster. Puede que la historia hable de nómadas, pero la película no duda de su destino y descansa directamente en el corazón del espectador.
De la mano del piano de Ludovico Einaudi, la protagonista vaga por hermosos paisajes que la alejan cada vez más de la sociedad y la acercan progresivamente a la naturaleza del ser humano. Es una película reflexiva y certera, que sabe poner el acento en las cosas que de verdad importan y, de este modo, lanza su crítica velada a un mundo del que los espectadores somos cómplices. Aún así, pese a carecer casi por completo de argumento al uso, la historia resulta inspiradora y fomenta la reconciliación con los pilares de la naturaleza humana. Zhao siempre cuenta con el tacto y la sensibilidad necesarios para acercarse a las heridas de sus personajes sin caer en la tentación de hurgar en ellas, y consigue de esta manera que contemplarlas nos cure a nosotros mismos. Presenta un relato pausado pero seguro y nada autocondescendiente, lo que se traduce en un perenne tono melancólico que da carácter al filme.
Una vez más en el cine de Zhao la fotografía es puro espectáculo y cada fotograma podría ser un poster. Puede que la historia hable de nómadas, pero la película no duda de su destino y descansa directamente en el corazón del espectador.

6,2
3.757
8
18 de enero de 2023
18 de enero de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces sucede. Julia Roberts tiene un Oscar. Es una de las superestrellas del firmamento Hollywood. Desde hace tiempo, de vez en cuando se separa de los focos, se quita el maquillaje y exhibe su talento. No siempre se le reconoce porque el solo brillo de su rostro, también el eco de su nombre, suele eclipsar su trabajo. En Ben is back está a una gran altura. Sería lo mejor de la película si no fuese por Lucas Hedges. Lo de Lucas es serio ya, canela fina. Es posible que aquí nos regale su interpretación más difícil y también la más madura. Se dice pronto tratándose de un actor que, a base de encadenar papeles rotundos, lidera ya por derecho propio la nueva generación.
Su padre ha sabido reconocer que los dos actores estaban en estado de gracia y los ha dejado trabajar. Se ha limitado a hacer un sólido armazón para la película y dejar espacio suficiente para que sus dos estrellas lo rellenen. Puede parecer sencillo, pero lo que es realmente es suficiente. Bien escrita, buen ritmo y media hora inicial de categoría.
La cinta aborda un tema complicado desde un punto de vista, el familiar, no tan habitual como debería. No habla de las drogas y sus efectos, ni del amor de una madre y un hijo. Más bien, se limita a mostrar todo ello con honestidad, uno de las claves sobre las que gira el guión. Una y otra vez, sin edulcorantes. Ojalá no fuese necesario que se hicieran películas como ésta.
El regreso de Ben es desgarradora, un grito en medio de la oscuridad y una película conmovedora. Tiene la virtud de potenciar sus virtudes frente a sus defectos, que también los tiene. Hay cosas en su mensaje que merecen ser escuchadas. Cuenta con Roberts y Hedges sosteniéndola a base de talento y corazón durante casi cien minutos, pero sobre todo, lo mejor que puede decirse de este drama es que llega al alma desde la sobriedad.
Su padre ha sabido reconocer que los dos actores estaban en estado de gracia y los ha dejado trabajar. Se ha limitado a hacer un sólido armazón para la película y dejar espacio suficiente para que sus dos estrellas lo rellenen. Puede parecer sencillo, pero lo que es realmente es suficiente. Bien escrita, buen ritmo y media hora inicial de categoría.
La cinta aborda un tema complicado desde un punto de vista, el familiar, no tan habitual como debería. No habla de las drogas y sus efectos, ni del amor de una madre y un hijo. Más bien, se limita a mostrar todo ello con honestidad, uno de las claves sobre las que gira el guión. Una y otra vez, sin edulcorantes. Ojalá no fuese necesario que se hicieran películas como ésta.
El regreso de Ben es desgarradora, un grito en medio de la oscuridad y una película conmovedora. Tiene la virtud de potenciar sus virtudes frente a sus defectos, que también los tiene. Hay cosas en su mensaje que merecen ser escuchadas. Cuenta con Roberts y Hedges sosteniéndola a base de talento y corazón durante casi cien minutos, pero sobre todo, lo mejor que puede decirse de este drama es que llega al alma desde la sobriedad.
9
22 de agosto de 2011
22 de agosto de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aún reconociendo que por su naturaleza puede resultar agobiante para algunas personas, no hay que quitarle ni un ápice de mérito a Rodrigo Cortés, que se saca una película de dónde no hay nada. Empezamos con un tipo encerrado en un ataúd, y a partir de ahí no sólo consigue hacer que la película avance y que nos vayamos enterando de cuál es la situación del protagonista, sino que además lo hace con un gran ritmo y dinamismo. Y lo genial es que no abusa una y otra vez del mismo recurso para hacer que la historia avance, sino que va introduciendo nuevos mecanismos para hacer progresar la película. El guión es buenísimo y no necesita apoyarse en flashbacks, sueños, visiones,...etc. Toda la acción se desarrolla dentro del ataúd. Ingeniosa, intrigante, entretenida. Buena fotografía y muy bien Reynolds

7,2
13.072
7
18 de enero de 2023
18 de enero de 2023
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay colillas, luego han fumado. Probablemente el cine sea así de sencillo. Hay que mirar para ver y tiene que haber para hallar. Más que unas vacaciones, Wells regala al espectador un viaje de emociones circular, justo el modo en el que funciona la memoria, y lo llena de detalles. Estoy convencido de que se podrán encontrar nuevos en ulteriores visionados, y seguro que ayudan a completar la historia, quizás transformarla.
No es demasiado importante, porque creo que el secreto y el fondo de la cinta es precisamente su forma. Se trata de una forma escurridiza, libre como la brisa de verano, que a veces corretea de la mano de la infancia y otras queda atrapada por las sombras rojizas del atardecer. Es difícil encontrar algo en la penumbra cuando antes había luz.
Pienso que el gran acierto de Wells es no contar. Personajes y escenarios, a veces hasta el tiempo, todo está desprovisto de contexto. Así consigue revisitar una y otra vez los recuerdos de Sophie, haciendo al espectador partícipe de una búsqueda de respuestas a preguntas que no han sido formuladas. Pero están ahí, flotan en el paso, en el salto de los días.
Aftersun tiene todo lo que una gran película necesita. Tiene algo de relato obsesivo y recurrente, a veces poético y casi siempre agridulce. Hay gravedad en sus misterios, que resulta evidente que transformaron las vidas de sus magníficamente interpretados protagonistas, tanto que uno apenas repara en ellos. Su directora utiliza la luz y el sonido con acierto, da el justo protagonismo a la música y presenta un trabajo plenamente consciente y evocador. Sabe convertir al espectador en testigo y la cinta, en un espejo de la memoria. Sólo los valientes se atreven a bucear tan profundo.
No es demasiado importante, porque creo que el secreto y el fondo de la cinta es precisamente su forma. Se trata de una forma escurridiza, libre como la brisa de verano, que a veces corretea de la mano de la infancia y otras queda atrapada por las sombras rojizas del atardecer. Es difícil encontrar algo en la penumbra cuando antes había luz.
Pienso que el gran acierto de Wells es no contar. Personajes y escenarios, a veces hasta el tiempo, todo está desprovisto de contexto. Así consigue revisitar una y otra vez los recuerdos de Sophie, haciendo al espectador partícipe de una búsqueda de respuestas a preguntas que no han sido formuladas. Pero están ahí, flotan en el paso, en el salto de los días.
Aftersun tiene todo lo que una gran película necesita. Tiene algo de relato obsesivo y recurrente, a veces poético y casi siempre agridulce. Hay gravedad en sus misterios, que resulta evidente que transformaron las vidas de sus magníficamente interpretados protagonistas, tanto que uno apenas repara en ellos. Su directora utiliza la luz y el sonido con acierto, da el justo protagonismo a la música y presenta un trabajo plenamente consciente y evocador. Sabe convertir al espectador en testigo y la cinta, en un espejo de la memoria. Sólo los valientes se atreven a bucear tan profundo.
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